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جواب  رسائل 1 من 18 في الفقرة 
من: maribea05  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 23/11/2005 23:38
Para emefelix, siempre preocupado (preocupación compartida) por conseguir documentos interesantes y traerlos acá para debatir; y para la señora Lealtad, siempre preocupada (preocupación no compartida) en sacar de proporción las opiniones disímiles entre compatriotas anticastristas como si ello no fuese algo bien normal y sobre todo respetable, entre seres humanos. Sería interesante, en este último caso, conocer en qué punto ubicaría entonces al nieto mayor de Ernesto Guevara de la Serna.

Esta carta fue publicada en octubre de 2004 (lo aclaro para que el casi siempre estimado emefelix no salga enseguida con un "Maribea, eso es viejo, usted no lo sabía??!!", y recién ahora es nuevamente publicada en una
reconocida publicación de izquierda:


http://santiago.indymedia.org/news/2005/11/41230.php
Centro de Medios Independientes Santiago
23 de noviembre de 2005
.
Aparentemente, no pierde vigencia.

Carta del nieto del Ché
por Revista Proceso (Mexico) Wednesday, Nov. 23, 2005 at 1:20 PM

Ni mitos ni vanguardias...


Estimado Homero Campa:

Por supuesto, recuerdo los tiempos en que eras corresponsal en La Habana y visitabas nuestra casa. Recuerdo, siendo yo un jovencito impertinente (y lo impertinente no se me quita, he de admitirlo) haber asistido a algunas conversaciones entre tú y mi madre y, creo recordar también que la última vez que nos vimos fue, precisamente, en el funeral de Hilda. Quizá me equivoque en esto último, me ha ocurrido otras veces aunque a la inversa: personas que ahí estuvieron, con las que al parecer conversé y a quienes no logro recordar... Cosa de las circunstancias, supongo.

En la breve carta que me enviaste solicitando una entrevista, dices comprender las razones por las cuales me niego a concederlas. No estoy seguro de ello, así que intentaré una ligera explicación: En la prensa occidental, tan escasamente libre en realidad (tan llena de sobrentendidos que nadie entiende, y críticas más que superficiales y sosas), es común que los cuestionamientos al régimen cubano comiencen por denostar la insistencia de éste en prácticas caducas e ineficaces, tiránicas y victimistas, heroicas y pobres. A ese sistema se le llama con harta ignorancia, mucha desinformación y peor mala leche, comunismo. Mi postura, empero, es otra; incluso contraria, si se quiere. Todas mis críticas a Fidel Castro y epígonos parten de su alejamiento de los ideales libertarios, de la traición cometida en contra del pueblo de Cuba y de la espantosa vigilancia establecida para preservar al Estado por encima de sus “gentes”. (Por una de esas jugarretas de la memoria me asalta ahora el recuerdo de la primera paradoja que conscientemente expresé en el orden de lo político. Ocurrió, como tantas cosas importantes en La Habana, durante una ardiente noche de verano cubierta de ron y tabaco. Tendría yo unos dieciséis años y vagaba por el barrio con amigos recién estrenados, botella en mano, cigarro en labios, parloteando sin pena ni gloria cuando Joel, pleno de reservas habida cuenta mi apellido, me preguntó si era yo comunista –recordarás, estimado Homero, que en Cuba ser comunista significa avalar al régimen, estar a favor de la dictadura, y no otra cosa–, a lo que respondí, con toda la risueña seriedad que la ocasión ameritaba: “Sí, lo soy”. Entonces –preguntó mi amigo–, ¿tú estás con el gobierno? “No”, fue mi respuesta inmediata; “precisamente porque soy comunista estoy en contra de esta farsa...” La verdad es que un año antes, tras la “invitación” a ingresar en la escuela militar Camilo Cienfuegos, y ante mi rotunda negativa y sarcasmos escupidos, recibí uno de esos sabios consejos maternos que acompañan a uno de por vida: “Si vas a criticar a la revolución –me dijo Hilda, con su sempiterno cigarro entre los dedos–, primero debes comprender de dónde proviene, cuáles son sus principios y cuáles sus fines...” Y ahí mismo, sin mayores contemplaciones, me mandó a leer a Marx...)

La inmovilidad en que cayó la obra revolucionaria tiene su origen en el concepto que de sí misma erigió: el de permanencia. La revolución (apenas pasada la década netamente revolucionaria) para ser “permanente” debió permanecer inmóvil pues de lo contrario liberaría a las fuerzas libertarias implícitas en ella. Lo que permanece entonces, no es el accionar revolucionario sino la clase social que detenta el control de la institución “revolucionaria”. La revolución (el movimiento que ésta fue) hace años falleció en Cuba –de muerte natural, por cierto: hubo de ser asesinada por quienes la invocaron para evitar que se volviera contra ellos. Tuvo que ser institucionalizada y asfixiada por su propia burocracia (ya el Che nos había prevenido de esto), por la corrupción (robo-lución, se le llamó), por el nepotismo (socio-lismo) y por la verticalidad de la tan mentada organización: el Estado “revolucionario” cubano–. Así, al concepto de “dictadura del proletariado” la sabiduría popular pronto le abolió el adjetivo: sólo quedó un sustantivo, absoluto y prohibido.

La nueva burguesía socialista no tardó en hacer suyos los más abyectos discursos y métodos de la recién destronada derecha en todo lo relativo a la vida privada y aún superando a ésta en lo concerniente a la asociación política –seamos honestos, un joven rebelde como fue Fidel Castro, en la Cuba de hoy, sería inmediatamente fusilado, no condenado al exilio–; todo esto con la agravante de que se trataba de un gobierno de “izquierda” proveniente de un movimiento cívico-militar de lo más heterogéneo y heterodoxo. La persecución de homosexuales, hippies, librepensadores, sindicalistas, poetas (disidentes de cualquier signo o condición) se parece en demasía a lo que se estaba combatiendo. La criminalización de la diferencia nada tiene que ver con la libertad. La concentración del poder en unas pocas manos tampoco se cuenta entre los ideales libertarios, muchísimo menos la vigilancia perpetua sobre los individuos o la prohibición de las asociaciones que al margen del Estado éstos puedan hacer. Claro que el poder es del pueblo pero sólo el simbólico; el real, empero –la toma de decisiones– no: ese pertenece al Estado y el Estado es Fidel. (Se me ocurre ahora que la desconfianza que el gobierno siente con respecto a su pueblo proviene sólo de su alejamiento de éste último, de su enajenación en un abstracto mundo de cifras y de la reducción que de la revolución hizo. De otra forma, cómo comprender que un gobierno revolucionario que emana del pueblo y que lo representa fielmente pueda sentir temor alguno por ese mismo pueblo.)

