Extraído de Javier Peña, Las intervenciones norteamericanas en América Latina.
Ya aparecía Cuba en la mira de los EEUU.
España de Fernando VII — este último reinstalado en su trono luego del lamentable episodio napoleónico — apoyada por Francia, Rusia, Prusia y Austria, había pensado y tratado de reconquistar sus antiguas posesiones americanas. Pero los intereses de las potencias europeas divergían. Inglaterra, que había sido la primera beneficiada con la pérdida de las colonias americanas de España, no estaba dispuesta a que ésta retomase bajo su control sus antiguas posesiones.
Es así como hacia la segunda década del siglo XIX, cuando la monarquía española quiso recomenzar la guerra para reconquistar sus ex posesiones de ultramar, se encontró con la oposición decidida de Su Graciosa majestad, que trató entonces de arribar a un acuerdo con los EEUU. El ministro británico George Canning, invitó a los norteamericanos a hacer causa común y a oponerse a las pretensiones españolas.
Y el ex-presidente Jefferson le respondía en estos términos al presidente Monroe, quien le había consultado acerca de la actitud a adoptar frente a las potencias europeas: "Debe ser nuestra máxima fundamental el evitar de enredarnos en las disensiones europeas... (y) no consentir jamás que Europa se mezcle en los asuntos cisatlánticos... La Gran Bretaña entre todas, es la nación que puede hacernos más daño; teniéndola pues de nuestra parte, no debemos temer al orbe entero..."
Cuba bajo la bota yanqui.
Desde 1868 los patriotas cubanos habían tomado las armas contra el colonialismo español. Vencidos luego de diez años de combates, recomenzaron la guerra en 1895 obteniendo algunos sonados triunfos. La victoria y la independencia parecían a su alcance.
Entonces Estados Unidos intervino a toda prisa.
Las inversiones yanquis en las plantaciones de azúcar y en las minas de la isla eran considerables y los dirigentes de EEUU no se molestaban en decir públicamente que para ellos, el azúcar cubano era de una importancia vital, como el trigo y el algodón de la India y del Egipto para Inglaterra.
El pretexto que encontraron fue esta vez la explosión ocurrida en el acorazado Maine en La Habana, que provocó la muerte de más de 250 miembros de la tripulación. No había ninguna prueba de la implicación española — y tiempo después se supo que el estallido había sido accidental — pero el presidente Mac Kinley azuzado por la histeria "jingoísta", declaró la guerra a España el 21 de mayo de 1898.
La guerra fue de corta duración. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba y las tropas yanquis desembarcaron en la isla. Entre los "Rough Riders"que ocuparon Cuba se encontraba Teodoro Roosevelt, futuro presidente de EEUU quien iba a llegar a ser el campeón de la política de intervención y del "Big Stick"(Gran Garrote).
Mediante el Tratado de París (10 de diciembre de 1898) España cedió Puerto Rico y las Filipinas a los EEUU. La guerra contra España marcó la entrada en fuerza de EEUU como uno de los principales actores sobre la escena internacional. Para España en cambio, significó el último acto de su progresiva declinación internacional, que la llevaría al repliegue sobre sí misma.
Cuba, teóricamente independiente, fue puesta bajo la autoridad del gobernador militar yanqui Leonardo Wood, jefe de las tropas de ocupación. Estas permanecerán en el país durante tres años.
Fue el propio Wood quien convocó a una asamblea constituyente introduciendo una enmienda redactada por el senador de Connecticut Orville Platt, a pesar de la oposición de numerosos constituyentes quienes consideraban que se trataba de una intromisión inaceptable que violaba la soberanía y la independencia de Cuba.
En La Habana estallaron manifestaciones contra ese diktat y el gobierno Wood lanzó un ultimátum: "Los Estados Unidos continuarán a ocupar la isla hasta que sea organizado un gobierno cubano, cuya constitución lleve como parte importante todos y cada uno de los preceptos de la Enmienda Platt".(21)
La Enmienda Platt constituía una demostración flagrante del estado de vasallaje al que Cuba había sido sometida. El 23 de mayo de 1903 fue incorporada a la constitución. Sólo en 1934 serían modificadas ciertas cláusulas. He aquí algunas perlas: artículo 1*: "El gobierno de Cuba no firmará ningún acuerdo que permita a una potencia extranjera obtener para propósitos navales o militares, una parte de la isla...".
