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El Reino de los Sueños: Los barrios antiguos y sus leyendas
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De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 09/02/2010 06:43
LA LEYENDA DE LA PLANCHADORA DE LA QUINTA LEZICA
 

La Quinta Lezica

Ambrosio Lezica De todas las quintas que fueron apareciendo a partir de la segunda mitad del  siglo XIX a la vera de la actual Avenida Rivadavia, sin duda alguna la más importante fue la perteneciente a don Ambrosio Lezica (1810-1881). Su padre la había adquirido hacia el año 1840, en los lejanos tiempos del gobierno de don Juan Manuel de Rosas. Era descendiente directo de don Juan Antonio Lezica, partícipe destacado de las denominadas invasiones inglesas al Río de la Plata, de la Revolución de Mayo y de las guerras de la independencia sudamericana, lo cual lo convertía en uno de los miembros de las familias patricias más tradicionales y destacadas de la época.

La quinta, cuyas dimensiones superaban ampliamente al predio que hoy ocupa la extensión del parque, estaba delimitada en su frente por un muro de mampostería, con pilares que enmarcaban varios tramos de reja artística. Tras ella, podía verse la casona que estaba ubicada, aproximadamente, a la altura del actual emplazamiento del monumento al libertador Simón Bolivar. Contaba con un amplio vestíbulo construido con una estructura metálica y un cerramiento con vidrios de colores, que escondía parte de la fachada. Construida con gruesos muros de mampostería, podia verse en su frente el ritmo impuesto por pilares que marcaban cada aventanamiento.

En su interior, el vestíbulo mostraba la indudable riqueza con que contaron sus propietarios; los coloridos mosaicos que estaban instalados representaban imágenes del mundo animal.

Tal era la variedad que los motivos estaban sin repetir en toda suextensión. Las amplias habitaciones, que estaban suntuosamente decoradas y amuebladas -tal como pueden

verse en antiguas fotografías de la época- se iluminaban a través de las altas puertas de madera, algunas con adintelamientos rectangulares, otras con un arco de medio punto.

Contaba con un gran patio donde se incluía un infaltable aljibe. En algunas de las fotografías que lograron sacarse antes de la definitiva destrucción, puede verse que este patio

estaba protegido por una pérgola donde la vegetación trepaba, brindando sombra e intimidad. Sus jardines estaban plantados por una muy diversa y abundante vegetación,

toda hecha por los esfuerzos del propio Lezica y de su jardinero, apellidado Blanco, entre los años 1868 y 1870. Incluía especies como cipreces, araucarias,

arrayanes y magnolias, además de gran cantidad de arbustos, viñedos y frutales.

Incluso, en sus terrenos se plantaron los primeros siete eucaliptos introducidos en la Argentina, plantados por el propio Ambrosio Lezica.

En medio del intrincado y laberíntico jardín, cuya espesura era excusa para las mas increibles historias de fantasmas y de espíritus, se encontraba lo que tal vez

era una de las construcciones más importantes de la propiedad: su invernadero. Estaba construido con una estructura metálica y cerrado con vidrios curvos,

muchos de ellos ya destruidos cuando estaba a punto de ser demolida. Contaba en su interior con un sistema de calefacción que, para aquellos tiempos,

era un verdadero alarde de riqueza económica.

Vivero

Existía también un estanque que era atravesado por un pequeño puente, además de una antigua noria que, salvada del furor de la piqueta y la desaprensión

por la preservación del patrimonio histórico, podemos ver aún hoy en día. Finalmente, como complemento de todo el conjunto y en las cercanías

de nuestro tradicional ombú, se encontraba la vivienda de los caseros.Entre sus árboles, sus tapias y viñedos, se tejieron viejas anécdotas de la historia de nuestro país.

En sus inmediaciones habían acampado las fuerzas del general Justo José de Urquiza en febrero de 1852, tras vencer a las fuerzas del gobernador de Buenos Aires,

brigadier Juan Manuel de Rosas. Al parecer, hombres que respondían al llamado “Restaurador de las Leyes” habían sido dispersos a tiros por las fuerzas

del gobernador entrerriano. El 21 de enero de 1853 se desarrollaron algunos combates de los que no faltaban en aquellos tumultuosos tiempos de la Argentina.

