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General: El Pensamiento Vivo de Marx ( PARTE 4 ) FINAL
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De: ATTACmx (Mensagem original) |
Enviado: 13/03/2004 01:08 |
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El modelo ideal del capitalismo PARTE 4 y FINAL.
En la época en que se publicó el primer volumen de El Capital, la dominación mundial de la burguesía era aún indiscutible. Las leyes abstractas de la economía de mercado encontraron, naturalmente, su completa encarnación -es decir, la menor dependencia de las influencias del pasado- en el país en el que el capitalismo había alcanzado su mayor desarrollo. Al basar su análisis principalmente en Inglaterra, Marx tenía en vista no solamente a Inglaterra, sino a todo el mundo capitalista. Utilizó a la Inglaterra de su época como el mejor espejo del capitalismo de esta época. Ahora sólo queda el recuerdo de la hegemonía británica. Las ventajas de la primogenitura capitalista se han convertido en desventajas. La estructura técnica y económica de Inglaterra se ha desgastado. El país sigue dependiendo en su posición mundial de su imperio colonial, herencia del pasado, más que de un potencial económico activo. Esto explica incidentalmente la caridad cristiana de Chamberlain* con respecto al gangsterismo internacional de los fascistas, que tanto ha sorprendido al mundo entero. La burguesía inglesa no puede dejar de reconocer que su decadencia económica se ha hecho completamente incompatible con su posición en el mundo y que una nueva guerra amenaza con el derrumbamiento del Imperio Británico. Esencialmente similar es la base económica del “pacifismo” francés. Alemania, por el contrario, ha utilizado en su rápido ascenso capitalista las ventajas del atraso histórico, equipándose con la técnica más completa de Europa. Teniendo una base nacional estrecha e insuficiencia de recursos naturales, el dinamismo capitalista de Alemania, se ha transformado por necesidad en el factor más explosivo del llamado equilibrio de las potencias mundiales. La ideología epiléptica de Hitler no es más que el reflejo de la epilepsia del capitalismo alemán. Además de las numerosas e invalorables ventajas de carácter histórico, el desarrollo de Estados Unidos gozó de la preeminencia de un territorio inmensamente grande y de una riqueza natural incomparablemente mayor que Alemania. Habiendo aventajado considerablemente a Gran Bretaña, la República norteamericana llegó a ser a comienzos del siglo actual la principal fortaleza de la burguesía mundial. Todas las potencialidades del capitalismo encontraron en ese país su más alta expresión. En parte alguna de nuestro planeta puede la burguesía realizar empresas superiores a las de la república del dólar, que se ha convertido en el siglo XX en el espejo más perfecto del capitalismo. Por las mismas razones que tuvo Marx para basar su exposición en las estadísticas inglesas, nosotros hemos recurrido, en nuestra modesta introducción, a la experiencia económica y política de Estados Unidos. No es necesario decir que no sería difícil citar hechos y cifras análogos, tomándolos de la vida de cualquier otro país capitalista. Pero eso no añadiría nada esencial. Las conclusiones seguirían siendo las mismas y solamente los ejemplos serían menos sorprendentes. La política del Frente Popular en Francia era, como señaló perspicazmente uno de sus financistas, una adaptación del New Deal “para liliputienses”. Es perfectamente evidente que en un análisis teórico es mucho más conveniente tratar con magnitudes ciclópeas que con magnitudes liliputienses. La misma inmensidad del experimento de Roosevelt nos demuestra que solamente un milagro puede salvar al sistema capitalista mundial. Pero sucede que el desarrollo de la producción capitalista ha terminado con la producción de milagros. Sin embargo, es evidente que si se pudiera producir el milagro del rejuvenecimiento del capitalismo, ese milagro sólo se podría producir en Estados Unidos. Pero ese rejuvenecimiento no se ha realizado. Lo que no pueden alcanzar los cíclopes, mucho menos pueden alcanzarlo los liliputienses. Asentar los fundamentos de esta sencilla conclusión es el objeto de nuestra excursión por el campo de la economía norteamericana