El artículo 3* era particularmente humillante: "El gobierno de Cuba consiente a que los Estados Unidos puedan ejercer el derecho de intervenir para preservar la independencia cubana (sic!) y la mantención de un gobierno adecuado para la protección de la vida, la propiedad...".
El artículo 7* les daba a los EEUU el derecho de instalar bases militares en territorio cubano. Guantánamo es en la actualidad una prueba viva de un tiempo que podría creerse como sobrepasado.
El gobernador Wood no se equivocaba cuando en 1903 escribía en una carta a Roosevelt:
"Poca o ninguna independencia efectiva le ha dejado a Cuba la Enmienda Platt. Los cubanos más sensibles comprenden esto y sienten que lo único positivo que pueden hacer es buscar la anexión".(22)
Invocando la Enmienda las tropas yanquis desembarcarán en numerosas oportunidades: en 1906, 1912 y 1917. Franklin D. Roosevelt aceptará abrogar ciertas cláusulas sólo en 1934. La doctrina Drago y los "corolarios Roosevelt de la doctrina Monroe.
En diciembre de 1902, barcos de guerra británicos, alemanes e italianos se presentaron frente a las costas venezolanas hundiendo algunas naves surtas en las bahías y bloqueando los puertos. Exigían el pago de indemnizaciones impagadas a súbditos europeos.
"Teddy" Roosevelt, presidente de EEUU, aprobó la acción punitiva de las potencias europeas, pero los países latinoamericanos se indignaron ante esta agresión. El ministro de relaciones exteriores de Argentina Luis María Drago, dirigió una nota al Departamento de estado — que luego sentó jurisprudencia y fue adoptada por la Conferencia de La Haya en 1907 — en la cual exigía prohibir la utilización de la fuerza como medio para cobrar deudas contraídas por un estado. La "doctrina Drago" había nacido.
Roosevelt no estaba dispuesto a aceptar que las potencias europeas ejercieran un papel de gendarme en su zona de influencia. Ese derecho se lo reservaba sólo a los Estados Unidos. El 6 de diciembre de 1904 en su discurso anual , el presidente norteamericano precisaba: "Si una nación demuestra que sabe proceder con eficiencia razonable y de modo decente en los asuntos sociales y políticos, si mantiene el orden interior y paga sus obligaciones, no necesita la interferencia de Estados Unidos. Las equivocaciones crónicas o la impotencia pueden requerir la intervención en América ...puede forzarnos al ejercicio de policía internacional".(23)
Un año más tarde, Roosevelt — que había sido jefe de la policía de Nueva York — anunciaba a las naciones latinoamericanas en su mensaje anual, que no aplicaría la "doctrina Monroe", es decir, que no se opondría a las acciones punitivas de las potencias europeas: "Si una república al sur de nosotros comete un desatino contra una nación extranjera... la doctrina Monroe no nos ha de forzar a intervenir para impedir el castigo de tal desatino, salvo para impedir que el castigo no asuma, de ninguna manera, la forma de una ocupación territorial...".(24)
Los dos discursos de Roosevelt servirán de justificación a la política imperialista yanqui que se traducirá por intervenciones en Panamá, Cuba, Nicaragua, Haití y Santo Domingo. La política del "Gran Garrote" — "hablar suave teniendo on garrote en la mano" — iba a constituir la política oficial del gobierno norteamericano durante las primeras décadas de este siglo.
Bahía Cochinos.
Victoriosa en 1959, la Revolución cubana provocó un terremoto en todo el continente. A sólo algunos kilómetros de las costas estadounidenses se instalaba un gobierno revolucionario que iba a ser la pesadilla de nueve presidentes norteamericanos.
Rápidamente, luego que el gobierno cubano decretó la reforma agraria y que EEUU como medida de retorsión se negó a refinar el petróleo soviético, suspendiendo a su vez las compras de azúcar cubano, ocurrieron las primeras provocaciones y agresiones.
