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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: Agua para el alma
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De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 18/04/2013 13:21

Agua para el alma

 

Juan 7:37-39 Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba.

 El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva."

Pero El decía esto del Espíritu, que los que habían creído en El habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.

 

Creo que todos sabemos lo que es la sed física. Espero que nunca hayas sufrido demasiado por la falta de líquidos. El cuerpo se encarga de marcarte señales suficientemente claras e intensas de que “hay algo que no está bien”.

Hay veces que confundimos el síntoma. Hace unos días le decía a una joven que está tratando de bajar de peso, que aprendiera a distinguir entre “hambre” y “sed”. Cuando fui trabajando la diferencia, terminó reconociendo que como nos pasa a muchos, comía pensando que tenía hambre cuando en realidad era sed disfrazada.

Eso nos pasa a muchos. Tomamos poco agua, nuestro cuerpo está deshidratado y en lugar de beber comemos.

Esto que te ofrezco que trabajemos juntos hoy tiene que ver con síntomas similares pero con “sed del alma”.

En el texto del Evangelio que te leí, Jesús habla de AGUA ESPIRITUAL.

Cuando privamos el alma de agua espiritual, ella también nos muestra que “algo no anda bien”.

Los corazones deshidratados envían mensajes desesperados:

  • Mal carácter, irritabilidad.
  • Olas de preocupación.
  • Culpas  y miedos crecientes, que en muchos casos terminan en fobias.
  • Desesperanza.
  • Resentimiento.
  • Inseguridad.
  • Insomnio.
  • Soledad.

Esas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo del ser.

Muchos creyentes luchan por ejemplo con el doble ánimo. ¿Es tu caso? ¿Sufrís permanentemente cambios de ánimo?

Todos pasan días grises, sábados tristes y domingos largos y aburridos.

¿Acaso no son inevitables esas emociones?

Sí que lo son.

Son muy comunes, pero pueden superarse.

Yo te pido que hoy trates de ver todas estas situaciones de dolor y angustia de tu corazón, como una sed interna que necesitás saciar.

Dios te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física.

Dios no te creó para vivir con el corazón deshidratado.

Así como la sed del cuerpo es una señal de alarma que aprendemos a reconocer por sus síntomas, también Dios te creó con sed del alma para que puedas reconocerla por sus síntomas.

El vaso de agua para el alma lo provee Jesús. Eso dice el texto de Juan que leímos.

¿Cómo se logra esto? Empezá por hacerle caso a tu sed.  

No pases por alto tu sensación de soledad.

No niegues tu rabia.

Ni tu tristeza

Ni tus miedos.

 

Estos son algunos de los síntomas y las señales que no podemos ignorar. Necesitás hidratación. No dejes que tu corazón se vuelva una pasa de uva. Por tu bien y el de aquellos que necesitan tu amor. ¡Hidratá tu alma! Como decía una vieja publicad de gaseosas…

¡¡¡HACELE CASO A TU SED!!!

¿Qué podemos hacer al respecto?

Hay recursos a los que recurrimos. Cuando pasamos por estas experiencias tratando de saciar la sed del corazón, nos damos cuenta de que lo que hacemos típicamente no funciona.

Nos vamos de vacaciones,

tomamos pastillas sedantes,

nos alcoholizamos

nos drogamos

nos jugamos la vida en el casino

buscamos aventuras en brazos más jóvenes

un amor prohibido

adicción al trabajo con semanas laborales de ochenta horas

¿ya probaste?

Si la respuesta es “si”, sabés que no funciona.

Dan cierto sentido de realización y saciedad, pero nunca quitarán la sed del alma.

Me reía mucho porque el escritor Max Lucado habla de tener cuidado con botellas llenas de un líquido grisaseo que tienen una etiqueta que dice “Religión”. Aparentemente fueron diseñadas para saciar la sed… pero son una trampa más.

Jesús tuvo de estas botellas en sus manos.

Y fijate cuándo es que habla de ese engañoso líquido religioso que uno puede intentar tomar y tomar pero que no sacia.

Volvé a leer el texto del Evangelio de Juan: dice que cuando habla no lo hace a prostitutas, ni está en una cárcel con ladrones o asesinos.

Dice que es el día “de la gran fiesta”. Se trata de una fiesta religiosa muy importante, con el templo lleno. Podría ser lo que para nosotros es una fiesta de Navidad o de Pascuas.

La sinagoga debía estar llena de gente.  

Están desplegados los símbolos religiosos como en una venta callejera: el templo, el altar, las trompetas y las túnicas adornadas.

Nada de todo lo que hay en el templo sirve para saciar la sed.

Es pura religión.

Jesús apunta hacia sí mismo, en donde los símbolos se cumplen. La religión apacigua, pero nunca satisface.

En 1844 Karl Marx, creador de la doctrina marxista dijo algo que entonces sonó a doctrina de ateos, y que ha sido tomado por oriente y occidente como la declaración que justifica la prohibición de lo religioso en los países comunistas.

