La posibilidad de investigar en documentos secretos del Departamento de Estado y de la CIA, hoy desclasificados, permite una visualización más profunda y completa sobre acontecimientos que estremecieron el escenario político latinoamericano. Esa es la tarea emprendida por Mario José Cereghino y Vicenzo Vasile en Che Guevara Top Secret.
A través del texto pueden seguirse cronológicamente las preocupaciones de distintas áreas del gobierno norteamericano por la situación en Bolivia. Resulta interesante leer paralelamente el Diario del Che, para tener un análisis comparado de las distintas percepciones sobre el desarrollo de la situación político-militar boliviana.
Desde el primer correo del embajador Douglas Henderson, queda claro que los diplomáticos norteamericanos tenían dos dudas centrales: cuánto había de cierto en la información que transmitía el ejército boliviano sobre la guerrilla, y en segundo lugar el interrogante acerca de la real capacidad de las fuerzas armadas del país para contener y derrotar a un grupo guerrillero al que se suponía con destacada capacidad de combate. En ese entonces, no se conocía que el foco guerrillero era comandado por el Che.
Zona de operaciones
La embajada norteamericana en La Paz sospechaba que la amenaza guerrillera era magnificada por el presidente Barrientos para exigir, casi con perfiles de chantaje, un mayor aporte de ayuda militar estadounidense.
Paralelamente, se acrecentaban las dudas sobre la real disposición al combate de la tropa boliviana. El Che, en su diario, se lamentaba de la falta de un mayor número de efectivos para aprovechar una situación político militar que en los primeros tiempos aparecía como favorable a la guerrilla.
A partir de esta lectura en paralelo, surge el interrogante, sin duda polémico, sobre si era tan alocada la propuesta de Guevara de enfrentar al ejército boliviano con un núcleo guerrillero.
El telegrama del embajador Henderson del 30 de junio de 1967 clarifica sobre un momento muy importante: la captura de Regis Debray y Ciro Bustos, que le permite al Ejército boliviano "afirmar de manera categórica", que la guerrilla es comandada por el Che. Debe presumirse, como lo señala también el Che en su diario, que ambos hablaron de más.
Se nota que el interés central del embajador Henderson era tratar de establecer el tiempo mínimo que necesitarían los asesores norteamericanos en adiestrar a los rangers bolivianos para que estuviesen en condiciones de enfrentar a la guerrilla, y tomar todas las previsiones para que ningún militar norteamericano fuese sorprendido en las zonas de combate.
Se destacan también en la preocupación norteamericana los esfuerzos combinados con otros países para evitar que Bolivia le declarara la guerra a Cuba, medida que Washington consideraba contraproducente frente a la opinión pública mundial.
Un capítulo aparte merecen las citas que aluden a la participación argentina en el conflicto. A través de distintos correos, queda demostrado que Juan Carlos Onganía, trabajó estrechamente vinculado con el gobierno boliviano. Uno de los aportes más significativos, según los documentos desclasificados, es la entrega de elementos para los bombardeos con napalm por parte de la aviación boliviana.
En agosto de 1967, un memorando secreto informa sobre la conversación del embajador Alvaro Alsogaray con el secretario de Estado Dean Rusk. El capitán ingeniero le manifestó al jefe de la diplomacia norteamericana su preocupación sobre la posibilidad de que un gobierno de izquierda se instalara en Bolivia. En ese contexto "la Argentina está preparada para entrar en acción y neutralizar esa posibilidad, pero antes quiere debatir con Estados Unidos esa posible emergencia".
Enigmas
A través de numerosos correos, puede deducirse que el alto mando del ejército boliviano estaba firmemente decidido a no dejar ningún prisionero con vida, actitud que no compartía la embajada norteamericana. Pero pesar del trabajo de investigación de los autores del libro, no es posible dilucidar quien dio la orden de asesinar al Che.
El informe secreto del Ejército estadounidense señala que "el 9 de octubre, a primeras horas de la mañana, la unidad recibió la orden de proceder a la ejecución del Che y los demás prisioneros. Antes de eso, el coronel Zenteno, comandante de la Octava División, había impartido instrucciones precisas para que los prisioneros fueran mantenidos con vida. Los oficiales no sabían de dónde procedía la orden de ejecución, pero creían que emanaba de los más altos cargos del Ejército".
Che Guevara Top Secret es un trabajo destacado, que aporta al mejor conocimiento de un período de la historia latinoamericana, en la que los gobiernos militares coordinaban con el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA los lineamientos principales de la política regional. Las palabras finales del prólogo acrecienta el interés en leer las páginas que siguen: "El Che está muerto. El Che está vivo".
A SU MEMORIA
MONICA