La insistencia por parte de adalides y denostadores del régimen en el sentido de que éste es marxista, rebasa todo sin-sentido, pues marxismo, en Cuba, es sólo una asignatura escolar, una consigna del Partido y demás “organizaciones de masas” y, en el mejor de los casos, un sueño trunco. Para Marx (para cualquier libertario, en realidad) libertad y dictadura conforman un antagonismo indisoluble. Cierto que caminan juntos –como todo binomio de opuestos–, mas no por la misma ruta y de hacerlo (de pretenderlo, quiero decir), jamás llegarían al mismo sitio: si el fin justifica los medios, son los medios los que prefiguran el fin... En otras palabras, no se alcanza la libertad por la vía de la imposición. Nunca...

Una suerte de aristocracia fingidamente proletaria se fue gestando en el seno del gobierno “popular” oponiéndose con todas sus fuerzas a la democratización del proyecto revolucionario: la revolución cubana no fue democrática porque engendró en sí a las clases sociales destinadas a impedirlo: la revolución parió una burguesía, aparatos represivos dispuestos a defenderla del pueblo y una burocracia que la alejaba de éste. Pero sobre todo fue antidemocrática por el mesianismo religioso de su líder. Erigirse salvador de la Patria es una cosa; serlo por siempre, otra. En efecto, Fidel –con sus tropas y una buena parte de la sociedad civil– liberó a Cuba de la gangsteril dictadura batistiana pero con su obstinada permanencia sólo logró volverse, él mismo, dictador. Del joven revolucionario al viejo tirano hay un abismo insalvable; el mismo que hay entre el disentir de aquel rebelde y el ordenar de este ser enloquecido por el poder y la gloria.

En algún momento del camino Fidel Castro comenzó a creer en sí mismo; no contento con ello, nos obligó a todos a creer en él. En lugar de pugnar por una sociedad escéptica, librepensante y crítica, aplaudió la credulidad, la sumisión y la obediencia absoluta de su pueblo. Todo lo que cuestionó del viejo régimen lo reprodujo por triplicado en el “nuevo”. Todo cuanto atacó de joven, lo avaló de viejo. Todo lo que no debió ser el gobierno cubano, hizo que lo fuera. Acabó amando todo lo que hay de odioso en la política real...

La historia de la humanidad ha sido forjada (también) a golpe de guerras y revoluciones; la cubana fue una más. La historia de los hombres se narra como una perpetua lucha contra sus opresores; Fidel luchó como hombre libre y hoy niega la libertad de los hombres: se volvió uno de aquellos, despótico, cínico y prepotente hasta el paroxismo; ni mejor ni peor que un Fox, un Bush, un Berlusconi o un Putin cualquiera; Castro es uno de ellos: tan igual como diferente –la misma cosa, la misma basura, en otro contenedor... guardadas las distancias, claro o, mejor aún, salvadas las diferencias–. La lucha por la libertad no sólo no ha concluido en Cuba; tampoco en México ni en Vietnam; ni en los Estados Unidos ni en Chile; ni en Angola ni en Rusia; ni en China ni en Nicaragua... No ha terminado porque aún somos esclavos de las condiciones que nos son impuestas: todo lo que somos proviene de lo que se nos permite ser. Y eso, amigo mío, no es libertad.

Puestos los antecedentes claros, querido Campa, sólo me queda responder a tu solicitud. Disculpa que lo haga con la siguiente...

AUTOENTREVISTA QUE SE NIEGA A SÍ MISMA

de Canek Sánchez Guevara para Homero Campa Butrón

P: Entonces, ¿consideras que el “reino de la libertad” del que tanto escribiera Marx no ha acontecido en Cuba?

R: Ni en Cuba ni en ninguna otra nación, que yo sepa... Claro que los gobiernos reivindican la libertad como algo propio, no hay presidente o tirano que no reclame como derecho exclusivo el reino de la libertad; pero esas son patrañas, tú bien lo sabes: pura verborrea política, promesas y poco más. La libertad es, sólo si el individuo ha logrado emanciparse del trabajo asalariado... si su libertad es la condición de la libertad de todos, y viceversa.

P: Algo difícil de expresar en Cuba...

R: Difícil de encontrar en cualquier parte del planeta, diría yo. En este mundo, seamos honestos, el dictum laboral sigue siendo Pobreza obliga. Son pocos aquellos que trabajan en lo que más les place, el resto debe conformarse con cualquier cosa a cambio de una paga que puede ser mísera o no, pero indefectiblemente hará miserable al trabajador: el trabajo no ennoblece al hombre porque su quehacer no le pertenece, le es arrebatado en cuanto lo concluye (y aún antes, en ocasiones)... La abolición del trabajo es el fin del socialismo, y Marx habla muy claramente del comunismo vulgar, ese que “aparece en una doble forma; el dominio de la propiedad material es tan grande que tiende a destruir todo lo que no es susceptible de ser poseído por todos como propiedad privada. Quiere eliminar el talento por la fuerza. La posesión física inmediata le parece la única meta de la vida y la existencia. El papel del trabajador no es abolido, sino que se extiende a todos los hombres (el subrayado es mío). La relación de la propiedad privada sigue siendo la relación de la comunidad con el mundo de las cosas... Este comunismo, que niega la personalidad del hombre en todas las esferas, es simplemente la expresión lógica de la propiedad privada.” Todo esto ocurre en Cuba, donde no rige el socialismo ni el comunismo, sino un vulgar capitalismo de Estado llamado también fidelismo. Como ya dije en la introducción, mi crítica al régimen de La Habana no estriba en que éste sea comunista, sino en que no lo es...

P: ¿A qué te refieres exactamente con eso de “abolición del trabajo”?

R: Quino puso en boca de su personaje Miguelito (admito que de niño ese chico era mi héroe, muy por encima de la pesada de Mafalda) la siguiente pregunta: ¿Por qué el hombre para ser hombre debe ser plomero, ingeniero o astronauta y el gato para ser gato tan sólo debe beber leche, maullar y dormir? Veamos: es mediante el trabajo que el hombre se relaciona con la naturaleza y la transforma. Así se transforma también el hombre. Así se hace a sí mismo... Ahora, para Marx el trabajo debe ser una actividad y no una mercancía, por ello establece la diferencia entre trabajo libre y trabajo enajenado –hueco de sentido, vacío en sus entrañas–, que transforma al hombre en un “monstruo tullido”: “En la sociedad comunista –asegura Marx–, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos.” Si esto tiene relación alguna con el sistema cubano, es algo que yo no he notado. No he tropezado con tal libertad ni en Cuba ni en ningún otro Estado (“comunista” o no). Esencialmente, las críticas que descargo contra el gobierno cubano son plenamente transferibles a cualquier otro porque en esencia, el estado de las cosas y los individuos permanece inamovible en todo el orbe.

P: Sí, pero un obrero sueco gana más (vive mejor) que uno cubano...

