Un pájaro volando es la imagen de libertad: ¡nada entraba sus movimientos! Vivir cada uno su libertad es un hermoso privilegio para un ser humano digno y responsable, pero vivirla sin respetar las leyes civiles y morales, o perju dicar a otra persona es despreciar ese privilegio.

      Con el pretexto de libertad, por ejemplo, ¿se puede acaso turbar o destrozar a una familia, abandonar al esposo, a la esposa o a los hijos? Un verdadero hogar, muy unido, ¡es una gran bendición y brinda mucha felicidad! Se construye con amor, abnegación y armonía. Allí se desarrollan caracteres fuertes y estables.

      Entonces, ¿por qué la familia es el campo cerrado de ásperos combates, fracasos, rupturas y angustias? ¿Es porque ciertos padres prefieren buscar el éxito personal o la falsa libertad antes que la felicidad de la familia? Algunos creen que la familia «tradicional» «enjaula» la libertad individual, por eso buscan liberarse y dicen: –«Soy libre de escoger, e incluso de irme». ¿Escoger qué? Adulterio, divorcio u otras falsificaciones…

      Uno se va… con ilusión de libertad y aventura. El otro se queda destrozado con sus problemas. Los niños quedan abandonados a sí mismos, confidentes de padres separados.

      Pensemos otra vez en los pájaros, esta vez en su nido, y observemos cómo los padres comparten las tareas para alimentar a sus crías y prepararlas para volar.