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General: El Talismán Masónico
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Réponse  Message 1 de 2 de ce thème 
De: Kadyr  (message original) Envoyé: 13/08/2025 20:47
El Talismán Masónico

 

Una Fábula Esotérica de Misterio y Revelación

Bajo un cielo cuajado de enigmas creados, el velo entre lo visible y lo oculto se adelgazó. Fue entonces cuando la historia de Mario Giordato,  comenzó a tejerse, un joven aprendiz masón cuya alma ardía con una sed insaciable de saber secretos prohibidos. Esta es una fábula envuelta en brumas místicas, un relato que danza entre la luz de la sabiduría y las sombras del engaño, donde los símbolos masónicos susurran verdades que sólo  los iniciados pueden bien descifrar.

El aprendiz de Masón Mario Giordato  era un espíritu inquieto, un joven cuya ambición eclipsaba su paciencia. Ansiaba ascender precipitadamente al excelso Grado 33 de la Masonería del REAA, no por devoción al Arte Real, ese Arte que simboliza el trabajo interno del masón en su propio perfeccionamiento, sino por el poder que imaginaba encerrado en sus misterios. En su impaciencia, cayó en las redes de un masón renegado, un timador de logia que, a cambio de unos cientos de dólares norteamericanos, le otorgó los grados que codiciaba. Mas los títulos, vacíos de significado, no trajeron la plenitud que Mario esperaba. Su corazón permaneció hambriento, su mente nublada por la frustración.

Desilusionado, Mario anunció su partida ante los hermanos de su Madre Logia. "No me siento realizado masónicamente, aun poseyendo todos los grados," confesó con voz temblorosa. "Iré en busca del Francmasón Kadyr, pues se dice que sus palabras destilan la sabiduría masónica en un instante, mientras ustedes me exigen años de espera." Un hermano anciano, con ojos que parecían perforar el alma, le respondió: "No has aprendido a aprender cómo aprender masonería. Pronto si te dedicas verdaderamente a lo masónico  entenderás lo que esto significa."

Con el corazón endurecido por la obstinación, Mario llegó a la logia de Kadyr, un maestro masón  envuelto en un aura de enigma. La logia, oculta entre riscos y niebla, parecía pulsar con una energía ancestral. Kadyr el masón verde , al conocer las intenciones de Mario, lo miró con ojos que reflejaban siglos de conocimiento y le dijo: "Regresa a tu Madre Logia, hijo mío. Recomienza con humildad. Los secretos no se entregan a quienes buscan atajos." Pero Mario, ciego a la advertencia, decidió permanecer en las sombras, acechando las noches de tenida como un ladrón de revelaciones.

A través de una ventana polvorienta, espiaba las ceremonias de Kadyr, pero esto Kadyr lo sabía. Una noche, bajo el fulgor de antorchas titilantes, vio al maestro extraer una joya de un cofre de metal grabado con signos olvidados. La joya, una pieza de metal y madera en forma de cuchara de albañil, brillaba con un resplandor sobrenatural. Kadyr la alzó sobre las cabezas de sus hermanos y proclamó con voz resonante: "He aquí el receptáculo del conocimiento secreto, la Herramienta Masónica de la Iluminación, forjada en los fuegos de la verdad eterna." Mario, en su inocencia profana, creyó que era un talismán dotado de magia, no un símbolo del trabajo interior. En su mente febril nació un plan: robaría la joya y desentrañaría sus poderes.

Bajo un manto de oscuridad, Mario se infiltró en la logia. El aire estaba cargado de un silencio opresivo, como si las paredes mismas lo observaran. Con manos temblorosas, tomó la joya del cofre y huyó. En la soledad de su refugio, la colocó sobre su cabeza, esperando un torrente de iluminación. Pero no hubo visiones, ni secretos revelados; sólo  el frío metal contra su piel. La joya, en sus manos indignas, era un objeto mudo. La decepción lo consumió, más su ambición no murió.

Con el tiempo, Mario transformó su fracaso en una máscara de poder. Fundó "La Orden Secreta del Talismán Mágico", una secta que prometía iluminación instantánea a cambio de oro. Miles de almas crédulas se postraron ante él, jurando haber sentido revelaciones cuando Mario posaba la joya sobre sus cabezas. Él sabía que era mera sugestión, un espejismo de sus mentes ansiosas, pero alimentaba la farsa, esperando que algún día el talismán despertara para él.

