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1º Serie Dulce Venganza: Capítulo 10
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Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: NeΪida  (Mensaje original) Enviado: 25/03/2014 03:46

63

 

Capítulo 10

—¿Qué quiere decir con eso de que no hay habitaciones disponibles?

El encargado de recepción levantó las manos y se encogió de hombros.

—¿Qué otra cosa puedo decirle? Podríamos tener una mañana…

—Permítame recordarle que llevo una semana pagando las habitaciones que tiene vacías. Ahora quiero una de ellas.

—Lo siento, señor. Efectivamente, usted estaba pagando esas habitaciones, pero sólo hasta el momento en el que volvieran a estar reservadas. Esta noche ya no tenemos ninguna habitación disponible, pero, como le he dicho, mañana podremos proporcionarle una.

—¿Y de qué me sirve a mí eso esta noche?

—Lo siento, señor…

El encargado sacudió la cabeza y se encogió de hombros otra vez. Entonces, se dispuso a atender a la siguiente persona.

Jefferson se apartó del mostrador de recepción y se dirigió a los ascensores. Desde que Caitlyn lo dejó plantado en la playa, había estado tratando de encontrar un modo de solucionar la situación. Aún no se le había ocurrido nada.

Cuando entró en el ascensor, apretó el botón de la planta en la que estaba la suite de Caitlyn.

—Le explicaré que no hay más habitaciones disponibles. Es una mujer perfectamente razonable. Lo comprenderá.

Mirándose al espejo, decidió que Caitlyn no lo iba a comprender. Estaba furiosa con él y, por experiencia, sabía que una Caitlyn en ese estado no era algo que se pudiera tomar a la ligera.

Cuando salió del ascensor y giró a la izquierda, vio inmediatamente sus maletas a la puerta. La irritación se apoderó de él. Se dirigió con rapidez a la puerta y llamó varias veces.

—Vete.

—Abre la puerta, Caitlyn. Tenemos que hablar.

—Creo que ya nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir. Vete.

—No puedo…

Giró la cabeza y vio que una pareja acababa de salir de su habitación y que lo estaba observando como si él fuera un psicópata. Sonrió y dijo: —Una pequeña desavenencia con mi esposa…

Cuando los dos desaparecieron por el pasillo, volvió a llamar con insistencia.

—Maldita sea, Caitlyn. Abre la puerta. No quiero tener esta discusión en el maldito pasillo.

—Yo no quiero tener discusión alguna contigo.

—No hay habitaciones. Esta noche no tengo dónde dormir. Déjame entrar y podemos hablar del tema…

—Vete a dormir en una hamaca, Jefferson. Te aseguro que no vas a volver a entrar en esta suite y que no me importa dónde duermas. ¿Te ha quedado lo suficientemente claro? ¿Quieres que te lo vuelta a explicar?



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Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 03:47

64

 

La furia se apoderó de Jefferson. Nadie. Nadie lo había tratado nunca de ese modo.

—Hablas en serio, ¿verdad?

—¡Te mereces un premio por ser tan listo! —exclamó—. Ahora, márchate antes de que llame a los de seguridad.

—¿Seguridad? No serías capaz de hacer algo así.

—Ponme a prueba.

Jefferson lo consideró durante un instante, pero decidió no hacerlo. Si algo así se filtraba a la prensa…

No. Se inclinó para recoger sus maletas. Decidió que ya volvería a intentar hablar con ella al día siguiente. Para que Caitlyn lo supiera, se acercó de nuevo a la puerta y dijo: —Esto no se ha terminado, Caitlyn.

Caitlyn estuvo despierta la mayor parte de la noche, debatiéndose entre la tristeza y la ira. No dejaba de preguntarse dónde estaría Jefferson pasando la noche, aunque no hacía más que repetirse que no le importaba. Se preguntó si él la estaría echando de menos y, entonces, se recordó que, para Jefferson Lyon, tenía la misma importancia que una fotocopiadora.

Los pendientes que él le había regalado le rozaban con frialdad el cuello. Caitlyn no hacía más que repetirse que no habían significado nada para él. Entonces se tocó la pulsera de plata y deseó que todo hubiera salido de un modo muy diferente.

Deseó que no le hubiera importado nada. Deseó no haber acudido a Fantasías… Sin embargo, ya era demasiado tarde para los deseos. Y demasiado tarde también como para cambiar el modo en el que se sentía.

—Vaya, vaya… ¡Qué interesante es esto!

Jefferson murmuró algo en sueños y abrió los ojos para comprobar que ya había amanecido. Junto a su improvisada cama, había un hombre cuya silueta tardó unos segundos en dilucidar. Cuando lo hizo, le pareció que las cosas habían pasado de mal a peor.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí?

Max Striver sonrió.

—Disfrutando de las vistas —replicó, alegremente—. El gran Lyon pasando la noche en una hamaca junto a la piscina.

No era lo suficientemente malo que hubiera dormido un total de quince minutos y que no hubiera podido dejar de pensar en Caitlyn ni un solo instante como para que, además, tuviera que despertarse de aquella manera.

