|  
 
                                                                                                                         Me acostumbré a tus palabras,como el viento a la primavera.
 Me acostumbré a tus ojos apagadospor la deseperanza,
 a tu voz con distancia,
 a tu caricia contenida
 en la estela del recuerdo.
 Al todo o nada y nada y todo.
 Me acostumbré a jugarme la vida
 en una palabra
 sin saber de mi mismo,
 a preguntarle a mi corazón
 sin saber si consentía.
 Me acostumbré a tu ansiada ternura,a tus pasos para verte
 y al silencio de las equivocaciones.
 Me he acostumbrado a pensar,más que a actuar
 a vivir, a expresar,
 sin saber que pasará.
 Me acostumbré a tí,con tanta paciencia,
 que la impaciencia nos dibujó el espanto
 y a lo lejos logro sentir tu corazón confuso
 buscando tu silueta.
 Me acostumbré a las cláusulas de una letraechar de menos las noches,
 que jamás conocí,
 de la vidas que jamás viví.
 A pesar de la costumbre
 buena o mala,
 simplemente pienso en tí.
 |