Este es el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950. Lo presentamos lo más fiel posible a como aparece en nuestro ejemplar.
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y su Museo Nacional”
“Se puede afirmar que la riqueza artística, histórica y científica que obra en Museos públicos, en Cuba, radican especialmente en el Museo Nacional que radica en La Habana, en el Museo Bacardí de Santiago de Cuba y en el Museo Oscar Rojas de la Ciudad de Cárdenas en la Provincia de Matanzas.
“De todos ellos el Museo Nacional es el más importante, tanto por ser el que oficialmente cuenta con la protección oficial de la Nación, como por la riqueza que en el mismo se alberga, si bien en la actualidad y mientras se termina el local donde va a tener su asiento definitivo y digno no se puede apreciar en toda su magnitud el valor grandísimo de su contenido.
“El limitado campo de una Estampa Cubana es insignificante para dar una ligera idea de las reliquias artísticas e históricas que contiene repartidas acá y acullá en sendas Salas consagradas a Pintores, a la Epoca Colonial, a los Hombres de Ciencia, a los Poetas, Escritores, Educadores y Músicos Cubanos más notables y más destacados dando lugar especial a cuanto se relaciona con José Martí, "El Apóstol", al Generalísimo Máximo Gómez, al Lugarteniente Antonio Maceo, al "Padre de la Patria" Carlos Manuel de Céspedes y a las Guerras de la Independencia que vienen a integrar el Museo Nacional Histórico completándose con reliquias militares de todos los tiempos, la Etnografía Cubana mientras que en ricas y valiosas vitrinas se pueden admirar diseminadas por el local transitorio exquisitas miniaturas, admirables esculturas, grabados, joyas de época, porcelanas de las más finas, hierros forjados y demás exponentes de arte que enriquecen al Museo Nacional de La Habana convirtiéndolo en rico joyel de la América admirado por los que saben de arte, de historia y de cultura en general.
“Adentrándonos en las Salas dedicadas a la Pintura haremos resaltar lo más destacado que en cada una de ellas se encierra, muy a vuela pluma y sin ponderar ni cantidad ni calidad por lo reducido del espacio.
“La Pintura comprende las Salas de: Maestros de la Antigüedad; Grandes Maestros; Primitivos Pintores Cubanos y Pintores Contemporáneos.
SALA DE LOS MAESTROS DE LA ANTIGÜEDAD
“En esta Sala la Escuela Italiana nos presenta estos tesoros: "El Triunfo de David" del Geuercino; el "Moisés salvado de las Aguas" de Bassano; "El Conde Trissino" de Podernone; "Adán y Eva" de Aníbal Carracio; "Retrato de Dama" de Bronzino; "Lucrecia la Romana" del Tintoretto; "Abraham visitado por los Ángeles" del Giordano y el "José y Faraón" de Matías Preti.
“De la Escuela Inglesa contiene "Retrato" de Thomas Lawrence.
“De la Escuela Holandesa se puede admirar al "Cristo en la Columna" de Van Thulden.
SALA DEDICADA A LOS GRANDES MAESTROS
“La Escuela Española hace destacar como más sobresalientes a la "Madonna y el Niño" de Murillo; "San Sebastián" del Españoleto y "San Bruno asceta" de Zurbarán.
“La Escuela Francesa cuenta con "Los Jugadores de Cartas" de Valentín y el "Sueño de San José" de Felipe Champiagne.
“De la Escuela Flamenca existen "La Nodriza" de Carlos Van Loo; "El Rey David" de Crayer; la "Leyenda Flamenca" de Víctor y "La Virgen y el Niño" de Memling.
“De la Escuela Italiana se pueden admirar al "San Cristóbal" de Paolo Veronese y a "La Virgen y el Niño" de Guido Reni.
“De la Escuela Holandesa se cuentan "El Barbudo" de Fabricius y "La Mujer con su Perro" de Spronk.
SALA DE LOS PRIMITIVOS PINTORES CUBANOS
“Allí están los cuadros del Siglo XVIII debidos al pincel de Escalera conocidos con los nombres de "San José con el Niño", "San Antonio" y "San Alipio"; "Cristo orando" y "Retrato de Mujer" de Vicente Escobar; "La Batalla de Champigni" de Angel Mederos; "La Escultura y la Pintura" de Juan Peoli; "El Hombre de la Espada" de José Arburo; "Lot y sus hijas" de Cisneros y "Cristo y la Samaritana" de Ferrán.
SALA DE PINTORES CONTEMPORÁNEOS
“En esta Sala Morey expone "Pasando la Charca"; Romañach "Cumpliendo el Voto"; "Mi Prima Esperanza" Zuloaga juntamente con "La Dama del Abanico" y "Antequera"; "El Niño de la Sandía" Sorolla; Cecilio Pla su "Playa de Valencia"; Muñoz "El Parte ocupado"; el "Borde del Sena" René Verón; "El Templo" y la "Semana Santa en Madrid" Pradilla; Vega "El Rosario de Ascano"; Monchalblon "Estudio Dantesco" y Daubigny un "Paisaje Normando".
“Este es a grandes rasgos el Museo Nacional de La Habana que conteniendo tantas y tantas joyas no se rueden exponer todas en esta Estampa porque su espacio es muy limitado y no se pueden debidamente estudiar, admirar y ponderar en su actual local porque es también un joyel impropio y que está esperando que se termine el magnífico Palacio de Bellas Artes que se está levantando frente a la fachada posterior del Palacio Presidencial de La Habana para entregar en él en joyel adecuado, definitivo y digno de tanta riqueza lo que es sin duda alguna uno de los tesoros de que más se puede enorgullecer la República de Cuba ya que es uno de sus prestigios más sólidos.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y la Biblioteca Nacional”
“En uno de los edificios que más historia resuman en La Habana, Capital de la República Cubana, en el antiguo Castillo de la Fuerza que data del Siglo XVI, se encuentra hoy instalada la Biblioteca Nacional.
“A ella acuden, en un promedio de unos cien lectores diarios, aquellos que en sus actividades del modus vivendi necesitan de una anotación, o evacuar una consulta o escribir un artículo o una tesis doctoral y también cuantos en sus aficiones científico literarias o para matar sus ocios buscan un rincón acogedor. Así pues, debido a este público descrito, se puede afirmar que el Castillo de la Fuerza, de las 8 de la mañana a las 8 de la noche, tiempo en que están abiertas al público las puertas de la Biblioteca Nacional, cuenta con una nutrida guarnición de lectores diarios, que se ve reforzada por el personal oficial fijo.
“Más de 400,000 volúmenes integran el bagaje de sapiencia escrita de este centro cubano de cultura y más de 100,000 de ellos se encuentran científica y técnicamente catalogados y clasificados ya que su organización sigue las normas adoptadas por la mundialmente famosa Biblioteca que el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica tiene en su capital de Washington.
“La historia de la Biblioteca Nacional de Cuba se puede sintetizar diciendo que en el año 1901 y siendo gobernador militar de Cuba el general Leonardo Wood, creola iniciándola con los 3,000 volúmenes que a este efecto donó el señor Domingo Figarola-Caneda que fue nombrado su primer director, ya que tenía títulos suficientes para ello, toda vez que se trataba de un eximio bibliógrafo.
“Inicialmente fue su sede, una sala de este mismo castillo, a la sazón destinado a Archivo Nacional; posteriormente fue trasladada a la antigua Maestranza de Artillería, en tiempos de la colonia, sita en la calle de Chacón y de donde fue nuevamente trasladada, en 1938, para ocupar todo el edificio del Castillo de la Fuerza en que actualmente se alberga, y que necesita en toda su amplitud, ya que los 3,000 volúmenes iniciales, como queda expuesto anteriormente, se han convertido en más de 400,000.
“A través de los años se ha ido enriqueciendo, tanto en cantidad, como en calidad y entre las donaciones recibidas ameritan mencionarse, sin poderlas citar todas las siguientes obras y colecciones: un incunable de 1480 consistente en un tratado de Tomás de Torquemada, el famoso inquisidor español al que se unen otro ejemplar incunable del año 1433 que es un Códice hermoso, escrito en Sigüenza, un precioso ejemplar de la Biblia que data del Siglo XVI y una hermosa colección de las Comedias de Terencio, el poeta latino. La Condesa de Merlín tiene un ejemplar de su obra "La Havana" avalorado con una dedicatoria a Mme. Recamier. Entre varias obras raras de ediciones Príncipes, se destacan obras que pertenecieron a los Emperadores Mexicanos Carlota y Maximiliano y por no citar más, se debe hacer mención del interesante folleto holandés, que con fecha de 1629, relata de manera curiosa y original la captura de la flota española en aguas de la bahía de Matanzas, por el almirante Pieter Hein, amén de una edición de las Poesías de Heredia, de Toluca. A esta riqueza bibliográfica se suman los tesoros literarios que dejaron Anselmo Suárez y Romero, Pedro José Guiteras, Milanés y el célebre sacerdote José Agustín Caballero del que se guardan preciosos manuscritos. Del tiempo de la ocupación inglesa en 1762 se guarda una carta firmada en Cojímar por el Conde de Albemarle, que fuera Gobernador Inglés de La Habana. Para finalizar Juan Francisco Manzano nos presenta también su autobiografía, en la que se puede ver la tragedia del infortunado poeta que sintió los rigores de la esclavitud de su raza.
“En la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional se destacan entre muchos, los ejemplares y las colecciones que datan de las primeras épocas de la Colonia y del período de las guerras de la Independencia, mereciendo especial mención los ejemplares del "Papel Periódico de La Havana" aparecidos en 1790; "El Aviso" y "La Aurora" de inicios del Siglo XIX; "Diario de La Habana" de 1810; "El Mensajero Semanal" que fundaran José Antonio Saco y el Padre Varela, algunos de cuyos ejemplares se ven avalorados con notas marginales de puño y letra del primero; la "Revista Bimestre" fundada en 1831, más ejemplares del Periódico "Patria" que dirigiera el Apóstol Martí, de "La Revolución" que en 1869 redactaran en New York Antonio Echevarría y José de Armas y por no citar más ya, ejemplares del bilingüe "La Republique Cubaine" que en 1895 editaba en París, Betances.
“Esta es a grandes rasgos la Biblioteca Nacional de Cuba que radica en el Castillo de la Fuerza desde cuyas ventanas ofrece al visitante la maravilla y el encanto de un paisaje donde se abrazan el ayer y el hoy.”
Más información y fotos de la Biblioteca Nacional.
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y el Observatorio Nacional de La Habana”
“En una de las laderas del canal que es paso obligado para todos los buques que quieren entrar y salir del magnífico puerto de La Habana y mirando hacia la cosmopolita capital de la República de Cuba se ven el Castillo del Morro, con su faro y su semáforo, la Fortaleza de la Cabaña con sus modernas baterías siempre engrasadas y dispuestas y el Observatorio Nacional siempre atento a dar la voz de alerta cuando amenaza alguna perturbación meteorológica.
