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General: Reflexión de Susan Sontag-De lo mejor del 2003
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| De: ATTACmx (message original) |
Envoyé: 26/12/2003 05:27 |
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" NO A LA PRIVATIZACIÓN DE LA LUZ Y PEMEX "
" UNETE AHORA " -----------------------------------------------------------
----Original Message Follows---- From: oikos To: asamblea_2003@hotmail.com
>Date: Wed, 16 Apr 2003 19:59:56 -0500 >From: Eduardo Ibarra Aguirre >Subject: Reflexión de Susan Sontag.
>Susan Sontag > >Resistir > >Permítanme evocar no a uno, sino a dos héroes, sólo a dos, entre millones >de héroes. A dos víctimas entre millones de víctimas. > >El primero: Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en >su investidura mientras oficiaba misa en la catedral el 24 de marzo de 1980 >--hace 23 años--, pues se había convertido en ''un manifiesto defensor de >una paz justa y se opuso públicamente a las fuerzas de la violencia y la >opresión''. (Cito la descripción del Premio Oscar Romero, que hoy se >entrega a Ishai Menuchin.) > > La segunda: Rachel Corrie, estudiante universitaria de 23 años >procedente de Olympia, Washington, muerta con su brillante chaleco >anaranjado fluorescente con tiras de Day-Glo, que los escudos humanos >llevan con el propósito de ser del todo visibles -y tal vez para estar más >seguros-, mientras intentaba detener una de las casi diarias demoliciones >de casas de las fuerzas israelíes en Rafah, una población en el sur de la >franja de Gaza (donde Gaza linda con la frontera egipcia), el 17 de marzo >de 2003 --hace dos semanas--. De pie, frente a la casa de un médico >palestino elegida para demolición, Corrie, una de los ocho jóvenes >voluntarios estadunidenses y británicos, escudos humanos en Rafah, había >estado agitando los brazos y gritando por megáfono al conductor de un >bulldozer D-9 blindado que se acercaba; entonces se hincó de rodillas en el >camino del gigantesco bulldozer, el cual no aminoró su marcha. > > Dos figuras, emblemas del sacrificio, muertas por las fuerzas de la >violencia y la opresión, a las cuales ofrecían una oposición por principio, >no violenta, y peligrosa. > > Comencemos por el riesgo. El riesgo del castigo. El riesgo del >aislamiento. El riesgo de ser herido o muerto. El riesgo del desprecio. > > Todos somos reclutas en uno u otro sentido. Para todos nosotros es >difícil romper filas; incurrir en la desaprobación, en la censura, en la >violencia de una mayoría ofendida y con un concepto distinto de la lealtad. >Nos amparamos con palabras estandarte, como justicia, paz y reconciliación, >que nos alistan en comunidades nuevas, si bien más pequeñas y relativamente >ineficaces, con otros de igual parecer, los cuales nos movilizan para la >manifestación, la protesta, la ejecución pública de acciones de >desobediencia civil, y no para la plaza de armas o el campo de batalla. > > Perder el paso de la propia tribu; dar un paso fuera de la tribu a un >mundo más amplio en sentido mental, pero más reducido en el numérico: si el >aislamiento o la disidencia no es tu posición habitual o satisfactoria, >este es un proceso complejo y difícil. > > Es difícil contravenir la sabiduría de la tribu: la sabiduría que >valora las vidas de sus miembros por encima de todas las demás. Siempre >será impopular --siempre será considerado antipatriótico-- afirmar que las >vidas de los miembros de la otra tribu son tan valiosas como las de la >propia. > > Es más fácil entregar nuestra fidelidad a las personas que conocemos, >a las que vemos, entre las que estamos incrustados, con las que compartimos >--como bien puede ser el caso-- la comunidad del miedo. > > No subestimemos la fuerza de aquello a lo que nos oponemos. No >subestimemos la represalia con la cual acaso se castigue a quienes se >atreven a disentir de las brutalidades y represiones que se creen >justificadas por los miedos de la mayoría. > > Somos carne. Se nos puede perforar con una bayoneta, despedazar con un >bombardero suicida. Se nos puede aplastar con un bulldozer, o abatir a >tiros en una catedral. > > El miedo vincula a la gente. Y el miedo la dispersa. El valor es >inspiración de las comunidades; el valor de un ejemplo, pues el valor es >tan contagioso como el miedo. Pero el valor, algunas de sus modalidades, >puede también aislar a los valerosos. > > El destino perenne de los principios: si bien todos afirman >profesarlos es probable que se sacrifiquen cuando se vuelven incómodos. Por >lo general un principio moral es algo que nos pone en desacuerdo con la >práctica aceptada. Y ese desacuerdo acarrea sus consecuencias, a veces >desagradables, pues la comunidad se venga de aquellos que ponen en >entredicho sus contradicciones: quienes desean una sociedad que en verdad >mantenga los principios que dice defender. > > El criterio según el cual una sociedad debería en efecto encarnar los >principios que profesa es utópico, en el sentido de que los principios >morales contradicen las cosas como son y como serán siempre. Las cosas como >son --y como serán siempre-- no son del todo perversas ni del todo buenas, >sino deficientes, inconsistentes e inferiores. Los principios nos incitan a >que hagamos algo respecto del mar de contradicciones en el que funcionamos >moralmente. Los principios nos incitan a que nos reformemos, a que seamos >intolerantes con el relajamiento moral, la componenda, la cobardía y con >volver la cara a lo que resulta pertubador: esa corrosión oculta del >corazón, la cual nos dice que lo que estamos haciendo no está bien, y >entonces nos aconseja que estaremos mejor si no pensamos en ello. > > El lema del que es contrario a los principios: ''Estoy haciendo lo que >puedo''. Lo mejor posible dadas las circunstancias, desde luego. > > Digamos que el principio es: está mal oprimir y humillar a todo un >pueblo; despojarlo sistemáticamente de su justo techo y alimento; destruir >sus habitaciones, sus medios de vida, su acceso a la instrucción y a la >atención médica, y su capacidad para reunirse. > > Que estas prácticas están mal, a pesar de las provocaciones. > > Y hay provocaciones. Eso, tampoco, debería negarse. > > En el núcleo de nuestra vida moral y de nuestra imaginación moral se >encuentran los grandes modelos de resistencia: las grandes historias de >quienes han dicho ''no''. ''No'' te serviré. > > ¿Qué modelos, qué historias? Un mormón puede resistirse a la >ilegalización de la poligamia. Un opositor militante al aborto puede >resistirse a la ley que vuelve legal el aborto. Ellos, también, invocarán >las pretensiones de la religión (o de la fe) y la moralidad, contra los >edictos de la sociedad civil. Se puede usar la apelación a una ley superior >existente que nos autoriza a desafiar las leyes del Estado para justificar >la trasgresión criminal, así como la más noble lucha en favor de la >justicia. > > El valor no tiene calidad moral en sí mismo, pues el valor no es, en >sí mismo, una virtud moral. Los canallas, perversos, asesinos y terroristas >acaso sean valerosos. Para calificar el valor como virtud nos hace falta un >adjetivo: hablamos de ''valor moral'' porque, también, hay algo llamado >valor amoral. > > Y la resistencia no es valiosa en sí misma. El contenido de la >resistencia es lo que determina su mérito, su necesidad moral. > > Digamos: resistencia a una guerra criminal. Digamos: resistencia a la >ocupación y anexión de las tierras de otro pueblo. > > Reitero: no hay superioridad inherente en la resistencia. Todos >nuestros llamamientos en favor de la rectitud de la resistencia se apoyan >en la rectitud del llamamiento según el cual los resistentes actúan en >nombre de la justicia. Y la justicia de la causa no depende de, y no se ve >acrecentada por, la virtud de los que pronuncian la afirmación. Depende, en >primera y última instancia, de la verdad de una descripción de >circunstancias que son, en verdad, injustas e innecesarias. > > Lo que sigue me parece una descripción veraz de las circunstancias que >me he tardado años de incertidumbre, ignorancia y angustia en reconocer. > > Un país herido y temeroso, Israel, atraviesa la mayor crisis de su >turbulenta historia, ocasionada por una política de constante incremento y >refuerzo de las colonias en los territorios ganados tras su victoria en la >guerra árabe contra el Israel de 1967. La decisión de sucesivos gobiernos >israelíes