Por aquel entonces entre los vecinos de Caballito circulaba la leyenda que a continuación le contamos:

"Candelaria Lezica de Serantos, biznieta del Lezica peruano, dedicó buena parte de su vida a reconstruir la historia de su casta. Tres generaciones:

el viejo Juan Antonio, teniente coronel condecorado por Liniers en las invasiones inglesas; don Ambrosio, amigo y financista de San Martín, Alvear

y Pueyrredón en las luchas por la independencia americana; y don Ambrosio Plácido, comerciante importantísimo y fuerte pilar de los porteños dirigentes,

precursores de la Generación del ´80.A fines de 1861 Candelaria o Candela era una adolescente. Como todas las temporadas, ese año pasaba diciembre en la quinta

comprada por el abuelo, a un par de horas de la casa del centro. Don Ambrosio permanecía en la ciudad atendiendo sus negocios, mientras las mujeres se instalaban

en la quinta de las afueras. A veces, los fines de semana, subía al carruaje que lo llevaba por el Camino del Oeste, y se quedaba con ellas unos días, para regresar luego

a la ciudad, a sus tareas habituales.Candela era feliz cuando su madre disponía abrir las puertas de la casa para los "días de recibo".

Fue entonces cuando el amor y la leyenda se encontraron en una de esas tertulias. Era domingo, la señora Lezica había dispuesto las cuatro como hora de recibo.

Todos los vecinos de las quintas de la zona fueron invitados: los Peña, lindantes con su propiedad , del otro lado de la calle Silva (hoy Centenera), los Gouland,

cruzando Provincias Unidas (hoy Juan B. Alberdi), también los Devoto, los Duportal, los Videla Dorna y la familia Terragona... lo que no se supo es quien había invitado

al forastero que llegó aquella tarde. El joven cruzó la galería y entró a la casa con una gran sonrisa. Llevaba puesto un sombrero chato y rápidamente se dirigió,

seductor, hacia Candela. "Magníficos ventanales para una magnífica casa" dijo elogiando las ventanas devidrios color azul y caramelo que decoraban la galería.

Candela se ruborizó cuando el forastero, sin cumplir con la formalidad de ser autorizado por la madre, la invitó a bailar.Su actitud insolente no pasó inadvertida.

Algún pretendiente de Candela se sintió ofendido, otro, respetuoso y con buenas maneras, quiso intervenir. La prohibición de la madre de acercarse al joven llegó enseguida.

Candela, aunque quiso protestar, fue enviada a su habitación, terminando así un romance antes de comenzara. El forastero fue invitado a abandonar la quinta.

Por esos días había desaparecido la negra planchadora de la casa. La primera suposición fue que Candela, furibunda, la había hecho despedir al enterarse que ella

recibía hombres en su piecita cuando oscurecía. Y pronto se tejió la leyenda... Cuentan así que cuando cierta noche uno de los amantes de la negra planchadora

llegó a pedirle sus favores, ella se negó. Entonces él, furioso de amor y de odio, la degolló en los fondos de la quinta, cerca del paredón que daba a la calle Provincias Unidas.

Desde esa noche misteriosa, los vecinos de Caballito comenzaron a escuchar las quejas de la negra asesinada. Alguno, incluso, dijo haber visto su espíritu vagando por el parque,

con la plancha al rojo en la mano y gimiendo descabezada. Muchos años después, en 1927, un nieto de Candelaria, negoció con la Municipalidad la propiedad de la quinta.

La única condición que puso la familia fue que el futuro solar llevara el nombre Lezica, para rendir homenaje a la familia.

No hubo, por cierto, tal reconocimiento y la quinta de la familia Lezica fue transformada en paseo público con el nombre de Parque Rivadavia.