El conflicto alcanzó su punto de no retorno el 17 de abril de 1961, cuando la C.I.A., debidamente autorizada por el presidente Kennedy, organizó la invasión de la isla tratando de establecer una cabeza de playa en Bahía Cochinos.
Utilizando a los anticastristas cubanos y centroamericanos, la C.I.A. pensaba que la noticia del desembarco iba a provocar una insurreción en laisla. Pero esta vez el hermano menor de Foster Dulles, Allen, se equivocaba. El intento de invasión fue repelido en pocos días por los milicianos cubanos y más de 1000 "gusanos" fueron tomados prisioneros.
Kennedy desmintió la participación yanqui, pero cuando las pruebas de ésta llegaron a ser irrefutables — pilotos yanquis abatidos por la DCA cubana — y aún cuando el proyecto de invasión le había sido legado por su predecesor Dwight Eisenhower, asumió en estos términos la responsabilidad del fracaso:
"Si alguna vez la doctrina interamericana de no intervención oculta o excusa una política de pasividad, si las naciones de este hemiferio fracasan en cumplir con su cometido contra la penetración comunista, entonces quiero que quede completamente claro que este gobierno no dudará en hacer frente a sus obligaciones ...si alguna vez llega ese momento, no está en nuestra intención recibir lecciones sobre no intervención"(43)
Desde entonces la historia de Cuba es la historia de una resistencia permanente por oponerse a los planes de intervención e injerencia tramadas por los EEUU. Aparte de la ayuda aportada a los grupos de opositores cubanos, los EEUU idearon varios intentos de asesinato contra los dirigentes cubanos.
Obligada a resistir a la potencia más grande de la historia, Cuba no tuvo otra alternativa que defenderse con uñas y dientes. De esta manera, al azúcar y al ron se agregó otro producto "no tradicional de exportación": la revolución.
Las últimas intervenciones e injerencias tendientes a hacer todavía más difícil la situación en la que se encuentra Cuba (leyes Torricelli, Helms-Burton), prevén sanciones económicas en contra de los países que le prestaren asistencia, así como la prohibición de comerciar con Cuba a las filiales de las empresas norteamericanas en terceros países y la interdicción de atracar en puertos de EEUU a los barcos que hubiesen fondeado descargando mercaderías en puertos cubanos en los últimos seis meses.
Estas leyes fueron condenadas ampliamente por la comunidad internacional. Su carácter de extraterritorialidad viola el derecho internacional y trata de desalentar a las demás naciones en sus relaciones comerciales con Cuba, que soporta desde hace treinta años un despiadado embargo. Los Estados Unidos se habían encargado desde 1945 de la tarea de formar a los oficiales de los ejércitos de América Latina. Estos fueron formados en la lucha contra el comunismo, al que creían ver en cada protesta social o en las numerosas luchas por mejores condiciones de vida que tuvieron lugar en el continente durante los años sesenta. Ante el prestigio creciente de la revolución cubana, Kennedy lanzó en 1961 la idea de un vasto programa de ayuda económica y social, la "Alianza para el Progreso".
Este pequeño "plan Marshall" fue abandonado por Johnson algunos años después, cuando el esfuerzo en la lucha contra el comunismo se tradujo en la colusión abierta entre Washington y los militares latinoamericanos.
El intervencionismo norteamericano en América Latina contribuyó a forjar en esta región del mundo un vigoroso sentimiento antiyanqui. Durante casi dos siglos, el poderío de la potencia hoy en día dominante, actuó a su antojo en su "patio trasero". Estas intervenciones se acentuaron desde 1945, favorecidas por la existencia de un mundo bipolar y por la guerra fría.
El imperio no habría podido actuar impunemente, si no hubiese contado con la preciosa ayuda de los "Quislings" nativos: Castelo Branco y Costa e Silva en Brasil; Stroessner en Paraguay; Somoza, Trujillo, Castillo Armas y d’Aubuisson en América Central; Pinochet en Chile; Onganía y Videla en Argentina; Balaguer, Wessin y Duvalier en el Caribe; Fujimori en Perú, etc.
Todos, cabezas visibles de una estructura de poder en el continente que perpetúa su existencia gracias al "hermano mayor" del Norte.