“Para adentrarse en cualquiera de estos tres centinelas habaneros hay que escalar empinadas cuestas contando el peatón con un rosario interminable de peldaños de una larga y pendiente escalera que arrancando de los muelles lo conduce hasta el mismo Observatorio, mientras a cada paso que avanza en la misma puede contemplar la mágica y rara belleza que a cualquier hora del día presenta la bahía habanera que, rendida a sus pies tiene a la populosa, bulliciosa y única ciudad tropical.
“Una vez que se llega a la cumbre de aquella loma de Casablanca se puede apreciar que una serie de construcciones integran el Observatorio Nacional destacándose de entre todas ellas el edificio central con su plateada cúpula, donde la Astronomía tiene cuantos aparatos son necesarios para toda clase de observaciones que llevan a cabo individuos técnicamente preparados para ello.
“Internándose el visitante debajo de aquella cúpula puede verse cómo al mágico imperativo de un resorte mecánico, aquélla se abre dejando una brecha por la que un potente telescopio ecuatorial, que un reloj que es filigrana del arte y de la técnica científicas mueve adecuadamente, pasa a escudriñar atentamente los espacios siderales. ,sorprendiendo al super gigante estelar Alfa Rigel que excede en tamaño cuatrocientas veces al Sol, a las Tres Marías y a Sirio, la estrella más destacada de Orión, y contempla a la Luna y a Venus, a Júpiter y a Saturno con su misterioso cinturón y, por no citar más, al llamado "redondo y liso rubí, rodeado de un halo de sangre y brillantes" que no es otro más que el famoso Marte.
“Múltiples salas y salones ofrece al visitante el Observatorio Nacional de Cuba, todos debidamente organizados y dotados con todos los elementos que le dan la prestancia internacional con fama bien ganada y donde se llevan a cabo toda la serie de observaciones, levantamientos, anotaciones, cálculos, experiencias y comprobaciones que permiten conocer y publicar en su Boletín mensual los cómputos sobre temperaturas, lluvias y velocidad de los vientos, tener noticias que interesan al estado de las cosechas, llevar a cabo cálculos sobre eclipses e investigaciones concretas sobre los últimos descubrimientos y adelantos realizados en el mundo en los campos siderales y en él también se pulsan las presiones y temperaturas del aire, determinando sus exponentes de humedad o sequía. En sus laboratorios se confecciona el Mapa del Tiempo y con sus datos se emite el pronóstico para las 36 horas próximas y se rinde el Parte Diario y todo ello supone un constante Canje de Observaciones que lo conectan especialmente con el Weather Bureau de Arlington de Washington, con el West Indian and Caribean Service del Weather Bureau de San Juan de Puerto Rico, con el Departamento Meteorológico de Chapultepec de México y por no citar más con el de la Isla de Swan, con las que se intercambian los mensajes a través de una potente y magnífica estación de radio, datos que se confirman mensualmente al enviar las planillas especiales mensuales con todos los datos climatológicos.
“Este Observatorio Nacional coopera también eficazmente en la confección del Mapa General Aerológico que publica mensualmente la Oficina Hidrográfica de los Estados Unidos y remite también los resultados de los cálculos de la dirección, velocidades medias y frecuencias de las corrientes a los 700, 1500 y 3000 metros de altura, con lo que permite que Cuba figure en el Mapa de Circulación Mundial sobre navegación aérea, que es el de mayor importancia que en el orbe existe.
“Este es a grandes rasgos el Observatorio Nacional de Cuba que siempre vela noche y día para prevenir a la Perla de las Antillas contra la veleidad del tiempo evitando sus sorpresas.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950. Lo presentamos lo más fiel posible a como aparece en nuestro ejemplar.
“Cuba y la Sociedad Económica de Amigos del País”
“Cuba cuenta en la casi bicentenaria Sociedad Económica de Amigos del País con una de las instituciones más dignas de ser imitadas por todos los países del orbe terráqueo, ya que habiéndose iniciado en 1793 a base de una especie de cooperativa de aspiraciones espirituales y culturales, permítase la frase, en que todo lo individual se ponía a la disposición de los amigos para que pudieran efectuar reuniones, pronunciar conferencias, discutir problemas, consultar libros, fomentar cultura que tenía como fuente una biblioteca de 77 volúmenes que habían costado 84 pesos y 4 reales ha ido desarrollándose con fuerza tal y tal pujanza que a través de los años se encuentra radicando en un edificio propio que es uno de los más modernos y clásicos de la ciudad, ornato de una de las más amplias y populares avenidas de la capital de la República de Cuba y en donde pone a la disposición del público culto, investigador y con ansias de superación junto con regios, espléndidos y confortables salones de lectura, clarísimos patios alto exponente de arte y de buen gusto y de silenciosas y acogedoras galerías donde todo invita a sentirse bien, cómodo, sereno y eufórico una Biblioteca con su Hemeroteca que son legítimo orgullo de Cuba y de la América toda, donde los 77 volúmenes de 1793 han sido aumentados sobrepasando la cifra de los 200,000 que tanto por la calidad de las materias que por la cantidad del número sobrepasan a toda cantidad y a todo cálculo, ya que junto a los incunables, se pueden apreciar obras exclusivas, agotadas y raras.
“Al entrar en este recinto de tantas tradiciones el espíritu se expansiona al ponerse en contacto con el alma de los grandes patricios que se llaman Luis de las Casas, Tomás Romay, Alejandro Ramírez, José de la Luz Caballero, Salvador Zapata, José Antonio Saco, Juan J. D. Espada, todos ellos propulsores decididos y entusiastas de la obra que ha culminado en lo que es hoy, apoteosis de las letras y de la cultura, y cuyos nombres figuran en letras de oro esculpidos en el Cuadro de Honor de la entrada y desde donde saludan al visitante infundiéndole, junto con el respeto y la veneración que de ellos emanan, la sublimación del sentimiento patrio, ya que al amparo de su sombra benéfica todos pronuncian a una el lema de Pro Patria... Y en cuanto se traspone el umbral de la casa reliquia secular con eflorescencias de juventud serena, se respira por doquier ambiente de ciencias, de artes, de letras, historia, agricultura, industria, comercio, educación, etc. ya que todo este arsenal se encuentra debidamente coleccionado y clasificado en conformidad con los últimos adelantos de la bibliografía, donde ficheros hablan, laboratorios conservan, cámaras reproducen, autoclaves inmunizan, talleres reparan y se efectúan toda clase de operaciones necesarias para que la pátina de los siglos valorice sin destruir lo que es producto de tantos y tantos esfuerzos y de ilusiones patrias tantas.
“Se puede afirmar que esta Institución es una demostración real de la reacción de efectos sobre causas, ya que a mayor interés y grandeza en garantizar los tesoros literarios y bibliográficos con mayor fruición a ella acuden los tesoros, pues es bien notorio que el sabio Mario Sánchez Roig le donó el joyel de sus volúmenes, la viuda de Franca la biblioteca particular de su esposo y a la misma sumaron las de sus padres los hijos de Manuel Sanguily, de Montoro, Octavio Giberga y mil y mil más que sabedores de que en la Sociedad Económica de Amigos del País se rinde culto al libro, a su cuidado y conservación llevan a los que han sido mudos testigos de grandezas y de inmortalidad.
“Se completa la obra que material y espiritualmente es de esencia meramente cubana, con la Sala de Conferencias último tipo donde se congregan los amantes de la ciencia, de las letras y de las artes para-plantear, discutir, resolver y tratar los tópicos que les preocupan, sin el engorro del ruido de la ciudad populosa ni los bullicios ni estridencias propias del Siglo XX. Y el niño, el hombre de mañana que habrá de seguir las huellas de sus mayores cuenta también con su Biblioteca y Sala de lectura especiales donde da rienda suelta a sus ilusiones culturales que mañana serán timbre de su orgullo, cual lo es hoy para muchas destacadas personalidades del foro, de la tribuna, del periodismo y de todas las ramas del saber que miran el rincón infantil de esta Institución como el nido donde se despertó su primera ansia de saber...
“Al abandonar este recinto de tan recia alma cubana el visitante no puede menos de cruzar sus miradas con la que serena, tranquila y dulcemente le dirigen desde sus hornacinas: la Avellaneda, Heredia, Espadero y Chartrand que no le dicen "adiós" y sí "aquí te esperamos de nuevo".
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y el Jardín Botánico del Central Soledad”
“Cuba tiene en uno de los rincones más bellos de sus espléndidos campos de eterno verdor, una joya muy poco conocida y de un valor inconmensurable, plasmada en forma de Jardín Botánico, como una confirmación de que en el suelo tropical son las flores las princesas que al humano encantan con su perfume y su color.
“Y es éste un jardín en el que se mira nada menos que la célebre, centenaria y por muchos conceptos mundialmente famosa Universidad de Harvard. Ella es la que atiende hoy a su conservación y mantenimiento, habiéndolo dotado de unos 230 acres de terreno, más de 3000 especies botánicas, magníficos laboratorios provistos de cuanto se pueda desear, una Biblioteca enriquecida con lo mejor que en todos los tiempos se ha escrito al respecto, amplia sala para estudios especiales y personal técnico que a conciencia desempeña la delicada misión que la ciencia le confía, al poner en sus manos los prestigios que se encierran en el Jardín Botánico de la Universidad de Harvard.
“Para llegar a él debe el visitante trasladarse a la ciudad de Cienfuegos en la Provincia de Las Villas y de allí seguir hasta el Central Soledad que se encuentra a pocos kilómetros de la Perla del Sur.
“La historia de esta Estación Científica se puede condensar diciendo que en 1898 Mr. Atkins, propietarios del Central Soledad cedió una zona de terreno conocida con el nombre de Colonia Limonar, para que en ella se llevaran a cabo ciertas experiencias sobre variedades de la caña de azúcar. En 1900, con motivo de haberse congregado para estudios botánicos, en el Central, eminentes hombres de ciencia, pudieron apreciar la importancia del lugar que se prestaba para toda clase de investigaciones vegetales, apreciación que animó a los interesados para llevar a feliz culminación la actual Estación, en la que Mr. Gray, administrador del Central y enamorado de las plantas sembró gran número de ejemplares importados de todos los jardines botánicos conocidos, teniendo la satisfacción de comprobar la tesis de los científicos cuando pudo palpar las realidades de los magníficos resultados obtenidos y que al llegar al conocimiento de la Universidad de Harvard interesaron a su Departamento Botánico que empezó a cooperar de manera tal que al morir en 1925 Mr. Atkins dejó a dicho Centro Universitario el Jardín juntamente con un legado que aseguraba la conservación, mejoras y ampliación de aquel tesoro de la Naturaleza.