 

Casonas,Mansiones,Quintas Históricas de Buenos Aires

COMO "EL PALACIO DE LOS BICHOS" HÉ AQUÍ ALGUNAS DE LAS HISTORIAS DE LAS LUJOSAS CONSTRUCCIONES DEL SIGLO XIX Y XX QUE FORMAN PARTE

DE LOS CARACTERÍSTICOS BARRIOS DE BUENOS AIRES,DE SU HISTORIA A VECES REAL Y A VECES FANTÁSTICA PERO CADA UNA DE ELLAS NOS MUESTRA

SU ALMA A PESAR DE LOS SIGLOS.LAMENTABLEMENTE MUCHAS FUERON DESTRUÍDAS PARA DEJAR ESPACIO A LA VIDA FRENÉTICA Y ESPECULATIVA

DE CONSTRUCCIONES ANÓNIMAS, OTRAS ,COMO LA QUINTA TRABUCCO,SON HOY CENTROS CULTURALES Y CUENTAN LA VIDA DE SUS INTELIGENTES EX PROPIETARIOS.

 
CASONAS HISTÓRICAS EN CALLE CORRIENTES Y GASPAR CAMPOS

Sobre la calle Corrientes y Gaspar Campos se pueden divisar grandes casonas antiguas y contemplar el eclecticismo que identifica a la zona.
El eclecticismo anteriormente marcado, muestra rasgos de estilos: neogótico, nórdico e inglés.Ésta es una de las casonas más importantes:
Es una hermosa casona colonial rodeada por un amplio parque. Es centro de múltiples actividades pero sobretodo reconocida por los recitales al aire libre que organiza, por los que han pasado los más prestigiosos músicos nacionales e internacionales.

 

Image

 

ImageCentro Cultural Paseo Quinta Trabucco

BREVE HISTORIA DE LA QUINTA TRABUCCO


El propietario de estas tierras fue Gonzalo Martel de Guzmán, uno de los primeros pobladores de la ciudad de la Trinidad (hoy Buenos Aires ), que fundó

Juan de Garay el sábado 11 de junio de 1580, día de San Bartolomé. Martel recibió esta suerte en lo que iba a ser el actual partido de Vicente López,

junto con sus convecinos, el lunes 24 de octubre del mismo año. Tenia frente sobre la barranca del Río de la Plata y una legua de fondo, por lo que llegaba

hasta la actual Avenida Constituyentes, límite con San Martín. Luego se fueron sucediendo varios dueños, hasta llegar a 1831 en que lo fue Juan Bautista Segismundo.

En la década 1880-1890 hubo tres propietarios: Ramos, Pérez y Montero, y la larga extensión desde el río hasta Constituyente había sido parcelada.

El señor José Antonio Trabucco (1868-1939 ), procedente de Italia y radicado en Buenos Aires, se dedicaba al comercio internacional . Al filo de siglo XIX

decidió comprar un terreno fuera de la capital, para pasar sus vacaciones. Su familia estaba compuesta por sus hermanos Catalina Trabucco de Terrile

(1863-1915), Agustín Trabucco (1865-1929) y su esposa Ana Viglione (1873-1952 ). La compra de una propiedad se suele decidir por ciertas circunstancias:

tener vista al río, gozar de un importante accidente geográfico o del encanto de un bosque o bosquecillo. Aquí no se dio ninguno de esos atractivos.

Era una lomita con un pequeño laguito o charco grande, sobre lo que hoy es la Panamericana. En él -junto a las infaltables ranitas- unos simpáticos patos.

Doña Ana se prendó de esto, y tal fue la razón final de la elección.La compra fue alrededor de 1892. Lo primero que se decidió fue poblar de árboles el terreno pelado.

Esta tarea se le encomendó al señor Luiggi Mendaro, quién con su experiencia y paciencia llevó a cabo esa misión. Hoy disfrutamos de su resultado.

En 1900 comenzó a levantarse el edificio, con las características imperantes en ese tiempo. Tuvo además como apoyo ¨un rancho¨ para el quintero, capataz, y siete peones .