Es el "hermano mayor" quien creó para sus creaturas, diversas instituciones en defensa de sus intereses comunes. Es el "hermano mayor" el que impuso la doctrina de seguridad nacional con su corolario de muerte y terror. Es el imperio dirigido por este generoso "hermano" el que decretó que la libertad no era otra cosa que la libertad de empresa, estableciendo una identidad entre la libertad y el american way of life.
La alianza entre las oligarquías latinoamericanas y Washington estaba destinada a luchar contra el enemigo interno común: la subversión comunista — que los EEUU siempre consideraron como el largo brazo de Moscú — y los sectores populares, que disputaban a estas mismas oligarquías un espacio político, planteando a su vez reivindicaciones de carácter social y económico.
Este statu quo imperial-oligárquico pudo ser garantizado sólo por fuerzas armadas sumisas y fieles al "hermano mayor".! Cuántos crímenes y atrocidades se cometieron para preservar el orden que el amo deseaba! Todas las causas infames, fueron apoyadas por los EEUU en el continente, aún si años después Clinton hiciera un tardío mea culpa : "Es importante que yo declare que el apoyo a los militares implicados en actos de violencia y de represión extensiva, es un error que no debemos repetir". (52)
Fueron los EEUU quienes crearon las escuelas militares — laflor y nata de ellas era "The School of the Americas" — donde fueron formados más de 58 000 militares latinoamericanos. Si el Pentágono organizara una reunión con sus antiguos alumnos, se darían cita seguramente los facinerosos más repugnantes de todo el hemisferio... A partir de los años sesenta -después del triunfo de la revolución cubana — el Pentágono asignó una tarea bien específica a los ejércitos latinoamericanos: debían cesar desde ahora de participar en la defensa continental debiendo encargarse de su "seguridad interna".
En esta trabajo sucio, EEUU utilizó los métodos de los escuadrones de exterminación de Himmler. Como se sabe, numerosos especialistas nazis se instalaron en EEUU después de la última guerra. Son ellos quienes ayudaron a la elaboración y aplicación de las técnicas de la lucha antisubversiva adoptada por los militares latinoamericanos. Pero esta pléyade de criminales, surgida de lo más profundo del bestiario del continente, tuvo que hacer siempre frente a la encarnizada y heroica resistencia de los pobres y excluidos. No ha habido un sólo día en que esta resistencia no se manifestara.
Desde los patriotas mexicanos que combatían contra el invasor yanqui, pasando por los "mambises" cubanos, los "cacos" de Charlemagne Peralte en las montañas haitianas y los exhaustos soldados del "pequeño ejército loco" de Sandino; los combatientes guatemaltecos y los miles de indios y campesinos víctimas de la guerra antisubversiva que durante treinta años llevó a cabo el ejército de Guatemala con la bendición de EEUU, hasta los dominicanos y panameños que defendieron la soberanía de sus patrias en 1965 y 1989 contra las tropas yanquis. Esta resistencia se manifestó también bajo otra forma en diciembre de 1998, cuando la mayoría de los puertorriqueños rechazó por segunda vez en cinco años la asimilación pura y simple a los EEUU (53). Al mismo tiempo, un poderoso movimiento por la preservación de la lengua española y de la cultura puertorriqueña sentó sus reales en la isla caribeña, sometida desde un siglo al predominio norteamericano: "Hace cien años que Puerto Rico es una colonia yanqui. Pero no han podido destruir ni su lengua ni su cultura, ¡es admirable! El imperialismo dispone de medios poderosos para destruir culturas e imponer la suya. Puerto Rico es un ejemplo. Demuestra la capacidad de los pueblos para resistir y el alto valor de la cultura. Los privaron de la soberanía y a pesar de todo resisten..."(54) Durante los últimos años los militares han perdido aparentemente mucho poder en América Latina, pero en casi todos los países han continuado a controlar la vida política, presentándose — como en Chile — como los garantes de la constitucionalidad de los actos del gobierno.