de conservar su control en la Franja Occidental y en Gaza, >negando con ello a sus vecinos palestinos un Estado propio, es una >catástrofe moral, humana y política para ambos pueblos. Los palestinos >necesitan un Estado soberano. Israel necesita un Estado palestino soberano. >Los que en el extranjero queremos la supervivencia de Israel no podemos, no >debemos, desear que sobreviva no importa qué, no importa cómo. Tenemos una >singular deuda de gratitud con los valerosos testigos, periodistas, >arquitectos, poetas, novelistas y profesores judíos israelíes, entre otros, >que han descrito, documentado, protestado y militado contra los >sufrimientos de los palestinos que viven bajo las condiciones israelíes >cada vez más crueles de sometimiento militar y anexión de las colonias. > >[] > > > Nuestra admiración más profunda ha de estar dirigida a los valerosos >soldados israelíes, aquí representados por Ishai Menuchin, que se niegan a >servir más allá de las fronteras de 1967. Estos soldados saben que todas >las colonias están finalmente destinadas a la evacuación. Estos soldados, >que son judíos, se toman en serio el principio expuesto en los juicios de >Nuremberg de 1946. A saber: que un soldado no está obligado a cumplir >órdenes injustas, órdenes que contravienen las leyes de la guerra; en >efecto, se tiene la obligación de desobedecerlas. > > Los soldados israelíes que se resisten a servir en los territorios >ocupados no están rechazando una orden en particular. Se niegan a entrar a >un espacio en el cual, con toda seguridad, se darán órdenes ilegítimas, es >decir, donde es muy probable que se les ordenará el cumplimiento de >acciones que seguirán oprimiendo y humillando a los civiles palestinos. Las >casas son demolidas, se desarraigan los huertos, se arrasa con bulldozers >los puestos en los mercados de los pueblos, se saquea un centro cultural, y >ahora, casi todos los días, se dispara y mata a civiles de todas las >edades. No puede cuestionarse la inmensa crueldad de la ocupación israelí >de 22 por ciento del otrora territorio de la Palestina británica sobre el >que se erigirá un Estado palestino. Estos soldados sostienen, como yo, que >debería efectuarse una retirada incondicional de los territorios ocupados. >Han declarado colectivamente que no continuarán luchando más allá de las >fronteras de 1967 ''a fin de dominar, expulsar, privar de alimento y >humillar a todo un pueblo''. > > Lo que estos soldados han hecho --son ya unos 2 mil, de los cuales más >de 250 han ido a prisión-- no contribuye a indicarnos el modo en que los >israelíes y los palestinos puedan lograr la paz, además de la irrevocable >exigencia de que las colonias han de ser desmanteladas. Las acciones de >esta heroica minoría no pueden contribuir a la muy necesaria reforma y >democratización de la Autoridad Nacional Palestina. Su posición no reducirá >el dominio del fanatismo religioso y el racismo en la sociedad israelí o >reducirá la difusión de la virulenta propaganda antisemita en el agraviado >mundo árabe. No detendrá a los bombarderos suicidas. > > Su declaración es simple: basta. O: hay un límite. Yesh gvul. > > Es un modelo de resistencia. De desobediencia. Para la cual siempre >habrá sanciones. > > Ninguno de nosotros ha tenido que tolerar lo que están soportando >estos valerosos conscriptos, muchos de los cuales han ido a la cárcel. > > Manifestarse en favor de la paz en la actualidad, en Estados Unidos, >sólo sirve para ser abucheado (como en la reciente ceremonia de los Oscar), >hostigado, incluido en la lista negra (la exclusión en la cadena más >poderosa de estaciones de radio de las Dixie Chicks); en suma, vilipendiado >por no ser patriota. > > Nuestro ethos de "Unidos estamos" o "El ganador se lleva todo"... >Estados Unidos es un país que ha convertido el patriotismo en un >equivalente del consenso. Tocqueville, que sigue siendo el más grande >observador de Estados Unidos, comentó el grado de conformidad sin >precedentes en aquel flamante país, y otros 175 años sólo han confirmado su >observación. > > A veces, dado el nuevo giro radical en la política exterior >estadunidense, parecería inevitable que el consenso nacional sobre la >grandeza de Estados Unidos, el