"La religión es el opio del pueblo"

No estoy defendiendo su postura filosófica. Tomo la frase y te muestro que tiene que ver con lo que hablamos.  El opio es una droga que adormece los sentidos, las emociones y sentimientos, el dolor y la tristeza.

Los adormece pero no los resuelve.

La religión vacía funciona como el opio. Adormece la sed pero no la sacia.

Jesús lo sabía, por eso se enfrentó con los religiosos de su época.

Y por eso se ofreció como única fuente de Agua Viva para el alma. La única forma de encontrar un refugio para tu sed del alma: JESUS.

¿Cómo y donde hallamos agua para el alma? ¿cuál es el camino para encontrar esa agua viva?

Jesús dio una respuesta cierto día de octubre en Jerusalén. La gente había llenado las calles para la representación anual del milagro del agua que salió de la roca por medio de Moisés.

 

En honor a sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos. Como tributo a la corriente del desierto, derramaban agua.

Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo. Hacía esto una vez por día durante siete días.

En el último, el gran día de la fiesta, el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas llenas de agua.

Y en ese día fue cuando Jesús convocó la atención del pueblo.

 

<>

 

Toda la gente sorprendida, se quedó mirando la interrupción, en ese día y momento, no era nada común, era casi interrumpir la gran fiesta. Observemos la secuencia:

 

…puesto en pie (al alcance de la vista de todos) ¿Acaso lo habían visto hablar con tanta intensidad?

…Alzó la voz… (Los rabinos enseñaban sentados y calmos) los Evangelios usan el mismo verbo griego para describir el volumen en la voz de Jesús. Cuando Pedro pidió auxilio en el mar tormentoso, el endemoniado grito misericordia. Y el hombre ciego dio voces al clamar por su vista.

 

No fue un simple murmullo. Esa voz tenía que alzarse suficientemente fuerte para sacar a todos los participantes de la fiesta, de lo que era la tradición de la festividad.

Exclamó por que le quedaba poco tiempo. Gritó porque la gente se estaba muriendo de sed.

Dios no quedó callado. Nadie podrá decir que no lo escucho.

Nos dirigió la palabra y es una palabra buena, buenas noticias de salvación, un Evangelio. Por eso fue con voz en cuello. La justa interrupción, la interrupción necesaria para parar una fiesta vacía, religiosa, que no iba a saciar la sed de nadie.

Jesús lanzó a gritos su invitación:

¿Se están marchitando interiormente?

Beban de mí.

Y otra vez nos confronta. Como el agua, Jesús no entrará si no elegís abrir tu boca para tomarla. Hasta que te decidas beber el agua no te dará beneficios.

Podés meterte hasta el cuello en medio de un río y sin embargo morir de sed.

A menos que bebas de Cristo, seguirás siempre sediento.

Bébelo a El. Y hacelo con frecuencia.

Para tal fin, te ofrezco esta herramienta: Una oración para el corazón sediento.

Llévala como el ciclista lleva su botella de agua. Como el soldado lleva la cantimplora:

-Señor vengo sediento. Vengo a beber y recibir. Recibo tu obra en la cruz y en tu Resurrección. Mis pecados son perdonados y mi muerte es derrotada.

Recibo tu energía. Revestido de poder por tu Espíritu Santo, puedo hacer todas las cosas por medio de Cristo, que me fortalece. Acepto también tú Señorío. Yo pertenezco a vos. Nada viene a mí sin haber pasado primero por vos. Recibo asimismo tu amor eterno. Nada ni nadie puede separarme de tu amor.

No sé si a vos te pasa, pero necesito hacer esta oración con frecuencia casi diaria.

Reuniones angustiosas,  días insulsos, situaciones en las que las cosas no suceden como estaba previsto, viajes exigentes, decisiones que someten a prueba el carácter y me desafían. Muchas veces al día necesitamos ir al manantial de Agua Vivas de Dios y a cambio de nuestro pecado y muerte recibimos de nuevo su obra, la energía de su Espíritu, su señorío y su invariable amor.

Es agua que nunca se acaba. Recurrí a ella tantas veces como te sea necesario. Es posible que la necesites ahora mismo. Ya no tenés porqué pasar sed del alma. Ya no tenés que vivir con un corazón deshidratado.

Recibí la obra de Cristo en la cruz. La energía de su Espíritu, su señorío sobre tu vida,

Su amor inextinguible. Escuchá su voz potente por encima de los dogmas religiosos de los hombres.

Bebé hasta lo profundo y bebé con frecuencia.

Así fluirán de hacia vos ríos de agua viva. Y te prometo que nunca más vas a tener sed.

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

 (adaptación de un relato de Max Lucado, al que agregué textos propios)



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 18/04/2013 21:23

 

 

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Gracias Señor por tu Palabra, gracias por ser su portador hermano, Araceli



 
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