R: Dejaré nuevamente responder a Marx: “Un aumento de salarios obligado no sería más que una mejor remuneración de los esclavos y no devolvería, ni al trabajador ni a su trabajo, su significado y su valor humanos.” Entendámonos, las condiciones laborales podrán ser menos peores (de hecho lo son) pero eso no anula la condición de esclavitud laboral en que vive el hombre. El hombre habita un mundo que en realidad no le pertenece: ni la tierra ni el fruto de ésta; ni la fábrica ni las mercancías ahí producidas son, en verdad suyas. El hombre debe venderse para comprar; el hombre se pervierte en mercancía para adquirir las mercancías necesarias para su subsistencia, aquí y en Cuba... Más fácil: no somos libres porque no somos dueños plenos de nuestra fuerza laboral, de las herramientas con las que producimos ni del producto resultante.

P: ¿Por qué insistes en esta retórica marxiana?

R: Digamos que si habláramos de arte sacaría mi sombrero dadaísta y poetizaría con recortes de periódico, pero hablamos de política, de ideología, de Cuba. Por lo demás, si sueno demasiado ortodoxo es sólo para utilizar un recurso que allá es cotidiano: citar a Marx para justificar los discursos propios. Mi dogmatismo, sin embargo, raya en lo cismático: carezco de libros sacros, pues... Pero si ha de elaborarse una crítica ideológica de la revolución cubana, ésta sólo debe hacerse desde el territorio del marxismo, ahí de donde –se supone– proviene su ideología (y aclaro que aquí no elaboro una crítica a fondo, y que no soy yo un teórico marxista, como sin duda ya habrás notado). Sólo desde las ideas de Marx, pienso, puede verse en su conjunto el estrepitoso fracaso de un ideal falsificado. Así, cuando el Comandante muera, el fidelismo morirá con él (para bien o para mal, quién puede saberlo). El sistema que creó se esfumará con sus restos pues fue hecho a su medida –a su imagen y semejanza– y no para ser compartido, nunca para que lo dirija otro... Me resulta imposible no evocar la visión de aquel rebelde mirando hacia el futuro y compararla con la patética sombra de este hombre que insiste en arrastrar al futuro en su caída. La verdad es que el marxismo ha sido esgrimido como justificación teórica por una oligarquía política que, de entrada, niega el carácter multi-ideológico de su sociedad: que esta actitud forme parte del razonamiento dialéctico es algo que, en verdad, escapa a mi comprensión... Por último, si insisto tanto en el tema es porque a pesar de los años, aún sigo los consejos de mi madre... Unos pocos de ellos, al menos.

P: ¿No temes a las represalias?

R: Por supuesto, me parece de lo más natural que yo (cualquier individuo, da igual) sienta temor ante la naturaleza represiva del Estado. Lo que me parece antinatural es que sea la izquierda la que convoque, dirija o aplauda las represalias en contra de los librepensadores. Porque yo no soy más que eso. No soy un político, sino un “hombre político” a secas. Que al gobierno le molesten mis palabras es normal, no estoy cantándole alabanzas; que individuos en Cuba y fuera de la isla hagan el trabajo del Estado y se dediquen a censurar las expresiones libertarias, me parece francamente lamentable…

P: ¿Te consideras de izquierda?

R: Sí; si ser “de izquierda” implica ante todo cuestionar con fiereza las incoherencias y dislates de la izquierda misma... Y sus excesos, claro. Desafortunadamente, no parece ser un ejercicio grato a las izquierdas... Que la derecha se comporte como derecha es lo normal bajo el sol; que la izquierda adopte, consciente o inconscientemente métodos derechistas, representa un autoatentado que bajo ningún concepto debe permitirse, por la sencilla razón de que nos daña a todos: a la izquierda misma, en primer lugar.

P: Canek, una última pregunta: ¿me concederías una entrevista?

R: No, Homero, lo lamento; no me agradan las entrevistas, bien lo sabes. La verdad es que nunca sé qué responder, acabo enredándolo todo y diciendo aquello que se supone, no debería decir. En otras palabras, siempre me meto en problemas... Por otra parte, siéntete libre de publicar estas líneas si así lo juzgas conveniente (íntegras, por favor: una coma fuera de lugar da lugar a mil malentendidos) y recibe un sincero y afectuoso saludo de tu amigo

Canek Sánchez Guevara

--------------
¿Se han puesto en comunicación con Canek para que aporte su pedacito de bronce en la estatua?


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جواب  رسائل 4 من 18 في الفقرة 
من: RudolfRocker1 مبعوث: 24/11/2005 10:17
Perdona elpidio, sé que te hablo con conocimiento de causa, Canek Sanchez Guevara, se opone de frente al giro que tomó la revplución cubana hace ya mucho tiempo, si lees lo que maribea envia, eso queda claro, pero su postura esté muy lejos de como tu dices "encantarle muchas cosas capitalistas", me parece que antes de hacer esa afirmación, primero debes leer sus declaraciones y después aprender a imterpretarlas.
Omar

جواب  رسائل 5 من 18 في الفقرة 
من: Elpidio3747 مبعوث: 24/11/2005 13:42
rudol.....se puede ser izquierdista y derechista y liberal y cualquier cosa que uno quiera ser ......lo que se ve aqui es que el tipo no tiene el cerebro embutido de mierda,y eso mi amigo, hay que celebrarselo al muchacho....
 
 
maribea pon las otras cartas total otra manchita pa el tigre.....

جواب  رسائل 6 من 18 في الفقرة 
من: mfelix28 مبعوث: 24/11/2005 17:08
Respondo tarde, porque crei que ya lo habia hecho, pero parece ser que la cosa se borro.
No tiene nada que ver esto Maribea, palabrita de Snoopy:
No me he referido a nada más, ni me interesa discutir nada sobre la base de lo que digan los escritos del señor Félix, que considero poco respetuosos para con todo el mundo. Por tanto, cualquier tema tratado en ellos sencillamente no es de mi interés
 
A mi si me interesa, para eso estoy en un foro, si le asombra mi "irrespetuosidad", recuerdo que lo de poner la orea mejilla ya se acabo para mi hace mucho tiempo, si me dsan una bofetada procuro dar dos, por lo menos y en el lenguaje que entienda el otro para que no le quede la menor duda.
Al Canek.
 