Aquí hubo ¨flores para cortar¨, quinta, frutales y viña.Gallinas, patos, ovejas, algunas vacas y hasta cerdos proporcionaron no solo vida animal al lugar

sino también sabrosos bienes de consumo, que una vez por semana se llevaban a la casa ubicada en Cangallo 1473, donde Trabucco hacía una ¨justa distribución¨

entre sus parientes. Entusiasmado con el nacimiento de su primera hija, Don Antonio le puso el nombre de Villa Delia, que dejó de usarse después de su muerte.

Lo adquirido, unas ocho hectáreas, dos sobre la actual calle Beiró y cuatro sobre Melo, llegaba hasta Estanislao del Campo. El trazado sobre un mapa actual,

muestra que sobre ese terreno se encuentra el Acceso Norte a la capital: la Ruta Panamericana (donde estaba el laguito). La casa estuvo destinada a veraneo.

La familia se instalaba el 1º de noviembre, hasta después de la fiesta de San José. El parque comenzó a llenarse de árboles, con gran variedad de ejemplares.

Tenía pileta, cancha de tenis, otra de bochas donde se jugaban partidos que dirigía Delia. Se disponía de varios caballos de tiro y para cabalgar.

Eran blancos, con ellos se trasladaban al río yendo por la calle Ibáñez (hoy Melo). Eso no fue el único atractivo pues hubo tres autos:

un Ford T, un Okland en 1930, y otro Ford en 1932.

Casada Delia con Juan Monés en 1923 (pasaron la luna de miel aquí ) y Zulema en 1926 con Ernesto Morales, la casa pasó a tener varios ambientes.

Un dormitorio para los ¨abuelos”, otro para los Monés, y un tercero para los Morales . En 1925 se agregó uno más, pues nació Nelida Ana, primera nieta.

El hijo menor -Alberto- murió soltero sin descendencia. Una casa ¨en el campo¨ no podía dejar de tener una habitación de huéspedes, la que ocupó la hermana de Ana,

Quela V. de Caramelli y otros parientes. Para llegar podía optarse por la Avenida Santa Fe (hoy Av. Maipú) que se conectaba con Cabildo.

Se llegaba hasta Ibáñez y desde allí hasta la mansión, sobre todo después que la arteria fue empedrada (una de las primeras del partido).

La otra opción era viajar por tren (a vapor), bajándose en la estación Florida. A la casa se llegaba también por las calles adoquinadas.

Numerosas y simpáticas reuniones se realizaban a menudo. Además de festejarse las fiestas propias de la familia fue punto de reunión para escritores

convocados por Ernesto Morales; músicos, citados por Delia, y todo aquel que hiciera culto de la amistad. En 1913 Don Antonio dispuso que en una esquina,

la cual da ahora sobre Melo y Beiró, se construyera una capilla. El templo más cercano era la parroquia Jesús en el Huerto de los Olivos.

Se hicieron las gestiones ante el obispado de La Plata. La insistente requisitoria de Ana Viglione de Trabucco, con un grupo de señoras, se vio coronada

cuando (con la presencia del obispo, monseñor Juan Nepomuceno Terrero) quedó habilitado el templo, atendido por el padre José Antonio Coffa.

La capilla en 1916 pasó a ser vicaría y posteriormente, estando a su cargo el presbítero Eduardo Vanini, el 31 de diciembre de 1931 fue erigida en parroquia.

Muerto Trabucco en 1939 a los 71 años, su viuda -que vivía allí- decidió que el casco de la quinta pasara a poder municipal, para que se habilitara como parque público.

Tenia dos hijas casadas y una sola nieta, quien en 1948 contrajo nupcias con Rodolfo Armando Favergiotti. La fiesta, previo reordenamiento de la casa, se hizo allí.

Tal vez fue el último gran acontecimiento, porque Doña Ana murió en 1952 a los 79 años y sobre el lugar se tendió -poco a poco- un telón de vacío y silencio.

La cesión estaba condicionada, pues tenia derecho al uso de la casa hasta su muerte su hijo Alberto, quien seguro encontró allí motivos para su gran obra de pintor.