“Hablando de este Jardín el doctor José Alvarez Conde dice entre otras cosas que: "La Botánica Cubana tiene en él un centro de efectiva eficacia educacional y técnica y una gran fuente de investigaciones y progresos". Añade que "basta recorrer los jardines para ver junto a la Palma Real cubana las Palmas del Brasil, Borneo, de azúcar, India, etc., que hacen viajar por regiones lejanas, por países exóticos, gracias a lo que ofrece este paraíso de la tierra cubana". "Si nosotros-dice-pudiéramos citar las variedades de citrus, de Laureáceas, haríamos interminable la lista de nuevos aportes a la Fruticultura vernácula, pues allí tienen representación las naranjas, limones, mandarinas, y sus cruzamientos han dado nacimiento a nuevas variedades de estas plantas, productivas en grado máximo, que, desde el punto de vista económico son excelentes para la explotación de nuevos mercados". Termina diciendo que: "Las frutas de otros países, como Duraznos chinos, Mamoncillos de Bengala, Anones de México, Brasil, el Arbol Carambola de Malaya, Ciruelas de Natal, Zapotes de Costa Rica, Grosella de Tahití, Ciruelas de Kaffir, Jambolán de Birmania, Manzanas de Malaya, Polinesia, Guayaba del Brasil, Higos de Asia, Garcinias, Cerimán de México, Olivo del Mediterráneo, Nueces de Puerto Rico y tantas y tantas plantas, crecen en el suelo de la Perla de las Antillas y se reproducen, ofreciendo frutos magníficos tanto por su calidad como por su cantidad".
“La admiración por el mundo vegetal y en sentido más amplio, por la Naturaleza, llega al grado máximo en este Centro Científico, único en su género por la calidad del material técnico y que sin exagerar se puede considerar uno de los mejores de cuantos existen en todo el globo terráqueo.
“Para terminar seguiremos diciendo con el ya mencionado doctor Conde que la América Tropical nos habla, en el lenguaje elocuente de las plantas, de cómo es posible en estas tierras el desarrollo de la vegetación de regiones no propias de estos climas, dando así un aporte al progreso de la Agricultura.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y el Museo José Martí”
“José Martí, Apóstol de las libertades cubanas, Mártir de Dos Ríos, alma y corazón de Cuba, junto con su obra inmortal de Patria y de letras ha legado a la posteridad, sin saberlo propiamente él, un rincón de La Habana Vieja, aquél que fue testigo mudo de sus primeros pasos, de sus primeros llantos y de sus sonrisas primeras en este mundo, la casa donde él saludó a la que es tierra de sol y de poesía, de luz y de amor y que por haber sido su primera cuna al correr de los tiempos se ha convertido en el llamado Museo José Martí.
“La vieja casona sigue en su sitio, en la que si bien se llama hoy, Calle de Leonor Pérez, con todo la tradición impone su antiguo nombre, de viejas remembranzas y que se conoce con el de Paula. Si por casualidad algún viandante se para ante el número 102 de dicha calle, sin duda alguna que el primer transeúnte que con él se enfrente le dirá estas palabras: "Esta es la casa de Martí".
“Allí donde nació el Apóstol se encuentra hoy el relicario que guarda con esmero y con cuidado, bajo la supervisión del Ministerio de Educación de la República, cuanto habiendo pertenecido al Maestro se puede clasificar y guardar, pero especialmente presenta los lugares donde nació el Apóstol, las paredes que escucharon sus primeros llantos y sus sonrisas de niño, los pisos que sintieron sus primeras pisadas y donde saludó al mundo iniciando su corta humana carrera el que se inmortalizó, al transfigurarse en Dos Ríos, cuando cayó mortalmente herido en la jornada del día 19 de mayo de 1895, mirando cara a cara al sol, defendiendo un ideal sin Patria pero sin amo...
“Esta Casa de Martí convertida más tarde en Museo José Martí tiene en su frontis una tarja que colocaron en él los emigrados cubanos en 1900, honrando con ello la memoria del grande entre los grandes de la reción nacida nueva Nación Americana.
“Fue entonces cuando germinó la idea, que llevaron a cabo, de adquirir dicha casa que ofrendaron a la madre del que hizo escribir el ideal que en su pecho anidaba: "Usted se duele en su amor de mi espíritu de sacrificio. ¿Y por que nací de usted con un espíritu que ama el sacrificio?"...
“Más tarde, con fecha 23 de junio de 1924, después de haber designado todos los Ayuntamientos de Cuba una representación, se reunieron en la Casa de Martí y en nombre de la República de Cuba tomaron posesión de la misma convirtiéndose desde aquel mismo instante en Museo, Biblioteca y Galería Iconográfica naciendo así el llamado Museo José Martí.
“La manera como se llego a adquirir esta casa la describe así Manuel I. Mesa Rodríguez: "Por Martí se denomino el comité de damas y caballeros que en dos ramas trabajaron por adquirir el inmueble. La suscripción popular dio sus frutos y el 14 de diciembre de 1901 se extendía la escritura de adquisición de la casa mediante el pago de tres mil pesos oro español al Monasterio de Santa Catalina de Sena que era su propietario y la había adquirido del Presbítero doctor Benigno Merino y Méndez. La cláusula quinta daba el derecho a doña Leonor Pérez y Cabrera de usufructuarla mientras viviera. Doña Leonor alquilo la casa. No la vivió porque acaso le traía muchos dolorosos recuerdos de sus días de miseria y mal humor de Mariano. El 19 de junio de 1907 falleció la madre de Martí, y las que se decían nietas y herederas de ella continuaron cobrando los alquileres, según declaro el señor Luis Izquierdo que la vivió hasta el día en que el Alcalde de La Habana se decidió a desalojar el inmueble".
“Después vino la reunión de los Ayuntamientos Cubanos y fue entonces cuando propiamente surgió el Museo José Martí hoy al cuidado, como se deja dicho, del Ministerio de Educación y que se encuentra en la Calle Leonor Pérez, así denominada en honor a la madre del Apóstol, si bien la tradición prevalece evitando con ello que se esfume la. Calle de Paula y cuando alguien actualmente indaga donde se encuentra la Casa de Martí, indefectiblemente encuentra quien le diga: "Búsquela en la Calle Paula N° 102".
“Allí está realmente envuelta en la nota romántica de los siglos que rezuma la calle estrecha y en medio de su pobreza deja sentir siempre la dulzura y el amor, el ideal y la constancia del que buscando una Patria dio su sangre por ella, convirtiéndose su ilusión en la Estrella Solitaria que preside la bandera que si bien nunca vio él flamear al viento libre y soberana, es sí hoy una nota que cubre la cama que lo vio nacer.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y el Museo de la Catedral de La Habana”
“Puede decirse que la Plaza de la Catedral que, de por sí es ya todo un Museo de antigüedades históricas se ve como completada por el llamado Museo de la Catedral que tiene su entrada en la misma Plaza mencionada.
“Es él un conglomerado de objetos y cosas donde lo religioso y los exponentes eclesiásticos se mezclan con lo patriótico y lo laico y profano, pero todo resuma aquel algo especial que tan sólo puede dar el transcurso de los siglos.
“Como notas destacadas de este Museo especial haremos desfilar tan sólo lo más destacado de su seno, empezando por la llamada "Sala Capitular" con su galería episcopal, su mesa de grandes proporciones rodeada de magníficos butacones de altos respaldos donde la imaginación hace sentar a aquellos dignatarios que presidiendo desde los tiempos más remotos las archidiócesis y las diócesis de la Iglesia Católica de Cuba, se ven representados en los cuadros y algunos de los cuales llegaron a dejar sus nombres inmortalizados en los anales de la Historia, haciendo todos ellos mudo testigo de sus resoluciones a la mesa que desafiando los años está allí como exponente de los tiempos idos ya para siempre. Presidiendo a la Sala y a sus componentes se destaca un Cristo que data del año 1553 y cuya humildad y pobreza contrasta con las magnificencias pontificales.
“Al abandonar la Sala descrita saluda al visitante el San Cristóbal de Joaquín de Andújar, de proporciones descomunales y cuya existencia se remonta al 1632, llamando la atención la palma de plata maciza que sostiene una de sus manos. Era esta imagen objeto de especial veneración en tiempos de la Colonia, principalmente cuando salía en las procesiones, y en la actualidad es venerada como Patrón de la ciudad habanera y también de los automovilistas de todo el orbe.
“También llama la atención la Capilla de Loreto que viene a ser como el joyel, entre muchas, de la joya de las mil y mil góticas filigranas que no es otra que la custodia de varios metros de altura que juntamente con su tabernáculo fue fabricada en 1866 por el Colegio Artífice Decano de Plateros de la Real Casa de España, con residencia en Madrid y que fue costeada por la millonaria cubana doña María Teresa de Santa Cruz de Oviedo y cuyo valor artístico fue reconocido por una Exposición de París que le confirió el Primer Premio. En esta filigrana de orfebrería se ven juntas las figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento entrando en rivalidad sin nombre, con los más finos y atrevidos encajes y arabescos tejidos con el blanco y rico metal.
“Aquí y allá, en armarios y vitrinas se admiran como ejemplares de bordados en oro de las más ricas y finas telas mitras y casullas, amitos y estolas, ternos y capas pluviales, albas y sobrepellices todo ello testigo de pompas de este culto que vive de promesas y donaciones, exvotos y entregas que encierran casi siempre un idilio, todo un drama y también las más tiernas y bellas páginas de amor, sacrificio y de misterio. De entre tanta riqueza ornamental se destaca la casulla que contando ya varias centurias y cuajada de oro y de piedras preciosas hace años obsequió a la Catedral de La Habana el Pontífice Papa León XIII.
“Armarios y más armarios conteniendo todos ellos custodias y tabernáculos, copones y cálices sagrados, patenas y viriles, incensarios e hisopos, ciriales y candelabros, sacras y atriles, relicarios y otros objetos, algunos de los cuales se remontan al año 1600 y de entre los que merecen especial mención una custodia de oro macizo cuajada de esmeraldas y turquesas y un Lignum-Crucis que protege su reliquia con un cristal de roca en miniatura con base de lapislázuli.
“Como un rápido recuento de otras joyas y otros objetos dignos de mención, ya que no todos se pueden enumerar debidamente hay que hacer resaltar la obra pictórica que sobre cobre está desafiando los siglos sin desmerecer, ya que data del año 1473, fecha anterior al Descubrimiento de las Américas y que representa la ofrenda del Papado Romano a la Divinidad Augusta; un Breviario de legítimo pergamino que con láminas de oro y letras de igual metal servía para sus rezos al rey don Pedro de Aragón; el Libro de Horas que con fecha de 1515 sirvió para iguales menesteres devotos a la Reina doña Ana de Bretaña; un pápiro sánscrito con más de dos mil años de vida, en que se describe un poema religioso recordando el Templo de Dalada-Malogowa de Ceilán; una carta del Fundador de las Escuelas Pías San José de Calasanz y otra del patriota cubano General Narciso López; una nota manuscrita de puño y letra de la que fue Reina Isabel II de España y, por no citar más, una fracción de la Real Lotería de Cuba de 1835.
