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No solo Tango...: Un arte bien porteña / El Filete
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Resposta  Missatge 1 de 2 del tema 
De: 2158Fenice  (Missatge original) Enviat: 02/04/2011 16:01
 
Buenos Aires Fileteada
Una ciudad que cautiva
  
  
 
El Fileteador 
 
" Gardeleando definidos firuletes
Con colores de los genios inmortales
Dragoneaste tu pintura en los frentes
De carruajes empilchados...populares ".
 
 
Una nueva vieja estética está cambiando la cara de Buenos Aires; las paredes de las casas del barrio del Abasto, los carteles y fachadas de los bares de San Telmo y La Boca, las tanguerías de Montserrat, Boedo y el microcentro han tomado una nueva forma, y sobre todo, un nuevo color. Nunca antes -supongo que desde la década del ’30- la cara de Gardel, con o sin sombrero, estuvo tan presente en la ciudad. Los colores celeste y blanco, que hasta hace poco se veían sólo cuando jugaba la selección y se olvidaban hasta el próximo partido, aparecen ahora enroscados alrededor de un asta terminado en punta de flecha, o en un pergamino a medio abrir, o en una cinta entrelazada a dos hojas de acanto de las cuales a veces surgen amenazantes dos enfurecidos dragones. La ciudad está siendo “fileteada”.
Los orígenes del fileteado porteño son difusos. Se sabe que nació como arte decorativo –mucho más elemental y específico que el actual- en las fábricas de carros a comienzos del siglo pasado. Pero ¿De dónde viene? ¿Quiénes fueron sus precursores? ¿Quiénes modelaron su iconografía? ¿Quiénes le dieron su inconfundible personalidad?.   
Muchos mencionan que un arte similar se empleaba para decorar los carros en Sicilia, y que fueron los inmigrantes italianos quienes habrían reflotado esta técnica en el nuevo mundo, adaptándola a la realidad y gusto porteños. Sin embargo, en su libro Los Maestros Fileteadores de Buenos Aires, Esther Barugel y Nicolás Rubió (quienes en 1970 realizaron la primera exposición de fileteado porteño en la galería Wildenstein, por ese entonces en la calle Florida) consideran que aquel era un arte diferente, netamente religioso “de talla policromada que derivaría de la carroza o el altar renacentista”, mientras que el fileteado porteño es “esencialmente decorativo” y de temática “a la vez religiosa y pagana”. Sea como sea, basta prestar atención a los nombres que mencionamos a continuación para reconocer que es innegable la influencia de los inmigrantes del sur de Italia en el nacimiento del fileteado en Buenos Aires.

Los primeros fileteadores eran meros “trabajadores del pincel”; no firmaban sus obras porque su arte no era ni más ni menos importante que el del herrero o los pintores de liso. Sí tenían una responsabilidad ineludible: terminar rápido su trabajo. Dado que el suyo era uno de los últimos toques que se le daba a un carro o a una carrocería, todos los demás trabajadores deseaban que finalice para poder cobrar cuanto antes. A pesar de la sencillez con que el fileteador encaraba su labor, algunos reportes indican que en las fábricas de carrocerías se lo solía tratar con cierta preferencia y veneración.
En cuanto a nombres se refiere, los italianos Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella parecen ser los pilares del fileteado tal como hoy se lo conoce. Brunetti habría sido quien comenzó a usar los vivos colores típicos del filete y el relleno de los chanfles en las carrocerías; a Pascarella se le atribuye la introducción del “Yapán” (barniz con un mínimo toque de pintura) que se usa para pintar las sombras y darle así al filete su característico volumen. Además se lo considera un pionero en el uso de las frases con las que el dueño del carro solía comunicarle al mundo sus esperanzas, desvelos, agradecimientos o amores. Según el maestro León Untroib, Pascarella fue el primero en firmar sus filetes, aunque sólo con su nombre, Cecilio. También se menciona a Salvador Venturo y a su hijo Miguel, este último fundamental en la evolución del filete al incorporar buena parte de los motivos (dragones, pájaros, hojas de acanto, flores...) que hoy forman parte integral de este arte popular argentino.
Es interesante remarcar que muchos de los elementos ornamentales que utilizaron los primeros fileteadores –las hojas de acanto, floreros y los motivos animales, en particular- los copiaron de las decoraciones empotradas en los edificios de la ciudad, como así también de las mayólicas de las paredes del subte. Asimismo, encontraron en los billetes que emitía el Banco Central los modelos necesarios para dibujar marcos, “firuletes” y letras, particularmente las de estilo gótico.

A través de la historia, el fileteador debió adaptar su arte a los cambios impuestos por la modernización del transporte, las nuevas demandas de sus empleadores y hasta la censura oficial. Gradualmente, la tracción a sangre fue siendo reemplazada por el camión; en la década del ‘20, por otra parte, hace su debut en las calles porteñas el colectivo. El fileteador se encontró así no sólo con otro material de soporte (lo que, como explica el maestro Ricardo Gómez más adelante en Las Entrevistas del Mes, le daba otro “feeling” a su tarea), sino además con otra dinámica de trabajo.
Con las nuevas fábricas de carrocerías (La Veneta, la Lucchese, Carassai, Crotti...) comenzó a destacarse entonces una nueva camada de fileteadores que hoy permanecen en la historia del fileteado porteño: Andrés Vogliotti, Carlos Carboni, León Untroib, Enrique Arce, el recién mencionado Ricardo Gómez y muchos otros.
Al promediar la década del ’70, el fileteador debió enfrentar el cierre de una importante fuente de trabajo, cuando la Secretaría de Transportes de la Nación reglamentó la absurda resolución que prohibía en los colectivos “el pintado de insignias, adornos, arabescos y otros elementos decorativos, tanto en el interior como en el exterior de la carrocería, salvo el distintivo propio de la empresa”. Los funcionarios argumentaban que el filete confundía al usuario, impidiéndole distinguir con claridad las particularidades de cada línea. Aún hoy, cuando los colectivos circulan casi camuflados por la publicidad de cigarrillos, películas de cine o programas de TV, esa vetusta resolución sigue vigente.