cual puede ser activado hasta las cotas más >altas de un triunfalista amor propio nacional, estuviera destinado >finalmente a encontrar expresión en guerras como la presente, la cual >cuenta con la aprobación de la mayoría de la población, persuadida de que >Estados Unidos tiene el derecho --incluso la obligación-- de dominar el >mundo. > > El modo usual de proclamar a la gente que actúa por principio es >diciendo que son la vanguardia de una revuelta que a la larga triunfará >contra la injusticia. > > Pero, ¿y si no lo son? > > ¿Y si el mal es en verdad incontenible? Al menos en el corto plazo. Y >ese corto plazo puede ser, va a ser, ciertamente muy largo. > > Mi admiración a los soldados que se están resistiendo a servir en los >territorios ocupados es tan feroz como mi convicción de que transcurrirá >mucho tiempo antes de que su criterio prevalezca. > > Pero lo que me inquieta en este momento --por razones obvias-- es >obrar por principio cuando no se va a alterar la evidente distribución de >fuerzas, la manifiesta injusticia y el carácter homicida de la política del >gobierno que asegura estar obrando no en nombre de la paz, sino de la >seguridad. > > La fuerza de las armas sigue su propia lógica. Si cometes una agresión >y otros se resisten, es fácil convencer al frente interno de que la lucha >debe continuar. Una vez que las tropas se encuentran allí, han de ser >respaldadas. Resulta irrelevante cuestionar por qué las tropas se >encuentran allí en primer lugar. > > Los soldados se encuentran allí porque "nos" están atacando, o >amenazando. Olvidemos si acaso que los atacamos primero. Ahora en >represalia nos atacan, y causan víctimas mortales. Se comportan de modos >que contravienen la conducta "apropiada" en la guerra. Se comportan como >"salvajes", como le gusta a la gente en nuestra parte del mundo llamar a la >gente de aquella parte del mundo. Y sus acciones "salvajes" e "ilícitas" >dan nueva justificación a nuevas agresiones. Y un nuevo ímpetu para la >represión, la censura o la persecución a los ciudadanos que se oponen a la >agresión acometida por el gobierno. > > No subestimemos la fuerza de aquello a lo que nos oponemos. > >El mundo, casi para todos, es aquello sobre lo que virtualmente no >ejercemos control alguno. El sentido común y el propio sentido de >protección señalan que nos ajustemos a lo que no podemos cambiar. > > No es difícil advertir cómo algunos de nosotros podríamos ser >persuadidos de la justicia, de la necesidad de una guerra. Sobre todo de >una guerra definida como reducidas y restringidas acciones militares que de >hecho contribuirán a la paz y a una seguridad mejorada; de una agresión que >se anuncia como una campaña de desarme: reconocidamente de desarme al >enemigo y que, lamentablemente, requiere la aplicación de una fuerza >abrumadora. Una invasión que se caracteriza a sí misma, oficialmente, como >una liberación. > > Toda violencia bélica ha sido justificada como una represalia. Se nos >amenaza. Nos estamos defendiendo. Los otros quieren matarnos. Debemos >detenerlos. > > Y entonces: debemos detenerlos antes de que tengan ocasión de cumplir >sus planes. Y puesto que los que quieren atacarnos se ocultan tras no >combatientes, no hay aspecto de la vida civil que esté exento de nuestras >depredaciones. > > Omitamos la disparidad de fuerzas, de riqueza, de potencia de fuego, o >simplemente de población. ¿Cuántos estadunidenses saben que la población de >Irak es de 24 millones, la mitad de los cuales son niños? (La población de >Estados Unidos, como recordarán, es de 286 millones.) No respaldar a los >que están bajo el fuego enemigo parece una traición. > > Puede ser que, en algunos casos, la amenaza sea real. > > En tales circunstancias, el portador del principio moral se parece a >alguien que corre junto a un tren gritando: "¡alto!, ¡alto!" > > ¿Se puede detener el tren? No, no se puede. Al menos no ahora. > > ¿Acaso otras personas a bordo del tren serán movidos a saltar y unirse >a los que están en tierra? Tal vez algunos salten, pero la mayoría no. (Al >menos no hasta que cuenten con toda una nueva panoplia de miedos.) > > La dramaturgia de ''actuar por principio'' nos indica que no debemos >pensar si resulta