HERNANDO CALVO OSPINA, autor del libro Ron Bacardí: La guerra oculta, que próximamente se publicará dentro de la campaña Bacardi Un mal trago Por Rosa Miriam Elizalde La idea de tratar el tema surgió tras de una noticia fuera de lo común en los predios informativos: Estudiantes de Gran Bretaña han presentado una demanda contra el Ron Bacardí y anunciaron que se cancelará un contrato por un millón de dólares para comercializar la bebida en los bares universitarios si la multinacional no cambia su política hacia Cuba. Geri Halliwell, una de las más importantes estrellas de la canción pop británica y exintegrante de las Spice Girls, se unió al boicot y decidió vender sólo el auténtico ron cubano Havana Club en el establecimiento que abrirá próximamente en Londres. La guerra del ron, como se conoce la batalla de la Bacardí contra el Havana Club que ha abierto un nuevo frente en las caldeadas relaciones económicas entre Estados Unidos y la Unión Europea, ha mostrado algo que ya todos saben: las transnacionales no sólo no son neutrales, sino que suelen tomar partido, impúdica y jactanciosamente, cuando las circunstancias lo imponen. En este caso, la Bacardí apostó sin disimulos contra la Revolución cubana, en una contienda absurda que ha puesto en tensión sacrosantos valores de la economía de mercado. El odio contra Cuba los ciega y, nuevamente, el mundo se a pregunta por qué. ¿Quién está detrás de la mayor compañía de con del mundo, que no cotiza en bolsa y responsable del 49 por ciento de las ventas de ron en Estados Unidos? ¿Por qué esa obsesión contra el Havana Club? ¿A qué se debe que la transnacional se haya decidido ahora a jugar abiertamente con la política? —¿Cuándo sale de imprenta el libro? —En septiembre, en París, bajo el sello de la editorial EPO, de Bruselas, que se encargará de presentarlo además en Holanda y en Bélgica. También, aparecerá en España, en colaboración con Sodepaz y los grupos de solidaridad con Cuba. Es decir, se presentará, simultáneamente, en cuatro países, y hay posibilidades de que en enero pueda salir en Inglaterra y en Alemania. "Este libro es el resultado de ese interés por conocer qué hay detrás de la Bacardí. En Europa ha habido una campaña contra ella, organizada por los comités de solidaridad con Cuba, que, sin embargo, no han tenido información suficiente sobre los manejos de la compañía. "Saben que la Bacardí tuvo una participación protagónica en la redacción de la Ley Helms-Burton, pero el asunto es mucho más complejo. La Bacardí, además de ser la primera distribuidora de ron en el mundo y la quinta en licores, está ligada a los intereses políticos norteamericanos y en particular a la Fundación Nacional Cubano Americana en Miami, vínculo que han tratado de negar sistemáticamente." —¿Cómo se puede probar eso? —Varios accionistas de la Bacardí pertenecen no sólo a la Fundación, sino a su dirección. Los accionistas más importantes de la Bacardí la han financiado históricamente. A mi juicio son la principal fuente de ingresos de la FNCA, antes que la familia Mas Canosa. —Pero hasta ahora la familia Mas ha sido la más publicitada contribuyente de la Fundación... —Creo que ha sido un trabajo de imagen. Han hecho una propaganda alrededor de Mas Canosa, que levantó su fortuna en aguas bastante turbias, ligadas a la Bacardí, una empresa que, junto con otra compañía —de la cual me reservo por ahora el nombre y que ha aportado unos cuantos millones de dólares—, han sido las principales contribuyentes de la organización anticubana desde que esta surgió a la palestra pública. Además del gobierno norteamericano, lógicamente. "Hay documentos que revelan que entre quienes más aportes financieros han hecho están varios accionistas de la Bacardí. Y aun cuando no llevan ese apellido, la mayoría de los directivos de la Fundación, que a su vez suelen ser empresarios o bancarios bastante influyentes, están ligados de una y otra manera al clan Bacardí." —El libro se titula Ron Bacardí: la guerra oculta. ¿A qué te refieres exactamente? —La mayoría de la gente que me pregunta qué estoy escribiendo ahora, invariablemente