Es la nueva función que el imperio les ha asignado. En el curso de la década de los años ochenta, Washington propagó la idea según la cual habrían en el continente instituciones "permanentes" y "transitorias". Estas últimas estarían compuestas por los gobiernos y parlamentos, es decir, instituciones electas mediante el sufragio universal. Junto a éstas, las instituciones "permanentes", garantizarían la reproducción del modelo de dominación imperial. Curiosamente, estas instituciones "permanentes" no son elegidas mediante el sufragio universal: el ejército, el poder judicial, los bancos centrales... todos, acérrimos defensores del modelo neoliberal en vigor. Aún cuando Cuba sigue siendo en la actualidad el blanco predilecto de EEUU en el Nuevo Mundo, otros países, que han cometido el delito de "lesa independencia", están también en su mira: la ingobernable Colombia — donde la guerrilla controla una buena parte del territorio y contra la cual Washington quisiera emplear métodos expeditivos con el pretexto de luchar contra el narcotráfico — y Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez no goza con la simpatía del amo del mundo.
Sugestivamente, después de la victoria de Hugo Chávez en la elección presidencial última, comenzaron a aparecer artículos en la prensa "libre", alertando sobre el peligro que representaría un ex militar, que además, cometió el indecoro de ganar la elección con casi el 60 % de los votos. La "prensa libre" retuvo como circunstancia agravante contra Chávez su convocatoria a una Asamblea Constituyente en abril 1999, encargada de redactar una nueva constitución, proyecto que los venezolanos tuvieron la impudicia de aprobar con cerca del 88 % de sus sufragios. Esto era más de lo que los vigilantes celotes del orden imperial podían tolerar.
Entonces han comenzado a hablar de "jacobinismo autoritario" y de "deriva autocrática", acusando al presidente venezolano de haber puesto en práctica una "forma moderna de golpe de estado"".(55) Después de haber inaugurado — con la guerra del Golfo y la reciente agresión contra Yugoslavia — una nueva era en las relaciones internacionales, los EEUU, se proponen continuar ejerciendo su predominio en América Latina y en el resto del mundo. La resistencia contra el imperio es entonces, no sólo un imperativo moral , sino que debe ir acompañada del necesario odio contra la potencia hegemónica: "Que me sea permitido rememorar el `odio a los tiranos` que animaba antaño a los revolucionarios de 1789 y `elodio de clase` que no desdeñaban expresar antiguamente los trabajadores. Deber de odio. Sí, no tengamos vergüenza.Hoy en día la aversión prioritaria absoluta al imperialismo norteamericano ...representa para las víctimas de toda dominación, la propedéutica de una determinación lúcida y de un compromiso solidaridario activo".(56)
Notas.
1. Vermont en 1791; Kentucky en 1792; Tennessee en 1796. Estos dos últimos territorios así como Mississippi, Alabama, Illinois, Indiana y Ohio, fueron adquiridos por la Unión gracias al Tratado de París de 1783. Otros territorios situados más al oeste, fueron comprados a Bonaparte en 1803.
2. Carlos Machado, Documentos, Estados Unidos y América Latina, Editorial Patria Grande, Montevideo, 1968, página 11.
3. Machado Carlos, op.cit., página 13.
4. Idem, página 15.
5. Machado C., página 18.
6. Idem, página 19.
7. Ibidem, página 23.
8. Leopoldo Martínez Caroza, La intervención norteamericana en México, 1846-1848, Panorama Editorial, México, 1985, página 19.
9. Idem, página 27.
10. Carlos Machado, op.cit., p’agina 32.
11. Carlos Antonio López, 1790-1862, presidente de Paraguay entre 1840 y 1862.
12. Ynsfran Pablo Max, La expedición norteamericana contra el Paraguay, 1858-1859, Editorial Guaranía, México-Buenos Aires, 1954, 2 vol., página 208.
13. Idem, vol. II, página 42.
14. Lemaitre Eduardo, Panamá y su separación de Colombia, Ediciones Corralito de Piedra, Bogotá, 1972, página 42.
15. Existe una historia de este episodio, La guerra de Nicaragua, obra traducida del inglés por Ricardo Fernández Guardia, Ediciones Universidad Centroamericana, San José, Costa Rica, 1970.
