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MAX HEINDEL: PRINCIPIOS ROSACRUCES PARA LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS...(II)
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 25/02/2011 12:34
 
 

PRINCIPIOS ROSACRUCES

 

PARA LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS...Y(II)

 

Deben dársele al niño juguetes con los cuales pueda ejercitar su facultad imaginativa, "algo con

vida", o bien una muñeca con articulaciones para que pueda ponerla en posiciones

 diferentes, y dejar a la niña, en este caso, que la vista y adorne por

sí misma. De este modo ella ejercitará su poder formativo en una manera apropiada. Demos

al niño herramientas y modelos, moldes y yeso. "Nunca debe darse al niño nada

 completamente terminado"; nada con lo que no tenga que hacer otra cosa que contemplarlo,

pues esto no deja al cerebro lugar de desarrollo y lo que precisamente debe ser el anhelo

del educador a esta edad, es el facilitarle los medios y procurar que los órganos

físicos se desenvuelvan armónicamente.

Respecto al alimento, debemos tener un gran cuidado a esta edad, pues un apetito bueno

 o malo en la vida subsiguiente, dependerá de la forma que lo eduquemos o acostumbremos

 en la primera septenaria época. En esto también el ejemplo es el gran maestro. Los platos

 sazonados excesivamente estropean el organismo. Cuanto más sencillo sea el alimento

 y más necesaria su masticación, más promueve un buen apetito que conservará el hombre

 durante toda su vida y le dará un cuerpo sano y una facilidad y lucidez de pensamiento que

 es desconocido del gastrónomo. Para ello no debemos tener un plato para nosotros y otro

 diferente para el niño, pues de este modo evitamos que el niño tome determinados alimentos

 cuando niño, o ya mayorcito en casa, pero generamos en él un deseo que buscará satisfacción,

cuando, ya adulto, pueda ejercer su libre voluntad. La facultad imitadora se manifestará por

 sí misma; por lo tanto debe imprimirse fuertemente en la mente de todo padre, que hay unos

 ojos curiosos e inteligentes posados sobre él, desde la mañana hasta la noche, aguardando

 ver lo que él hace para seguir su ejemplo.

En cuanto al vestido asegurémonos de que todas las prendas del niño son de un tamaño

completo, y substituirlas antes de que se hagan tan pequeñas que le molesten y le irriten.

 Muchas naturalezas inmorales que han estropeado una vida fueron despertadas por el

 roce de una prenda demasiado estrecha o apretada, especialmente en el caso de los muchachos.

La inmoralidad es una de las peores y más tenaces plagas que manchan nuestra civilización.

Para salvar a nuestro hijo atendamos a este punto escrupulosamente, y procuremos por

 todos los medios de que no se haga consciente de sus órganos sexuales antes de los siete

 años. El castigo corporal es también uno de los factores que acarrea frutos más deplorables

 por el efecto que tiene sobre el anticipo o forzamiento de la naturaleza del sexo (el cual es

 quizá de por sí, superior a la fuerza de control del hombrecito en ciernes), por lo tanto nunca

 será lo suficientemente combatido el brutal castigo del palo.

Acerca de la educación del temperamento, debe tenerse en cuenta que los colores son

 los que ejercen más influencia y consecuentemente son de mayor importancia, aunque el

asunto envuelve no solamente un conocimiento del efecto de los colores, sino

 particularmente también de los colores complementarios, pues son estos últimos los que

 actúan sobre el organismo del niño.

Alrededor de los siete años el cuerpo vital del niño ha alcanzado la suficiente perfección para

poder hacer frente a los impactos del mundo externo. Entonces se quita su protectora cubierta

 de éter y comienza su libre actuación. Y entonces llega el momento para que el encargado

de su educación pueda actuar sobre el cuerpo vital y ayudarle a formar la "memoria",

conocimiento, buenas costumbres y un temperamento armonioso. AUTORIDAD Y DISCIPULADO son

las palabras que envuelven las bases para esta época de la vida, en la que el niño debe

aprender el significado de las cosas. Si tenemos un niño precoz no debemos pretender

que siga un curso de estudio que requiere el empleo de una enorme cantidad de esfuerzo

 mental. Los niños prodigios, como hemos dicho anteriormente, se convierten en seres de