Su pincel tuvo jerarquía internacional. Por eso la propiedad no pudo usarse, sino después de su fallecimiento. En la década del 50, la Quinta fue cercenada por la¨Panamericana¨.

En 1959, Alberto Trabucco y Nelida Monés donaron los terrenos adyacentes a la parroquia para permitir la construcción de los edificios de las escuelas

 ¨Nuestra Señora de la Guardia ¨ y ¨Ceferino Namuncura¨. Quedaron algunos lotes, se abrió una calle: Rosetti, y el parcelamiento llegó a lo actual,

quedando unos 15.000 metros cuadrados como viviente testimonio. Para los ¨chicos¨, hubo una época en que se constituyó en un apasionante atractivo.

Algunos se ¨pasaban” del patio parroquial. Otros se ¨colaban¨ por los distintos lados. Así resultó campo propicio para que jugaran al fútbol, para que los boy-scouts

armaran sus campamentos, para que se disfrutara de alguna ronda femenina y hasta para escuchar conciertos al aire libre.

En 1973, por disposición de su usuario, quedó absolutamente cerrada y vedada para tan afanosa inquietud. A poco de fallecer Alberto Trabucco -el famoso artista-,

su administrador Marconi la puso a disposición de la Municipalidad, que el 14 de noviembre de 1990 tomó posesión efectiva.

A partir de ese momento, se ha constituido en un importante centro de actividad cultural pues, proyectados jerarquizados programas, concitaron la concurrencia

de miles de espectadores.Lo simpatiquísimo y peculiar es que los numerosos asistentes a los grandes conciertos al aire libre del verano, concurren con sus sillas plegables

y se ubican conforme a sus deseos. Y si no se dispone de sillas, con tirar una manta sobre el césped es suficiente. Pero eso no es todo.

Sin alterar el diseño, sobre su fondo lindero se construyeron dos aulas, con sanitarios y otras dependencias necesarias para el funcionamiento de los muchos ¨talleres¨ existentes.

Por si eso fuera poco, a partir de la gestión del actual Director, iniciada el 1º de agosto de 1999, la casona tradicional ha sido totalmente destinada a importantes

exposiciones de grandes artistas nacionales e internacionales, con servicio especializado de visitas guiadas para público en general o establecimientos educativos,

y se recuperó plenamente el microcine, dotándolo con un gran televisor color de 38 pulgadas, que permitió por en funcionamiento dos cineclubes, uno para adultos

y otro para niños, y donde se exhiben asimismo videos de arte sobre la vida y obra de los artistas expuestos.Todo lo cual se complementa en la misma casona

con importantes espectáculos de música y teatro de cámara, a lo cual se ha añadido en los últimos tiempos el viejo arte de los títeres, que hace las delicias de niños y adultos.

Existe un proyecto muy avanzado para remodelar las instalaciones del fondo, llevando a cuatro el número de aulas, dos de las cuales estarían separadas por una pared

rebatible que permitiría convertirla en auditorio, para conciertos, conferencias y espectáculos. Allí se instalarían también las oficinas de la Subdirección de Artes Plásticas de la Municipalidad,

con un depósito especialmente diseñado para albergar hasta 1000 obras. La ordenanza nº 2132, que acepta la donación, es de fecha 5 de junio de 1953.

La nº 6846, del 4 de julio de 1989, determinó las medidas del terreno, su nomenclatura catastral y el destino de parque semi-público.

Es de hacer notar que esta última ordenanza estimó que el valor de la donación era, por aquel entonces, de 650.000 dólares, aunque hoy es probable que valga mucho más.

De todos modos, para los miles y miles de entusiasmados asistentes que gozan de este bello y excelente espacio público en forma absolutamente gratuita,

su verdadero valor no puede medirse nunca apenas en dinero. Quizá, por eso mismo, su actual Director es un poeta:

Rodolfo Alonso, quien viene ejerciendo esa función desde el 1º de agosto de 1999.

P.S. Muchas de las fotos,de estas casonas preciosas,lamentablemente no salen.Vale la pena hacer un recorrido por Internet para verlas


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