El caso cubano
En Cuba, en la última década han habido
modificaciones en la política económica del país, después de más de tres décadas
de inercia y mimetismo; pero estos cambios no responden a un proyecto integral.
Solamente se ha tratado, de forma timorata y conservadora, de resolver una
crisis económica motivada por la dependencia al bloque dirigido por la Unión
Soviética que se desplomó, sin tratar de comprender la naturaleza de la misma.
Aplicándose en forma creciente las más denigrantes prácticas capitalista y
manifestándose muchos de los males que han creado las prácticas mafiosas que hoy
están sufriendo los pueblos que ayer constituyeron a la Unión
Soviética.
Los cambios realizados por el actual
gobierno al no responder a proyecto integral alguno, resultan incoherentes,
quizás por lo sorpresivo que resultó el desplome de la Unión Soviética y el
acercamiento de la República Rusa a los Estados Unidos. Los vínculos que fueron
creados para responder a los intereses comunes de ambos estados fue un problema
coyuntural, y la dirigencia del actual gobierno de Cuba no supo comprenderlo.
Las inversiones actuales en Cuba se realizan en proyectos a corto plazo o de
carácter circunstancial, valorando la inconfiabilidad que ofrece el estado
cubano en el presente para proyectos de largo y mediano plazo, esta situación
nos fuerza, por necesidad, a reflexionar sobre como instrumentar un proyecto de
reestructuración económica y social.
No podemos confiar ni en la inversión
"golondrina" ni en los especuladores que juegan al rescate de su inversión en
término breve porque el futuro resulta incierto. Tampoco redunda en beneficio
del pueblo de Cuba, que afronta la actual crisis sin poder exigir
responsabilidades ni por la política económico administrativa ni por las
circunstancias históricas que han producido la presente situación. No es del
caso ni desviar la responsabilidad decisiva aduciendo una causalidad por
nuestras condiciones geopolíticas, ni objetar sobre la fuerte integración de
Cuba con el CAME, que resultó imperativo de la guerra fría donde Cuba tomó
partido incondicionalmente, ni decir que la confrontación económica y política
con los gobiernos de los Estados Unidos nos obligó a caer en la dependencia del
CAME, ni justificar esta dependencia porque nos permitió recibir una asistencia
importante para la inversión en la asistencia social, la educación y la
infraestructura económica. Esto no es importante para enfrentar el presente y
debatir sobre el grado de responsabilidad o de visión de esta política. Lo
cierto es que nada permite pensar que vayamos a recibir alguna ayuda sustancial
extranjera para superar el "periodo especial" que sufrimos, sino que quizás no
la hemos de recibir ni en mediano plazo siquiera. Sólo podemos depender de
nuestros recursos humanos y de nuestra capacidad
económica.
PSRDC