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General: a VOSOTROS OS ES DADO SABER LOS MISTERIOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Atlacath  (Mensaje original) Enviado: 14/05/2020 14:04

A vosotros os es dado saber los misterios.

Mateo 13:11.

¿Cuál es la importancia del uso de Historias que hace Jesús como un medio para su enseñanza? Hace treinta años, el evangélico típico podría haber contestado esa pregunta fácilmente en tres frases o menos. Como tal, no es realmente una pregunta difícil, porque Jesús mismo respondió claramente cuando dijo que El empleaba parábolas por una razón doble: para ilustrar la verdad para los que estaban dispuestos a recibirla, y para obscurecer la verdad de los que la aborrecían de todos modos:

        Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de el con los doce le preguntaron sobre la parábola Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo vean, y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonado los pecados. (Marcos 4:10-12)

        Así que la breve y simple respuesta a nuestra pregunta inicial es que las parábolas son herramientas con las que Jesús enseño y defendió la verdad.

        Haga una encuesta sencilla y se dará cuenta que cuando Jesús explico sus propias parábolas a sus discípulos, siempre lo hizo dando significados objetivos y definidos a los símbolos que utilizo: <> (Lucas 8:11). <> (Mateo 13:38). A veces su simbolismo es perfectamente obvio, sin ninguna explicación, como el pastor en Lucas 15:4-7 (una figura de Cristo mismo). Otras veces el significado requiere una exegesis más cuidadosa; sin embargo, el verdadero significado puede entenderse y explicarse claramente. Un poco de trabajo arduo y reflexión de conciencia siempre produce grandes beneficios en el estudio de las parábolas. Esto es precisamente lo que hemos tratado de hacer a lo largo de este libro.

        Ya sea que el verdadero significado de los aspectos simbólicos de una historia sea obvio, el asunto sigue siendo el mismo: las parábolas de Jesús eran todas ilustrativas de los hechos del evangelio. Las historias no meran (como algunas personas les gusta hoy día sugerir) alternativas creativas a declaraciones de la verdad proposicional, diseñada para suplantarlas con certeza. No eran fantasías de ensueño dichas simplemente para evocar un sentimiento. Y definitivamente no eran juegos mentales ideados para hacer todo más difícil de entender. Tampoco estaba Jesús empleando ficción con el fin de desplazar a la verdad misma con mitología.

        Sobre todo, no estaba invitando a sus oyentes a que interpretaran las historias de la forma que les complaciera y de esa forma permitir que las propias opiniones personales de cada uno fuera el árbitro final de lo que es verdad para esa persona. La convicción de que la Biblia misma es la regla final de fe (y la creencia de que las escrituras mismas deben regir la forma en que interpretamos las Escrituras) es desde hace mucho tiempo árbitro del cristianismo bíblico. Negarlo es negar la autoridad de las Escrituras.

        Esto no indica que todas las escrituras sean igualmente claras. Algunas de las parábolas en particular son muy difíciles de interpretar. Se necesita cuidado, arduo trabajo y al ayuda del Espíritu Santo para hacerlo. Nadie en serio ha cuestionado esto.

        Sobre la cuestión de si cada parábola tiene un sentido único de inspiración divina y, por lo tanto, una interpretación adecuada, nunca ha habido ningún conflicto grave entre los que toman la autoridad de las Escrituras en serio. El colonario de esta idea es un principio semejante: cada posible interpretación que contradice el verdadero significado de un pasaje es falsa por definición.

        Sin embargo, en estos tiempos postmodernos parece que hay una gran cantidad de voces que niegan estos principios simples. A menudo afirman que ya que Jesús Hizo tal uso amplio de las parábolas en su ministerio público, no debe haber pensado en la verdad de la misma manera que los hombres y mujeres modernos piensan de ella. ¿Es la verdad, en última instancia, una realidad objetiva, fija e inmutable, o es suave, flexible y subjetiva?

        Esto es algo más que una interesante nota al pie de página para el resto del libro. Es una quistión vital para ser atendida y examinada, sobre todo en este momento. Vivimos en una generación donde los rastros de los hechos y la realidad a veces so mesclados deliberadamente con elementos de mito, conjeturas, teorías, falsedad, ficción y sentimiento; luego son manifiestos en forma de una niebla oscura, con el fin de hacer que el concepto de la verdad misma parezca como un vapor misterioso y turbio sin sustancia real.