El próximo gran paso en la evolución del fileteado lo darían aquellos que llevaron el filete del galpón a las galerías de arte, como Martiniano Arce (hermano de Enrique), Luis Zorz y más aquí en el tiempo Jorge Muscia, José Espinosa, Adrián Clara y Alfredo Genovese, entre otros. Discípulo de Ricardo Gómez, Genovese es uno de los máximos responsables de la renovada popularidad del fileteado en Buenos Aires, al incorporar sus trabajos a la publicidad, el diseño y la pintura corporal. También han jugado un importante papel en la divulgación de este oficio y arte popular aquellos jóvenes que como Freddy Fernández o Elvio Gervasi llevaron el filete a los carteles, murales y todo cuanto pueda pintarse en las calles de la ciudad.
Muchos de los fileteadores actuales se han iniciado como letristas; otros incursionaron en el filete luego de estudiar otros estilos de bellas artes en academias y escuelas. Hoy todos firman sus obras y tratan de establecer un estilo propio, dentro (y a veces incluso por fuera) de la limitada estructura del filete.
En la era del plotter, el fileteador reivindica los pinceles Carnevale para pintar carteles, vehículos o muebles. Opuesto a lo serial y veloz, el fileteador se dedica, como hace un siglo, a un arte manual que exige pulso y tiempo. Cuando la globalización de la cultura impone la estética y costumbre europeo-norteamericana sobre el resto del mundo, el fileteador regresa a las fábricas de carros para ver cómo es eso de las hojas de acanto y los dragones, la cara sonriente de Gardel, la Virgen de Luján y la cinta con los colores de la bandera argentina enroscándose por ahí.
 
El Filete
 
Es el ornamento cariñoso y altivo de carros y camiones, de carteles de almacén y de ventanitas floridas. Un arte que ha pasado de maestro en discípulo, dándole originalidad argentina a antiguos modelos decorativos europeos.

Origen del Término: En Buenos Aires se utilizan los términos "Filete y fileteado", indistintamente, para referirse al arte popular nacido en esta ciudad a principios del siglo XX.

Técnica: Para realizar un filete es necesario hacer previamente un boceto sobre la superficie elegida.
Una vez concretado esto es necesario traspasarlo al material de base. El diseño se dibuja sobre papel manteca y luego, con una ruedita para cortar ravioles se perfora el papel siguiendo las líneas del dibujo. El resultado de esto se llama espulvero, se coloca sobre la superficie a filetear y se frota con polvo de carbonilla. Llega entonces el momento de aplicar la pintura . Para trazar líneas rectas se utiliza un hilo continuando con el resto del diseño. Los llamados toques de luz son aquellos pequeños trazos que materializan el volumen mediante colores muy vivos, y a través del contraste y las transparencias.

Los motivos más utilizados son: flores, volutas, cintas celestes y blancas, la virgen de Luján, cabezas de caballos y el típico rostro de Carlitos Gardel.

El filete porteño tuvo su origen en la decoración de carros de verduleros, lecheros y panaderos, extendiéndose a otros vehículos de tracción a sangre, para luego pasar a camiones y autobuses. Más recientemente se lo ha usado en la arquitectura, ornamentando bares, restaurantes, y en interiores de viviendas, muebles y objetos. Alegre y colorido, expresa mejor que ningún otro el alma sentimental y nostálgica de Buenos Aires, dándole con su luz y elegancia matiz de joya a lo cotidiano.

La gran corriente inmigratoria buscó nuevas maneras de expresar su sentir y por ello el filete es una amalgama de influencias hispánicas, italianas y sajonas, pero el porteño le dio su toque que lo distingue, donde se pone de manifiesto el machismo y su sentimiento patriótico.

Para los fileteadores era un duelo en el que se ponía en juego la inventiva y habilidad para decorar esos carros, que a decir de un fileteador, una vez terminados, "eran esperados como una novia que llega a la iglesia y a la que no se le perdona la falta de detalle en su vestido".

La alegre y multicolor ornamentación iba acompañada de ocurrentes frases, generalmente de doble intención, con la típica picardía del porteño: "si precisás una mano, avisame, tengo dos". Por ello, el fileteado no solo persigue fines estéticos, sino como manifestación de los valores socioculturales.

Con el correr del tiempo, el filete dejó de ser utilizado por varios años, pero en la última década, vuelve a resurgir como una expresión de deseo por recuperar las raíces de este arte popular que volvemos a ver en carteles, en quioscos de diarios, instrumentos (como el acordeón de Pipo Pescador, hasta en prendas íntimas para mujeres, tal vez diseñadas pensando en la sensualidad asociada con el filete y el tango.

Conozca Buenos Aires entrevistó en su taller de San Telmo a uno de los más destacados fileteadores porteños, el Sr. Martiniano Arce 

Susana Espósito


Paseo del filete, en la zona del Abasto


Carro del lechero - Colectivo - Carro del panadero


Acordeón de Pipo Pescador - Caja resgistradora y piano del bar Homero Manzi

 

 
 
 


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Resposta  Missatge 2 de 2 del tema 
De: karmyna Enviat: 03/04/2011 01:11
  
  
 Fenice
Por compartir y proporcionar todos estos datos,
asi logramos ir conociendo mejor tu pais Argentina
 
feliz Domingo
 
karmyna


 
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