El fruto que no 
recibamos de nuestra siembra en este mundo, lo recibiremos en el 
venidero.
 
Libro de 
Urantia. Pág.1443
 
 
 
 
 
Debemos trabajar 
en el apostolado sin esperar ver el éxito en este mundo, porque quizás Dios, 
para no ensoberbecernos si damos muchos frutos, o también para que no nos 
desanimemos si damos poco fruto, no quiere mostrarnos en plenitud los éxitos en 
el apostolado, porque si los viéramos tal vez bajaríamos los brazos por los 
pocos frutos, o también la soberbia nos podría llevar a pecar si es que damos 
muchos frutos.
 
 Por eso el 
Señor sabiamente se reserva el mostrarnos en plenitud la cosecha de nuestro 
trabajo apostólico, en la otra vida, donde ya no habrá peligro de orgullo ni 
desaliento.
 
 
Pero hay veces 
que Dios, como es tan bueno, quiere darnos a gustar algún tanto lo que gozaremos 
en el Paraíso, y nos muestra el bien que hemos realizado, o mejor dicho, nos 
muestra todo el bien que Dios ha realizado a través de nosotros como sus 
instrumentos.
 
¡Qué alegría, 
entonces, porque eso nos da fuerzas para seguir en el camino del 
bien!
 
Dios es buen 
pagador, como bien decía Santa Teresa. 
 
Sólo que al no 
ver el dinero en mano, nos parece que Dios no nos paga. Pero algo nos paga ya en 
este mundo, incluso con bienestar material, y el  resto, el gran tesoro, vendrá 
en la otra vida, donde disfrutaremos de los bienes que hemos logrado en este 
mundo por el apostolado con la ayuda de Dios.