—Es una tumbona —gruñó él.

—Muy bien. Gracias por corregirme.


Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 03:48

65

 

Jefferson se incorporó con dificultad. Le dolía todo el cuerpo. La tumbona era demasiado estrecha y corta y, además, había hecho bastante fresco durante la noche. ¿Qué clase de clima tropical era aquél?

—Ahora, ¿podrías marcharte?

—¿Es ése el modo de saludar a un viejo amigo? En especial porque ahora me parece que te vendría muy bien uno. —¿Qué estás haciendo aquí?

—Bueno pues he decidido que yo también necesitaba unas vacaciones —replicó Max, con una sonrisa.

—Vacaciones. Claro. Y decidiste que tenías que venir precisamente aquí.

—Aparentemente, éste es el lugar más de moda —replicó Max. Entonces le dio una patada a las maletas de Jefferson—. ¿Acaso estás teniendo problemas para encontrar una habitación?

—Mira, Max. No estoy de humor para esto.

—Si lo estuvieras, esto no estaría resultado tan entretenido. Además, tienes un aspecto lamentable, amigo.

—Gracias por la información. Y por venir a verme.

—Supongo que esto significa que las cosas con Caitlyn no van tan bien como habías esperado, ¿eh?

—No sé de qué estás hablando.

—Claro que lo sabes —afirmó Max, tras soltar una carcajada—. ¿Tus técnicas de seducción te han fallado por primera vez después de todos estos años?

—¿Qué se supone que significa eso?

—Significa que te conozco, Jefferson. Caitlyn decidió dejar su trabajo y tú la seguiste hasta aquí. Eso sólo puede significar una cosa. Que viniste aquí para seducirla y que, por lo que parece, has fallado miserablemente.

—Creo que es mejor que te mantengas al margen de todo esto, Max —le advirtió Jefferson, con voz seca.

—Creo que no. Después de haber tenido que trabajar contigo, estoy seguro de que Caitlyn está preparada para trabajar para un hombre que no la considere mobiliario de oficina.

Eso le dolió, no sólo porque Max lo hubiera dicho, sino porque sabía que era cierto. Así era precisamente como había tratado a Caitlyn a lo largo de los años, pero había sido culpa de ella. Era tan trabajadora, eficiente y merecedora de confianza que no podía ser culpa de Jefferson que estuviera dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerla a su lado.

—Además, cuando haya terminado de hablar con Caitlyn de lo mal que te has portado con ella, volveré a ofrecerle un puesto de trabajo. Confía en mí si te digo que sé perfectamente cómo tratar a un empleado valioso.

—Mantente alejado de Caitlyn —le espetó, lleno de ira.

—No creo que estés en posición de dar órdenes, Jefferson. Yo diría que encontrar alojamiento sería la primera de tus prioridades.


Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 03:49

66

 

—No te preocupes por mí.

—Te aseguro que no lo estoy. Por cierto, tengo una de las mejores suites esperándome, por si quieres lavarte un poco…

—Eres un tipo muy gracioso, Max —dijo Jefferson tomando sus maletas para dirigirse de camino al vestíbulo—. Vete a buscar tu diversión a otra parte.

—En ese caso, iré a ver cómo está Caitlyn. ¿De acuerdo?

Las carcajadas de su amigo lo persiguieron por todo el vestíbulo hasta que llegó al mostrador de recepción.

A media mañana, Caitlyn había estado a punto de subirse por las paredes de su suite. Había estado allí encerrada desde la noche anterior para evitar tener que encontrarse con Jefferson. Sin embargo, le costaba estar en soledad. No podía dormir, no tenía nada para leer y no le interesaba ninguna de las películas que echaban por televisión.

Mientras tomaba asiento sobre la silla que le estaba sujetando Max Striver, se preguntó por qué tenía que ser ella la que se escondiera. Aquéllas eran sus vacaciones. No había invitado a Jefferson Lyon a que la acompañara. ¿Por qué tenía que dejar que fuera Jefferson el que disfrutara de Fantasías mientras ella permanecía encerrada en su suite? —Espero que esa mirada tan gélida sea para Jefferson y no para mí —comentó Max, con una sonrisa, mientras se sentaba frente a ella.

Caitlyn sacudió la cabeza y sonrió al atractivo inglés. Se había sorprendido mucho al ver que Max estaba en Fantasías y que la invitaba a almorzar.

—¿Qué estás haciendo aquí, Max?

—¿Por qué me pregunta todo el mundo lo mismo? Por el momento, voy a almorzar con una mujer fascinante. Estoy seguro de que ésa es razón más que suficiente para explicar mi presencia aquí.

—Tal vez a otra persona sí, pero yo te conozco demasiado bien.

—Y a ti no puedo engañarte, ¿verdad?

—No.

En aquel momento se acercó la camarera a la mesa. Max le dedicó una deslumbrante sonrisa antes de decirle lo que iban a tomar. Cuando la joven se marchó, Caitlyn volvió a tomar la palabra.

