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De: moriajoan  (Missatge original) Enviat: 02/11/2011 13:48

 

Kitaro- Silk Road

 

A quienes, en esta vida, les ha llegado el gran momento de adquirir un nuevo

 conocimiento que les ayude a cambiar sus vidas y, por tanto, sus destinos, es

 posible que ese hecho les parezca algo maravilloso, fascinante o increíble.

 El conocimiento al que me estoy refiriendo es al esotérico aunque, como

es obvio, un cambio interno o de conciencia también nos puede venir por otras

 fuentes. Suele ocurrir que las personas que ya han estado en contacto con esas

enseñanzas en otras vidas anteriores, vuelvan a contactar con ellas con el fin de

 adquirir o prepararse para la iniciación, si es que se lo merece y en su anterior

vida no se desvió hacia el lado negativo o de la magia negra. Puede ocurrir que se

 dediquen durante años a ir de conferencia en conferencia, de “maestro” a “maestro”,

de escuela en escuela, y entre tanto leer un montón de libros de muy variados

 autores. Evidentemente algo aprenderán, tanto en conocimientos ocultos como

en otros de auto-ayuda y espiritualidad, pero si no lo aplican a sus vidas poco

adelantarán respecto a lo previsto en sus destinos. Son pocos los que se centran en un

 solo lugar o escuela, pero los que lo hacen extraerán mucho más beneficio que los

que andan de un lado para otros, y de éstos “pocos” son menos aún los que se inscriben

 y pertenecen a una escuela iniciática donde poder continuar en esta vida.

En los muchos años que llevo en el mundo del ocultismo he conocido —a través de

su literatura— tres escuelas que me han enseñando mucho y que, por tanto, me

han sido muy útiles tanto para adquirir conocimientos como para mi propio desarrollo

 espiritual. Hay otras escuelas, como es natural, pero para mí son de menor importancia

en todos los sentidos, por tanto, escuelas de ocultismo muy reconocidas desde

hace un siglo hay tres y son las siguientes: La Fraternidad Rosacruz de Max Heindel

 —escuela iniciática—; la Escuela Arcana de Alice Bailey; y la Sociedad Teosófica

 de Mme. Blavatsky. La escuela Arcana y la Teosófica son escuelas cuyas enseñanzas

 proceden de oriente y fueron dadas por unos Maestros iniciados muy conocidos

por su relación con ese lugar misterioso llamado Shamballa. La Fraternidad Rosacruz

 es una Escuela para occidente cuya enseñanza procede de los más grandes

iniciados de la Tierra, por tanto, su filosofía es más fácil de entender y asimilar que

 las otras de tipo oriental. Las primeras ayudan a cualquier persona que “busque” y

 se esfuerce por progresar espiritualmente en esta vida y sean del continente que sean;

sin embargo la Rosacruz es una escuela para los aspirantes espirituales de occidente.

La iniciación se puede alcanzar por diferentes caminos, y las enseñanzas ocultas de

estas escuelas es uno de ellos, sin embargo, lo mismo que es mejor pertenecer y

centrarse en una escuela que andar buscando de un sitio para otro, también es mejor

pertenecer a una escuela iniciática occidental que a otras cuyos lenguajes son a veces

 imposibles de comprender y de traducir. Esto no significa que esas escuelas sean

peores que la Rosacruz, lo que digo es que la Rosacruz es diferente porque tiene una

formación que va desde los primeros pasos como un simple estudiante hasta la

preparación adecuada y necesaria para alcanzar las correspondientes iniciaciones

según el esfuerzo y sacrificio que el aspirante espiritual haga.

La iniciación es un despertar y una elevación de la conciencia como efecto del poder

espiritual adquirido en una o varias vidas, por tanto, nadie la puede conceder a cambio

 de favores, dinero, ni nada parecido. Ésta debe ser merecida gracias al amoroso y

 desinteresado servicio a la humanidad y por otros ideales elevados llevados a la

práctica, normalmente, en varias vidas. Así es que, generalizando, quien contacta con

una de estas escuelas, no sólo trae ya un gran bagaje de otras vidas sino que, además,

debe continuar ese trabajo de una manera persistente y precisa a la vez que despacio

 pero sin pausa. Estudiante de ellas puede ser cualquiera porque tienen centros donde

 imparten sus enseñanzas y hacen sus servicios ocultos y devocionales o bien lo pueden

hacer por correspondencia. Pero el primer paso serio e importante es el llamado

 “probacionismo” que es cuando la persona interesada se compromete seriamente a

trabajar por su Espíritu; este paso es previo al de discipulado cuando, como la palabra

indica, se es discípulo de un Maestro. Por consiguiente, el que desea hacerse

voluntariamente probacionista debe tener claro que debe respetar y cumplir las

normas y hacer los ejercicios y servicios que la escuela tiene para acelerar su

desarrollo espiritual. Naturalmente que, cuanto más preparado moral, intelectual y

 espiritualmente esté menos le costará al aspirante y si, a la vez, ha vencido o no

 ha caído en ciertos vicios que suelen dominar —alcohol, tabaco, drogas, crítica,

 espiritismo, …— más poder tendrá para superar otras pruebas más sutiles.