conveniente o si podemos contar con los éxitos postreros >de las acciones que hemos emprendido. > > Actuar por principio es, se nos dice, bueno en sí mismo. > > Pero sigue siendo una acción política, en el sentido de que no lo >estás haciendo en tu beneficio. No lo haces sólo para tener razón o para >apaciguar tu conciencia; mucho menos porque confías en que tus acciones >alcanzarán sus objetivos. Resistes porque es una acción solidaria. Con las >comunidades de quienes tienen principios y con los desobedientes: aquí y >por doquier. Del presente. Del futuro. > > La prisión de Thoreau a causa de su protesta contra la guerra >estadunidense con México en 1849 difícilmente detuvo el conflicto. Pero la >resonancia de aquella temporada breve y del todo impune de detención (un >célebre y único día en la cárcel) no ha cesado de inspirar la resistencia >por principio frente a la injusticia a lo largo de la segunda mitad del >siglo XX y hasta nuestra época. El movimiento para clausurar el campo de >pruebas de Nevada, un sitio clave de la carrera de armamentos nucleares, >fracasó en lograr su objetivo a finales de los 80: las protestas no >afectaron las operaciones del campo de pruebas. Pero inspiró directamente >la formación de un movimiento de protesta en la lejana Alma Ata en la >primavera de 1989, que finalmente consiguió cerrar el campo de pruebas >soviético en Kazajistán. El movimiento citaba a los activistas >antinucleares de Nevada como fuente de inspiración y expresaba su >solidaridad con los nativos norteamericanos en cuyas tierras se localizaba >el campo de pruebas. > > La probabilidad de que tus acciones de resistencia no puedan evitar la >injusticia no te exime de actuar en favor de los intereses de tu comunidad >que profesas sincera y reflexivamente. > > Así: no conviene a los intereses de Israel ser un opresor. > > Así: no conviene a los intereses de Estados Unidos ser una >superpotencia, capaz de imponer su voluntad en cualquier país del mundo, a >su capricho. > > Lo que conviene a los intereses de una comunidad moderna es la >justicia. > > No puede estar bien oprimir y confinar sistemáticamente a un pueblo >vecino. Sin duda es falso sostener que el asesinato, la expulsión, las >anexiones, la construcción de muros, --el conjunto de lo que ha contribuido >a reducir a todo un pueblo a la dependencia, la penuria y la desesperanza-- >traerá la seguridad y la paz a los opresores. > > No puede estar bien que un presidente de Estados Unidos al parecer >suponga que tiene el mandato de ser presidente del planeta, y que anuncie >que aquellos que no están con Estados Unidos están con "los terroristas". > > Aquellos valerosos judíos israelíes, en ferviente y activa oposición a >las políticas del actual gobierno de su país y que se han manifestado en >nombre del apremio y los derechos de los palestinos, están defendiendo los >verdaderos intereses de Israel. Los que se oponen a los planes hegemónicos >mundiales del actual gobierno de Estados Unidos son patriotas que hablan en >nombre de los intereses superiores de Estados Unidos. > > Más allá de estas luchas, merecedoras de nuestra apasionada adhesión, >es importante recordar que en los programas de resistencia política la >relación de causa y efecto es serpentina y a menudo indirecta. Toda lucha, >toda resistencia, es --debe ser-- concreta. Y toda lucha tiene una >resonancia mundial. > > Si no aquí, entonces allá. Si no ahora, entonces pronto: por doquier y >aquí. > > Al arzobispo Oscar Arnulfo Romero. > > A Rachel Corrie. > > Y a Ishai Menuchin y sus camaradas. > >Copyright Susan Sontag 2003. > >Houston, Texas, 30 de marzo de 2003. > >__________ > >Discurso con motivo de la entrega del Premio Oscar Romero, patrocinado por >la Capilla Rothko, a Ishai Menuchin, presidente de Yesh Gvul, movimiento de >rechazo selectivo de los soldados israelíes. Susan Sontag es escritora, >ensayista, directora cinematográfica y crítica estadunidense que ha >cuestionado el sistema de valores y la cultura del mundo occidental. Autora >de El benefactor, Contra la interpretación, El sida y sus metáforas y En >América, entre otras obras. > >Traducción del inglés: Aurelio Major > >
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