        Algunos de los que en realidad prefieren esta noción nublada de la verdad están tratando de convencernos que Jesús tuvo precisamente ese enfoque al enseñar. Dicen que la razón principal por la que con frecuencia empleo la narración era con el fin de subrayar lo inescrutable de la verdad divina, y con ello enfrentar la arrogancia espiritual y la hipocresía de su época. Por ejemplo, los fariseos pensaban que tenían toda la verdad, a pesar de que no estaban de acuerdo con los saduceos, quienes también eran excesivamente confiados. Entonces, las parábolas de Jesús pusieron todo el concepto de la verdad de vuelta a donde pertenece: en el reino insondable del puro misterio.

Al menos esto es lo que las personas que han bebido profundamente del espíritu postmoderno de nuestra época nos quieren hacer creer. Insisten en que es un error someter las narrativas de nuestro Señor al análisis sistemático serio en búsqueda de una interpretación precisa, porque de hacerlo se perdería el verdadero propósito de las historias. En su lugar, se nos dice que es mejor disfrutar, admirar y adaptar las historias de Jesús de manera que sean más significativas para nosotros. De acuerdo con esta forma de pensar, ya que las historias son inherentemente subjetivas, deberíamos estar menos preocupados preguntándonos lo que quieren decir las parábolas y más preocupados por encontrar formas de hacer nuestras las historias de la Biblia.

        Se me mostro recientemente un ensayo publicado en la internet por un autor anónimo (probablemente un pastor) quien vuelve a imaginar la parábola del hijo prodigo desde una perspectiva feminista; de ese modo, transformo intencionalmente toda la historia. En la libre reinterpretación de esta persona somos animados a visualizar al padre como un frio patriarca de la familia que irreflexivamente conduce a su hijo menor a marcharse por negligencia.

Esta nueva faceta de la historia <>, nos informa solemnemente y descaradamente el escritor desconocido. La demanda del hijo de la herencia temprano ahora <> […..] afiliación y pertenencia >> que había anhelado siempre, pero que no tenia porque el padre tan descuidadamente lo había marginado. En lugar de ser conducta necia y autoindulgente, la búsqueda del hijo prodigo de un estilo de vida insensato se convierte en un grito desesperado por ayuda.

        Además de observar que la propia narración de la parábola del hijo prodigo de Jesús termina sin resolución, el articulo sugiere que esta <>. Lo que es más, el verdadero final de la historia << es el final de mi historia, su historia y la historia de todos, más allá de nuestros sueños más extremos>>.

        Mediante tal enfoque totalmente subjetivo, las historias de Jesús se convierten en juguetes para ser transformados y adaptados de la manera que mejor se acomoden a las ideas del oyente. Todo el mensaje de Jesús se convierte en versátil, subjetivo e infinitamente adaptable a las necesidades y a las preferencias personales de cada oyente.

        Esta es una forma muy popular de hacer frente a la enseñanza de Jesús en estos días: como sus sus parábolas fueron dadas sobre todo para crear un estado de ánimo y preparar el escenario para mil millones de dramas personales de forma única. Se considera aceptable admirar el entorno, pero no está bien ver la historia a través de la luz y tratar de descubrir algún significado objetivo o universal en ella. En su lugar, se supone que debemos tratar de experimentar la historia por nosotros mismos al vivirla, o por volver a contarla con nuestras propias palabras, utilizando poco más que nuestra propia imaginación. Así es como podemos hacer que las historias de Jesús sean nuestras historias. Esto significa, en efecto, que la interpretación, la lección y el final de cada historia sean en última instancia nuestros para determinar.

        En los círculos académicos contemporáneos, tal enfoque seria reconocido como una forma más extrema de <> Esta es una frase de moda en estos días, y se emplea para describir una gran familia de nuevas ideas acerca de cómo debemos interpretar la Biblia (con especial énfasis en la historia en vez de en teología narrativa ha dado lugar a gran cantidad de debate y una medida considerable de confusión sobre el papel de Jesús como  narrador de historias. ¿Qué quiso transmitir en sus historias? ¿Por qué uso tantas parábolas? ¿Cómo se supone que debemos entenderlas? ¿Altera o anula la forma narrativa en si las reglas normales para la interpretación de las Escrituras?