Las metrópolis y las colonias “El país más desarrollado industrialmente -escribió Marx en el prefacio de la primera edición de El Capital- no hace más que mostrar a los de menor desarrollo la imagen de su propio futuro.” Este pensamiento no puede ser tomado literalmente en circunstancia alguna. El crecimiento de las fuerzas productivas y la profundización de las incompatibilidades sociales son indudablemente la suerte que les corresponde a todos los países que han tomado el camino de la evolución burguesa. Sin embargo, la desproporción en los “ritmos” y medidas que siempre se produce en la evolución de la humanidad, no solamente se hace especialmente aguda bajo el capitalismo, sino que da origen a la completa interdependencia de la subordinación, la explotación y la opresión entre los países de tipo económico diferente. Solamente una minoría de países ha realizado completamente esa evolución sistemática y lógica que parte del artesanado y llega a la fábrica, pasando por la manufactura, que Marx sometió a un análisis tan detallado. El capital comercial, industrial y financiero invadió desde el exterior a los países atrasados, destruyendo en parte las formas primitivas de la economía nativa y en parte sujetándolos al sistema industrial y banquero de Occidente. Bajo el látigo del imperialismo, las colonias se vieron obligadas a prescindir de las etapas intermedias, apoyándose al mismo tiempo artificialmente en un nivel o en otro. El desarrollo de la India no reprodujo el desarrollo de Inglaterra; lo completó. Sin embargo, para poder comprender el tipo combinado de desarrollo de los países atrasados y dependientes como la India es siempre necesario no olvidar el esquema clásico de Marx derivado del desarrollo de Inglaterra. La teoría obrera del valor guía igualmente los cálculos de los especuladores de la City de Londres y las transacciones monetarias en los rincones más remotos de Haiderabad, excepto que en el último caso adquiere formas más sencillas y menos astutas. La desigualdad del desarrollo trajo consigo beneficios tremendos para los países avanzados, los cuales, aunque en grados diversos, siguieron desarrollándose a expensas de los atrasados, explotándolos, convirtiéndolos en colonias o, por lo menos, haciéndoles imposible figurar entre la aristocracia capitalista. Las fortunas de España, Holanda, Inglaterra, Francia, fueron obtenidas, no solamente con la plusvalía extraída de su propio proletariado, no solamente por el pillaje de su pequeña burguesía, sino también con el pillaje sistemático de sus posesiones de ultramar. La explotación de clases fue complementada y su potencialidad aumentada con la explotación de las naciones. La burguesía de las metrópolis ha sido capaz de asegurar una posición privilegiada para su propio proletariado, especialmente para las capas superiores, mediante el pago de algunos superbeneficios obtenidos con las colonias. Sin eso hubiera sido completamente imposible cualquier clase de régimen democrático estable. En su manifestación más desarrollada la democracia burguesa se hizo, y sigue siendo, una forma de gobierno accesible únicamente a las naciones más aristocráticas y más explotadoras. La antigua democracia se basaba en la esclavitud; la democracia imperialista se basa en la expoliación de las colonias. Estados Unidos, que formalmente casi no tiene colonias, es, sin embargo, la nación más privilegiada de la historia. Los activos inmigrantes llegados de Europa tomaron posesión de un continente excesivamente rico, exterminaron a la población nativa, se quedaron con la mejor parte de México y se embolsaron la parte del león de la riqueza mundial. Los depósitos de grasa que acumularon entonces, les siguen siendo útiles todavía en la época de la decadencia, pues les sirven para engrasar los engranajes y las ruedas de la democracia. La reciente experiencia histórica tanto como el análisis teórico testimonian que el nivel de desarrollo de una democracia y su estabilidad, están en proporción inversa a la tensión de las contradicciones de clase. En los países capitalistas menos privilegiados (Rusia, por un lado, y Alemania, Italia, etcétera, por el otro), incapaces de engendrar una aristocracia obrera numerosa, nunca se desarrolló la democracia en toda su extensión y sucumbieron a la dictadura con relativa facilidad. No obstante, la continua parálisis progresiva del capitalismo prepara la misma suerte a las democracias privilegiadas y más ricas. La única diferencia está en la fecha. El deterioro incontenible en las condiciones de vida de los trabajadores hace cada vez menos posible para la