¡Ay! Como pasa el tiempo, el ver algo sobre Canek, me dice que ya ha pasado un año, que empieza su campaña, justo despues de la enfermedad de Fidel, luego vendra lo de los juguetes para los niños repartidos por la SINA via disidencia, para meternos a continuacion en "descubrir" hechos historicos ineditos con motivo del 1 de Enero.
Pero parece que Canek se ha ganado una campaña para el solito.
Raro, porque:
-Segun el propio muchacho, Canek es musico, de heavy-metal, sin actuaciones en Cuba por su actividad politica.
Sin embargo, creo que  no ha dado un concierto desde que es "libre" para cantar lo que le apetece, le va a pasar como al mardio de Zoe Valdes o al hermano de Cabrera Infante, no le producian mas peliculas a ninguno por cuestiones "politicas", pero las pelicuals que les produjeron en Cuba fueron las unicas que hicieron, no encontraron productor "libre" que les gustase. Hasta hoy.
-Que yo sepa, y lo dice el mismo, no concede entrevistas, se "autoentrevista" o manda cartas, eso no "vende" mucho en una campaña.
Sin embargo, se repite , incluso la misma frase, vean en una "autoentrevista" ( distihta de esta) de la Agencia EFE, reproducida por El Nuevo Herald:( 18.10.2004)
 
`Todas mis críticas a Fidel Castro parten de su alejamiento de los ideales libertarios, de la traición cometida en contra del pueblo de Cuba y de la espantosa vigilancia para preservar al Estado por encima de sus `gentes'.
Exactamente la misma que empieza en la linea siete del segundo parrafo de esto de Maribea.
Me imagino que debe haber mas, pero ya me vale, le veo poco creativo al chaval, asi no va a hacer carrera
 
-Ademas en  lo poltico es muy ambiguo hasta llegar al punto de contradictorio ( quizas por eso piense que es mejor repetirse), Vean:
 
En ese parrafo, el repetido, manifiesta su pesar por el alejamiento de Fidel de los ideales libertarios ( anarquistas).
 
Pero en esta misma carta se manifiesta comunista:
me preguntó si era yo comunista ...“Sí, lo soy...precisamente porque soy comunista estoy en contra de esta farsa
mi crítica al régimen de La Habana no estriba en que éste sea comunista, sino en que no lo es
 
 
Lo que si tiene claro es que la prensa occidental no es libre:
En la prensa occidental, tan escasamente libre en realidad (tan llena de sobrentendidos que nadie entiende, y críticas más que superficiales y sosas),
 
Una opinion muy marxista el  trabajo:
La libertad es, sólo si el individuo ha logrado emanciparse del trabajo asalariado... si su libertad es la condición de la libertad de todos, y viceversa.
no somos libres porque no somos dueños plenos de nuestra fuerza laboral, de las herramientas con las que producimos ni del producto resultante.

Y sobre todo ni una palbra sobre su abuelo, aunque no se si cuando dice:

Me resulta imposible no evocar la visión de aquel rebelde mirando hacia el futuro

Resumiendo:

Creo que Canek no esta muy centrado ideologicamente ( el comunismo y el anarquismo son irreconcialiables).

Lo que esta claro es que de derechas no es, y critica a esta con argumentos marxistas, precisamente culpa a la revolucion por no ser comunista o libertaria ( eso no queda claro), pero no da ningun juego a los del exilio.

Si ademas no concede entrevistas, no escribe libros, ni siquiera canta ¿ que le queda?

Dos cosas vendibles:

-Ser nieto del Che

-Criticar a Fidel Castro.

No se, no se Maribea, pero creo que le quedan una o dos campañas mas, porque a Miami le debe resultar molesto tratar con un antisistema y a Canek le debe ser muy incomodo el tratar con gente que denigra a su abuelo, pero como ya se ve que Dios no le ha llamado por el camino de la musica no le va a quedar otro remedio, como dicen los gallegos:

"Si pagan ainda doa""Si pagan aunque duela"




جواب  رسائل 7 من 18 في الفقرة 
من: Elpidio3747 مبعوث: 24/11/2005 20:34
bueno felix tu mas o menos lo que quieres decir al final  es un americanismo......si no lo puedo vencer me les uno... algo a si, correcto.......

جواب  رسائل 8 من 18 في الفقرة 
من: lealtad مبعوث: 24/11/2005 20:34
Mfélix, tú no crees que vende el hecho de ser nieto y hablar mal de Fidel?
 
Si "detesta" las relaciones capitalistas, no es mejor quedarse callado, que busca?
 
Lealtad

جواب  رسائل 9 من 18 في الفقرة 
من: RudolfRocker1 مبعوث: 25/11/2005 02:59
Salud:
Dice Canek que gracias a todos por recordarse de él.
Omar

جواب  رسائل 10 من 18 في الفقرة 
من: RudolfRocker1 مبعوث: 25/11/2005 05:59
Quedarse callado sería hacer lo conveniente, pronunciarse así, es tan solo ser consecuente con sus ideales. ¿no cree Ud. Lealtad?
Omar

جواب  رسائل 11 من 18 في الفقرة 
من: Lealtad_siempre مبعوث: 25/11/2005 08:59
Omar.
 
Resulta que cada uno de nosotros actua en función de muchas cosas, algunas son en función del mero interes material, en ese caso, dejamos abierta puertas, para echar mano cuando es preciso. Quisiera equivocarme, pero eso es lo que percibo y creame, me duele, mucho más de lo que pueda imaginar.
 
Me parece más digno y más honesto, si en verdad, no quieres dar opinión alguna, dejarte de hacer un seudoanalisis, claramente parcializado y contrapuesto, y decir, simple y llanamente, No.
 
Eso para mí sería lo éticamente correcto.
 
Lealtad
 
 
 

جواب  رسائل 12 من 18 في الفقرة 
من: RudolfRocker1 مبعوث: 25/11/2005 11:59
Pero es muy triste juzgar a alguien por lo que usted piensa puede hacer, ¿no le parece?; aparte de todo, el muchacho tiene derecho a su opinión.
Omar

جواب  رسائل 13 من 18 في الفقرة 
من: matilda مبعوث: 25/11/2005 14:59
A mi lo que mas me gustó del mensaje,(me tomé el trabajito de recortarlo para comentarlo)es lo siguiente,parece poco pero creo que lo redundante del texto es embolante.
 