        En una escala aun más amplia, ¿constituye el uso frecuente de Jesús de historias un argumento válido en contra del enfoque sistemático de la doctrina cristiana que se ha empleado históricamente? ¿Necesitamos analizar las escrituras, categorizar la verdad y tratar de entender la doctrina bíblica en cualquier tipo de lógica de moda, o es correcto solo apreciar las historias y embellecerlas con nuestros propios giros de la trama y conclusiones de la vida real? En términos muy simples: ¿es el propio estilo de enseñanza de Jesús incompatible con nuestras declaraciones doctrinales, confesiones de fe y el enfoque sistemático de la teología?

        Todas estas son preguntas importantes, pero no son en realidad preguntas difíciles de responder si nos limitamos a aceptar al pie de la letra lo que la propia Biblia dice sobre el uso de las parábolas de Jesús.

Las historias como vehículos

Eficaces para la verdad.

 

Jesús era un maestro de la narración, pero El nunca conto una historia simplemente por contarla. Cada una de sus parábolas tenía una importante lección a transmitir.

        Eso es un hecho fundamental a tener en cuenta, ya que explica como la verdad (como entendemos el concepto) es compatible con la narración de historias. La ficción pura o es del todo incompatible con nuestras ideas convencionales de la verdad, porque toda historia bien contada en última instancia manifiesta un asunto. Y el asunto de una buena historia se supone que es verdadero (o al menos verdad para la vida en algún nivel), incluso cuando la propia historia presenta un escenario totalmente imaginario.

        Esta es la naturaleza misma de las parábolas. Es la razón principal por la que una lección central es siempre la característica más importante de cada parábola y que deberíamos centrarnos en esa, en lugar de buscar algún significado oculto en todos los detalles periféricos de la historia. Cuando ve el punto clave de una parábola, usted entiende la esencia de cual verdad la historia pretende transmitir. Esta lección en si es a veces llenada o embellecida por elementos de la trama, personajes y otros detalles de la historia. Pero no hay necesidad de buscar múltiples niveles de significados secretos o suponer que un simbolismo más profundo o una diferente dimensión de la verdad se han ocultado en las características incidentales de la historia. Como señalamos en la introducción, las parábolas no son alegorías, llenas de símbolos de principio a fin. Las parábolas ponen de relieve una sola verdad importante, tal como la moraleja de una historia bien contada.

        Esto explica porque la verdad vital contenida en una parábola es fija y objetiva, no un pegote metafísico de barro que se puede virar y darle forma como nos guste. Cuando Jesús comenzó a utilizar parábolas en su ministerio público, estuvo a solas con sus discípulos y cuidadosamente les explico la parábola del sembrador (Mateo 13:18-23). Tenía un significado claro, sencillo, directo y objetivo, y Jesús se lo explico a ellos. E índico que todas las parábolas podían entenderse mediante un método similar de interpretación: << ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues entenderéis todas las parábola>> (Marcos 4:13). Por  lo tanto, no hay absolutamente ninguna razón para suponer que el uso de las parábolas de Jesús es de alguna manera una indicación de que la verdad misma es tan enredada en el misterio para que sea completamente incognoscible.

        Todo lo contrario. Como hemos señalado en el comienzo de este apéndice, Jesús empleo parábolas para esclarecer ciertas verdades a los creyentes, mientras que oscurecía el significado a los no creyentes. ¿Ha pensado por que hizo eso?

        Oscurecer la verdad de los incrédulos era (en un sentido muy importante) un acto e misericordia, porque mientras más verdad escuchaba y rechazaban, peor seria para ellos en el juicio final.

        El uso de las parábolas de Jesús también fue en sí mismo una señal temporal de juicio contra ellos, sellando su propia incredulidad obstinada por la eliminación de la luz de la verdad de ellos. Ya habían endurecido sus corazones:

        Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

        Y con los oídos oyen pesadamente,

        Y han cerrado sus ojos;

        Para que no vean con los ojos,

        Y oigan con los oídos,

        Y con el corazón entiendan,

        Y se conviertan,

        Y yo los sane. (Mateo 13:15)

    



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 14/05/2020 20:12
excelente aporte, sigo leyendo.

HÉCTOR


 
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