“Todo esto y mucho más contiene el Museo de la Catedral de la ciudad de La Habana, capital de la República de Cuba.”
Más información y fotos de la Catedral de La Habana.
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y la Casa de Beneficencia”
“y Maternidad de La Habana”
“Tiene La Habana frente a la inmensidad del mar y contemplando el centenario Castillo del Morro y como una siempreviva de la exquisitez y nobleza del corazón cubano, a uno de los edificios más populares, mudo testigo de grandes pasiones, de Secretos amores y de extraños sentimientos, famoso por su misión social y por sus años de existencia conocido con el nombre de Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, amparo y protección de los niños huérfanos y abandonados, crisol de futuros ciudadanos y plasmador de hombres y mujeres que salvados del arroyo por su presencia secular se convierten en padres de familia modelo y excelentes trabajadores.
“Para encontrar el origen de esta Institución tan digna de encomio hay que remontarse al segundo siglo del Descubrimiento de la América ya que se puede afirmar que inicio sus actividades bajo el nombre de "Casa de Depósitos" en 1687, siendo su patrocinador y su alma el obispo habanero Fray Diego Evelio de Compostela. Más tarde, en 1705, surgió la llamada "Casa Cuna" auspiciada por el también obispo de la habanera diócesis Fray Jerónimo Valdés quien no solo dio bienes de fortuna y entusiasmos a la obra, sí que también dio su nombre a todos los desheredados que a dicha casa llegaban como víctimas inocentes, ansiando con ello evitar que surgiera más adelante en el campo de la vida el complejo de inferioridad que pudiera ser obstáculo a las ansias de dicha y felicidad de los que en la sucesión de los días iban transformándose en hombres y mujeres. En 1830 con los bienes que dejara para fines caritativos doña Antonia María Menocal, el presbítero Mariano Arango fundo la "Casa de Maternidad de María Santísima y San José" que posteriormente se denomino "Hospicio de San Isidro" para acabar de refundirse con la "Casa Cuna" y creyendo más tarde el padre Arango corresponder con lealtad a los deseos y fines perseguidos por Doña María, demostró la conveniencia de que la "Casa Cuna" se refundiera en la de Maternidad, idea que se llevo a cabo con el beneplácito de la Junta de Caridad integrada por lo más granado de la sociedad de aquellos tiempos y por los prohombres de más reputación de la época.
“Durante el Gobierno de don Luis de las Casas, allá por el año de 1792 a iniciativa de la Condesa de Jaruco, de los Marqueses de Cárdenas de Monte Hermoso, del Marqués de Casa Peñalver y del Obispo de las Provincias de Louisiana y de la Florida, don Luis de Peñalver se fundo la llamada "Real Casa de Beneficencia" asentándose en un cuarto de caballería de terreno que el obispo de Peñalver cedió generosamente para este fin.
“En 1852 después de pasar por sus respectivos períodos evolutivos, todas las instituciones que se encontraban unidas por la misma cristiana y noble misión se refundieron bajo una sola agrupación que adopto el nombre de Real Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana que ocupo el cuarto de caballería citado donde levanto su gran edificio frente al mar y de cara al sol, el mismo que el pueblo habanero contempla y conoce con el nombre de Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana con el que oficialmente se registro al surgir en el consorcio de los pueblos libres y soberanos la República de Cuba.
“A medida que pasan los años esta Institución sigue siendo un modelo entre sus similares del mundo gracias a la sabia y acertada actuación de la Dirección que coopera eficazmente a las iniciativas de la Junta de Gobierno de la Casa y se ve respaldada de una manera digna de todo encomio, por lo que supone de sacrificio y dedicación, virtudes que forman parte de la vida modesta y heroica de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl a cuyo cargo y nobles sentimientos se encuentran confiados los hijos de nadie que surgen a la vida bajo el susurro y las caricias de los que saben dar a la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana ambiente hogareño más que de asilo.
“Los que llegan a este Centro de Amor y formación, como naciendo a la vida, a medida que avanzan en el camino de la existencia van encontrando el campo adecuado a su edad, ya que de la cuna de recién nacido con sus mimos y cuidados pasan a las aulas de kindergarten y de los grados sucesivos hasta adentrarse en el taller donde se forjan los hombres y las mujeres que habiéndose plasmado al calor de las ideas de verdadera ciudadanía, aunque en su yo íntimo pueden llevar la tristeza de la tragedia de su origen, saben con todo bendecir a su Patria que les dio cuna y hogar, casa y cariño, escuela y templo, campo, taller y vida a través de la bendita por ellos Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana que resulta ser, sin discusión alguna uno de los mejores crisoles de verdadera cubanidad.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y la Sociedad Colombista Panamericana”
“Con sede en La Habana, Capital de la República de Cuba existe una institución denominada Sociedad Colombista Panamericana que es de carácter continental y que presenta como característica típica la de que tan sólo la integran un número limitado de socios.
“Estos se clasifican en "Socios de Número" y "Socios Colaboradores". Los primeros no pueden pasar de 25 por nación o país americano y la ascendencia de los segundos es tan sólo de quince por país.
“Los "Socios de Número" vienen obligados a aportar cuanto de ellos sea factible en pro del mejoramiento y engrandecimiento cultural, económico y prestigioso de la Institución a base de donaciones literarias, científicas, económicas y de todo género, debiendo aportar anualmente trabajos personales originales sobre tópicos americanos. Los "Socios Colaboradores" vienen obligados tan sólo a presentar anualmente, por lo menos un trabajo personal y original sobre materias relacionadas con América.
“La Sociedad puede conferir también títulos de "Socios Protectores", "Socio Honorario", "Corresponsal" y "Delegado Oficial".
“Orgánicamente esta Institución consta de un Consejo de Gobierno correspondiente en la totalidad de Naciones Americanas cuya residencia radica en su respectiva capital nacional y de las Delegaciones necesarias esparcidas tanto en la América, como en las demás naciones del mundo que lo interesen.
“Una Junta General, un Consejo de Gobierno y una Dirección son los órganos que rigen las funciones y actividades de la Sociedad Colombista Panamericana.
“Su Programa General se puede concretar en estos doce puntos fundamentales:
“1º-Perpetuar los sentimientos colectivos de admiración y reconocimiento, debido a los Descubridores y primeros Colonizadores del Nuevo Mundo, y muy especialmente, la figura simbólica de Cristóbal Colón.
“2º-Obtener la custodia y cuidar de la restauración y conservación de los lugares y edificios en América, de más alta valorización histórica, ligados material o espiritualmente al Descubrimiento, Conquista y Colonización de América.
“3º-Conmemorar pública y adecuadamente los aniversarios más representativos de la Historia común del Continente.
“4º-Fomentar la creación de archivos, museos, bibliotecas americanas, ordenando y preparando al efecto, libros, mapas, dibujos, estampas, cuadros, esculturas, manuscritos y réplicas relacionados con el Descubrimiento, Conquista, Colonización e Independencia de los Países del Nuevo Mundo.
“5º-Emprender y propiciar toda gestión o trabajo de crítica, investigación o rectificación históricas de interés general.
“6º-Recoger y difundir toda creación intelectual que pueda favorecer el afianzamiento de la conciencia colectiva de América.
“7º-Divulgar entre los pueblos del mundo colombino el conocimiento mutuo de la historia, geografía, ciencia, literatura y arte continentales.
“8º-Viabilizar el intercambio de ideas y opiniones dentro del gran temario americano entre distintos Estados del Continente.
“9º-Estimular la iniciativa privada en todos los órdenes del pensamiento y de la acción lícita, en consonancia con los ideales de identificación y solidaridad americanos.
“10º-Secundar y robustecer todo empeño oficial concordante con los altos fines expuestos.
“11º-Prestar a los custodios del Monasterio de Santa María de la Rábida, toda la cooperación necesaria para su conservación.
“12º-Contribuir en síntesis a afirmar los valores materiales y espirituales de América.
“Esta Sociedad, además otorga anualmente importantes premios en metálico, para estimular, por medio de concursos, los trabajos americanistas, en las Universidades y Escuelas Públicas, así como entre los Periodistas de las Naciones Americanas.
“Y por si fuera poco todo lo dicho, hay que hacer constar que esta Institución Interamericana, con sede en La Habana, ha fundado las entidades y los organismos siguientes: "Instituto Interamericano de Historia Municipal e Institucional", "Corporación de Bibliotecarios, Archiveros y Conservadores de Museos del Caribe", "Instituto Interamericano de Investigaciones Históricas, Sociológicas y Económicas", "Cámara Interamericana de Comercio" y "Primer Grupo Bolivariano de Cuba" por no citar más.
“Para terminar diremos que para premiar y estimular las actividades del pensamiento y de los hechos de unión y fraternidad americanos ha donado doscientas medallas conmemorativas del Vuelo Panamericano Pro Faro de Colón que en nombre de la República de Cuba otorga el Honorable señor Ministro de Estado.”
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y su plato nacional - El Ajiaco”
“En cierta ocasión fui designado Ayudante de Campo del Excelentísimo señor Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Suiza ante el Gobierno de Cuba. Era él una persona de exquisito trato, de "savoire faire" y dueño de un gran bagaje de cultura.
“Entre las múltiples cosas por las que se interesó fue la de gustar, antes de abandonar la Isla, una comida típicamente cubana y, ante semejante insinuación, acompañé al distinguido diplomático de Helvecia al "Floridita", de fama internacional, por ser el "sancta sanctorum" de la gastronomía, no sólo de La Habana, sí que también de toda la República.
“Informe al dueño del afamado establecimiento habanero de quién era el personaje que los visitaba y de cuáles los deseos que a aquel lugar lo llevaban y como contestación a semejante saludo se inició la jornada gastronómica con un delicioso "daiquirí" que fue obsequio de la Casa y que, a todos los poquitos de su fama añadió el experto preparador, todas las artes de una técnica refinada que al escanciar las copas el Embajador hizo que toda la Suiza, por su boca, entonara un himno de admiración y de loa para la Perla de las Antillas.
“Mas si la introducción fue colosal, el plato fuerte del día completó el cuadro, pues el Ajiaco que se sirvió fue tan suculento y apetitoso que mereció los honores de la repetición en días posteriores, ya que no se borró de la memoria del ilustre extranjero que entre lo inolvidable de su paso por Cuba estaba su plato nacional llamado Ajiaco.
“¡Ah!... es que este plato nacional, el clásico Ajiaco Cubano es toda una enciclopedia de cosas buenas, nutritivas y bien condimentadas y él sólo, puede satisfacer todas las exigencias del estómago más exigente y goloso.