Mi postura, empero, es otra; incluso contraria, si se quiere. Todas mis críticas a Fidel Castro y epígonos parten de su alejamiento de los ideales libertarios, de la traición cometida en contra del pueblo de Cuba y de la espantosa vigilancia establecida para preservar al Estado por encima de sus “gentes”. (Por una de esas jugarretas de la memoria me asalta ahora el recuerdo de la primera paradoja que conscientemente expresé en el orden de lo político. Ocurrió, como tantas cosas importantes en La Habana, durante una ardiente noche de verano cubierta de ron y tabaco. Tendría yo unos dieciséis años y vagaba por el barrio con amigos recién estrenados, botella en mano, cigarro en labios, parloteando sin pena ni gloria cuando Joel, pleno de reservas habida cuenta mi apellido, me preguntó si era yo comunista –recordarás, estimado Homero, que en Cuba ser comunista significa avalar al régimen, estar a favor de la dictadura, y no otra cosa–, a lo que respondí, con toda la risueña seriedad que la ocasión ameritaba: “Sí, lo soy”. Entonces –preguntó mi amigo–, ¿tú estás con el gobierno? “No”, fue mi respuesta inmediata; “precisamente porque soy comunista estoy en contra de esta farsa...” La verdad es que un año antes, tras la “invitación” a ingresar en la escuela militar Camilo Cienfuegos, y ante mi rotunda negativa y sarcasmos escupidos, (Esto está mal, no me parece bien que en Cuba existan prebendas, se trate del nieto del Che o no,cómo es posible que ante la "invitación" se haya negado? qué no era que en Cuba no te podías "negar"??? Y encima el tipo anda manisfestándose por ahi con toda libertad, no, el Che no hubiera querido eso para su nietecito (el que era capaz de fusilar a su sombra no?),le hubiera aplicado las generales de la ley, porque creo que ya quedó claro que en Cuba no te podés manifestar en contra no??, otra cosita, al parecer al tipo le hacen muchas jugarretas su memoria  y que pudiera interpretarse que es una acto de rebeldia monetaria o anarquista,uno puede pensar que no es una opinión autorizada, ya se sabe que la inteligencia no es hereditaria ,mucho menos la valentía, ese odio contra el estado me suena..........) recibí uno de esos sabios consejos maternos que acompañan a uno de por vida: “Si vas a criticar a la revolución –me dijo Hilda, con su sempiterno cigarro entre los dedos–, primero debes comprender de dónde proviene, cuáles son sus principios y cuáles sus fines...” Y ahí mismo, sin mayores contemplaciones, me mandó a leer a Marx...)
Ya lo decía yo, el hombre se siente muy rebelde,porque algo de Marx leyó pero se tomó todas las atribuciones de hacer una reinterpretación que ni Sartre mirá................
En la sociedad comunista –asegura Marx–, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos.” ( noooo vade retro!  que largue la chala! pobre Marx! a este punto jamás podrá ser esgrimido por un marxista ya que lo destruye automáticamente!ni Marx nos va a quedar mirá! si este tipo leyó a Marx y lo trae asi de los pelos, no quiero pensar que haría con su reinterpretacion de Trostki! andaríamos todos lanzando bombas, de paso su definición de permanente es fatal)Si esto tiene relación alguna con el sistema cubano, es algo que yo no he notado. No he tropezado con tal libertad ni en Cuba ni en ningún otro Estado (“comunista” o no). Esencialmente, las críticas que descargo contra el gobierno cubano son plenamente transferibles a cualquier otro porque en esencia, el estado de las cosas y los individuos permanece inamovible en todo el orbe.
(Muy buena muestra de coherencia,no se de que se trata pero me opongo, estoy cansado de ser el nieto de....como nunca lo voy a poder superar mejor me hago el harakiri...bla, bla,bla.....será Marte un buen lugar para vivir???, estaré haciendo algo además de fumarme la fama de mi abuelo para cambiar el sistema que critico "no solo en Cuba sino en el resto del mundo?, me suicidaré mañana? o seguiré disfrutando de las prebendas .....?el estado de las cosas y los individuos permanece inamovible en todo el orbe.......yo que el ,para decir esto mejor no hablaba ,con esto solamente justifica lo dicho por Lealtad (ni hablar de todo aquel que lo tome en cuenta..es como aplaudir un discurso de Bush)
Pero si ha de elaborarse una crítica ideológica de la revolución cubana, ésta sólo debe hacerse desde el territorio del marxismo, ahí de donde –se supone– proviene su ideología (y aclaro que aquí no elaboro una crítica a fondo, y que no soy yo un teórico marxista, como sin duda ya habrás notado). Sólo desde las ideas de Marx, pienso, puede verse en su conjunto el estrepitoso fracaso de un ideal falsificado. Así, cuando el Comandante muera, el fidelismo morirá con él (esto como chascarrillo nomás...el tipo nunca escuchó hablar de Peronismo?)
 
La historia no se repite como tampoco los personajes históricos , con la gran salvedad que este joven no pasará a la historia como nada, lo que debe ser muy duro de sobrellevar para él, considerando el peso histórico de su apellido,lo que realmente apena el intelecto es que haya gente que le otorgue algún tipo de autoridad como para ser reconocido nada mas por ser el nieto de.......en ese caso yo podría muy pronto publicar aquí (solo si me lo piden por favor) las opiniones de Zulemita Menem.................

matilda




جواب  رسائل 14 من 18 في الفقرة 
من: matilda مبعوث: 25/11/2005 17:59
Papiyo:
yo sé que vos estarías interesadísimo en leer las autoentrevistas de Zulemita,pero vas a tener que rogar che.....te las cambio por la foto del comandante...jeje
saludos
matilda

جواب  رسائل 15 من 18 في الفقرة 
من: maribea05 مبعوث: 25/11/2005 20:59
Complaciendo una de las peticiones de Elpi...
Ya vendran las otras, amigo.

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De Canek Sanchez Guevara, nieto de Ernesto Guevara de la Serna:
A Carlos M. Stefanía, director de Cuba Nuestra, en Suecia.

Estimado Carlos Manuel:

Cuando recibí tu correo pidiéndome una biografía me sentí como un prócer que nada ha hecho y se ve obligado a llenar unas cuantas páginas en el libro de texto con hazañas imaginarias. Por fortuna mi heroísmo se limita a la simple supervivencia, y mis hazañas, tan imaginarias que ni me imagino contándolas...
........

Nací en La Habana en 1974, en una casona en Miramar, sobre la Quinta Avenida: en resumen, en plena Aristocracia esquina con Burguesía. La vida en casa, empero, era cualquier cosa menos aburguesada. Además de mis padres (Hilda Guevara Gadea y Alberto Sánchez Hernández) habitaba el lugar un grupo de guerrilleros mexicanos llegados a la isla un par de años atrás. Ellos no eran Técnicos Extranjeros ni nada por el estilo, eran unos malditos revoltosos que estaban en Cuba —digamos— sin haber sido invitados por el gobierno (en otras palabras: secuestraron un avión en México y aterrizaron en La Habana; para hacer corta la historia). Creo que vivíamos unas doce o quince personas en aquella casa, no sé bien —por supuesto, mis recuerdos de aquella época no son míos, sino recuerdos de los recuerdos de otros; recuerdos de conversaciones, pues—. En algún momento los revoltosos mexicanos (comunistas, anarquistas, socialistas libertarios, qué se yo) decidieron que esa realidad socialista distaba mucho del ideal de libertad que ellos tenían, así que mandaron a la mierda la realidad y se largaron de Cuba en pos de la Idea (creo recordar que alguno de ellos, incluso, fue invitado a salir del país…). Y allá nos fuimos todos —me llevaron, quiero decir—, hasta la lejana Italia.