 mentalidad por debajo de la normal. Al niño debe consentírsele que siga su inclinación

propia en este sentido. Debe cultivarse su facultad de observación, educándole especialmente

 con ejemplos vivientes. Hágasele ver al borracho y a dónde le ha conducido tal vicio

y después indíquesele el ejemplo dé

una persona moral y póngasele enfrente de ideales elevados. A esta edad debe preparársele

para gobernar la fuerza que acaba de manifestarse en él, la cual le capacitará para fomentar la

 especie al finalizar el segundo período septenario. No se debe dar lugar a que se inicie en

los misterios de la generación; a que adquiera conocimientos sexuales de fuentes sucias o

de prostíbulos porque los padres eviten la responsabilidad de enseñarle estas cosas por un

 equivocado sentido de inmodestia o de inmoralidad. Constituye el más elemental deber del

 preceptor la iluminación propia del niño. El no hacer esto es igual a colocarle con los ojos

 vendados entre múltiples hoyos, con la advertencia o mandato de que no tropiece o se

 caiga. Arrójese por lo menos la venda, pues aún sin ella se verá sobradamente apremiado.

Puede tomarse una flor como motivo para enseñarle esta lección, par medio de la cual,

 todos los niños, desde el mayor al más pequeño, recibirán la más bella instrucción en la forma

 de un cuento de hadas. Se les puede decir que las flores son como las familias, sin fastidiarles

 con términos botánicos, pues es suficiente conque los padres tengan un conocimiento elemental

de botánica. Preséntese a los niños algunas flores y dígaseles: aquí tenemos una familia de

flores en la que todas son del género masculino (muchachos), o sea una flor de estambres y

aquí hay otra flor en cuya especie todas son del género femenino (niñas), o sea una flor de

pistilos, y por último ved otra flor en cuya especie todas tienen ambas propiedades,

pertenecen al género masculino y femenino (muchachos y niñas), de la clase de pistilos y

 de estambres. Enséñeseles el polen en las anteras y dígaseles que las flores de estambres

 (muchachos) desempeñan un papel entre la familia de las flores como los niños en las familias

 humanas; que tienen también gustos aventureros y quieren ir a recorrer el mundo para

 combatir y hacer frente a los embates de la vida, mientras que las flores de pistilos (niñas)

se quedan en casa. Luego indíqueseles cómo las abejas llevan en sus patas las cestitas

para el polen; cómo las flores masculinas cabalgan en estos alados grifones, como los

caballeros de la antigüedad, y se aventuran en el mundo en busca de la princesa encarcelada

 en el castillo mágico (el óvulo oculto en el pistilo); cómo el diminuto polen, los caballeros de

 la especie masculina de las flores, fuerzan su paso a través del pistilo para penetrar en el

 óvulo (el castillo). Entonces dígaseles cómo aquello significa que el caballero y la princesa

 se casan; que viven felices desde entonces en adelante y tienen muchos hijos que

son las flores de todas las especies."

Cuando los niños hayan digerido esto comprenderán también la generación en los reinos

animal y humano, porque no existe ninguna diferencia; siendo una tan pura, tan casta y

 tan santa como la otra, y los pequeños que sean enseñados de este modo conservarán

siempre una poética idea del acto sexual que conducirá a reverenciar la función creadora,

sentimiento que no se podrá infundir mejor de ningún otro modo.

Esta narración puede variarse y embellecerse a gusto del preceptor y puede completarse

 con cuentos que se refieran a los pájaros y a los animales. Esto despertará en el entendimiento

 del niño una concepción de la génesis de su propio cuerpo que investirá el cuento de amor

 de papá y mamá con todo el romanticismo de las flores machos y hembras y obviar el

más ligero pensamiento de aversión relacionado con el nacimiento, en la mente infantil.

Cuando un niño ha sido equipado de este modo se halla fortificado para el nacimiento del

cuerpo de deseos a la edad de la pubertad.

Sin embargo, con objeto de que el niño ya mayorcito alcance todo el beneficio de la

instrucción de sus maestros y padres, es por supuesto, necesario, que tenga por ellos la

mayor veneración y respeto, y confianza en su sabiduría. Esto nos exige a nosotros el que

 nos comportemos siempre de modo que los niños conserven tales sentimientos acerca

 de sus padres o profesores, pues si ellos vieran en nosotros frivolidades, oyeran

conversaciones ligeras y observaran una conducta impropia, se

verían privados de la mayor fortaleza de su vida, o sea la fe y confianza en los demás.