“Respecto de su composición he pedido el auxilio de un experto culinario, siendo ésta la receta que del mismo he sacado: El verdadero Ajiaco Criollo Cubano no puede existir si no cuenta con carne de puerco en masa; huesos de puerco y agujas; tasajo y toda la gama de viandas. No puede hacerse si no se cuenta con una cacerola de gran tamaño o una olla de grandes proporciones. Se echan los huesos de puerco, las agujas, la masa y después de desalarlo, el tasajo. Cuando el caldo ha hervido lo bastante y se haya espumado se echan todas las viandas y el maíz partido en trozos. Las viandas-me dijo-se deben echar en la olla siguiendo este orden: los plátanos verdes, la yuca, el maíz y la malanga, en primer término, porque ellas son las más resistentes en ablandarse; después una poca cantidad de calabaza junto con papas y, por último, ocupan su turno los boniatos y los plátanos maduros y pintones que deben ser cocinados en lugar aparte para ser agregados al Ajiaco en el momento de ser servido.
“Todo debe encontrarse sumido y cubierto por el caldo.
“Le sigue a lo dicho el hacer en manteca un buen mojo sofriendo cebolla, ajo y perejil, tomate y ají y se une al Ajiaco. Todo ello se sazona con sal, pimienta y limón verde que, además del buen sabor que le da, sirve para blanquear el caldo que se oscurece por la acción del plátano verde. Después, en un mortero, se majan la calabaza y un poco de malanga cuajando con ello el caldo y, para darle un color bonito al conjunto se reclaman los servicios y auxilios del azafrán... y a comer se ha dicho, o a hacerse la boca agua, si es que tan sólo se lee la receta y no se gusta la realidad.
“¿Cuál es el origen del Ajiaco? Respecto de este particular diré con el doctor Zayas que en su Lexicografía Antillana expone: "...sin duda viene de la palabra Ají, designante del condimento que los indios empleaban para sus manjares y que todavía se usa para el Ajiaco. No podemos asegurar que los indios emplearan esta voz, pero es probable que así denominaran al agua saturada de ají picante, donde según relatan los autores mojaban el casabe para comerlo".
“Sea lo que fuere, lo que sí se sabe a ciencia cierta, ya que la experiencia lo demuestra un día y otro día, es que el que ha probado una vez un buen plato del verdadero Ajiaco Criollo Cubano repita con Castro Marín aquello de que:
“"...yo mi apetito sólo aplaco en la mesa en que brilla un buen AJIACO".”
El monumento más antiguo que se conserva en La Habana es una lápida funeraria. Se erigió a la memoria de María de Cepero y Nieto, dama principal de la ciudad, en el mismo lugar donde, según la tradición, cayó mortalmente herida en 1557, de un disparo casual de arcabuz, mientras rezaba en la Iglesia Parroquial Mayor.
Al derribarse dicho templo, en 1777, se trasladó el monumento a la esquina de Obispo y Oficios, casa solariega de los Cepero, y en 1914 pasó a formar parte de los fondos del entonces incipiente Museo Nacional. Allí estuvo hasta 1937 cuando, por iniciativa del historiador Emilio Roig, se restituyó a su lugar original, que es el que ocupa desde finales del siglo XVIII el Palacio de los Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad.
Se trata de una lápida pequeña, de piedra, orlada con una cruz y la cabeza de un ángel. Tiene una inscripción en latín que, traducida, dice:
«Casualmente herida por un arma aquí murió Dª María Cepero en el año de 1557. Pr. Nr. A. M. (Padre Nuestro. Ave María)».
Puente Almendares
El puente que como continuación de la Avenida 23, en el Vedado, cruza sobre el río Almendares, se proyectó en 1905, en momentos en que Emilio Núñez, general del Ejército Libertador, era el gobernador de La Habana.
La segunda intervención militar norteamericana, en 1906, impidió el comienzo de la obra. Su construcción se inició el 1ro. de diciembre 1908, siendo gobernador el general Ernesto Asbert, nombre que, en definitiva, se dio al puente.
La obra contó con un presupuesto inicial de 179 482 pesos, pero por alteraciones del proyecto, el Estado debió aportar 80 000 pesos más para concluirla.
En agosto de 1910 se autorizó a la Havana Electric a colocar en el puente una doble vía que permitiría el paso de los tranvías. La misma se mantuvo hasta enero de 1952, cuando esos vehículos dejaron de funcionar, y se procedió a pavimentar el paso.
En 1921 se había inaugurado, también sobre el Almendares, el puente de Pote, que enlazó al Vedado con la Quinta Avenida de Miramar.
Crecía la ciudad
La Habana crecía hacia el oeste y para facilitar su expansión se imponía vencer los obstáculos naturales que la frenaban.
El centro histórico habanero se poblaba cada vez más. Proliferaban las casas comerciales, las oficinas y los almacenes. Sus calles se hacían demasiado ruidosas y transitadas. Ante el deterioro de la zona más céntrica de la capital, las familias de mayores recursos buscaron otros sitios donde asentarse. El Cerro gozó de preferencia en determinado momento, pero ya desde fines del siglo XIX la aristocracia y la burguesía cubana emigraron hacia el Vedado.
Nuestros más connotados arquitectos no cesan de elogiar las virtudes de esa barriada, uno de los grandes logros del urbanismo moderno. Se le pondera como ejemplo de urbanización coherente y se resalta su ordenamiento vial jerarquizado y sus normas estrictas en cuanto a la subdivisión de las manzanas. Allí se radicaron muchos de los nuevos políticos y generales y altos oficiales del Ejército Libertador cuando recibieron la cuantiosa paga que les reportó el licenciamiento. El período conocido como de las Vacas Gordas o Danza de los Millones permitió la construcción de grandes y fastuosas mansiones en la barriada. Pero, como advirtió el historiador Carlos del Toro, los intentos de lograr una estricta segregación social y arquitectónica no se consiguen plenamente en el Vedado, donde lujosos palacios y elegantes mansiones coexisten con precarias viviendas de madera y casas de vecindad.
Se hacen necesarias entonces para los más ricos nuevas zonas de expansión. Muchos se trasladan a otras urbanizaciones: Miramar, Country Club, La Coronela, Barandilla, Kholy... No bastaban los nuevos repartos. Había que garantizarles un acceso rápido. Eso explica el por qué de los puentes sobre el Almendares. Pote, sobrenombre del millonario José López Rodríguez, fue uno de los urbanizadores de Miramar.
Las tres C
La conexión Vedado-Miramar benefició asimismo a las más elitistas instalaciones recreativas de la burguesía: el Habana Yacht Club, fundado en 1886, y el Country Club de La Habana, fundado en 1911.
Facilitó además, dice Carlos del Toro, el enorme negocio del triunvirato de Las Tres C (José Manuel Cortina-Carlos Miguel de Céspedes-Carlos Manuel de la Cruz) que proyectaron la urbanización de la playa de Marianao, y la construcción del parque de diversiones del Connie Island y, en el área costera, del balneario de La Concha. Para usar de esta instalación recreativa no era necesario, como en las otras, gozar de la condición de socio. Simplemente se abonaba la entrada. Se trata de un edificio muy bello y funcional construido a la vera de la mejor de las playas de la zona; un balneario que se mantuvo durante décadas en la preferencia de los bañistas. Allí surgió ese célebre coctel que es el mojito criollo.
Aparte de la de Las Tres C, otra compañía urbanizadora beneficiada con los puentes fue la del Country Club Park. Apunta Del Toro en su libro La alta burguesía cubana; 1920–1958, que a fines de la décadas de los 50 los representantes del poder político y económico de la República concentraban sus residencias en el Country Club, Miramar, Kholy, Biltmore y Alturas de Almendares, mientras que otros no menos ricos y poderosos seguían viviendo en el Vedado, quizá por sentido de pertenencia o espíritu tradicionalista. Nunca se fue del Vedado, por ejemplo, Juan Gelats (17 y H), propietario del banco de ese nombre y banquero del Vaticano en Cuba. Ni los descendientes de Laureano Falla Gutiérrez (17 e I). Agustín Batista, presidente del Trust Company of Cuba, entidad que operaba con un capital de casi 300 millones de pesos, nunca salió del Vedado. Vivió en el Hotel Paseo, cuando todavía era un lujoso edificio de apartamentos, y luego en B y 13, donde murió.
Pero las agencias inmobiliarias acudían a los argumentos más disímiles para atraerse a la clientela. Por un lado, estimulaban en los compradores potenciales el orgullo clasista, y, por otro, negaban públicamente y sin recato todo valor a lo que ofrecían sus competidores.
Así se ve claramente en anuncios de la época, como en el que sigue.
Country Club 1918
«El representante de este bello reparto, que será para los habaneros lo que el famoso Lenox Park, Tuxedo Park y otros parques de residencia son para la high-life norteamericana, ha puesto a la venta la segunda mitad de estos pintorescos terrenos.
«Los lotes de la primera parte se han agotado por completo, figurando entre sus compradores lo más selecto de nuestras primeras familias, como son los Arellano, Arenal, Lobo, Moré, Blanco Herrera, Suero, Bernal, Castelló, Crusellas, Delgado, Longa, Orr, Pantin, Freyre de Andrade, Galván, Silva, González de Mendoza, de Sola, Tolón, Villalón y otros muchos.
«Cualquiera puede decir: Yo vivo en el Vedado. Pero no todos podrán decir: Yo vivo en el Country Club».
Cuadrados del Malecón
Dice Eduardo Robreño en su libro Cualquier tiempo pasado fue... que cuando ocurre un ras de mar es por la calle Galiano donde primero penetra el agua debido a un desnivel bastante profundo que existe en dicho lugar. Sin embargo, cuando el ciclón del 26, el agua llegó, por Prado, hasta la calle Colón. Y cuando el ciclón del 19, llegó, por Campanario, hasta la calle Ánimas, con la consiguiente alarma del vecindario.
De los cuadrados que tiene el Malecón, el comprendido entre las calles San Nicolás y Manrique es por donde más fuerte baten las olas a causa de lo bajo del muro y del pequeño espacio que ocupan los arrecifes.
El muro del Malecón que empieza en la calle Lealtad es más bajo que el resto.
Plaza de Armas
A fines del siglo XVI, anota José María de la Torre en su libro La Habana antigua y moderna, la Plaza de Armas de plaza solo tenía el nombre. Pero fue «el centro de donde irradió» la ciudad. La realzaron las edificaciones que en las postrimerías del XVIII se alzaron en torno a ella: el Palacio de los Capitanes Generales y la Casa del Intendente o del Segundo Cabo. Gobernadores como los marqueses de la Torre y de Someruelos, y Juan Ruiz de Apodaca y Francisco Dionisio Vives acometieron obras que la embellecieron.
La Plaza de Armas, sin embargo, cayó en total abandono en los años finales de la dominación española en Cuba. Dejaron de tener lugar allí, por la guerra, las concurridas retretas nocturnas, y los habaneros no la frecuentaban como lugar preferido para el esparcimiento.