Durante los años setenta Italia era un hervidero de refugiados latinoamericanos de todas las tendencias de la izquierda. No “refugiados” en el sentido pasivo del término, sino militantes de sus respectivas causas en el exilio. Había argentinos, colombianos, nicaragüenses, salvadoreños, peruanos y sí, mexicanos también. Qué hacían mis padres en Italia es algo que no concierne al texto en cuestión, baste saber que cuando me preguntan algo relacionado con canciones infantiles, siempre respondo: Bandiera Rosa... Sí, creo que Bandera Roja y La Internacional fueron las primeras canciones que aprendí de niño. Recuerdo (no sé por qué) que en esos años llevaba siempre colgada del cuello una tira de cuero negro con un puño verde olivo. Tengo vagos recuerdos también (como flashazos) del minúsculo departamento que habitábamos en Milán. En serio minimalista...

Cuando tenía cinco años mi madre y yo volamos a La Habana. Durante varios meses (y ya sabes como es el tiempo en las Eras Infantiles: un verano puede ser infinito y un año entero apenas un segundo) vivimos en un apartamento en un edificio recién estrenado, justo tras el hotel Riviera. En realidad eran dos edificios, de esos que llaman de Microbrigada, de unos siete pisos, pequeñas ventanas y balcones aún más chicos. Y yo la pasaba de lo más bien: había tantos niños con los que jugar, tanto sol y tanta vida...

Bien, ese año en La Habana asistí al preescolar y francamente, no tengo muchos recuerdos de la escuela... En realidad sí: recuerdo los días de vacunación (no tienes idea de lo cobardón que era —soy— para las inyecciones). Recuerdo también a un par de gemelos (jimaguas) que eran un verdadero desastre juntos, y ahora me vienen a la memoria las interminables repeticiones de ejercicios caligráficos. En fin, cosas de preescolar.

Terminado ese curso, mi madre y yo viajamos a Barcelona para reunirnos con mi padre. Habían pasado pocos años desde la muerte de Francisco Franco (estoy hablando del setenta y nueve u ochenta) y las izquierdas estaban, como quien dice, desatadas. Mis padres siempre colaboraron con sindicatos y publicaciones diversas, tanto periódicos como revistas de izquierda. Colaboraron profundamente, quiero decir. El caso es que crecí entre salas de redacción y manifestaciones de tres días; el cuarto oscuro de revelado y un concierto de rock; entre mesas de diseño e interminables discusiones sobre el sujeto y el objeto de la revolución. Estudié el primer año de la primaria en una escuela bilingüe (castellano-catalán) de acuerdo con el discurso libertario de la época en España: el rescate de las Autonomías y sus valores culturales, comenzando por la lengua, claro. Recuerdo a mis amigos argentinos, hijos de unos refugiados amigos de mis padres, y recuerdo también las abiertas discusiones que los adultos sostenían por encima de la mesa —y los vinos— sobre la revolución permanente, mundial, en un sólo país, no sé; y siempre citando nombres en ruso, alemán, italiano o francés (vamos, no recuerdo qué discutían, sino el hecho de discutir —algo que, por supuesto, pasó a formar parte intrínseca de mi ser). Yo no entendía nada, y para serte franco, tampoco me interesaba: si Batman lucha por el bien, de qué se preocupan estos tontos, pensaba yo...

Mi padre pudo volver a México cuando el presidente López Portillo dictó una amnistía general para todos los involucrados en los movimientos armados de los setenta. Mi madre tenía siete meses de embarazo y yo siete años de edad. (Aquí debo aclarar que apenas dos años atrás, cuando salimos de Italia, pude decir abiertamente los verdaderos nombres de mis padres, siempre sujetos al rigor del clandestinaje. Mi familia entonces eran los compañeros de ruta de mis padres, y sus nombres —los de todos ellos— otros muy distintos a los verdaderos...) Mi hermano Camilo nació en Monterrey, la ciudad de la que es mi padre y en medio de la numerosa familia paterna, tan ajena y acogedora a la vez: lo desconocido para mí.

Poco antes del primer cumpleaños de mi hermano nos mudamos a la ciudad de México —una mole impresionante que contiene un mundo alucinante— y mis padres, por ironía o yo-que-sé, me inscribieron en una escuela de nombre José Martí. Mi hermano era asmático y yo estudié un año y medio en esa escuela. (Ya sé que una cosa no tiene relación con la otra, sólo intento resumir dos hechos en una sola frase). Camilo pasó su segundo cumpleaños en una cámara de oxígeno en el hospital cercano a casa, y la casa —toda— medía unos siete metros de largo por cuatro de ancho: la sala era también la habitación de mis padres, con la cocina a un lado, apenas separada por una barra o una mesa, no recuerdo. El micro-mini-nano baño y una estrecha habitación que compartíamos Camilo y yo completaban nuestro hogar. Tuve tres buenos amigos cuando viví en ese sitio; uno de ellos murió, no regresó de las vacaciones y cuando le pregunté a su mamá por él, ella se echó a llorar. Después mi madre me explicó. Fue mi primer contacto con la muerte. He perdido a muchos amigos. (El enfrentamiento con la Muerte, afirma Savater marca el inicio del pensamiento en el humano. Cuando por primera vez se piensa en la muerte, se Piensa, en realidad, por vez primera porque la muerte despierta la conciencia de la vida, despierta el miedo y despierta las preguntas también…)

Terminé la primaria en la ciudad de México, en una pequeña escuela de la que tengo buenos recuerdos y en la que hice buenos amigos. Por entonces vivíamos en el sur de la ciudad, en una unidad habitacional con cuarenta y siete edificios, lo recuerdo bien. Estaba cerca de la Universidad Nacional, así que vivían algunos profesores e investigadores de dicha institución... con sus familias, claro. Durante las dictaduras latinoamericanas de los años setenta, México acogió a muchos perseguidos políticos de diversas nacionalidades, sobre todo argentinos y chilenos. Algunos de ellos encontraron trabajo en la UNAM, y unos cuantos vivían en los edificios cercanos al mío. De hecho, mi mejor amigo en esa época era un chileno a quien recuerdo con mucho cariño... nos hemos visto un par de veces después, seguimos siendo amigos. Entre nosotros teníamos un pacto, un secreto que nadie más debía compartir: éramos comunistas... (es decir, sabíamos que había algo diferente en nuestro pasado, en nuestra historia, y teníamos la vaga idea de que un vago sentimiento de justicia justificaba esa diferencia... En fin, todo un trabalenguas infantil).

