El masón sediento.
Había una vez un masón que tenía mucha
sed, aún y tomara mucha agua sentía siempre sed, se dormía con sed despertaba
con sed, todo el día se la pasaba con sed. Nadie sabía cuál era exactamente la
causa, y ya había visitado un montón de médicos y de curanderos de todo tipo,
pero una vez dijo:
-Se me ha secado la garganta por
causas inexplicables, y recurro al auxilio y socorro de mis hermanos masones
del mundo, y puso su mensaje de auxilio en las Redes Sociales de la Internet
Masónica.
En el acto muchos masones se pusieron en acción al
llamado de socorro de aquel hermano masón, estaban todos en busca de algo
adecuado para darle alivio a aquel hermano masón constantemente sediento. Uno de
ellos envió por paquetería un extraño vino, otro un dulce brebaje desde España ,
otros más le enviaban recomendaciones por el Whatsapp, otros por inbox, otros
por el mismo Facebook. El masón fue a Logia y dentro de Logia optó por ingerir
aquel extraño vino que le había enviado un masón de Centroamérica al ingerirlo,
el hermano masón dejó de sentir sequedad en su garganta, pero se daba cuenta de
que algo no andaba del todo bien.
El extraño vino le causó un gusto amargo
en la boca y lanzando una especie de bufido, el masón se quejó:
-Tengo una pavorosa sensación de
mucha amargura en mi boca y lengua; un
sabor extrañamente amargo, lo noto resbaladizo y el amargor ahora recorre todas
mis venas... Un hermano masón médico que
estaba ahí auxiliándole inmediatamente
le dijo que lo vomitase. El masón no pudo vomitar aquel vino amarguísimo.
Poco después sintió un tremendo dolor
en el estómago y para colmo de males, le empezaron a brotarle ardientes lágrimas de sus ojos. A
esto el masón gritaba, ¡me arden los ojos! con estas lágrimas que me brotan.
-Pero creo que ya no tengo sed-
expresó en voz baja, pues el sufrimiento lo había incitado a pensar menos en su
sed. Pasado un rato del aquel trago amargo, el masón dijo volver a sentir más sed.
-La sed jamás hizo enfermar a nadie-
comentaron sentenciosamente los masones ahí presentes. Pero como a menudo los masones
socorren a sus hermanos, se precipitaron en busca de esos vinos dulces que le habían enviado de España,
eso vinos perfumados y un tanto melosos,
dignos de bebidos por un hermano masón, para quitarles su sed.
El Masón de nuevo sediento bebió todo
el vino dulce que le dieron a beber, pero tampoco así se sintió mejor, y
comprobó que, además esos vinos dulces , se le había estropeado la digestión.
Un Masón muy sabio, que estaba
presente allí en mitad de la crisis, manifestó:
-Yo sé de estas cosas, luego de beber
el remedio administrado tan pertinentemente, lo que ahora nuestro hermano masón
necesita es agua, agua común y corriente, ya bebió del vino dulce y del amargo
, ahora lo que necesita es agua, si agua
del grifo.
-¡Un Masón jamás debería beber agua
común, en estos casos! -clamaron los masones también ahí presentes, que tal si,
le estropea más su digestión y le da diarrea, otro masón ahí presente ¡Qué tal
si esta agua del grifo se convierte en Veneno para nuestro hermano masón!
-¡Claro que no! -dijo el Masón-. Y a decir verdad, me siento bastante
ofendido con ese ofrecimiento de agua común del grifo, tanto en mi condición de
masón como en mi condición de un simple paciente. Después de todo no es posible
que una dolencia tan espantosa y cada día más complicada, como la mía, pueda
tener un remedio tan simple ahora de haber bebido vinos dulces y amargos de tan
alta calidad. Semejante idea se contradice con la lógica masónica; es un
desprestigio para el masón que la concibió y una afrenta para mí el ahora afamado
mundialmente masón enfermo , “el beber
un agua que sé se convertirá para mí en Veneno, y que el desprecio de los
hombres caiga sobre mi cabeza”.
Otro de los masones ahí presentes les
explica a todos, que todo no había resultado tan mal, que lo primero que
debieron de haber dado a beber fue el vino dulce , luego el amargo , y que
solamente así, el masón enfermo con la boca amarga hubiera clamado por Agua,
sin tantos reproches.
Por ahora no sabemos más de nuestro
hermano masón sediento , quizá le den ahora el vino dulce , y luego el amargo, y al final el Agua curativa, o se dejen de todo y muera de sed nuestro hermano.
Alcoseri