Una noche, mientras Mario meditaba en su sanctasanctórum, una figura emergió de las sombras. Era Kadyr, su presencia imponente como un eco del destino. "¡Oh, hermano Mario!" exclamó con voz que parecía surgir de las profundidades de la tierra. "Has robado un símbolo, pero no su esencia. Es como el ladrón que tomó la cuchara de albañil: poseía la herramienta, mas no el arte de construir. Engañó a muchos haciéndose pasar por maestro, pero murió en la miseria, incapaz de alzar un sólo  muro."

 

 La joya en forma de cuchara de albañil, que Mario insistía en llamar talismán, reposaba en un altar de su sanctasanctórum, rodeada de velas negras y pergaminos escritos con símbolos que no comprendía.

Pero la chispa de su ambición no se apagaba. Mario, en su soledad, comenzó a escuchar susurros en la noche, como si la joya hablara en un idioma antiguo, prometiéndole secretos si encontraba la clave para despertarla.

 

Fue entonces cuando apareció Darío Giordato , su hermano menor, un alma más pura pero igualmente curiosa. Darío, al igual que Mario, había ingresado a la Masonería con reverencia, asistiendo a las tenidas de su Madre Logia con humildad. Sin embargo, las historias de su hermano mayor lo fascinaban.

 

 "¿Es verdad, Mario, que posees el talismán que desvela los misterios masónicos?" preguntó Darío una noche, sus ojos brillando bajo la luz de la luna. Mario, astuto pero desgastado, vio una oportunidad. "Sí, hermano," respondió, señalando la joya. "Pero su poder no se revela a cualquiera. Únete a mi Orden Secreta del Talismán Mágico, y te mostraré su luz." Darío, dividido entre la lealtad a su logia y la seducción del misterio, accedió, convirtiéndose en el discípulo más devoto de Mario.

 

Mientras tanto, Kadyr, desde su logia oculta en un valle envuelto en niebla, percibió una perturbación en el equilibrio de los símbolos. En una ceremonia bajo un cielo estrellado, alzó su propia cuchara de albañil, idéntica a la robada, y consultó al Gran Arquitecto en silencio.

 

 Las llamas de las velas alrededor del Ara Sagrada parpadearon, y una visión le fue concedida: Darío, atrapado en la red de engaños de Mario, estaba a punto de perderse en la ilusión. Kadyr decidió actuar. Envió un mensaje cifrado a Darío, inscrito en un pergamino sellado con cera negra y el símbolo del compás y la escuadra. "Busca la verdad en el silencio de tu logia, no en las promesas de un talismán," decía. Darío, intrigado pero confundido, escondió el mensaje, temiendo confrontar a su hermano.

 

Mario, ignorante de la intervención de Kadyr, planeó un gran ritual para "despertar" el talismán. Invitó a sus discípulos, incluído Darío, a un templo secreto excavado bajo una colina, donde las paredes estaban grabadas con jeroglíficos masónicos deformados por su propia invención. Colocó la joya en el centro de un círculo de sal y pronunció palabras que creía místicas, pero que eran un eco distorsionado de los rituales que espió años atrás.

 

Cuando alzó la cuchara sobre su cabeza, un viento gélido recorrió la sala. Los discípulos, en trance, juraron ver destellos de luz, pero Darío, más atento, notó que los ojos de Mario estaban llenos de duda. En un momento de claridad, Darío recordó las palabras del pergamino de Kadyr y, en un acto de valentía, interrumpió el ritual.

 

"¡Hermano, esto no es masonería! ¿Dónde está la verdad que prometes?" Mario, furioso, blandió la joya como si fuera un arma. "¡Tú no entiendes su poder!" gritó. Pero en ese instante, la joya resbaló de sus manos y cayó al suelo, dependiéndose la hoja de metal del mango de madera de la cuchara de albañil , quedando en dos fragmentos. Un silencio sepulcral llenó el templo. Los discípulos huyeron, convencidos de que habían presenciado un mal augurio. Darío, sin embargo, permaneció, mirando los fragmentos con tristeza.