Durante esta edad es cuando se generan los cínicos y escépticos. Como quiera que

somos responsables ante Dios de las vidas confiadas a nuestro cuidado, tendremos que

 responder de nuestra conducta ante la ley de Consecuencia si olvidamos, mediante una

conducta equívoca, la gran oportunidad que se nos ha facilitado en guiar los primeros

pasos de un ser humano a lo largo de un sendero recto y honrado, y debemos pensar

siempre que el ejemplo es superior al precepto.

También el aspecto del castigo debe merecer nuestra consideración, pues como es

un factor importante en el despertar de la naturaleza sexual a todas las edades, el castigo

 corporal debe extinguirse. Constituye un crimen el infligir castigo corporal a un niño,

 sea cual sea su edad. La fuerza no es un derecho, y como más fuertes, los padres deben

tener siempre compasión por el débil. No se encontrará un niño que sea tan refractario que

 no responda al método de recompensa por las buenas acciones y de restricción de

 privilegios como retribución por su desobediencia. Todos los padres debieran considerar

esto desde el punto de vista del niño. ¿Nos gustaría a nosotros el vivir con alguien a cuya

 autoridad no pudiéramos escapar, que fuera mucho mayor que nosotros y que tuviéramos

que sufrir sus golpes un día y otro? Así, pues, releguemos a un lado el palo, y muchas de las

 maldades sociales serán anuladas en una sola generación. Todos nosotros reconocemos

 el hecho que el palo agria el carácter de un perro, y nos lamentamos por que ciertas

personas hayan cultivado un espíritu irascible e intolerante en vez de ser amables y atentas,

o que estén faltos de buena voluntad. Mucho de ello es debido a los golpes administrados

 sin compasión en su infancia, pues es verdaderamente deplorable el observar que algunos

padres parecen considerar su misión paternal como si fuera la de destrozar el espíritu de sus

 hijos con el régimen del palo. En nuestra calidad de padres podemos remediar el mal en

 gran medida guiando las voluntades de nuestros hijos hacia tales inclinaciones que nuestro

 mayor raciocinio nos haya indicado, para que de este modo consigamos que los niños cultiven

 un espíritu de armonía y de tolerancia, contrario a aquél, con el cual, desgraciadamente,

muchos de nosotros estamos afligidos. Así, PUES, NUNCA GOLPEE A UN NIÑO. Cuando el castigo sea

necesario, la corrección útil es restringirles atenciones, favores o privilegios.

El cuerpo dé deseos nace sobre los 14 años de edad, o sea, a la edad de la pubertad. Cuando

el Ego ha terminado su día en la escuela de la vida, la fuerza centrífuga de repulsión hace que

al morir arroje de sí su cuerpo denso y a continuación el cuerpo vital que es el inmediato en

ordinariez. Después en el purgatorio, la materia de deseos grosera acumulada por el Ego

 como incorporación de sus deseos inferiores es expurgada por la misma fuerza

centrífuga. En los planos superiores la ley de Atracción tiene predominio y conserva lo

bueno por la fuerza centrípeta, que tiende a atraer las cosas de la periferia al centro.

Esta fuerza centrípeta de atracción ejerce también predominio cuando el Ego viene hacia

 el renacimiento. Sabemos muy bien que podemos arrojar una piedra mucho más lejos que

 una pluma. Por lo tanto, la materia grosera es expulsada hacia fuera después de la muerte

 por la fuerza de repulsión y por la misma razón la materia grosera que trae al retornar el

