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LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
 
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General: imperialismo cap.2
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De: anel  (message original) Envoyé: 10/08/2002 22:27
holitas


La falsificación del lenguaje

El primer capítulo de la interminable agresión económica contra Cuba ocurrió
mucho antes de lo que generalmente se dice y está indisolublemente asociado
con la tiranía de Batista y el apoyo que Washington le siguió dando más allá
de la fecha de su derrocamiento.

Antes de marcharse hacia el norte, los asesinos y malversadores, en un
verdadero acto de asalto a mano armada, se llevaron 424 millones de dólares
de los recursos que en oro y dólares -guardaba el Banco Nacional para
asegurar la estabilidad de nuestra moneda. Ni un centavo fue devuelto. Ese
brutal saqueo, fue uno de los golpes más severos contra la economía
nacional, absolutamente inexcusable, ocurrido antes de que se hubiese
instalado en la Habana el gobierno que reemplazó a la tiranía y se produjo
con la connivencia o la colaboración de las autoridades norteamericanas que
facilitaron la fuga de los ladrones y los acogieron en su territorio.

En Estados Unidos han permanecido, sin que nadie los haya molestado jamás,
los peores violadores de los derechos humanos, los más empedernidos
criminales que ha sufrido Cuba y a los bancos norteamericanos fueron a parar
y allá están todavía los recursos y bienes que el pueblo cubano creó con su
trabajo y sacrificio de muchos años. Ese fue, por cierto, el origen de
muchas fortunas, engrosadas después con las incontables ventajas que han
extraído de los contribuyentes norteamericanos por medio del presupuesto
federal y de los fondos secretos de la CIA, que la propaganda imperial
muestra como prueba del "ingenio" y la "capacidad emprendedora" de los
llamados "cubanos de Miami”.

Frente al inaudito despojo los elementos más conservadores del gobierno
provisional reaccionaron con la mayor mesura y confiados en la comprensión
de Washington. Se limitaron a solicitar un préstamo para salvar de su
inevitable derrumbe al peso cubano. Enviaron allá delegaciones a buscar la
ayuda de sus amigos. El libro publicado en 1991 por el Departamento de
Estado da cuenta de lo que sucedió. En febrero de 1959 el Consejo de
Seguridad Nacional de Estados Unidos examinó el asunto. El veredicto, muy
sencillo: escuchar a los cubanos, pero no darles ni prometerles
absolutamente nada.

Cuando varios meses después, en mayo del 59, al promulgarse la ley de
Reforma Agraria el Gobierno Revolucionario estableció la única compensación
posible a los antiguos latifundistas -más generosa, por cierto, que la
impuesta por el general Mac Arthur al Japón ocupado tras la guerra mundial-
el propio Embajador de Estados Unidos en la Habana reconoció -y lo comunicó
a su gobierno- que, en aquellas circunstancias, Cuba no tenía alternativa.

La eliminación del latifundio y la entrega de la tierra a los campesinos fue
la causa que condujo al despliegue de la agresión económica y a la decisión
de Washington de atacar también en el plano militar. Era una medida
necesaria, indispensable para el desarrollo del país, de elemental justicia,
que contaba con el respaldo del conjunto de la sociedad, era también un
mandato de la

Constitución de 1940 hasta entonces incumplido   y    correspondía
exclusivamente a nuestra soberanía. Estados Unidos, sin derecho alguno,
exigió el pago completo, inmediato y efectivo por las tierras expropiadas,
algo que sabía era arbitrario, irrazonable e imposible debido a la situación
financiera de Cuba de la cual, para colmo, eran culpables las autoridades
norteamericanas por haberse apropiado de los medios de pago robados a Cuba.

Con el decursar del tiempo han inventado, una tras otra, las más variadas
explicaciones para una conducta inexcusable. Todas son falsas. No fueron
diferencias sobre ideología, sistemas políticos o posiciones internacionales
lo que impulsó la agresión abierta contra Cuba. Tampoco lo era la cínica y
fraudulenta retórica sobre "democracia" y "derechos humanos", términos que a
la sazón consideraban malas palabras, lo que los movió a atacar a Cuba con
la servil complicidad de las peores satrapías de América. Fue la arrogancia
imperial y la necedad de creer que podrían imponerla fácilmente la base del
conflicto desatado en 1959. La misma arrogancia y semejante necedad explican
el conflicto cuarenta y dos años más tarde.

Promulgada la Reforma Agraria, empezaron a preparar otras acciones hostiles,
entre ellas, la supresión de la cuota azucarera cubana. El 24 de junio de
1951 en un memorando dirigido a Eisenhower, el Secretario de Estado
Chrístian Herter expresaba sus preocupaciones al respecto porque, según sus
palabras, ella constituiría una medida de "-guerra económica".

Desde luego que nuestra cuota azucarera fue totalmente eliminada y a esa
decisión siguieron incontables ataques en el plano económico, comercial y
financiero que no han cesado hasta la actualidad. Aquel zarpazo, tan
exactamente calificado por el Sr. Herter, queda como un dato ya lejano, como
uno de los pasos iniciales en una guerra total y completa contra la economía
cubana, cuya duración e intensidad carecen de antecedente. La propaganda
oficial, se refiere a ella, simplemente, como a un "embargo", vocablo
hipócrita y falso, premeditadamente usado para encubrir la realidad. Es un
caso irrefutable de mentira institucionalizada, deliberada y cuidadosamente
empleada por un gobierno con el claro propósito de inducir al error y de la
que se hacen eco no pocos periodistas, académicos y políticos.