La vida cotidiana de un aspirante a la iniciación, que conecta en esta vida con una

escuela seria de ocultismo, es algo fácil en sus primeros grados —interesado o

estudiante— pero bastante más difícil para algunos en el grado de “Probacionista”.

 En el primer grado no hay obligaciones pero, además de la adquisición del conocimiento

oculto, el estudiante debe acostumbrarse a hacer toda una serie de ejercicios

—concentración, meditación y observación— o llevar a la práctica durante el día la

oración, el discernimiento, la devoción a Dios, el servicio a los demás y el dominio

de la mente para que no piense por sí misma y para utilizarla con el fin de no

pensar mal y evitar malos deseos y sentimientos. Pero para el probacionista,

además de todo eso: Las lecturas y enseñanzas deben ser meditadas; los ejercicios

 espirituales deben ser hecho con el corazón; —devoción y adoración a Dios— la

observación del mundo y la propia observación deben ser hechas con responsabilidad,

profundidad y franqueza para poder corregir las actuaciones o expresiones; la palabra

debe ser controlada para que no critique u ofenda; la mente no debe pensar por sí

misma sino que debe estar atenta a lo que ocurre para que sus respuestas sean

responsables y bienintencionadas; en las mañanas debe haber una auto-programación

para tener una actitud positiva en todo lo que se haga durante el día; por las

noches se revisará esa auto-programación para ver dónde se ha fallado; y durante

 el día se procurará hacer todo como si fuera para Dios.

Si bien es cierto que el aspirante cae muchas veces en tentaciones y pruebas,

también lo es que gran culpa es de que no sabe escuchar a la vez que habla demasiado

 o pretende saber mucho. Hay un proverbio que dice que la sabiduría viene de

saber escuchar y que el arrepentimiento tiene su mayor causa en el hablar; por

 consiguiente, el principiante en el mundo del ocultismo así como los propios

ocultistas, deberíamos tener esto muy presente puesto que todos —unos más y

otros menos— metemos la pata de alguna manera, bien por pensar mal o no

 entender lo que escuchamos o bien porque hablamos sin razonar y sin analizarnos

 cuando nos expresamos. No es lo mismo oír que escuchar, oír es permitir que

 los sonidos o palabras entren en nuestros oídos, pero —en la mayoría de los

casos— sin prestar atención y, como efecto, sin apenar ser conscientes de lo

 que oímos. Escuchar, es permitir lo mismo pero con la atención puesta en quién,

 cómo o qué nos hablan, es decir, estando presente como un yo consciente.

Cuando somos conscientes en cada momento “presente” de que somos un Yo

 que percibe gracias a los sentidos y a la mente, podemos controlar perfectamente

 nuestros sentidos y, por tanto, escuchar y hablar lo correcto y preciso.

Estamos de acuerdo en que esto no es fácil pero eso no significa que sea imposible.

Hablar menos y escuchar más, no es pensar en lo que se va a decir a la vez que se

escucha y menos aún si la intención es de decir o responder con prepotencia,

superioridad, orgullo, etc. Es todo lo contrario, escuchar con humildad —con

 intención de aprender, con compasión, con tolerancia, con comprensión, con

amor..— con una actitud meditativa, receptiva, interesada y serena. Hay una

gran diferencia entre escuchar desinteresadamente y escuchar con humildad y

compasión; como también la hay en oír y en escuchar buena música —clásica

 y sacra principalmente— Cuando se escucha de esta manera se estimulan buenos

sentimientos, hay paz interior, se eleva la vibración de los cuerpos y nos hacemos

 más sensibles a la influencia de nuestro Yo superior. Cuando varios aspirantes

espirituales se juntan y hablan sin control y sin razonamiento previo, aún con la

 intención de estar en armonía, es más fácil que haya contradicciones y malos

pensamientos sobre lo que dicen otros que si todos hablaran solamente cuando

tengan algo importante que decir y previo discernimiento. Es más, además de ser

 buenos oyentes, deberíamos ser unos interlocutores simpáticos, conciliadores,

 tolerantes y comprensivos. Resumiendo este tema diremos que escuchar con

 atención y consciencia desarrolla el Alma Consciente y trae equilibrio y progreso.

Podríamos interpretar estos últimos párrafos como una importante y correcta

preparación para hacerse probacionista puesto que el probacionista promete

 esforzarse por subyugar su naturaleza inferior o personalidad al Yo superior.

Alguna vez se ha dicho que esta promesa es similar a la que se hacen dos

personas cuando se casan, y es que, en verdad, que algo de parecido tienen.