 

Esa noche, Kadyr apareció ante Darío, no como una sombra, sino como una figura de luz tenue, envuelta en un manto bordado con los símbolos del sol y la luna. "Has visto la verdad, joven aprendiz," dijo Kadyr. "La cuchara que tu hermano robó no era más que un reflejo de la verdadera herramienta: el conocimiento que se forja en el corazón a través del trabajo y la humildad.

 

Mario quiso poseer sin comprender; tú aún puedes elegir otro camino." Darío, con lágrimas en los ojos, confesó: "Quiero aprender cómo aprender masonería, como me aconsejó mi logia." Kadyr asintió y reparo la cuchara de albañil uniendo las 2 partes, y esta vez grabado una frase en el metal de la cuchara, con una inscripción: Veritas in Labore (La verdad está en el trabajo). "Este no es un talismán," dijo Kadyr. "Es un recordatorio: cada piedra que pulas en tu alma construye el templo eterno."

 

El Destino de los Hermanos Mario, aun no consumido por su fracaso, reforzó  la secta y desapareció en la noche,  tomando de nuevo el Talismán ahora reparado por Kadyr , y buscando otros objetos que creía mágicos, pero nunca halló paz. Su Orden Secreta no se desmoronó, y sus ecos perduraron, transformándose en dogmas que aún seducen a los incautos. Darío, en cambio, regresó a su Madre Logia. Con paciencia, ascendió grado a grado, no por ambición, sino por devoción al arte. Años después, se convirtió en un maestro masón respetado, guiando a otros con la lección que Kadyr le enseñó.

 

Un tiempo después Kadyr apareció de nuevo  frente a Mario. Pero Mario desafiante, blandió la joya. "Yo tengo el talismán, y tú no." Kadyr sonrió, sus ojos brillando como estrellas en un abismo. "Tú tienes un objeto, pero yo poseo su verdad. Esa 'cuchara' que llamas talismán es una herramienta simbólica, un espejo de la psique. En mis manos, transforma almas; en las tuyas, es sólo  metal con un mango de madera . No puedes convertirte en Maestro Masón con un trofeo robado", además esa joya masónica , la cuchara de albañil, yo la compré en una ferretería por unas cuantas monedas, asi es, no es más que una simple herramienta de albañilería.

"¿Entonces por qué estás aquí, Kadyr? ¿Para humillarme?" gritó Mario, su voz quebrada por la furia. Kadyr respondió con calma serena: "He venido a ofrecerte una última verdad: si no hubieras confundido poseer con comprender, habrías aprendido a desvelar los misterios por ti mismo."

Mario rechazó la lección, aferrándose a su secta y sus engaños. Murió años después, pero su sombra perduró. Sus discípulos, ciegos a la verdad, continuaron colocando talismanes en forma de cuchara de albañil o palustre sobre las cabezas, convencidos de su poder. Con el tiempo, estas prácticas se cristalizaron en una religión mundial, un coloso de dogmas y rituales vacíos. Sus adeptos recorren la tierra, predicando una fe nacida de la codicia de un aprendiz, una creencia tan santificada por el tiempo que su origen espurio se perdió en las brumas.

La Verdadera Masonería, con sus altares de luz y sus enseñanzas eternas, permanece oculta a los indignos. La historia de Mario Giordato  susurra una advertencia a través de los siglos: los símbolos no son amuletos, sino llaves. Sólo  quienes forjan su espíritu con paciencia y humildad pueden girarlas en la cerradura del conocimiento.

Moraleja: No busques el poder en las cosas, pues el verdadero talismán masónico yace en el alma que se atreve a construir su propio templo interior, piedra a piedra, con el sudor de la dedicación y la chispa de la comprensión.

Este relato, cargado  con un misticismo profundo y detalles esotéricos, nos sumerge en un mundo de sombras y revelaciones luminosas, enfatizando la diferencia entre la posesión superficial y la transformación auténtica, una enseñanza central de la masonería elevada a un plano casi sobrenatural .

Alcoseri


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De: Kadyr Envoyé: 14/08/2025 19:53


 
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