La situación se agudizó en los años de la primera ocupación militar norteamericana. Leonard Wood, uno de los gobernadores intervencionistas, mandó a retirarle los bancos. Sucedía que los jornaleros del puerto y empleados de establecimientos cercanos esperaban allí la hora de empezar a trabajar. Sus conversaciones impedían el sueño del procónsul, que gustaba de dormir la mañana. Y la Plaza de Armas perdió con sus bancos su condición de bello rincón colonial.
Digamos de paso que entre 1898 y 1902, el tiempo que duró la primera intervención, solo se construyó en La Habana un edificio público, el destinado a la Escuela de Artes y Oficios, en la calle Belascoaín.
Hubo que esperar a 1926 para que se acometiera la restauración del Palacio del Segundo Cabo. Al año siguiente se restauró El Templete, y en 1930, el Palacio de los Capitanes Generales.
En esa fecha el Palacio del Segundo Cabo daba albergue al Senado de la República, y cuando el Senado se instaló en el Capitolio, funcionó en ese edificio el Tribunal Supremo de Justicia. El Palacio de los Capitanes Generales lo ocupaba entonces el Ayuntamiento de La Habana. Esa entidad, mientras se prolongaron los trabajos de restauración, se trasladó para los ya inactivos locales de la Cárcel, en el extremo más cercano al mar del Paseo del Prado
Ensayo en el ejemplar que tenemos de “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas. Aparentemente editado a principios de la década de 1950.
“Cuba y los carnavales de La Habana”
“Cuba tierra de la más criolla alegría, se esfuerza en destacarla, de manera especial y por encima de todos sus problemas "desde que el calendario señala la proximidad de las Carnestolendas, ya que ha llegado el momento para La Habana, a todo lo largo del racimo de semanas que dura su Carnaval, de archivar-según expresiones de Renato Villaverde -las penas, las preocupaciones y los desengaños en el armario del Olvido". Siendo los días que se suceden entre máscaras y desvaríos, como lámpara votiva que año tras año se enciende frente a los altares en que se rinde culto al dios Momo, quintaesencia de cuanto nos legara el mundo pagano.
“Naturales y extranjeros, plebeyos y magnates, sabios e ignorantes, todos cuantos vienen a formar parte de la masa inmensa del conglomerado humano, todos vibran al unísono en estos días, mientras transcurren alegres, ligeras y embriagantes las horas sabatinas y domingueras, cuando al caer de las tardes se satura el ambiente citadino de ese algo indescriptible e indescifrable, subyugante y exclusivo que da a La Habana matizaciones tan únicas y exclusivas que la hacen inolvidable a cuantos en su ambiente han tenido la suerte y la dicha de verse engolfados.
“Hay que ver a la Capital de la República de Cuba en las horas aquellas en que se inicia el paseo del carnaval llamativo. Por doquier profusión de luces, cascadas de risas y montañas de flores, mientras toneladas de confettis y de serpentinas producen una verdadera inundación en plazas y parques, avenidas y calles, destacándose entre el conjunto las mujeres, muchas mujeres, muy lindas, muy bellas, esbeltas y hermosas que, con su exquisita elegancia, su mirada ardiente y subyugadora y su incitación al beso con sus labios de grana, obligan al hombre que las contempla a musitar, cual si fuera una plegaria, aquella estrofa de Gustavo Sánchez Galarraga:
"No en vano es tu color moreno, como el humo de abrasado cinamomo. ¡Oh, milagro de encanto y embeleso, quien no besó tu boca, no ha sabido cómo el amor puede beber fundido lo infinito de Dios en sólo un beso!"...
“A lo largo de las calles, de los parques y de las plazas se levantan magníficas graderías que se atestan de curiosos, y en las aceras y contenes millares de sillas integran la base de lo que luego se convierte en humana muralla, mientras que ventanas y balcones, terrazas y azoteas presentan una nota de policromía, a medida que en los mismos se destacan los colores de muy subido tono que las telas femeninas convertidas en vistosos vestidos que la moda impone, se transforman en adecuado marco de los más bellos rostros de mujer y que al conjuro de sus escondidos encantos, a su vera congregan a sumisos galanes que, por no ser menos, lucen pendientes de sus cuellos las corbatas llamativas que el vanguardismo impone, a pesar de la estridencia de sus tonos, de sus dibujos y de su gusto estrafalario... y, cuando llega la hora señalada, comienza el desfile en que se confunden y mezclan los más elegantes y modernos "colas de pato", con los quitrines y volantas, trasunto de tiempos ya idos, entre los que busca juego también el coche destartalado, por triste jamelgo tirado, flaco y hambriento, que contrasta tanto con los briosos corceles de pura sangre que montan jinetes arrogantes y jóvenes que reflejan en sus rostros el orgullo de ser ellos el cortejo de linda amazona que con femenino donaire, sonriente y muy bella, cual sol se destaca cuando junto a ella se encuentra la máscara fea y grosera que, en unión de las otras va formando infernal algarabía que se suma a la de las "comparsas" que llevan por nombres "Los Príncipes Rajahs", "Las Fruteras" o "Los Mexicanos", por no citar más que algunas.
“¡Las Comparsas!... son ellas motivo de competencia entre los Barrios Capitalinos ya que en cada una de ellas se pone a contribución toda la sal y donaire, toda la inspiración criolla, para que sus integrantes conquisten aplausos y sean citados en la orden del día como los mejores del desfile, y para ellos son trajes llamativos, faroles extravagantes, exóticos instrumentos de música, destacándose, entre muchos, por su ritmo extraño y llamativo los inmensos y simbólicos "bongoes", a cuyo mágico influjo y al compás de sus estridencias se desenroscan los serpentinos movimientos de las "congas" que pasan, entre vértigos y gritos y todo aquel conjunto abigarrado y heterogéneo pone de relieve la nota descollante que matiza las horas alegres de inconsciencia y de lujuria de los carnavales de La Habana.
“Este es a grandes rasgos el famoso Carnaval Habanero que tanto invita y atrae a propios y a extraños y que hace gustar las delicias que la vida encierra en sus mes recónditos arcanos.
“Cada jornada carnavalesca se esfuma siempre entre bailes de subido tono, lucidos y animados, de versallescos motivos o de rústicos encantos, pero siempre incitadores, bullangueros y entusiastas que se celebran en regios salones, en clubes o en los íntimos hogares hasta que el sueño rinde en el más profundo letargo a las lindas parejas, mientras que venciendo la noche, de entre sus densidades, rasgándolas salen los primeros rayos del sol mañanero que anunciando van la presencia de una nueva alborada.”
En el corazón mismo del municipio Centro Habana, en la calle Marqués González entre San Miguel y Neptuno, existe un lugar impresionante y acogedor.
En un espacio amplio, lleno de homenajes, recuerdos, reconocimientos y calor humano. El asaltante al Moncada Alejandro Ferrás Pellicer, con sus jóvenes y enérgicos 92 años, ha levantado con mucho amor, fidelidad, dedicación y espíritu revolucionario un sitial que, según sus propias palabras, es el segundo Moncada del país.
Nacido en Gibara, Holguín, el 12 de diciembre de 1920, es el mayor de los tres hermanos que participaron en los sucesos del 26 de Julio. Armelio y Antonio Ferrás Pellicer, nacidos en 1923 y 1929, fallecieron en el año 2005.
Ferrás fue rápido y preciso al explicar las motivaciones que los llevaron a participar en los sucesos del 26 de Julio.
En la táctica de Fidel para las elecciones generales de 1952, comenta, estuvo la de promover su candidatura como congresista por el Partido Ortodoxo, para lo cual se postuló por el distrito de Cayo Hueso, área tan poblada como pobre. Si bien aquel proceso electoral fue interrumpido abruptamente por el golpe militar de Batista, Fidel dejó su impronta en dicho barrio.
Cuenta el nonagenario combatiente que conoció a Fidel durante el tiempo que desarrolló su campaña electoral en Cayo Hueso, pero que, poco antes del 26 de Julio, sostuvo con él una conversación en su imprenta, situada en la calle Lucena 304 y 306, que decidió su futuro, el de sus hermanos y el de sus amigos.
Del propio Fidel conoció el programa de acción que se proponía. El mismo incluía la lucha armada,a fin de cambiar el sistema político, económico y social imperante en Cuba, que perspectivamente, podría ser el inicio de un profundo cambio social en América Latina. La reacción del futuro asaltante fue inmediata. No solo se comprometió con Fidel personalmente, sino le dijo: “con usted vamos siete, entre ellos mis dos hermanos”.
Narra Ferrás que desde hacía tiempo ese grupo andaba buscando a un líder para poder incorporarse a la lucha, y terminada la conversación con Fidel, le comentó al resto del grupo: ya encontramos al líder que buscábamos, tras lo cual le dijo a Fidel: “estamos contigo incondicionalmente, con tu programa, con tu lucha, y por ella estamos dispuestos a ser perseguidos, prisioneros, torturados, lo que sea… Estamos dispuestos a todo”, le añadió, “hasta a desaparecer con toda la familia si es preciso, pero la patria hay que defenderla, la independencia hay que conquistarla”, y se incorporaron a la lucha.
Después del triunfo de la Revolución, Ferrás, junto a sus hermanos, sintieron la necesidad de hacer un Moncada en Cayo Hueso, por dos razones principales:
Cayo Hueso fue un barrio, que tuvo gran importancia para la Revolución y para la historia de Cuba.
En cuanto a la Revolución, porque hubo una especial participación de sus habitantes en las luchas preparatorias y en el asalto mismo al Moncada; el lugar escogido por Fidel para lanzar su campaña política que lo llevara al Congreso de la República por el Partido Ortodoxo, para desde allí iniciar su lucha reivindicativa con expectativas de extenderla a planos superiores y porque allí precisamente buscó y recibió el líder una buena parte del respaldo popular que necesitaba, en sus inicios, para llevar adelante su obra emancipadora.
La segunda razón es, cómo se dio en Cayo Hueso la continuidad histórica del proceso nacional liberador cubano. Al respecto señaló que, a unos pasos de donde se encuentra enclavado el sitial, se levanta la Sociedad de Torcedores de La Habana, la cual fue construida en 1925, centavo a centavo, por los trabajadores tabacaleros. Centro que albergó las aulas de la Universidad Popular José Martí, lugar donde fueron veladas las cenizas de Rubén y de Aracelio, y que cobijó a Lázaro y al resto de los dirigentes de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) cuando su dirección fue usurpada por Mujal y su equipo de servidores del imperio, con el respaldo de gobiernos y fuerzas armadas dependientes, que accionaron al ritmo de la Guerra Fría.
Pero al respecto, Ferrás recuerda que fueron los tabaqueros de Tampa quienes apoyaron económicamente a Martí para llevar adelante la Guerra de Independencia, que muchos regresaron para incorporarse a la misma, y otros que, ya instaurada la neocolonia, al conocer que ese territorio se llamaba Cayo Hueso, retornaron a vivir en esa zona, o siguieron ayudando económicamente a los tabaqueros a través de la Sociedad de Torcedores y las diversas agrupaciones de tabaqueros que actuaban en ese territorio.