En el matrimonio prometen ante Dios amarse, respetarse y ayudarse; mientras

que en el compromiso que hace un probacionista también promete ante Dios —y

ante un elevado iniciado— dedicar su vida a servir amorosa y desinteresadamente

a Dios y al prójimo y a purificar su personalidad y carácter. Este es el significado

del compromiso del aspirante para hacerse probacionista, aunque el ritual no lo

diga literalmente así. Hay que tener en cuenta que el aspirante —una vez

recluido en la soledad y el silencio— mantiene una mano en el corazón y otra

sobre la Biblia en el momento de hacer la promesa. Además, y por dar algún dato

más puesto que los probacionista y discípulos tienen prohibido comentar ciertas

hechos, el momento elegido para esa promesa se calcula según la fecha y lugar

de nacimiento y según la latitud y longitud donde se viva entre otras cosas. Así

es como el probacionista da ese paso tan importante —si de verdad lo lleva a

 cabo durante toda su vida— que hace que desde ese momento —puesto que

incluso se siente la presencia etérica del iniciado— este conectado a ese gran

iniciado representante de la escuela u orden oculta.

El compromiso del probacionista hace que —entre otras cosas— no pueda comer

carne ni utilizar pieles de animales, pero también tiene otras muchas ventajas para

la salud psíquica y física. A partir de ahí el probacionista que cumpla con sus

deberes y responsabilidades estará protegido de ataques psíquicos tanto en

 estado de vigilia como en los mundos superiores mientras duerme; cuanto más

 purifique sus cuerpos más brillará su aura y más fácil tendrá dicho iniciado o

 sus discípulos ayudar al probacionista. Otra de las “ventajas” del probacionista

 es que es puesto a prueba por dichos iniciados para ver su fortaleza ante las

tentaciones que le pueden hacer caer en sus puntos más débiles. Son muchos

los probacionistas e incluso discípulos que se han rendido, se han aburrido

 por no saber buscar los alicientes espirituales debidos, se han derrumbado a

 causa de su vuelta a los vicios que ya habían superado, se pierden buscando

 lo fenoménico o dejándose llevar por falsos maestros, o lo dejan decepcionados

por determinados hechos que, después de un tiempo, comprenden que no son tales.

 A partir de entonces ya quedan desligados del Maestro o Iniciado, pierden su

guía y protección incluso en los trabajos que hacían por las noches en los mundos

superiores. Si queremos definir en pocas palabras el probacionismo lo haríamos

en dos frases: Primera: que al igual que el cuerpo físico necesita alimento para

mantenerse vivo y en buen estado de salud, así mismo debe el probacionista

 alimentar el Alma; y Segunda: que debe olvidarse de su pasado personal y

 mirar al futuro con sus más elevadas aspiraciones espirituales.

Cuando nos comportamos como verdaderos probacionistas elevamos las

vibraciones de nuestros cuerpos y nos armonizamos con los mundos espirituales;

cundo volvemos a los vicios y costumbres del pasado creamos mala salud

 psíquica y física y nos creamos un karma bastante más duro que el que

hubiéramos creado si no nos hubiéramos conectado a una escuela seria y

 no nos hubiéramos hecho probacionistas. Y es que, si todo el mundo tuviera

 la posibilidad de ver de antemano el sufrimiento que nos espera después de

la muerte tras una vida perdida de vicio y maldad, escucharíamos y razonaríamos

 más y nos dedicaríamos a hacer el bien en pensamiento, palabra y obra.

De los que en esta vida no les ha llegado la hora de contactar con una escuela

seria de ocultismo, —con todo lo que eso conlleva respecto al desarrollo

 espiritual— la mayoría no se paran a pensar en que existen y tienen lo que

 tienen gracias a Dios y a toda la humanidad del pasado —puesto que todo lo

creado y existente hoy es gracias a las obras y descubrimiento del pasado— y

 a la del presente que crean trabajo, cultivan alimentos y hacen que podamos

 vivir mejor. Pero el estudiante de ocultismo, y más aún el probacionista, saben

 esto así como que también debemos dar gracias a las otras creaciones y

jerarquías que Dios ha creado y que colaboran con nuestro desarrollo. Si nos

 paramos a pensar y a meditar lo maravilloso que es vivir con amor hacia todo

lo que nos rodea; vivir para ayudar al prójimo allá donde nos encontremos y por

 los medios que tengamos; admirar la belleza de la naturaleza; el valor de la

 buena música, el arte, la poesía; y los millones de personas de buena voluntad

 que hay en el mundo sean de la escuelas, secta o religión que sean. Entonces

 valoraríamos mucho más nuestra vida individual y nos dedicaríamos a hacer algo

 por los demás y a colaborar en la obra de Dios. No hay malas personas en el

mundo son personas ignorantes de la verdad, son personas que vienen a

 ponernos a prueba o a hacernos comprender nuestros errores, son personas

que no han llegado a nuestro nivel como nosotros no hemos llegado a otros y

 por eso no lo comprendemos; son personas que vienen a devolvernos el

karma que en un pasado les hicimos a ellos; son personas, en definitiva, que

nos ayudan o al menos así debe verlo el aspirante espiritual.

 

Francisco Nieto

 
 



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