Ego y que envuelve la tendencia al mal es absorbida internamente hacia el centro, por la

 fuerza centrípeta de atracción, resultando que "cuando un niño acaba de nacer, todo lo

 que es mejor y más puro aparece al exterior". Las tendencias viles y perversas no se

 manifiestan por regla general hasta que ha nacido el cuerpo de deseos y las corrientes

del mismo comienzan a girar hacia el exterior desde el hígado. Entonces es el momento

 en el que los sentimientos y pasiones empiezan a ejercer su poder sobre el adolescente,

es decir, cuando se disipa la matriz de la materia de deseos que previamente había protegido

el cuerpo de deseos naciente. Cuando los deseos y

emociones están sin freno, entra el niño en el período más peligroso de su vida, la edad de

 la ardiente juventud de los 14 a los 21 años, pues entonces el cuerpo de deseos predomina

 y la mente no ha venido a la vida aún para actuar como freno de aquél. Éste es en muchos

 casos un período de prueba y para el joven que haya aprendido a reverenciar a sus padres

y profesores, esta reverencia le servirá de áncora y de fortaleza contra el atolondramiento y

 violencia de los sentimientos. Si ha sido acostumbrado a tomar todas las cosas que sus

 mayores le dicen con la mayor confianza y éstos le han dado una educación discreta y

 prudente, habrá desarrollado para este momento un sentido inherente de amor a la verdad

 que actuará de guía seguro; pero en la medida que haya sido restringido en hacer su voluntad,

 así estará propenso a ser arrastrado por la corriente. Durante los primeros años el niño se

 considera a sí mismo más como formando parte de una familia y que está subordinado a

los deseos de sus padres, que después de los 14 años. La razón es ésta: En la garganta de

l feto del recién nacido hay una glándula llamada "thymus" {Timo} que es mayor antes del

nacimiento, disminuyendo gradualmente a través de la infancia y finalmente desapareciendo

con el transcurso del tiempo, variando conforme a las características del niño. Los

 anatomistas están confundidos con el funcionamiento de este órgano y no han llegado

 aún a una conclusión definitiva, pero se ha sugerido que previamente al desenvolvimiento

de la médula roja en los huesos del niño no es capaz de fabricarse su sangre propia y que

 por lo tanto la glándula "thymus" contiene una sustancia, suministrada por los padres, de

 la cual el niño puede extraer durante su infancia y niñez los elementos necesarios hasta el

 momento en que puede fabricar su propia sangre. Esta teoría es cierta aproximadamente y

 como la sangre familiar fluye en el niño, éste se considera como una parte de la familia y no

como un Ego. Pero en el momento en que comienza a manufacturar su sangre, el Ego se

impone a sí mismo. Entonces ya no es el niño o niña de papá o mamá: él tiene identidad

propia, es un Yo, y entonces llega la crítica edad en la que los padres cosecharán lo que hayan

 sembrado. La mente no ha nacido aún; nada mantiene en jaque a la naturaleza de deseos y

mucho, muchísimo, depende de cómo el niño haya sido educado durante su primera edad

y el ejemplo visto en sus padres. A este momento de la vida la propia "aserción", el

sentimiento de "Yo soy yo mismo" es más fuerte que en ningún otro momento y en

consecuencia la autoridad debe ceder el paso a la ADVERTENCIA Y AL SABIO CONSEJO. Este es el

 momento en el cual debe enseñarse al niño a que investigue las cosas por sí mismo para que

de este modo forme conclusiones individuales. Imprimamos siempre sobre él la

 necesidad de que investigue y observe cuidadosamente antes de que juzgue, así como

 también el hecho de que "cuanto más fluidas sean sus opiniones, tanto más será

 capaz de examinar nuevos hechos y adquirir nuevos conocimientos".

Durante el período de la adolescencia los padres deben practicar la mayor tolerancia, pues

no hay momento de la vida en el que un ser humano se halle en necesidad de tanta simpatía

 como durante el lapso de tiempo que va de los 14 a los 21 años, cuando la naturaleza

 pasional es predominante y sin freno. En este período el niño que ha sido tratado en la

forma que describimos, tendrá en sus padres una defensa para hacer frente a los peligros

 de esta época hasta e1 momento que esté totalmente desarrollado, a los 21

 años de edad, cuando la mente nace.

Al seguir al espíritu humano a lo largo de un ciclo de vida, desde el nacimiento a

 la muerte y continuando hasta el siguiente renacimiento, vemos cómo está siempre

 acompañado por grandes y gloriosos seres que son ministros de Dios. Este conocimiento

es de primordial importancia para los padres como una comprensión propia del desarrollo

 que debe tener lugar en cada una de las épocas septenarias,

permitiéndoles el actuar inteligentemente con la Naturaleza y de este modo llenar más

 concienzudamente su misión que aquellos quienes están ignorantes de las

 Enseñanzas de los Misterios Rosacruces.