Mi madre, mi hermano y yo nos fuimos a vivir a La Habana en el verano de 1986, e inmediatamente después, entré a la secundaria Carlos J. Finlay, en Línea y G, en pleno Vedado. Honestamente, fue un choque tremendo. No tanto por las diferencias tangibles, materiales, como por las otras, las incorpóreas, las no-cósicas: de ser la revolución una utopía o una conversación, se convirtió para mí en una realidad absoluta. Entendámonos, yo no entendía un carajo de la revolución, tan sólo intuía que era el núcleo de nuestra vida (de la vida que yo había vivido con mi familia) y que se trataba de algo de lo que sólo se hablaba en voz alta cuando se estaba en confianza. De hecho, mi relación familiar con Ernesto Guevara nació en Cuba, donde irremediablemente fui bautizado como El Nieto del Che, y eso ya a los doce años.

Me costó mucho aprender a lidiar con esa suficiencia revolucionaria tan llena de carencias, con ese discurso que se contradecía al abandonar el aula y con la maldita obsesión de algunos de mis profesores con que yo tenía que ser el mejor. Por otra parte, recuerdo con especial cariño a mi maestro de Español, a quien le agradeceré siempre la severidad con que revisaba mis trabajos; a cierta profesora de Matemáticas con quien de inmediato hice amistad, y a otro más de la misma asignatura, que era serio y jocoso a la vez; recuerdo a una profesora de Química de quien no aprendí mucho pero me caía muy bien y a una de Fundamento de los Conocimientos Políticos que, involuntariamente, me hacía pensar.

Ser El Nieto del Che fue sumamente difícil; yo estaba acostumbrado a ser yo, a secas y de pronto comenzó a aparecer gente que me decía cómo comportarme, qué debía hacer y qué no, qué cosas decir y qué otras callar. Imagina, para un preanarquista como yo, eso era demasiado. Por supuesto, me empeñé en hacer lo contrario. Mis padres me educaron (como a mis hermanos) con absoluta libertad. De hecho, a veces pienso que me educaron para ser desobediente... aunque quizás sólo esté buscando excusas, no lo sé. Lo cierto es que pronto comencé a sentirme a disgusto con tal situación. Vivíamos en un apartamento amplio y confortable (quizá el único inconveniente es que estaba en un piso doce y el ascensor pocas veces funcionaba) pero bastante alejados de la nomenclatura. De los pocos contactos que tuve con la “alta sociedad” cubana no tengo recuerdos memorables (y no incluyo aquí a los buenos amigos que encontré en esos estratos: pocos pero sinceros), a no ser por el gusto amargo que me quedaba al comparar sus palabras y su forma de vida con las palabras y la vida del llamado Pueblo. Pero yo apenas me hacía adolescente, las valoraciones las hago ahora, en aquel momento no las comprendía del todo. No quiero que pase por tu cabeza la idea de que yo era un niño superdotado o algo por el estilo, sencillamente fui educado en el análisis, y el análisis decía que algo andaba mal, ¿entiendes? Digamos que sabía sin comprender; o que comprendía sin saber a ciencia cierta qué demonios ocurría a mi alrededor. Porque yo no vivía encerrado en una burbujita de cristal, de ninguna manera. Mis amigos vivían en el Vedado mismo, o en Centro Habana, o en Marianao, o en Miramar, o en Alta Habana, o en Alamar o en La Lisa. Mi vida no quedó circunscrita al discurso oficial, si bien formaba, consciente o inconscientemente, parte de ese discurso... Asistía a conciertos de rock (semiclandestinos mas tolerados... a veces), vagaba por la ciudad como uno más de sus habitantes; era joven y por ello sospechoso. ¿Sospechoso de qué? Pues eso, de ser joven, supongo. A veces me detenían en la calle y revisaban mis papeles y mis pertenencias, y una vez me revisaron el culo. En serio, recuerdo que estaba en la cola de Coppelia y se me acercó un tipo vendiendo pastillas (psicotrópicas, claro). Le dije que no quería y en cuanto dio dos pasos me cayeron encima. Me llevaron a los baños de la heladería, hicieron que me desnudara y me obligaron a hacer cuclillas mientras uno de ellos, con su uniforme de civil (la sempiterna guayabera blanca) se asomaba a ver si alguna pastillita asomaba por el ano... Qué obsesiones las de los policías...

En fin, era yo un greñudo más, un “desafecto”, “antisocial” y algo muy cercano —según los cánones policíacos— a un lúmpen. Claro que no lo era pero eso no importaba, y además en cuanto salía a relucir mi árbol genealógico, simple y llanamente me soltaban, no sin antes recordarme que esas no eran las actitudes que se esperaban de alguien como yo: El Nieto del Che no podía frecuentar tales compañías; en otras palabras, que no me juntara con el pueblo, que no me contaminara con ellos. Comencé a comprender que Pueblo es una hermosa abstracción que tiene múltiples usos, sobre todo retóricos... Tendría yo unos quince o dieciséis años y por entonces ya había abandonado el Pre.

Sí, como tantos otros estudiantes de mi generación fui un desertor escolar. Navegaba con bandera de NadaMeImporta entre otras cosas para restarme importancia o, mejor aún, para restarle importancia a la imagen que de mí se esperaba (si es que a estas alturas se esperaba algo de mí). Por esos años adquirí la costumbre de discutir, aún en términos superficiales, sobre lo real y lo simbólico, sobre el fondo y la forma, sobre la esencia y la apariencia. Comencé a enamorarme de las palabras y de las ideas. Me apasioné con Kafka y —lo admito con rubor— el primer pensador que en verdad me “llegó” fue Schopenhauer, tan antitropical él. Me interesaban por igual el rock y el mito de Trotsky, los dadaístas y el sonido electrónico; y al mismo tiempo, todo me daba igual. Era un chico un tanto silencioso: no triste ni nada de eso, por el contrario, siempre he sido feliz; quiero decir que era bastante introspectivo: Existencialista, decían mis amigos mayores, y aunque a mí no me quedaba muy claro qué significaba aquello, la palabrita me gustaba.