muestra una gran extrañeza cuando se entera que es sobre la Bacardí. Al menos en Europa, la Bacardí no posee una mala imagen, como la Nestlé, la Texaco o la Shell... Muy poca gente sospecha que esta compañía tiene una historia oculta, bastante especial, relacionada estrechamente con la guerra contra Cuba, e incluso que ha servido a los intereses de Estados Unidos en otras latitudes. —Pero la Bacardí en los últimos tiempos se ha robado bastante el show, sobre todo con su escandalosa participación en la Helms-Burton y más recientemente en la insólita querella para robarse la marca del Havana Club... —Tradicionalmente, entre las normas internas de la Bacardí estuvo no figurar públicamente en cuestiones políticas. Fue un gran error de esa empresa involucrarse de la manera que lo hicieron con la Helms-Burton. En mi libro se prueba que quienes escribieron esa Ley, casi en un 90 por ciento, fueron los abogados de la Bacardí. Esta empresa tiene varias compañías de lobby que trabajan para ella, y esta gente, que casi no se conoce en los medios públicos norteamericanos, fue con la mano derecha de Helms, la que en buena medida se encargó de redactar el documento. Se ha hablado mucho de Otto Reich, exembajador de Estados Unidos en Venezuela y socio de la Brock Group Ltd..., una firma de lobby contratada por la Bacardí, pero hay una importantísima figura de esa compañía, que tuvo un destacado papel en la elaboración y promoción de la ley. —La pregunta que se cae de la mata ahora es por qué se ha metido con tanto entusiasmo la Bacardí en esta empresa política. ¿Sólo añoranza por las excelentes mieles de la caña cubana? —Es una obsesión antinacional que está incluso antes del triunfo de la Revolución cubana. Desde mucho antes del 59 la Bacardí estuvo enrolada en proyectos contra la soberanía de Cuba. Para ser justos, hay que decir que en la primera generación de la familia hubo gente que se enfrentó al poder colonial. El museo Bacardí de Santiago de Cuba lleva el nombre de Emilio, un patriota que luchó por la independencia y que tiene una hermosa historia, que hoy ha sido silenciada completamente por sus descendientes. "Pero ya en la República, la Bacardí se hizo de un largo historial proanexionista y es casi seguro que se vinculó con la Cosa Nostra, a la que podría deber parte de su florecimiento económico y con la cual mantuvo relaciones después del 59 en alguna que otra empresa de carácter terrorista. Hay documentos que prueban que desde inicios de los años 50 esta familia estuvo estrechamente relacionada con el gobierno norteamericano y, en particular, la CIA. Como parte de su juego con el poder, la Bacardí dio dinero para el Movimiento 26 de Julio, e incluso, llegaron a plantar en 1959 un gran cartel en su edificio de La Habana que decía "Gracias Fidel". Ellos apostaron por una Revolución populista, que no iba a tocar sus intereses y que podría favorecerlos si sacaba del camino a sus competidores nacionales. Pero cuando vieron que el programa de Fidel iba en serio y que se empezaba a cumplir lo prometido, se distanciaron inmediatamente de la Revolución." —¿En qué medida los afectó la nacionalización? —-Ah, lo que muchos no saben es que la Bacardí ya no era cubana cuando triunfó la Revolución. Desde unos años antes del 59 la Bacardí, su marca —que es lo fundamental— pertenecía a las Bahamas. Aquí lo único que les quedaba eran las mieles y su principal destilería como imagen de marketing para las ventas, al ser Cuba sinónimo mundial de buen ron, pero sus principales ganancias estaban en Puerto Rico y en México. "Es más, ellos mismos admitieron que el éxito de la firma se lo deben en parte a la Revolución, pues de no haberse ido, no hubieran podido multiplicar la empresa y convertirla en una corporación multinacional." —¿Y cómo es que ahora arman tanto escándalo en torno al origen cubano del producto y a los perjuicios que le ocasionó la Revolución? —Ellos se olvidaron totalmente de mencionar a Cuba en su publicidad después del 59. Es más, era un sacrilegio hablar de la Isla y vincular sus productos al país comunista. Todas sus botellas