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La "oposición" fabricada

Junto con la guerra económica Estados Unidos desató también una agresión
política y propagandística que tampoco tiene precedentes. Desde el primer
año se iniciaron, además, los preparativos de lo que denominaron el programa
Cuba que conduciría, en lo inmediato, a la invasión mercenaria de Playa
Girón pero que continuaría más allá y permanece vigente hoy.

En febrero de 1998 fue hecho público en Washington un documento de la
CIA(째째째) fechado en Octubre de 1961. Su autor era el señor Kirkpatrick,
inspector general de la Agencia. Su asunto: la evaluación de lo que con el
nombre de "Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro"
había sido aprobado oficialmente por Eísenhower el 17 de marzo de 1960.
Mantenido en secreto por más de 26 años, omitiendo datos y preservando aun
en la oscuridad algunas cuestiones, lo finalmente publicado, resulta
interesante y a veces, alcanza una cierta reveladora locuacidad.

Desde la primera página el general aclara que "La historia del proyecto
cubano empieza en 1959” y recuerda cuales eran sus aspectos fundamentales:
"a) formación de una organización exilada cubana... para dirigir las
actividades de oposición y suministrar cobertura a las operaciones de la
agencia; b) una ofensiva de propaganda en nombre de la oposición; c)
creación dentro de Cuba de un aparato clandestino de acción y acopio de
inteligencia que respondería ante la dirección de la organización exilada;
d) desarrollo fuera de Cuba de una pequeña fuerza paramilitar e introducirla
dentro de Cuba para organizar, entrenar y dirigir a los grupos de
resistencia ".

En resumen se trataba de fabricar, organizar, financiar y dirigir a la
llamada "oposición' cubana. Según Kickpatrick "el concepto era clásico".
Aunque, desde luego, advertía el general: "La mano del gobierno de Estados
Unidos no aparecería".

Pero esa mano fue dadivosa. Gastó en el proyecto, en unos meses, más de 46
millones de dólares. Una buena parte fue destinada a los preparativos de la
invasión derrotada en Playa Girón pero también se usaron para crear y
financiar periódicos y revistas y programas de radio y televisión y realizar
giras de propaganda anticubana por conferencistas que eran empleados suyos.

El inspector aporta algunos datos precisos.  Los jefes de las organizaciones
contrarrevolucionarias de exilados solicitaron un presupuesto de medio
millón de dólares mensuales aunque la CIA accedió a pagarles solamente 131
mil, para salarios y gastos personales, excluyendo, por supuesto, los costos
de las actividades paramilitares. La revista nombrada "Bohemia Libre"
costaba a la CIA 35 mil dólares cada semana. La emisora Radio Swan, creada
por la Agencia, alcanzó a transmitir diariamente 55 horas por onda media y
26 horas por onda corta y utilizó para ello 14 frecuencias.

Pero la CIA no se contentó con organizar, financiar y dirigir hasta el
detalle la operación para derrocar a la Revolución Cubana. Impulsada por
desmesurado optimismo fue mucho más allá. Aparte de la fuerza mercenaria y
de los numerosos agentes operativos, había "seleccionado cuidadosamente" y
entrenado con esmero a 239 individuos a quienes destinaba a organizar los
servicios de inteligencia y de seguridad del régimen que impondría en Cuba.
Se tomó el trabajo de puntualizar quienes entre ellos deberían asumir de
inmediato tales funciones y quienes formarían un grupo de reserva. Nadie
debe asombrarse. La Agencia había seleccionado, igualmente, a quienes
integrarían el futuro Gobierno de Cuba y además había confeccionado cinco
listas con los nombres de sus funcionarios subalternos.

Nunca han cesado la CIA y otros instrumentos al servicio de Washington en su
agresión contra Cuba. Son notorias la Operación Mangosta y las revelaciones
de la Comisión Church y otras que han alcanzado el conocimiento público.
Otras, muchas más, se mantienen en secreto. Muchos miles de millones de
dólares ha gastado Estados Unidos, en los últimos 42 años para fabricar una
oposición contrarrevolucionaria dentro y fuera de Cuba, establecer
estaciones de radio y televisión, editar libros, revistas y periódicos,
promover reuniones y giras internacionales, comprar políticos, académicos y
periodistas, para lanza contra Cuba, en fin, la mayor, más intensa y
totalizadora agresión en el plano de las ideas y la propaganda.

Causa indignación el discurso oficial yanki cuando, con el mayor descaro,
aduce que su política está inspirada en la promoción de los "derechos
humanos" y la "democracia

En cuanto a la democracia no es Washington quien pueda darle lecciones a
nadie. No habría tiempo ni espacio para mencionar siquiera los datos
irrefutables que prueban como, desde la expansión inicial de las Trece
Colonias hasta el día de hoy, dentro de sus fronteras y hasta el último
rincón del planeta, la plutocracia estadounidense ha sido y es el mayor
enemigo de la justicia y la libertad, el principal antagonista de la idea
misma del gobierno popular.

En 1958 trataron de escoger a quienes reemplazarían a Batista. Desde 1959 se
han dedicado a reclutar, seleccionar y entrenar a los que pretenden imponer
como gobernantes de Cuba, a sus funcionarios y empleados y hasta a sus
verdugos. Esa ha sido y sigue siendo la esencia de su política hacia Cuba:
tratarla como a una colonia suya, una colonia tiranizada. Imponerle una
tiranía importada, fabricada por ellos y para ellos. Sería la realización de
la vieja quimera anexionista y la negación absoluta, definitivamente y para
siempre, de cualquier noción de democracia. Cuba carecería de gobierno
propio porque la Patria habría dejado de existir.

saludotes revolucionarios
anelita



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