QUIEN LES DIRIA A ESTOS SEÑORES QUE PUEDEN HACER Y DESHACER A SU ANTOJO?, NO ES POSIBLE QUE PUEDAN MANIPULAR A TODOS, NOOOOOOO A LA GUERRA
El mundo quizás pueda...
JOAQUÍN RIVERY TUR
Esta semana el mundo acaba de mostrar las posibilidades que aún existen cuando la voz se alza de consuno en la lucha para detener una agresión devastadora.
Cuando uno lee o escucha lo sucedido en los últimos días, se percata de dos realidades. La primera: hay fuerzas en el planeta que tienen suficiente peso para atajar, aunque sea temporalmente, el desencadenamiento de las explosiones "inteligentes" que matan a miles de civiles. La segunda: Estados Unidos tiene mucho poder, pero no tanto como para no tomar en consideración a prácticamente la unanimidad del planeta.
Prefiero basarme para estas aseveraciones en lo transmitido por una agencia norteamericana bien conocida (Associated Press, AP), y de ella son las citas que se emplean en este trabajo, y fíjense ustedes, lectores, en el tono de este primer párrafo de un despacho del 17 de octubre que cito textualmente:
NACIONES UNIDAS (AP).— Ante la fuerte oposición de docenas de naciones, Estados Unidos retiró su exigencia de que una nueva resolución de Naciones Unidas autorice el uso de la fuerza militar si Bagdad no coopera con los inspectores de armas, dijeron diplomáticos el jueves a The Associated Press.
Los que han ido siguiendo el curso de los acontecimientos han podido constatar cuál ha sido la evolución de las posiciones expresadas por el equipo de mando de Washington, un grupo de clara tendencia al empleo de métodos fascistas en la política exterior.
Primero dejaron "filtrar" a la prensa y otros medios las "sospechas" de las intenciones gubernamentales estadounidenses de atacar a Iraq, con el pretexto de que poseía o fabricaba armas de exterminio masivo.
La decisión del gobierno de Bagdad de admitir en su territorio a los inspectores de la ONU para que comprueben ilimitadamente, donde lo soliciten, que no existe en la nación de la antigua Babilonia ese tipo de armamentos, no detuvo a los guerreristas de las orillas del Potomac, que simplemente querían atacar.
Las expresiones fueron aumentando el tono amenazador, y en el mes de julio ya era una certeza la pretensión de Bush y su gente.
Llegaron a expresar desprecio por lo que pudiera decidirse en la Organización de Naciones Unidas, pero el clamor mundial contrario a esa agresión innecesaria creció, no solamente en muchos gobiernos árabes y del Tercer Mundo en general, sino incluso en aliados de Washington que no desean dejarse arrastrar a una aventura descabellada, peligrosa y de efectos futuros imprevisibles.
Pero Bush continuó en sus trece e incluso logró que el Congreso (con la honrosa excepción de un centenar de legisladores demócratas) aprobara el empleo de la fuerza contra el pueblo iraquí, con lo que ponía de nuevo de manifiesto que no hay diferencias en general entre un partido y otro cuando son exigencias fuertes del grupo que dirige el sistema imperial norteamericano.
La presión externa en gobiernos y plazas públicas hizo percibir a veces ciertas diferencias y matices entre algunos voceros norteamericanos, y finalmente se llegó a contar con la ONU, pero en forma de mandato, de dictado para que aprobara las resoluciones que la Casa Blanca demandaba: vía libre para agredir.
Todo ha estado augurando que la agresión se efectuaría por la voluntad del César. Pero, junto a la creciente oposición, el pasado 10 de octubre, el Movimiento de Países No Alineados tomó la sabia decisión de exigir, en nombre de más de un centenar de naciones, un debate abierto de emergencia sobre el tema en el Consejo de Seguridad de la ONU para que todos los gobiernos pudieran expresar sus opiniones al respecto.
La sola idea era una mala noticia para Washington por una razón: habría de seguro una avalancha de protestas, de declaraciones contrarias a la agresión y a las pretensiones de Rambo de Bush, y podrían producirse de forma que sería imposible ignorarlas.
Ocurrió exactamente así. Según AP, "Estados Unidos ahora negocia un compromiso que daría a los inspectores la posibilidad de poner a prueba la voluntad de Iraq de cooperar", cuando en realidad lo que se debía probar es la intención norteamericana de no atacar.
Seguramente, la brutal antidiplomacia estadounidense seguirá recurriendo a todo tipo de presiones para hacer aprobar una resolución con los términos más acordes a sus ambiciones, mas parece que no va a conseguir de entrada una autorización para masacrar a los iraquíes, aunque eso no significa que abandone la idea ni que el peligro de la agresión haya pasado.
En las relaciones internacionales, sobre todo en los conflictos, el tiempo es un factor muy importante y la iniciativa de los No Alineados ha concretado una oposición a una agresión absurda que, en fin de cuentas, no haría otra cosa que continuar con una intensidad mucho mayor los ataques constantes que, con los pretextos más banales, Estados Unidos y Gran Bretaña han estado realizando desde hace más de una década como continuación de la inacabable Guerra del Golfo.
Bush y su grupo están intentando una pulseada con el resto del planeta. Si el mundo finalmente los detiene, aprenderán que hay leyes internacionales que respetar. Si logran imponerse, va a ser muy difícil evitar que se desboquen.