 
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Mitzi Enviado: 25/02/2011 15:07
Educar es templar el alma.   ---Pitagoras
 
 
 
Mitzi

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 18/01/2012 19:25
 
 

Deben dársele al niño juguetes con los cuales pueda ejercitar su facultad imaginativa, "algo con

vida", o bien una muñeca con articulaciones para que pueda ponerla en posiciones

 diferentes, y dejar a la niña, en este caso, que la vista y adorne por

sí misma. De este modo ella ejercitará su poder formativo en una manera apropiada. Demos

al niño herramientas y modelos, moldes y yeso. "Nunca debe darse al niño nada

 completamente terminado"; nada con lo que no tenga que hacer otra cosa que contemplarlo,

pues esto no deja al cerebro lugar de desarrollo y lo que precisamente debe ser el anhelo

del educador a esta edad, es el facilitarle los medios y procurar que los órganos

físicos se desenvuelvan armónicamente.

Respecto al alimento, debemos tener un gran cuidado a esta edad, pues un apetito bueno

 o malo en la vida subsiguiente, dependerá de la forma que lo eduquemos o acostumbremos

 en la primera septenaria época. En esto también el ejemplo es el gran maestro. Los platos

 sazonados excesivamente estropean el organismo. Cuanto más sencillo sea el alimento

 y más necesaria su masticación, más promueve un buen apetito que conservará el hombre

 durante toda su vida y le dará un cuerpo sano y una facilidad y lucidez de pensamiento que

 es desconocido del gastrónomo. Para ello no debemos tener un plato para nosotros y otro

 diferente para el niño, pues de este modo evitamos que el niño tome determinados alimentos

 cuando niño, o ya mayorcito en casa, pero generamos en él un deseo que buscará satisfacción,

cuando, ya adulto, pueda ejercer su libre voluntad. La facultad imitadora se manifestará por

 sí misma; por lo tanto debe imprimirse fuertemente en la mente de todo padre, que hay unos

 ojos curiosos e inteligentes posados sobre él, desde la mañana hasta la noche, aguardando

 ver lo que él hace para seguir su ejemplo.

En cuanto al vestido asegurémonos de que todas las prendas del niño son de un tamaño

completo, y substituirlas antes de que se hagan tan pequeñas que le molesten y le irriten.

 Muchas naturalezas inmorales que han estropeado una vida fueron despertadas por el

 roce de una prenda demasiado estrecha o apretada, especialmente en el caso de los muchachos.

La inmoralidad es una de las peores y más tenaces plagas que manchan nuestra civilización.

Para salvar a nuestro hijo atendamos a este punto escrupulosamente, y procuremos por

 todos los medios de que no se haga consciente de sus órganos sexuales antes de los siete

 años. El castigo corporal es también uno de los factores que acarrea frutos más deplorables

 por el efecto que tiene sobre el anticipo o forzamiento de la naturaleza del sexo (el cual es

 quizá de por sí, superior a la fuerza de control del hombrecito en ciernes), por lo tanto nunca

 será lo suficientemente combatido el brutal castigo del palo.

Acerca de la educación del temperamento, debe tenerse en cuenta que los colores son

 los que ejercen más influencia y consecuentemente son de mayor importancia, aunque el

asunto envuelve no solamente un conocimiento del efecto de los colores, sino

 particularmente también de los colores complementarios, pues son estos últimos los que

 actúan sobre el organismo del niño.

Alrededor de los siete años el cuerpo vital del niño ha alcanzado la suficiente perfección para

poder hacer frente a los impactos del mundo externo. Entonces se quita su protectora cubierta

 de éter y comienza su libre actuación. Y entonces llega el momento para que el encargado

de su educación pueda actuar sobre el cuerpo vital y ayudarle a formar la "memoria",

conocimiento, buenas costumbres y un temperamento armonioso. AUTORIDAD Y DISCIPULADO son

las palabras que envuelven las bases para esta época de la vida, en la que el niño debe

aprender el significado de las cosas. Si tenemos un niño precoz no debemos pretender

que siga un curso de estudio que requiere el empleo de una enorme cantidad de esfuerzo

 mental. Los niños prodigios, como hemos dicho anteriormente, se convierten en seres de

 mentalidad por debajo de la normal. Al niño debe consentírsele que siga su inclinación