aclaraban que el ron se fabricaba en Puerto Rico o en Bahamas. Por nada del mundo reconocían el Cuba Libre: le llamaban Coca Cola con Bacardí, como si hubiera sido un invento de ellos. Eso fue así hasta 1993, cuando incluyeron un rótulo que dice: Fundado en Cuba, pero de una manera un tanto ambigua, y al consumidor le queda la duda sobre de dónde es que realmente salió el ron. "Este giro comenzó cuando la trasnacional financiara Pernod-Ricard francesa hizo el convenio con la Havana Club, y el verdadero ron cubano se disparó en las ventas a escala mundial. Ahí empezó la Bacardí a sentirse más cubano que las palmas y, hacer una campaña internacional tremenda, donde ha intentado reivindicar su cubanidad a cualquier costo, algo, por supuesto, de lo cual ya no les queda nada." —Pero, ¿por qué tanto lío si cualquiera se da cuenta de que el Havana Club no puede ni pretende ser un rival económico para esa transnacional? —Tiene que ver con la obsesión de frustrar cualquier vía de ingreso económico para Cuba, con la estrategia contrarrevolucionaria de la Fundación y los sectores más recalcitrantes de la derecha norteamericana, a los que siempre estuvo vinculada la Bacardí. La caída del muro de Berlín no provocó el naufragio de la Isla. La Torricelli no pudo impedir que el país siguiera desarrollándose, a pesar de las enormes dificultades económicas. Llega la Ley Helms-Burton, escrita y dirigida por la Bacardí, y Cuba seguía allí. "Ellos apoyaron sin ningún recato la Helms-Burton porque estaban seguros de que provocaría el derrumbe cubano. Es la primera vez, desde los años 60, que la Bacardí metía pies y manos, públicamente, para apoyar esta cuestión política. Cuando aparece en el escenario la Pernod-Ricard, lo primero que ellos dicen es que el Havana Club se produce en sus territorios, y les entra una especie de delirio persecutorio, que los lleva a redactar la famosa Sección 211 —cosa que hizo Ignacio Sánchez, uno de sus abogados— y a presentar una carta testimonio ante la Oficina de Patentes de Estados Unidos para exigir que se le retirara la patente a la Compañía Havana Club. No te olvides que la Bacardí y sus aliados económicos son los designados en el proyecto de "democracia" para Cuba, que ampara la Helms-Burton, para hacer la transición económica. Eso está escrito." —¿Cómo han planeado ese supuesto retorno a la Isla? —Ese es otro de los temas del libro. El proyecto ya está armado y ahí están contemplados la Coca Cola, la Pepsi, la General Motors, Chiquita Banana... Lo increíble es que el tinglado económico está listo, lo que desmiente algo que está escrito en la Helms-Burton, que recomienda que esto debe conformarse sólo cuando el gobierno revolucionario caiga. O sea, la Bacardí se ha estado mostrando y ha demostrado ser no sólo la que ha puesto las reglas del juego de la Ley que debía ser el puntillazo final para la Revolución, sino que se sabe a sí mismo como el gerente y beneficiario principal del cambio económico. —Entonces es lógico suponer que la Bacardí también estuvo metida de lleno en el tema Elián. —Por supuesto. Se la jugaron también en el caso de Elián, algo lógico, pues uno de los grandes jefes históricos de la Bacardí es miembro de la Fundación. Pero también otra persona de la alta cúpula de la Fundación es accionista de la Bacardí. Clara María del Valle, nieta de una Bacardí, es la vicedirectora ejecutiva de la FNCA desde 1999, y cuando fueron las abuelas de Elián a Miami, ella estuvo en el lugar donde el niño se encontró con Mariela y Raquel. Esta es una de las personas que más daño le ha hecho a Cuba, pues está encargada del tema de los derechos humanos y es quien ha estado detrás de las condenas en Ginebra. Y hay otros personajes que hemos visto durante todos estos días en contra del regreso de Elián, como la cantante Gloria Estefan —su papá fue guardaespaldas de Batista y estuvo en la invasión de Girón—, cuyo esposo y manager es uno de los accionistas de la compañía. Emilio Estefan trabajó durante doce años para la Bacardí Import como director de marketing latino. —¿Cuándo comenzó el idilio entre Helms y la