Cultivar la amistad con Dios, es 
"encontrar a Dios en vosotros mismos, por vosotros mismos y  hacer de todo esto, 
un hecho de vuestra experiencia personal. Así podréis pasar desde la autoridad 
de la tradición, a la experiencia de conocer a Dios. Así pasaréis de las 
tinieblas a la luz, de la fe racial heredada, a una fe personal alcanzada por la 
experiencia real. Progresaréis de una teología de la mente, traspasada por 
vuestros antepasados, a una verdadera religión del espíritu que será construida 
en vuestras almas, como dote eterna."1731  
 
 Porque "la única seguridad  que tienes 
de un Dios personal, consiste en tu propio discernimiento en cuanto a tu 
creencia en las cosas espirituales y tu experiencia con ellas."1107  El 
conocimiento es necesario, pero si no somos capaces de sacarle el signficado, se 
convierte en letra muerta y en impedimento a nuestra verdadera evolución 
espiritual, porque nadie busca lo que ya cree conocer.
      
La fe personal cambia 
nuestra vida y nuestro entorno, porque comenzamos a actuar por amor a nuestro 
Padre y no por el temor al castigo de un dios justiciero. "La religión vive y 
prospera entonces, no por la vista y el sentimiento, sino más bien por la fe y 
el discernimiento interior. Consiste no en el descubrimiento de nuevos hechos o 
en el hallazgo de una experiencia única, sino más bien en el descubrimiento de 
significados nuevos y espirituales de los hechos ya bien conocidos."1105  
        
Nuestros trabajos cotidianos pueden 
adquirir un tremendo significado espiritual, si los ejecutamos unidos al Dios 
que mora en nosotros, con El y por El, porque es experimentar  la experiencia de creer en Dios, como la 
realidad de una experiencia puramente personal.  Nuestra vida, entonces tiene otro significado 
porque aprendemos  de Dios a través de 
Jesús, observando la divinidad de su vida y no dependiendo de sus enseñanzas. De 
la vida del Maestro, cada uno puede asimilar ese concepto de Dios que representa 
la medida de nuestra capacidad para percibir las realidades espirituales. 
 
yolanda silva 
solano