burguesía conceder a las masas el derecho a participar en la vida política, incluso dentro de los marcos limitados del parlamentarismo burgués. Cualquier otra explicación del proceso manifiesto del desalojo de la democracia por el fascismo es una falsificación idealista de la realidad, ya sea un engaño o autoengaño. Mientras destruye la democracia en las viejas metrópolis del capital, el imperialismo impide al mismo tiempo el desarrollo de la democracia en los países atrasados. El hecho de que en la nueva época ni una sola de las colonias o semicolonias haya realizado una revolución democrática, sobre todo en el campo de las relaciones agrarias, se debe por completo al imperialismo, que se ha convertido en el obstáculo principal para el progreso económico y político. Expoliando la riqueza natural de los países atrasados y restringiendo deliberadamente su desarrollo industrial independiente, los magnates monopolistas y sus gobiernos conceden simultáneamente su apoyo financiero, político y militar a los grupos semifeudales más reaccionarios y parásitos de explotadores nativos. La barbarie agraria artificialmente conservada es hoy día la plaga más siniestra de la economía mundial contemporánea. La lucha de los pueblos coloniales por su liberación, pasando por encima de las etapas intermedias, se transforma por necesidad en una lucha contra el imperialismo y de ese modo se pone de acuerdo con la lucha del proletariado en las metrópolis. Los levantamientos y las guerras coloniales hacen oscilar, a su vez, las bases fundamentales del mundo capitalista más que nunca y hacen menos posible que nunca el milagro de su regeneración. La economía mundial planificada El capitalismo tiene el doble mérito histórico de haber elevado la técnica a un alto nivel y de haber ligado a todas las partes del mundo con lazos económicos. De ese modo ha proporcionado los prerrequisitos materiales para la utilización sistemática de todos los recursos de nuestro planeta. Sin embargo, el capitalismo no se halla en situación de cumplir esa tarea urgente. El núcleo de su expansión sigue siendo el Estado nacional con sus fronteras, sus aduanas y sus ejércitos. No obstante, las fuerzas productivas han superado hace tiempo los límites del Estado nacional, transformando, en consecuencia, lo que era antes un factor histórico progresivo en una restricción insoportable. Las guerras imperialistas no son sino explosiones de las fuerzas productivas contra las fronteras del Estado que han llegado a ser demasiado estrechas para ellas. El programa de la llamada “autarquía” nada tiene que ver con el retorno a una economía autosuficiente y circunscripta al interior de sus fronteras. Sólo significa que la base nacional se prepara para una nueva guerra. Después de haberse firmado el Tratado de Versalles se creyó generalmente que se había dividido bien el globo terrestre. Pero los acontecimientos más recientes han servido para recordarnos que nuestro planeta sigue conteniendo tierras que todavía no han sido explotadas o, por lo menos, explotadas suficientemente. La lucha por las colonias sigue siendo una parte de la política del capitalismo imperialista. Por completamente que sea dividido el mundo, el proceso nunca termina, sino que coloca una y otra vez a la orden del día la cuestión de la nueva división del mundo de acuerdo a los cambios en la relación entre las fuerzas imperialistas. Tal es hoy día la verdadera razón de los rearmes, las crisis diplomáticas y los preparativos de guerra. Todos los intentos de presentar la guerra actual como un choque entre las ideas de democracia y de fascismo pertenecen al reino de la charlatanería y de la estupidez. Las formas políticas cambian, pero subsisten los apetitos capitalistas. Si a cada lado del Canal de la Mancha se estableciese mañana un régimen fascista -y apenas podría atreverse nadie a negar esa posibilidad- los dictadores de París y Londres serían tan incapaces de renunciar a sus posesiones coloniales como Mussolini y Hitler de renunciar a sus reivindicaciones nacionales. La lucha furiosa y desesperada por una nueva división del mundo es una consecuencia irresistible de la crisis mortal del sistema capitalista. Las reformas parciales y los remiendos para nada servirán. La evolución histórica ha llegado a una de sus etapas decisivas, en la que únicamente la intervención directa de las masas es capaz de barrer los obstáculos reaccionarios y de asentar las bases de