La agresión imperialista que los Estados Unidos, con el apoyo de los gobiernos de Inglaterra y España, emprendieron contra Irak es el hecho más importante de la situación mundial. Esta guerra, lanzada a contramano de las contundentes movilizaciones que se dan en casi todos los países del mundo, es un nuevo intento de poner bajo su control a los pueblos de Oriente Medio y extender su dominación al conjunto del planeta.
Contra esta nueva carnicería ya se han alzado millones de personas y se han producido masivas movilizaciones en casi todos los países del mundo. Incluso en los propios Estados Unidos y en España e Inglaterra se ha gestado un movimiento antibélico de proporciones similares a la época de la guerra de Vietnam. En Berlín llegó a más de 500 mil personas, en la más grande movilización pacifista de pos Segunda Guerra Mundial. En Nueva York se calcula que llegaron a marchar más de 200 mil personas. En París se llegó a más de 200 mil y hubo marchas en otras 60 ciudades de Francia. En Damasco, Siria, hubo también más de 200 mil. En Latinoamérica hubo importantes marchas, destacándose las de México, Argentina y Brasil.
La guerra fue rechazada incluso por la mayoría de los estados que integran la OTAN. Estados Unidos no pudo forzar una resolución en el Consejo de Seguridad que brindase un paraguas jurídico a la invasión. Lejos de obtener el apoyo de la mayoría de los miembros, tenía la seria amenaza de Francia de usar su poder de veto. La decisión de los Estados Unidos e Inglaterra de atacar de manera inconsulta, ha sumido a las Naciones Unidas en la peor crisis desde su fundación.
La oposición de gobiernos como los de Francia y Alemania a esta invasión dista mucho de motivaciones supuestamente pacifistas o humanitarias. Estos países tienen fuertes intereses económicos en la región, los cuales podrían verse seriamente comprometidos. Como ejemplo podemos citar el caso de Total, la petrolera francesa. Esta empresa tiene derechos exclusivos en varios campos petroleros de Irak, y empresas iraquíes sacan crudo vía esa petrolera.
Estos países europeos sencillamente están en contra de que sean los Estados Unidos los que se queden con la parte del león en el reparto del botín. Es por ello que anteriormente habían presentado conjuntamente como alternativa el “Plan Mirage”, el cual incluía el despliegue sobre territorio Irakí de decenas de miles de cascos azules y el patrullaje aéreo con aviones del mismo nombre. Queda más que claro que lo que buscaban con este plan era generar una invasión más “humanitaria”, con el control de estos países y bajo la órbita de la ONU.
La mayoría de los análisis que se hacen en torno a las verdaderas motivaciones de esta guerra hacen eje en el problema del petróleo. Si bien el control de las reservas petrolíferas de Irak, las segundas en importancia en escala mundial, es una de las motivaciones más importantes de la política de Bush, no es la única ni la más importante. El imperialismo norteamericano trata con esta guerra imponer un nuevo orden político en Medio Oriente. La guerra contra Irak también tiene el objetivo de debilitar la lucha del pueblo palestino. No es casual que el régimen Irakí sea uno de los pocos que brinda apoyo político y económico a la intifada.
La causa esencial de la guerra es que Bush y el imperialismo yanqui buscan reafirmarse como el gendarme mundial, ante una agudización de las luchas que se dan a nivel global contra sus políticas y contra su dominación. El gobierno de Bush utilizó los atentados del 11 de setiembre para lanzar, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, una contraofensiva política, económica y militar que empezó con la invasión de Afganistán. Si tomamos fines del 2001 hasta ahora, un año y meses después, la contraofensiva y el triunfo parcial que logró invadiendo un país marginal, no tuvo gran éxito, sino que se estancó.
Paralelamente, la política imperialista norteamericana ha chocado contra el ascenso popular que se registra en varias regiones y en especial en Latinoamérica. El argentinazo que tiró por tierra el gobierno de De la Rua y sus planes de ajuste, la derrota del golpe en Venezuela en abril del 2002, y el segundo fracaso de la oposición patronal golpista ahora. El triunfo de Lula en Brasil y de Lucio Gutiérrez en Ecuador y la rebelión popular de Bolivia, son sólo algunos ejemplos.
A todo esto hay que sumarle la crisis económica y la recesión que se registran en los propios EE.UU. El imperialismo tiene problemas también en el plano económico. La creciente tasa de desempleo y las quiebras fraudulentas de grandes multinacionales, como WordCom y Enron son algunos de los hechos domésticos que Bush intenta tapar con esta invasión. La crisis está extendida a Europa. Y este es un aspecto importante para explicar la negativa de Francia y Alemania a aceptar la política de guerra sin anestesia de Bush.
Lejos de detenerse, la movilización mundial ha pegado un salto. Tiene el mérito de haber unificado a millones y millones en el mundo en el odio antiyanqui. En EE.UU. las encuestas hablan de un 60 % en contra de una guerra sin la ONU. Se refleja en los artistas y la intelectualidad, como la firma del texto “No en nuestro nombre”. Se ha lanzado una carta abierta a los soldados en filas de los Veteranos de Guerra de los EE.UU. llamando a no sumarse a la guerra a Irak. Ha surgido el movimiento de “Madres contra la guerra”, en Massachusetts, imitando a las Madres de Plaza de Mayo de Argentina. La Central Sindical, AFLCIO, también se opone como el Consejo de Iglesias, que abarca a gran parte de las iglesias protestantes, evangélicas y católica. Muchos jóvenes norteamericanos han viajado a Bagdad para ser escudos humanos.
Si bien la guerra está lanzada, todavía es una pelea abierta y no está dicha la última palabra. Si bien el poderío militar estadounidense es infinitamente superior al de Irak, existe una enorme resistencia iraquí. A la vez, las batallas más importantes no se llevarán a cabo en las arenas del desierto sino en las calles del mundo. Los pueblos del mundo ya demostraron, como pasó en Vietnam, que pueden derrotar al poderío militar más fuerte de la Tierra.
¡Que triunfe la Resistencia! ¡y que truene el escarmiento sobre los invasores!
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)