16. Carlos Machado, op.cit., página 41.
17. Idem, página 43.
18. Jingoísmo: "Término inglés sinónimo de chovinismo patriótico". Universalis.
19. Vial Gonzalo, Historia de Chile, vol. II (1891-1920), ediciones Santillana, Santiago de Chile, 1983.
20. Gonzalo Vial, op.cit., página 165.
21. Carlos Machado, op.cit., página 53.
22. Idem, página 55.
23. Idem, página 64.
24. Ibidem, página 66.
25. Eduardo Lemaitre, op.cit., página 75.
26. Idem, página 95.
27. Ibidem, página 128.
28. Machado C., op.cit., página 57.
29. Buneau Varilla Philippe, De Panama à Verdun, página 162 y siguientes.
30. Castor Sucy, La ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias, Casa de las Américas, La Habana, 1974, página 22.
31. Cardoso F.H. y E. Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina, PUF, 1983, página 83.
31a. Jesús Silva Herzog en "La revolución mexicana", Maspero, página 164, transcribe la requisitoria de un diputado mexicano contra el embajador Wilson:"Acuso a mister Henry Lane Wilson...de ser responsable de la muerte del presidente Francisco Madero...Acuso al embajador Wilson de haber puesto en la balanza del destino de México, todo el peso de su influencia como representante del gobierno de Washington...Lo acuso de haber amenazado con una intervención armada inminente por parte de EEUU, lo acuso de haber estado informado del golpe de estado y de haber sido parcial en favor de la reacción..".
32.Carlos Machado, op.cit., página 75.
32a Adolfo Gilly, La revolución interrumpida, ediciones El caballito, 1977, página 218.
33. Sucy Castor, op.cit., página 85.
34. Idem, página 35.
35.Carlos Machado, op.cit., página 85.
36.Du rêve à la Révolution, Solidarité Nicaragua N*3, París 1982, página 218.
37. Carlos Machado, op.cit., página 87. 38. Idem, página 89.
38a. Tulio Halpering, Historia contemporaine de l’Amérique Latine, Payot 1972, página 186.
38b A propósito del "fascismo" de Perón, es interesante la anécdota contada en sus memorias por Pablo Neruda. Vittorio Codovila, secretario general del Partido Comunista Argentino, le encargó al poeta la tarea de convencer al legendario jefe comunista brasileño Luis Carlos Prestes, que Perón era un fascista de tomo y lomo:"Pensaba que Perón y su movimiento eran una prolongación del fascismo europeo...Después de una manifestación en el estadio de Pacaembú, conversé largo con Prestes quien me dijo:’No hay fascismo en Argentina; Perón es un caudillo, pero no un jefe fascista...?dónde están las camisas pardas?...Codovila se equivoca..". Pablo Neruda, "Confieso que he vivido", memorias, capítulo consagrado a Vittorio Codovila.
39. Machado C., op.cit., página 90.
40. Ibidem, página 91.
41. Idem.
42. Idem, página 96.
43. Idem, página 101.
44. Ibidem, página 109.
45. Nathaniel Davis, Los dos últimos años de Salvador Allende, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1986, página 18.
46. Idem, página 19.
47. Conte Porras Jorge, Del Tratado Hay-Buneau Varilla al Tratado Torrijos-Carter, Impresora Panamá, 1982, página 144.
47a Lemoine Maurice, Panama recupère son canal, Le Monde Diplomatique, agosto de 1999.
48. Wargny Christophe, Manière de voir N*33, febrero de 1997, Le Monde Diplomatique, página 68-c.
49. Editions Austral, 1996.
50. Christophe Wargny, Manière de voir N*31, Le Monde Diplomatique, página 30.
51. Idem.
52. Henri Madelin, Guatemala après l’enfer, Le Monde Diplomatique, mayo de 1999, página 21.
53. Con ocasión del referéndum del 31 de diciembre de 1998, la mayoría de los puertorriqueños (53 %) se pronunció contra la asimilación a EEUU. En el referéndum de 1993, el porcentaje de opositores a la asimilación había sido de 52,9 %.
54. Discurso de Fidel Castro en La Habana, el 11 de junio de 1999, con ocasión del I Congreso Internacional de la Cultura y el Desarrollo.
55. Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique, octubre de 1999.
56. Georges Labica, Le devoir de haine, en "Ma챤tres du monde?", ediciones Le Temps des Cerises, página 233.