un nuevo régimen. La abolición de la propiedad privada de los medios de producción es la primera condición para la economía planificada, es decir, para la introducción de la razón en la esfera de las relaciones humanas, primero en una escala nacional y, finalmente, en una escala mundial. Una vez comenzada, la revolución socialista se extenderá de país en país con una fuerza inmensamente mayor que con la que se extiende hoy día el fascismo. Con el ejemplo y la ayuda de las naciones adelantadas, las naciones atrasadas serán también arrastradas por la corriente del socialismo. Caerán las barreras aduaneras completamente carcomidas. Las contradicciones que despedazan a Europa y al mundo entero encontrarán su solución natural y pacífica dentro del marco de Estados Unidos Socialistas, en Europa, así como en otras partes del mundo. La humanidad liberada llegará a su cima más alta. _____ 1 El resumen del primer volumen de El Capital -la base de todo el sistema económico de Marx- fue realizado por Otto Rühle con una profunda comprensión de su tarea. Lo primero que eliminó fueron los ejemplos anticuados, las anotaciones de escritos que hoy día sólo tienen un interés histórico, las polémicas con escritores ahora olvidados y finalmente numerosos documentos que a pesar de su importancia para la comprensión de una época determinada, no tienen lugar en una exposición concisa que se propone objetivos más bien teóricos que históricos. Al mismo tiempo, el Sr. Rühle hizo todo lo posible para conservar la continuidad en el desarrollo del análisis científico. Las deducciones lógicas y las transiciones dialécticas del pensamiento no han sido infringidas en punto alguno. Por estas razones este extracto merece una lectura cuidadosa. (Nota de L.T.) 2 “La influencia moderadora de la competencia -se lamenta el primer fiscal general de Estados Unidos, Mr. Hommer S. Cummings- es desplazada gradualmente y en muchas partes ya no subsiste más que como un pálido recuerdo de las condiciones que antes existieron.” (Nota de L.T.) 3 Una comisión del Senado de Estados Unidos comprobó en febrero de 1937, que durante los veinte años anteriores las decisiones de una docena de las grandes corporaciones habían contrapesado las directivas de la mayor parte de la industria norteamericana. El número de presidentes de las juntas directivas de esas corporaciones es casi el mismo que el número de miembros del Gabinete del Presidente de Estados Unidos, la rama ejecutiva del gobierno republicano. Pero esos presidentes de las juntas directivas son inmensamente más poderosos que los miembros del Gabinete. (Nota de L.T.) 4 Alexis de Tocqueville (1805-1859): había sido enviado a EE.UU. en 1831, para estudiar allí el sistema penitenciario. Su obra, La democracia en América, apareció en dos volúmenes en 1835 y 1840. Fue diputado en la Constituyente de 1848, en la Legislativa de 1849 y Ministro de Asuntos Extranjeros. Sólo pudo publicar el primer volúmen de su libro El antiguo régimen y la Revolución (1856). 5 El escritor norteamericano Ferdinand Lundberg, quien en desmedro de su honestidad científica es más bien un economista conservador, escribió en su libro, que produjo una conmoción: “Estados Unidos son hoy día propiedad y dominio de una jerarquía de sesenta de las familias más ricas, apoyadas por no más de noventa familias de riqueza menor. A esto se podría añadir una tercera fila de quizás otras trescientas cincuenta familias con rentas que superan los cien mil dólares por año. La posición predominante corresponde al primer grupo de sesenta familias, las que dominan no solamente al mercado sino todas las palancas del gobierno.” Son el gobierno verdadero, “el gobierno del dinero en una democracia del dólar”. (N. de L.T.) 6 Werner Sombart (1863-1941): fue defensor de las reformas sociales en favor de la clase trabajadora, pero luego se convirtió en dirigente de un régimen liberal. Su obra más importante El capitalismo moderno en tres volúmenes. 7 Daniel De León (1852-1914): nacido en Cura챌ao, llegó a Estados Unidos a los 20 años y enseñó derecho internacional en Columbia. Fue el fundador del Socialist Labor Party, de los Knights of Labor, luego de los IWW y combatió encarnizadamente, desde un punto de vista marxista y revolucionario, al reformismo de los sindicalistas norteamericanos. Pero los “Deleonistas” se dividieron por crisis y escisiones ininterrumpidas.
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