propia en este sentido. Debe cultivarse su facultad de observación, educándole especialmente

 con ejemplos vivientes. Hágasele ver al borracho y a dónde le ha conducido tal vicio

y después indíquesele el ejemplo dé

una persona moral y póngasele enfrente de ideales elevados. A esta edad debe preparársele

para gobernar la fuerza que acaba de manifestarse en él, la cual le capacitará para fomentar la

 especie al finalizar el segundo período septenario. No se debe dar lugar a que se inicie en

los misterios de la generación; a que adquiera conocimientos sexuales de fuentes sucias o

de prostíbulos porque los padres eviten la responsabilidad de enseñarle estas cosas por un

 equivocado sentido de inmodestia o de inmoralidad. Constituye el más elemental deber del

 preceptor la iluminación propia del niño. El no hacer esto es igual a colocarle con los ojos

 vendados entre múltiples hoyos, con la advertencia o mandato de que no tropiece o se

 caiga. Arrójese por lo menos la venda, pues aún sin ella se verá sobradamente apremiado.

Puede tomarse una flor como motivo para enseñarle esta lección, par medio de la cual,

 todos los niños, desde el mayor al más pequeño, recibirán la más bella instrucción en la forma

 de un cuento de hadas. Se les puede decir que las flores son como las familias, sin fastidiarles

 con términos botánicos, pues es suficiente conque los padres tengan un conocimiento elemental

de botánica. Preséntese a los niños algunas flores y dígaseles: aquí tenemos una familia de

flores en la que todas son del género masculino (muchachos), o sea una flor de estambres y

aquí hay otra flor en cuya especie todas son del género femenino (niñas), o sea una flor de

pistilos, y por último ved otra flor en cuya especie todas tienen ambas propiedades,

pertenecen al género masculino y femenino (muchachos y niñas), de la clase de pistilos y

 de estambres. Enséñeseles el polen en las anteras y dígaseles que las flores de estambres

 (muchachos) desempeñan un papel entre la familia de las flores como los niños en las familias

 humanas; que tienen también gustos aventureros y quieren ir a recorrer el mundo para

 combatir y hacer frente a los embates de la vida, mientras que las flores de pistilos (niñas)

se quedan en casa. Luego indíqueseles cómo las abejas llevan en sus patas las cestitas

para el polen; cómo las flores masculinas cabalgan en estos alados grifones, como los

caballeros de la antigüedad, y se aventuran en el mundo en busca de la princesa encarcelada

 en el castillo mágico (el óvulo oculto en el pistilo); cómo el diminuto polen, los caballeros de

 la especie masculina de las flores, fuerzan su paso a través del pistilo para penetrar en el

 óvulo (el castillo). Entonces dígaseles cómo aquello significa que el caballero y la princesa

 se casan; que viven felices desde entonces en adelante y tienen muchos hijos que

son las flores de todas las especies."

Cuando los niños hayan digerido esto comprenderán también la generación en los reinos

animal y humano, porque no existe ninguna diferencia; siendo una tan pura, tan casta y

 tan santa como la otra, y los pequeños que sean enseñados de este modo conservarán

siempre una poética idea del acto sexual que conducirá a reverenciar la función creadora,

sentimiento que no se podrá infundir mejor de ningún otro modo.

Esta narración puede variarse y embellecerse a gusto del preceptor y puede completarse

 con cuentos que se refieran a los pájaros y a los animales. Esto despertará en el entendimiento

 del niño una concepción de la génesis de su propio cuerpo que investirá el cuento de amor

 de papá y mamá con todo el romanticismo de las flores machos y hembras y obviar el

más ligero pensamiento de aversión relacionado con el nacimiento, en la mente infantil.

Cuando un niño ha sido equipado de este modo se halla fortificado para el nacimiento del

cuerpo de deseos a la edad de la pubertad.

Sin embargo, con objeto de que el niño ya mayorcito alcance todo el beneficio de la

instrucción de sus maestros y padres, es por supuesto, necesario, que tenga por ellos la

mayor veneración y respeto, y confianza en su sabiduría. Esto nos exige a nosotros el que

 nos comportemos siempre de modo que los niños conserven tales sentimientos acerca

 de sus padres o profesores, pues si ellos vieran en nosotros frivolidades, oyeran

conversaciones ligeras y observaran una conducta impropia, se

verían privados de la mayor fortaleza de su vida, o sea la fe y confianza en los demás.

