- Paloma Blanca em 23 janeiro 2010 at 20:31
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Laméntase Manzanares de tener tan gran puente
¡Quítenme aquesta puente que me mata, señores regidores de la Villa! Miren que me ha quebrado una costilla, que aunque me viene grande me maltrata.
De bola en bola tanto se dilata, que no la alcanza a ver mi verde orilla; mejor es que la lleven a Sevilla si cabe en el camino de la plata.
Pereciendo de sed en el estío, es falsa la causal y el argumento de que en las tempestades tengo brío.
Pues yo con la mitad estoy contento, tráiganle sus mercedes otro río que le sirva de huésped de aposento.
Lope de Vega
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- Conjura un culto.
-Conjúrote, demonio culterano, que salgas deste mozo miserable que apenas sabe hablar, ¡caso notable!, y ya presume de Anfïón tebano.
Por la lira de Apolo soberano te conjuro, cultero inexorable, que le des libertad para que hable en su nativo idioma castellano.
-¿Por qué me torques bárbara tan mente? ¿Qué cultiborra y brindalín tabaco caractiquizan toda intonsa frente?
-Habla cristiano, perro. -Soy polaco. -Tenedle, que se va. -No me ates, tente, suéltame. -Aquí de Apolo. -Aquí de Baco.
Lope de Vega
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- A Cristo crucificado.
Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño; Tú, que hiciste cayado de ese leño en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño y la palabra de seguirte empeño tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados; ¿pero cómo te digo que me esperes, si estás, para esperar, los pies clavados?
Lope de Vega
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- Soneto.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta cubierto de rocío pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras pues no te abría! ¡Qué extraño desvarío si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el Angel me decía: "Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía!"
¡Y cuántas, hermosura soberana, "Mañana le abriremos", respondía, para lo mismo responder mañana!
Lope de Vega
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- A Lucinda.
Era la alegre víspera del día que la que sin igual nació en la tierra de la cárcel mortal y humana guerra para la patria celestial salía;
y era la edad en que más viva ardía la nueva sangre que mi pecho encierra -cuando el consejo y la razón destierra la vanidad que el apetito guía-
cuando Amor me enseñó la vez primera de Lucinda en su sol los ojos bellos y me abrasó como si rayo fuera.
Dulce prisión y dulce arder por ellos; sin duda que su fuego fue mi esfera, que con verme morir descanso en ellos.
Lope de Vega |