—¿Por qué no me dices de una vez lo que estás tramando, Max?

—Muy bien. He venido para convencerte de que trabajes para mí.

—Max…

—Sólo pido que me escuches.

Caitlyn asintió, aunque en realidad no estaba interesada en el trabajo. Si lo aceptaba, tendría que mudarse a Londres. Tendría que abandonar su hogar, sus amigos… Peor aún. Como asistente personal de Max tendría que tratar con Jefferson aunque fuera ocasionalmente. No. No funcionaría. Necesitaba empezar desde cero. Una vida completamente nueva.


Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 03:50

67

 

—Te puedo ofrecer una buena oportunidad. No sólo tendrías un sustancial aumento de sueldo sino más variedad en tu trabajo. Como sabes, Striver Industries no sólo está relacionada con el mundo del transporte marítimo sino que también tiene negocios en el mundo de los hoteles, en el de la tecnología…

—Todo suena genial, pero…

—Venga, venga. No me rechaces sin pensártelo por lo menos. Te aseguro que esto podría beneficiarnos mucho a ambos.

—¿El qué? —preguntó Jefferson. Acababa de aparecer repentinamente junto a su mesa. Lanzó una mirada de desaprobación a Max y luego hizo lo mismo con Caitlyn.

—Jefferson, tienes mucho mejor aspecto que esta mañana. ¿Significa eso que ya tienes habitación?

—Así es —replicó, sin dejar de mirar a Caitlyn—. ¿Por qué estás aquí con él?

—Estoy almorzando con un hombre muy agradable —contestó ella, sin inmutarse.

—Almuerzo al que tú, amigo mío, no estás invitado —le recordó Max.

Jefferson siguió sin prestarle atención alguna. De repente, extendió la mano y agarró una silla cercana sobre la que se sentó.

Caitlyn lo miró y sintió que el alma se le caía a los pies. Tenía profundas ojeras, como si también él se hubiera pasado la mayor parte de la noche en vela. Tenía un aspecto terrible, lo que provocó que algo en el interior de Caitlyn se apiadara de él.

—Caitlyn…

Una camarera se le acercó para ofrecerle un menú.

—No va a quedarse —le aseguró Max a la muchacha para que se marchara.

—Habla conmigo —dijo Jefferson.

—Ya te dije anoche que nos habíamos dicho todo lo que había que decir… —Y ahora te encuentro aquí con Max.

—Se trata de un almuerzo privado —comentó el inglés.

—¿Por qué estás con él?

Caitlyn no entendía por qué, de repente, se sentía como si fuera una adúltera. No le debía nada a Jefferson. Había dejado su trabajo. Nada más. Estiró la espalda y, recogiendo los retazos de su orgullo, dijo:

—Estoy aquí porque me ha ofrecido un trabajo.

—De hecho, se trata de uno bastante bueno —comentó Max.

—¿Y estás pensándotelo? —quiso saber Jefferson.

—Sí —mintió Caitlyn.

—Genial —dijo Max.

—No puedes hablar en serio, Caitlyn.

—¿Por qué no? —repuso Caitlyn—. Después de todo, estoy en el paro.

—No por mucho tiempo —replicó Max.

—Mantente al margen de esto, Max.

—No, Jefferson. Eres tú el que debe mantenerse al margen. Esto no tiene nada que ver contigo —le espetó Caitlyn.


Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 03:51

68

 

—Tiene todo que ver conmigo. Trabajas para mí. Sabes todo lo que hay que saber sobre Naviera Lyon. Si te marchas a trabajar para la competencia, caerás en un conflicto de intereses.

—Veo que no me conoces, Jefferson —dijo ella, atónita—. ¿De verdad crees que sabotearía adrede a tu empresa?

—¿Y qué otra cosa quieres que piense?

—Si quieres mi opinión… —empezó Max.

—Max… —dijeron Caitlyn y Jefferson al unísono.

—Estás participando en un juego peligroso, Caitlyn —le dijo Jefferson—. Si esto es un plan… Si estás tratando de conseguir que me disculpe, vas a tener que esperar mucho tiempo. Hice lo que creía que tenía que hacer. Como siempre lo he hecho. Como siempre lo haré.

Caitlyn comprendió de repente que todo había terminado. Las fantasías, los sueños… Miró los fríos ojos de Jefferson y sintió que la distancia que había entre ellos se convertía en un abismo que amenazaba con tragársela entera.

Con mucho cuidado, dobló la servilleta y se levantó.

—Lo siento. No puedo quedarme, pero muchas gracias por invitarme a comer —dijo, tomando su bolso. Entonces sonrió a Max—. En cuando a lo de la oferta de trabajo, acepto Max.

—¡Excelente!

Jefferson se levantó de la silla y la miró con hielo en los ojos.

—No puedes hacer eso.

—Acabo de hacerlo. Adiós, Jefferson.


Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 25/03/2014 04:18
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