Durante esta edad es cuando se generan los cínicos y escépticos. Como quiera que

somos responsables ante Dios de las vidas confiadas a nuestro cuidado, tendremos que

 responder de nuestra conducta ante la ley de Consecuencia si olvidamos, mediante una

conducta equívoca, la gran oportunidad que se nos ha facilitado en guiar los primeros

pasos de un ser humano a lo largo de un sendero recto y honrado, y debemos pensar

siempre que el ejemplo es superior al precepto.

También el aspecto del castigo debe merecer nuestra consideración, pues como es

un factor importante en el despertar de la naturaleza sexual a todas las edades, el castigo

 corporal debe extinguirse. Constituye un crimen el infligir castigo corporal a un niño,

 sea cual sea su edad. La fuerza no es un derecho, y como más fuertes, los padres deben

tener siempre compasión por el débil. No se encontrará un niño que sea tan refractario que

 no responda al método de recompensa por las buenas acciones y de restricción de

 privilegios como retribución por su desobediencia. Todos los padres debieran considerar

esto desde el punto de vista del niño. ¿Nos gustaría a nosotros el vivir con alguien a cuya

 autoridad no pudiéramos escapar, que fuera mucho mayor que nosotros y que tuviéramos

que sufrir sus golpes un día y otro? Así, pues, releguemos a un lado el palo, y muchas de las

 maldades sociales serán anuladas en una sola generación. Todos nosotros reconocemos

 el hecho que el palo agria el carácter de un perro, y nos lamentamos por que ciertas

personas hayan cultivado un espíritu irascible e intolerante en vez de ser amables y atentas,

o que estén faltos de buena voluntad. Mucho de ello es debido a los golpes administrados

 sin compasión en su infancia, pues es verdaderamente deplorable el observar que algunos

padres parecen considerar su misión paternal como si fuera la de destrozar el espíritu de sus

 hijos con el régimen del palo. En nuestra calidad de padres podemos remediar el mal en

 gran medida guiando las voluntades de nuestros hijos hacia tales inclinaciones que nuestro

 mayor raciocinio nos haya indicado, para que de este modo consigamos que los niños cultiven

 un espíritu de armonía y de tolerancia, contrario a aquél, con el cual, desgraciadamente,

muchos de nosotros estamos afligidos. Así, PUES, NUNCA GOLPEE A UN NIÑO. Cuando el castigo sea

necesario, la corrección útil es restringirles atenciones, favores o privilegios.

El cuerpo dé deseos nace sobre los 14 años de edad, o sea, a la edad de la pubertad. Cuando

el Ego ha terminado su día en la escuela de la vida, la fuerza centrífuga de repulsión hace que

al morir arroje de sí su cuerpo denso y a continuación el cuerpo vital que es el inmediato en

ordinariez. Después en el purgatorio, la materia de deseos grosera acumulada por el Ego

 como incorporación de sus deseos inferiores es expurgada por la misma fuerza

centrífuga. En los planos superiores la ley de Atracción tiene predominio y conserva lo

bueno por la fuerza centrípeta, que tiende a atraer las cosas de la periferia al centro.

Esta fuerza centrípeta de atracción ejerce también predominio cuando el Ego viene hacia

 el renacimiento. Sabemos muy bien que podemos arrojar una piedra mucho más lejos que

 una pluma. Por lo tanto, la materia grosera es expulsada hacia fuera después de la muerte

 por la fuerza de repulsión y por la misma razón la materia grosera que trae al retornar el

Ego y que envuelve la tendencia al mal es absorbida internamente hacia el centro, por la

 fuerza centrípeta de atracción, resultando que "cuando un niño acaba de nacer, todo lo

 que es mejor y más puro aparece al exterior". Las tendencias viles y perversas no se

 manifiestan por regla general hasta que ha nacido el cuerpo de deseos y las corrientes

del mismo comienzan a girar hacia el exterior desde el hígado. Entonces es el momento

 en el que los sentimientos y pasiones empiezan a ejercer su poder sobre el adolescente,

es decir, cuando se disipa la matriz de la materia de deseos que previamente había protegido