Comencé a interesarme en las formas culturales, a leer sobre pintura y música, a hundirme en novelas y películas, ensayos filosóficos y teorías artísticas; no sé, simplemente a buscar. Mi lucha, empiezo a darme cuenta, siempre ha sido cultural: digamos que el hombre es hombre a pesar de sí mismo, pero se hace plenamente humano por encima de su ser. Ser lo que somos es natural; lo cultural entonces, es preguntarnos qué somos, a dónde vamos, y también de dónde venimos. Y cuando afirmo que soy un hombre “culto” no refiero con esto al sentido aristocrático que se oculta tras el término; entiendo por hombre culto a aquel que sabe que además de su propia cultura hay otras más, ni mejores ni peores, tan sólo diferentes. Y en Cuba, Carlos Manuel, ambos lo sabemos, la dictadura es también cultural. O, ante todo, quizás... (Recuerdo ahora un acontecimiento que al igual que a tantos cubanos, me marcó como hierro candente. Me refiero al telenovelesco juicio al General Arnaldo Ochoa, a los hermanos De la Guardia y demás implicados en el tráfico de drogas, marfil, diamantes y divisas. Si utilizo el término “telenovelesco” es sólo para acentuar el modo en que yo lo viví: a través del televisor, noche tras noche, a las ocho en punto, esperando un desenlace que de antemano conocíamos, con el morbo exacerbado y ese desagradable tonito inquisitorio que permeó todo el (pre)juicio… Entendámonos, no insinúo que esos hombres fueran inocentes, sino que a todas luces sus superiores conocían tales manejos. A nadie podía caberle en la cabeza (a menos que el cerebro dejase mucho espacio libre dentro de la cavidad craneana) que el mismísimo Comandante no estuviera al tanto de todo el asunto. Evidentemente se trató de una operación de Estado, como muchas más que hemos presenciado; una operación destinada a procurar de preciosos dólares al gobierno cubano… Nadie en su sano juicio podía aceptar tal locura, tamaña farsa, tremenda broma de pésimo gusto. Sin embargo, mucha gente perdió el juicio en esos meses… Se hacían los locos, para decirlo en buen cubano; admitieron a pies juntillas la mentira judicial pero, ¿qué otra cosa podían hacer? Yo tampoco decía en voz alta lo que pensaba, lo comentábamos entre los amigos, nada más. Lo discutíamos como uno de los tantos temas que por entonces nos interesaban: las tetas de Fulanita o la fiesta de mañana, la proyección de Metrópolis o el concierto de Carlos Varela, no sé… Se discutía mucho pero nada se decía: ¿Cómo expresar la ausencia de expresión; ésa que silencia al individuo y lo vuelve zombi parlante?)

Después viví en El Cerro, en un minúsculo apartamento a unas cuadras de la Biblioteca Nacional, donde por cierto trabajé: restauraba libros. Olvidé decirte que entre los quince y los diecisiete años fui aprendiz de fotógrafo, primero en Juventud Rebelde y luego en Granma (además de adentrarme en lo que, con algo de autoelogio, se da en llamar fotografía artística). Edité junto con algunos amigos una pequeña revistita fotocopiada dedicada al rock (unos pocos ejemplares, nada más), y comencé a escribir. Debo decir que todo esto lo hacía con la mayor ingenuidad del mundo, no como parte de un plan maestro sino con la espontaneidad del antojo. Me interesé por las vanguardias artísticas, culturales, estéticas, y también, claro, por las ideológicas y políticas. Me hundí en los ismos, he de admitirlo. Empecé a dedicarme al diseño gráfico, al tiempo que hacía fotografía, componía música y escribía pésimos poemas “abstractos”. Me hice buen lector y poco a poco, editor.

En 1996 salí de Cuba, un año después de la muerte de mi madre y a diez de mi llegada a La Habana —mi hermano salió de Cuba justo después de la muerte de Hilda—. Salí con el corazón hecho mierda y las ideas más revueltas que cuando llegué: había vivido desde los doce hasta los veintidós años ahí. Me hice en Cuba: la amé y la odié como sólo se puede amar y odiar algo valioso, algo que es parte fundamental de uno...

Ahora vivo en la ciudad de Oaxaca, en México, alejado voluntariamente de la comunidad cubana en este país, y del exilio en general —debo admitirlo, me harta la sola idea de dedicarme a hablar de Cuba: me interesan tantas cosas—. Soy diseñador, editor, a veces promotor cultural o crítico de la cultura, según el caso. Colaboro con algunas publicaciones culturales o políticas; sigo componiendo música y me involucro en discusiones artísticas. Estoy editando una revista cuyo número 0 está pronto a aparecer (se llama El Ocio Internacional y aparecerá en papel y en internet a la vez —ya les avisaré): una revista dedicada al análisis y la discusión cultural; y además, escribo una novela, La inmortalidad del cangrejo, de la cual llevo unas 280 cuartillas. (En 1996 publiqué un librito titulado Diario de Yo —que para colmo ni siquiera es un diario—, texto que pronto pondré en red por si a algún despistado le interesa… La publicación corrió a cargo de una pequeñísima editorial hoy desaparecida y hasta donde yo sé, no se vendió un sólo ejemplar, lo que aumenta mi orgullo anticapitalista... Je.)

En cuanto a mí... ¿qué puedo decir? Sólo soy un egoísta que aspira a ser un hombre libre. Un egoísta que sabe que el Egoísmo nos pertenece a todos y que éste ha de ser solidario si se quiere pleno: en otras palabras, que mi libertad sólo es válida si la tuya también lo es, si mi libertad no aplasta tu libertad ni la tuya a la mía... Como decían los Sex Pistols: And I am an anarchist...

Como ves, estimado Carlos Manuel, se trata de la biografía de un inútil. Si no puedo plantear mi vida como una secuencia de logros, premios y demás es, simple y llanamente, porque no los tengo. Vivo de acuerdo a mis propios valores, hago lo que me gusta hacer. En definitiva, soy feliz. Espero, amigo Carlos, que logres extraer de este enredillo unos cuantos datos que sean de utilidad a ti y a tus lectores.

Un abrazo fraterno

جواب  رسائل 16 من 18 في الفقرة 
من: Elpidio3747 مبعوث: 25/11/2005 20:59
maribea estas cartas dejan claro que no hay tal hombre nuevo ni un carajo todo es un cuento si le habren la puerta se largan todos....este parrafito esta  interesante.....
 
 
En cuanto a mí... ¿qué puedo decir? Sólo soy un egoísta que aspira a ser un hombre libre. Un egoísta que sabe que el Egoísmo nos pertenece a todos y que éste ha de ser solidario si se quiere pleno: en otras palabras, que mi libertad sólo es válida si la tuya también lo es, si mi libertad no aplasta tu libertad ni la tuya a la mía... Como decían los Sex Pistols: And I am an anarchist...

 

جواب  رسائل 17 من 18 في الفقرة 
من: mfelix28 مبعوث: 26/11/2005 17:10
Lealtad:
Cada uno vende lo que tiene y su entorno pide.
Este como musico y como nieto del Che, en Cuba no vendia nada.
Se fue a Mexico, como musico sigue sin vender nada, pero si a lo de nieto del Che, añade atacar a Fidel, entonces tiene la vida asegurada.
Luego dira que ataca al captalismo con sus propias armas o asi, depende de que ideologia se  diga partidario entonces.
De momento en su carnet de identidad, donde dice  "Profesion:" puede poner : "Nieto del Che"

Saludos

جواب  رسائل 18 من 18 في الفقرة 
من: lealtad مبعوث: 27/11/2005 23:36
Gracias Mfélix, eso lo sabía, pero más claro lo pusistes tú, porsiòn ni8eto del Che y en contra de Fidel, le añado, así resulta màs lucrativo, creo yo.
 
Lealtad


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