De esa suerte, afirma el combatiente revolucionario, justamente porque en Cayo Hueso estaban los tabaqueros, el memorial dedicado al Moncada da la continuidad histórica de aquellas luchas.
Precisamente por eso, comenta el activo Asaltante, cuando me propuse la idea de construir este mausoleo, llegué a pensar en llamarlo así “Continuidad histórica de los tabaqueros”, como una manera de que dicho memorial fuera también un homenaje a los tabaqueros que vinieron de Tampa a hacer la Revolución en el siglo XIX. Hacer aquí un Moncada en homenaje a esos tabaqueros que aportaron a Martí para la independencia de Cuba.
Finalmente Ferrás, sus compañeros y el pueblo de Cayo Hueso, crearon en su área un sitial que, como dice su promotor, levantaron en aquel espacio un Moncada que, como él mismo dice, es el segundo en Cuba, y el único que existe en América Latina, sin embargo, subraya: “debía crearse un Moncada en cada país latinoamericano pues, de un modo u otro, los Moncadistas también fueron a luchar por la liberación de esos pueblos, tal como se reconocía también en su programa de lucha”. Pero dice más, apunta que “el Moncada es símbolo universal de la libertad de los pueblos”. Por eso el sitial consagrado al Moncada, a lo tabaqueros como parte de los trabajadores que participaron en nuestro proceso nacional liberador y de los cuales el Moncada es consecuencia, símbolo y resumen, es también un homenaje a los pueblos latinoamericanos que recorren el camino de su verdadera independencia.
Para este fiel combatiente revolucionario no pasan inadvertidas las dificultades que confronta la sociedad cubana actual. Al respecto es tajante y oportuno:
“El Moncada, dice, fue una necesidad histórica, si no hubiera existido, todavía estaríamos dominados por los yanquis. Tenemos un Moncada en Cayo Hueso, a los tabaqueros ahí, y la historia escrita del Municipio, de lo que es la libertad de Cuba y lo que es la Revolución cubana, sin embargo, nos encontramos ante un nuevo Moncada”.
“A nosotros, nuestros antepasados solo nos dejaron hambre, dictaduras y muerte. Por eso luchamos por la libertad. Hoy tenemos la ventaja más grande que logramos en el Moncada: acabar con la dictadura, devolverle la libertad al pueblo cubano. Esa es la conquista y el capital más grande que puede tener un pueblo. Con esa motivación mis hermanos y yo seguimos a Fidel desde el Moncada y nos hemos mantenido fieles a él, a sus ideas, a través de nuestras vidas. Sin embargo, hoy nos acecha y nos golpea otro fuerte enemigo: la indisciplina social”.
“Ese elemento de perturbación está generando una situación que daña los valores de la nueva generación, sobre todo de los niños, muchas de cuyas familias no siembran en ellos los conceptos que son imprescindibles para la comprensión de la sociedad en que vivimos, y me pregunto ¿Cómo van a vivir esos niños en medio de esas ideas? ¿Acaso quienes siembran esas ideas quieren vivir en la dictadura otra vez?” Y concluye:
“La lucha contra la indisciplina social nos corresponde a los mayores, pero sobre todo a la juventud, llamada especialmente a defender esta causa, y es necesario que la defiendan, ante todo por sus hijos, por lo que de beneficio significa para sus vidas”.
Estas palabras reflejan el sentido de la vida de los Moncadistas, las motivaciones que tuvieron entonces y que mantienen ahora, la fidelidad a las ideas de ese líder revolucionario que ha consagrado su vida a la causa de la conquista, mantenimiento y defensa de la dignidad y de la independencia del pueblo cubano y de todos los oprimidos del mundo. De ese enorme líder cuyos sueños se van haciendo realidad, para orgullo de este pueblo, en los más diversos países del mundo, y especialmente en nuestra América.
La existencia de la Revolución cubana, su voluntad de avance, la fidelidad de sus seguidores, continuadores y jóvenes; el ver emerger, fuerte y decidida la Patria Grande de los mejores sueños libertarios de muchas generaciones de patriotas revolucionarios a lo largo de siglos; el avance hacia el triunfo universal del Moncada, son el mejor homenaje a la vida de un hombre que la consagró entera a esa causa y que, al cumplir sus 87 años, ve cómo se renueva su vida, su consagración y su doctrina en los hechos que ya van dando frutos, gracias al quehacer de las generaciones para quien sigue siendo acicate y ejemplo imperecedero, impulso para las batallas de la hora.
Céspedes denunció en su célebre carta al senador Charles Sumner que Estados Unidos “seguía prestando apoyo indirecto moral y material al opresor contra el oprimido. (Foto: Autor sin identificar)
Febrero de 1960 se inicio en medio de la agudización de la violencia contrarrevolucionaria, entrenada y subvencionada por el Gobierno de los Estados Unidos. El día 1º, aviones procedentes de Norteamérica incendiaron más de 200 mil arrobas de caña en Matanzas. Diecisiete días después otro aeroplano del mismo punto de origen, que se disponía a atacar el central España, en el municipio matancero de Perico, estalló en el aire cuando, por razones desconocidas, una bomba de alto poder explosivo detonó dentro de la nave. Los dos tripulantes murieron. El piloto, según documentos hallados en los restos del aparato, se nombraba Robert Ellis Frost.
El 21 de febrero un bimotor proveniente de los Estados Unidos sobrevoló el poblado de Cojímar. Ante el fuego de las defensas cubanas, huyó rumbo norte, no sin antes descargar sus bombas en la franja costera. Pero lo peor estaba por verse: el 4 de marzo siguiente, en la rada capitalina, se produjeron dos explosiones en el vapor francés La Cobre, el cual transportaba armas adquiridas para la defensa del país. Hubo alrededor de cien muertos y otros tantos heridos, principalmente estibadores del puerto y marinos del buque. Al siguiente día, en el sepelio de las víctimas, Fidel reiteró la profunda convicción del pueblo y del Gobierno cubanos de que se trataba de un sabotaje perpetrado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. (Ver ampliación del tema en la Sección de Historia de esta edición).
Poco menos de dos semanas después, el 17 de marzo, el presidente D. E. Eisenhower encomendaba a Allen Dulles, entonces director de la CIA, la preparación de una fuerza armada para invadir la Isla y derrocar la Revolución.
Años más tarde, al comentar estos hechos para la televisión miamense, un periodista de origen cubano afirmó que eran el resultado lógico del diferendo entre las dos naciones, originado “en el sentimiento antinorteamericano con que Castro y sus barbudos inundaron a Cuba”. Se equivocaba. El llamado diferendo es mucho más antiguo, muy anterior a la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y a la solicitud de retirada, por parte del Gobierno Revolucionario, de la misión militar norteña en el país. Data de cuando Cuba aún no era una nación y Estados Unidos recién disfrutaba de su independencia. Es una pelea de siglos.
En un principio, la fruta madura
Aunque Benjamín Franklin ya proclamaba en la segunda mitad del siglo XVIII la necesidad para las entonces aún 13 colonias inglesas en Norteamérica de apoderarse de las llamadas “Islas del azúcar” (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico), corresponde a Thomas Jefferson el dudoso honor de ser “el precursor de la anexión de nuestro país a los Estados Unidos, […] el paladín constante de la incorporación de Cuba a la Unión”, como subrayaron los historiadores de la Isla en el congreso de su disciplina en 1947.
Por orientaciones de Jefferson agentes estadounidenses radicados en la mayor de las Antillas estuvieron atentos, en fecha tan temprana como 1805, a descubrir cualquier interés de los criollos en formar parte de la nación norteña. Muchos le oyeron hablar por aquellos días, cuando era presidente de su país, de la posibilidad de una guerra con España, ya que Cuba podía ser capturada sin mucha dificultad.
La invasión napoleónica a la península ibérica (1808) desató el apetito expansionista de Jefferson. Envió a La Habana un emisario para convencer al capitán general Someruelos de la conveniencia de traspasar la Isla a la jurisdicción norteamericana. Tal misión fracasó. Su sucesor en la presidencia, James Madison, más realista, trazó la estrategia de mantener a Cuba como colonia de una España débil y no permitir que ningún país fuerte la ocupara. Como estimara el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, “desde entonces, la política yanqui con respecto a Cuba fue apoyar la soberanía española mientras no pueda ser norteamericana”.
La invasión francesa de 1823 a España, con el objetivo de erradicar de la península todo vestigio de liberalismo y constitucionalismo, llenó de inquietud a Washington. El presidente Adams envió a un emisario a La Habana a sondear la situación política de la Isla; al nuevo embajador en España, Hugo Nelson, dictó instrucciones de “emplear todos los medios a su alcance” para impedir cualquier intento de traspasar Cuba a Inglaterra o Francia. Consideraba el mandatario que la mayor de las Antillas y Puerto Rico “por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano y una de ellas, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser por una multitud de razones de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión”.
Obviamente, se estaba refiriendo a Cuba, para cuya anexión, opinaba, “no estamos todavía preparados […] Pero hay leyes de gravitación física y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no pueda, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana”. De tal forma Adams delineaba lo que los historiadores cubanos del siglo XX llamarían “la política de la fruta madura”.
Pronto al gobernante yanqui le asaltaría una nueva preocupación: los deseos de las recién independizadas naciones latinoamericanas de expulsar a España de Cuba y Puerto Rico. Simón Bolívar tenía entre sus planes encomendar a José Antonio Páez y Antonio José de Sucre la invasión libertadora de estas dos islas. El presidente mexicano Guadalupe Victoria también estaba dispuesto a involucrarse en la operación. Adams declaró al conocer de estos propósitos que Washington no permanecería indiferente ante la partida de expediciones hacia la Isla desde el país azteca y Sudamérica.
En una ofensiva diplomática sin precedentes hasta entonces, el presidente gringo boicoteó todo intento de organizar una operación bélica libertadora en el Caribe. Aunque sus delegados, al llegar tarde, no estuvieron presentes en el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), la oposición estadounidense a cualquier expedición hacia Cuba era tan evidente que obstaculizó todo intento de concretarla. En ese empeño, hay que reconocerlo, recibieron un sustancial apoyo de Inglaterra. Al recordar esos días, Páez escribió en sus memorias: “El Gobierno de los Estados Unidos, y lo digo con dolor, impidió así la independencia de Cuba”.
Ya para esta fecha, un grupo minoritario de hacendados criollos había comunicado a varios congresistas norteamericanos su deseo de “ligarse a los Estados Unidos como estado, no como colonia”. En la política de la fruta madura aparecía ahora un nuevo componente: los anexionistas cubanos.