el cuerpo de deseos naciente. Cuando los deseos y

emociones están sin freno, entra el niño en el período más peligroso de su vida, la edad de

 la ardiente juventud de los 14 a los 21 años, pues entonces el cuerpo de deseos predomina

 y la mente no ha venido a la vida aún para actuar como freno de aquél. Éste es en muchos

 casos un período de prueba y para el joven que haya aprendido a reverenciar a sus padres

y profesores, esta reverencia le servirá de áncora y de fortaleza contra el atolondramiento y

 violencia de los sentimientos. Si ha sido acostumbrado a tomar todas las cosas que sus

 mayores le dicen con la mayor confianza y éstos le han dado una educación discreta y

 prudente, habrá desarrollado para este momento un sentido inherente de amor a la verdad

 que actuará de guía seguro; pero en la medida que haya sido restringido en hacer su voluntad,

 así estará propenso a ser arrastrado por la corriente. Durante los primeros años el niño se

 considera a sí mismo más como formando parte de una familia y que está subordinado a

los deseos de sus padres, que después de los 14 años. La razón es ésta: En la garganta de

l feto del recién nacido hay una glándula llamada "thymus" {Timo} que es mayor antes del

nacimiento, disminuyendo gradualmente a través de la infancia y finalmente desapareciendo

con el transcurso del tiempo, variando conforme a las características del niño. Los

 anatomistas están confundidos con el funcionamiento de este órgano y no han llegado

 aún a una conclusión definitiva, pero se ha sugerido que previamente al desenvolvimiento

de la médula roja en los huesos del niño no es capaz de fabricarse su sangre propia y que

 por lo tanto la glándula "thymus" contiene una sustancia, suministrada por los padres, de

 la cual el niño puede extraer durante su infancia y niñez los elementos necesarios hasta el

 momento en que puede fabricar su propia sangre. Esta teoría es cierta aproximadamente y

 como la sangre familiar fluye en el niño, éste se considera como una parte de la familia y no

como un Ego. Pero en el momento en que comienza a manufacturar su sangre, el Ego se

impone a sí mismo. Entonces ya no es el niño o niña de papá o mamá: él tiene identidad

propia, es un Yo, y entonces llega la crítica edad en la que los padres cosecharán lo que hayan

 sembrado. La mente no ha nacido aún; nada mantiene en jaque a la naturaleza de deseos y

mucho, muchísimo, depende de cómo el niño haya sido educado durante su primera edad

y el ejemplo visto en sus padres. A este momento de la vida la propia "aserción", el

sentimiento de "Yo soy yo mismo" es más fuerte que en ningún otro momento y en

consecuencia la autoridad debe ceder el paso a la ADVERTENCIA Y AL SABIO CONSEJO. Este es el

 momento en el cual debe enseñarse al niño a que investigue las cosas por sí mismo para que

de este modo forme conclusiones individuales. Imprimamos siempre sobre él la

 necesidad de que investigue y observe cuidadosamente antes de que juzgue, así como

 también el hecho de que "cuanto más fluidas sean sus opiniones, tanto más será

 capaz de examinar nuevos hechos y adquirir nuevos conocimientos".

Durante el período de la adolescencia los padres deben practicar la mayor tolerancia, pues

no hay momento de la vida en el que un ser humano se halle en necesidad de tanta simpatía

 como durante el lapso de tiempo que va de los 14 a los 21 años, cuando la naturaleza

 pasional es predominante y sin freno. En este período el niño que ha sido tratado en la

forma que describimos, tendrá en sus padres una defensa para hacer frente a los peligros

 de esta época hasta e1 momento que esté totalmente desarrollado, a los 21

 años de edad, cuando la mente nace.

Al seguir al espíritu humano a lo largo de un ciclo de vida, desde el nacimiento a

 la muerte y continuando hasta el siguiente renacimiento, vemos cómo está siempre

 acompañado por grandes y gloriosos seres que son ministros de Dios. Este conocimiento

es de primordial importancia para los padres como una comprensión propia del desarrollo

 que debe tener lugar en cada una de las épocas septenarias,

permitiéndoles el actuar inteligentemente con la Naturaleza y de este modo llenar más

 concienzudamente su misión que aquellos quienes están ignorantes de las

 Enseñanzas de los Misterios Rosacruces.

 
 


 
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