Bacardí? —Hace muchos años atrás, en los 70, cuando el senador estaba bastante ocupado con el asunto Operación Cóndor y la lucha "antisubversiva" en América Latina. Digamos que esto ocurrió tras bambalinas, pues la multinacional siempre ha sido dentro de la Fundación un gran poder en la sombra, sin dejar de ser una de las más responsables y cómplices de las actividades legales, clandestinas y de todo tipo alentadas por esa organización desde 1981. "Pero la Bacardí siempre obró con cuidado, en el sentido de no figurar demasiado públicamente y cuidar su imagen. Con la Ley Helms-Burton, como estaban seguros de que Cuba se hundiría, salieron al ruedo, hasta el punto de que esa ley que se conoce por el nombre de los dos senadores republicanos, también se ha sido llamada llamado Ley Bacardí." —¿Cómo calificarías este lanzamiento público contra el Havana Club? —De idiotez. Y es una idiotez compartida con Estados Unidos. Mira, una empresa como Bacardí, que no es norteamericana —la marca oficialmente pertenece a las Bahamas, con sus oficinas centrales en las Bermudas, una isla que poca gente en este mundo conoce y hacia donde mudaron sus oficinas principales-, se da el lujo de decidir en la legislación norteamericana. Eso es un absurdo, que se complementa con el hecho de que la Ley Helms-Burton y la Enmienda 211, hechas por Bacardí y para Bacardí, van contra la globalización. "Estados Unidos y la Unión Europea ya discutían por la importación del banano de las excolonias del Viejo Continente. Se añaden las presiones norteamericanas para importar carne con hormonas y productos transgénicos, diferendo que ha llevado estos asuntos al seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ahora se enfrentan nuevamente Europa y Estados Unidos por un producto robado por la Bacardí, una empresa que ni siquiera es norteamericana. "Todo este asunto va, de hecho, contra un principio sagrado de la empresa capitalista, y más en este mundo globalizado, que es el respeto a las marcas. Con el ejemplo de Bacardí en Estados Unidos, cualquier Estado, incluido el cubano, puede producir Coca Cola sin ningún problema. Si no se respeta el registro de la marca Havana Club, ¿por qué Cuba habría de respetar a Mc Donalds o a cualquier otra, aun cuando esté registrada en la Isla?" —Esto puede llevar al caos... —El desorden ya está creado. Recién leíamos en un despacho noticioso que unos japoneses, siguiendo el ejemplo de la Bacardí, quieren registrar como suyos el arroz Balmani, cien por cien hindú. Una empresa de Chicago pretende registrar el curry, otro producto clásico de la India, como si fuera de ellos. ¿Te imaginas lo que esto significa?: sencillamente, la locura del mercado. Algo muy peligroso para el propio sistema globalizador, que necesita unas mínimas normas de conducta en el mercado para sostenerse. —¿Por qué se dan justamente en Inglaterra las mayores reacciones contra la Bacardí? —Porque la transnacional tiene grandes intereses en ese país y coincide que en el movimiento universitario inglés hay un gran cuestionamiento hacia los manejos sucios de esa empresa. Ellos han denunciado que la Bacardí no establece el pleito para ganar unos dólares más, produciendo un Havana Club que no es tal y que cualquiera puede descubrir. ¿Para qué se piratean las marcas? Para dañar la imagen de la marca. No sólo le resta a las ventas, sino que el producto falsificado es de menor calidad, lo que destroza lentamente la imagen, y alejan a los consumidores. Si se decide a producir un mal ron Havana Club, la Bacardí garantiza el desprestigio de la bebida cubana, algo difícil de recuperar incluso si se logra poner las cosas nuevamente en su lugar. —¿Apareció algo inesperado durante la investigación? —Terminé encontrando cosas que ni siquiera imaginaba. Por ejemplo, que la Bacardí pasó por Angola, Centroamérica y por otros lugares donde han tenido lugar guerras sucias financiadas por Estados Unidos. Y te aseguro que su presencia en esos sitios no fue para nada bueno. —Si no fue a vender ron, ¿qué hacía por ahí? —Oye, ¿no te parece que debemos dejarle algo a los lectores del libro? |