Las expediciones ahora llegan del norte
Los expedicionarios de Narciso López, según grabado de Landaluze. La mayor parte de ellos eran mercenarios húngaros y yanquis contratados en Kentucky y Louisiana. (Ilustrador: Landaluze)
La crisis del reformismo con la exclusión de los diputados cubanos de las Cortes españolas (1834-1837), el férreo despotismo de las autoridades coloniales, los devaneos de Madrid con Inglaterra que hicieron temer a los hacendados azucareros por la posibilidad de que se limitara o se aboliera la esclavitud, y las rebeliones de esclavos en la década de 1840, crearon las condiciones para que un sector de la sacarocracia comenzara a ver con buenos ojos la anexión a Estados Unidos. Esta corriente ideológica fue fomentada por el llamado Club de La Habana, encabezado por Miguel Aldama y Cristóbal Madam. En el centro de la Isla había un gran centro afín a ella, nucleado en torno a Narciso López, mientras que en Camagüey desarrollaba una gran agitación anexionista el grupo de ricos propietarios entre los que resaltaba Gaspar Betancourt Cisneros El Lugareño.
En Norteamérica algunos sectores de poder, sobre todo del Sur esclavista, aplaudieron los preparativos del núcleo que lideraba Narciso López para una sublevación armada, e incluso pensaron apoyarla con una fuerza expedicionaria. El levantamiento nunca se produjo. Por una parte, el presidente Polk obstaculizó los planes insurreccionales de los anexionistas cubanos, mientras le proponía a España la compra de la Isla. Por otro lado, ya el Club de La Habana había perdido sus “arrestos levantiscos”, al comprobar que no existía posibilidad alguna de que Madrid accediera a abolir la esclavitud o a limitar la trata.
Narciso López, exiliado en Norteamérica, continuó con su idea de capitanear una sublevación. Sus dos primeros intentos expedicionarios (1849) no fructificaron, por la acción del Gobierno estadounidense. El 13 de mayo de 1850 partió de New Orleans en el vapor Creole con una soldadesca mayoritariamente extranjera, pues solo pudo enrolar a cinco cubanos. En su segunda y última aventura (agosto de 1851) arribó a costas cubanas en el vapor Pampero, junto con 600 hombres (solo 49 cubanos) y, al igual que con el Creole, la población de la Isla no se le sumó. Apresado por los españoles, López fue ejecutado. Igual suerte corrió Joaquín de Agüero en Camagüey.
Estados Unidos continuó con su política (“Cuba española, mientras no pueda pertenecernos, pero nunca para los cubanos”) y obstaculizaba cualquier sublevación o expedición insurreccional, incluso anexionista. A la vez, no cejaba en sus propuestas de comprarle la Isla a España: al igual que Polk (1848), Pierce (1853) y Buchanan (1857) hicieron ofertas a Madrid, sin éxito.
Contra el mambisado
A Thomas Jefferson le cabe el “honor” de ser el precursor de las ideas de anexión de Cuba a los Estados Unidos. (Foto: Autor sin identificar)
El alzamiento del 10 de Octubre de 1868 en Oriente, secundado por Camagüey en Las Clavellinas (4 de noviembre) y por el centro del país en febrero de 1869, gozó de la admiración del pueblo estadounidense, no así en ciertos sectores de poder. Tanto el presidente norteño Ulysses Grant como su secretario de Estado, Hamilton Fish, se negaron insistentemente a reconocerle beligerancia a la República de Cuba en Armas constituida en Guáimaro, mientras que lo hacían países latinoamericanos como Chile, México, Brasil, Guatemala, Bolivia y El Salvador, en tanto Colombia, Perú y Venezuela enviaban ayuda a través de expediciones.
La administración Grant fue incluso más allá: en diciembre de 1869 entregó a Madrid 30 cañoneras, para reforzar la flota ibérica que bloqueaba a Cuba y trataba de impedir la llegada de expediciones independentistas a la Isla. Fish incluso buscó una alianza con el Herald de New York y en ese periódico se publicó una serie de artículos para convencer a la opinión pública de que la revolución mambisa estaba prácticamente muerta; por ende, el reconocimiento de la beligerancia era una pérdida de tiempo y energía.
El Herald en sus páginas difamaba a la Junta Cubana de New York, a la cual acusaba de malversación. En uno de sus editoriales, el rotativo proclamaba el inexorable fin de la rebelión en Cuba y que lo único por hacer era la anexión de la Isla a Estados Unidos, donde los habitantes de ella “vivirán libres, prósperos y felices”.
El estadounidense Thomás Grant, quien en el Ejército Libertador alcanzó el grado de mayor general, denunció el fariseísmo del gobierno de los Estados Unidos y de cierta prensa de esa nación: “Los españoles están peleando con armas compradas en Marden Lane, en casa de Shirley, Harley & Graham y a nosotros (los mambises) en todo un año no nos ha permitido comprar nada. […] Quisiera ver cambiada la infame ley de neutralidad (de EE.UU.), esa infame ley de ayuda a los españoles a quedarse en Cuba y que se opone a que los cubanos se defiendan”.
Carlos Manuel de Céspedes, en su carta al senador Charles Sumner (1871), denunciaría que Washington “seguía prestando apoyo indirecto moral y material al opresor contra el oprimido, a la monarquía contra la República, a la metrópoli europea contra la colonia americana, al esclavista recalcitrante contra el libertador de cientos de miles de esclavos”. Aunque en la misiva expresaba su optimismo de que los Estados Unidos cambiarían de actitud, el Héroe del 10 de Octubre recalcaba: “Llegue o no llegue ese día, la Revolución Cubana, ya vigorosa, es inmortal… Nuestro lema es y será siempre: Independencia o Muerte. Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”.
‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑ Fuentes consultadas Los libros Historia de Cuba y sus relaciones con los Estados Unidos, de Philip Forner, y La colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional, del Instituto de Historia de Cuba. Memorias del general José Antonio Páez. Autobiografía. La compilación Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, realizada por Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo.
Las labores de restauración en La Habana antigua siguen siendo arduas
Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA
28 septiembre de 2015
Muestra del barroco cubano. (Foto: habanaradio.cu)
Muy cerca a la habanera playa de Jaimanitas, la Finca San Felipe proveía en abundancia la piedra caliza necesaria para levantar una casona digna del tesorero oficial de la Real Hacienda. El trasiego de carretas era un espectáculo que colmaba la admiración de unos lugareños poco habituados, en 1707, a tamaña edificación.
Desde el entonces territorio de Marianao hasta el actual Malecón, a la altura de la catedral de La Habana, la distancia a recorrer en el siglo XVI era considerable y tortuosa, pero valía la pena el costo de una obra, cuya ostentación postrera ensalzaría el linaje.
El marqués de Arcos, o lo que es lo mismo, Ignacio de Peñalver y de Cárdenas, recibió su título en 1792 y vivió orondo de su herencia.Y aunque la armazón de su casa es un amasijo de elementos naturales, sangre y sudor de esclavos, más petulancia burguesa, la resultante altivez constructiva es hoy exponente fiel de la arquitectura colonial, que merece conservación y respetabilidad museable.
Así también lo piensa Lesbia Méndez Vargas, directora de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador. El Palacio del marqués de Arcos es además de esos ejemplares con columnas que tan bien se le dio en elogiar a Alejo Carpentier.
En conversación con BOHEMIA, la especialista ponderó la singularidad de este inmueble, uno de los que rodean la Plaza de la Catedral, anterior incluso a esta. Por eso es de suponerle a la mansión una temprana quietud, sin trasiegos de mercaderes y señoras, algo de lo cual no pudo escapar en etapas posteriores cuando cumple otras funciones, ajenas a la nobleza de cuna.
A mediados del siglo XIX, la descendencia se muda a una residencia acorde a la época. La propiedad devino pública: oficina de Correos, Liceo Artístico y Literario, para terminar en una muy habitada casa de vecindad. Desde una maltrecha condición se inician las labores de rescate que todavía perduran.
La Oficina del Historiador de la Ciudad es su principal restaurador. (Foto: habanaradio.cu)
“La casona -enfatiza Lesbia- es uno de los mejores exponentes de la arquitectura residencial en Cuba. De marcada monumentalidad, en perfecta comunión con atributos que en el siglo XVIII fueron distintivos de las familias poderosas”. Casi siempre se le asocia con la fachada que confronta la catedral, sin embargo, su entrada principal estuvo en un tiempo por la calle Mercaderes; de allí se atisba el patio central y sus galerías circundantes. El interior cobija una escalera sorprendente, similar a las que señorean el Renacimiento italiano.
Mucho más podría enumerarse; qué si sus balcones, qué si sus rejas… Mejor recalcar en el carácter barroco, en su adaptación a la idiosincrasia local como monumento de lo nuestro real maravilloso. Carpentier fue quien más claro lo vio: “¿Y por qué es América Latina la tierra de elección del barroco? Porque toda la simbiosis, todo mestizaje, engendra un barroquismo… contiene la conciencia de ser otra cosa, de ser una cosa nueva, de ser una simbiosis, de ser un criollo; y el espíritu criollo de por sí es un espíritu barroco”.
Un objetivo moderno
Según la Directora de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador, en este Palacio habrá “un espacio para la literatura. En los entresuelos va a existir una pinacoteca infantil con dibujos referidos a toda la restauración en la capital. Además, en la planta baja se difundirá el fondo de imágenes de la ciudad que atesora nuestra valiosa fototeca”.
Al avizorar el futuro, concluye: “queremos hacer honor a ese Liceo Artístico y Literario que estuvo un tiempo en ese lugar. También contendrá una colección de muebles, adornos, cuadros y muchos otros valores patrimoniales”.
Aporte solidario
El resurgimiento de esta instancia –sin fecha de conclusión- ha contado con numerosos apoyos. Habría que destacar al Gobierno de Japón al donar, en febrero de este año, alrededor de 635 mil dólares, a ejecutarse a través de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional.
Este es el segundo donativo cultural japonés ejecutado de conjunto con la Oficina del Historiador. El primero aportó equipos especiales de proyección en el Planetario de La Habana.
Deuda con los ancestros
En los años sesenta del pasado siglo todavía los automóviles podían circular por el entorno del Palacio del marqués del Arco. (Foto: Autor sin identificar)
Cuando este proceso reconstructivo termine se habrá ganado otro espacio de deleite estético para el habanero y sus visitantes nacionales y extranjeros. Obtendremos un gran complejo que fomente el conocimiento, conformado por la Plaza de la Catedral, el Palacio de Lombillo y el Museo de Arte Colonial. Ciclo abierto a originales vivencias cotidianas. De esas tantas que tiene La Habana Vieja, cuyo valioso fondo de unos 500 edificios, de alta significación patria, se irá salvaguardando paulatinamente.
En un borde costero, se le vislumbra. El sol refulge en sus piedras, traídas desde Jaimanitas por legiones de esclavos. Entonces uno sabe que también por eso ha de cuidársele y admirársele. Envuelto en los aires de mar, el Palacio del Marqués de Arcos luce el traje del mestizaje de una Isla en permanente pulsación creadora.