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General: Cuadro del Tercer Grado
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 22/07/2010 04:39
Cuadro del Tercer Grado El Cuadro del Tercer Grado puede interpretarse de dos maneras. Como los otros Cuadros, muestra primero una pintura del individuo humano. En este sentido indica que el concepto habitual de la vida humana es como la muerte comparada con la capacidad del potencial humano. En segundo lugar, la perspectiva del interior del templo sugiere que muriendo al concepto del yo se puede conseguir ese potencial. El ritual del Tercer Grado, tal como lo lleva a cabo la logia, describe sencillamente el proceso de esta “muerte del yo falso” de una forma dramática; y de este modo el ritual aporta una especie de introducción al tema. Este acontecimiento solo puede darse en personal psicológicamente maduras. Únicamente una persona que haya asumido la responsabilidad de su vida, que haya experimentado el surgimiento del yo, que haya desarrollado su propia voluntad y esté preparada para rendirla ante la deidad, “tiene derecho a demandar ese último y mayor juicio por el que sólo [él o ella ] puede tener acceso a los secretos del Grado [de Maestro Masón]”. Los términos de esta cita son importantes. El ritual habla de un proceso psicológico; será difícil (el juicio), el individuo debe iniciar el proceso por sí mismo (tiene derecho a solicitarlo), y mientras tenga lugar este proceso psicológico el desarrollo del individuo no cesará (es el único modo de avanzar). El texto sagrado nos dice que la experiencia real se verifica “con la ayuda de Dios”, y nosotros asumimos que es cuando la deidad lo desea. Cuando esto ocurre, llega, como hacen las iniciaciones masónicas, en el contexto de “los deberes cotidianos del lugar que [uno] ocupa en la vida”. Podemos tratar de entenderlo considerando tal circunstancia en términos generales. Los masones reconocerán la situación como algo paralelo al ritual del Tercer Grado. El individuo se encuentra a sí mismo en su vida corriente en una situación de gran dificultad, pero para la que se ha preparado y con la que debería ser capaz de enfrentarse. Cuando hace frente a la situación, sus habilidades fallan una tras otra. Sus análisis de la situación, aparentemente correctos, no aportan respuestas útiles; sus actos, perpetrados sobre la larga experiencia, no producen ningún beneficio. No puede recurrir a la ayuda exterior porque la situación psicológica le impide abrirse a aquellos que podrían ayudarle. Cada vez que recurre a una de sus capacidades cultivadas con tanta dedicación y esmero, ésta le traiciona. Un medio de escapar de la situación se presenta ante él, pero lo rechaza por que implica la violencia de alguno de los principios morales que se ha comprometido a respetar. Pero él persevera. Las circunstancias externas empeoran, y su situación continúa deteriorándose. Por fin se dirige al “Oriente”, hacia el lugar de su ser que, como le ha enseñado la experiencia, es la fuente inagotable de ayuda en los momentos de desesperada necesidad. Y le mata. Sus restos son enterrados entre los escombros del templo psicológico que con tanto cuidado había edificado. Ya hemos visto porque se desarrolla este acontecimiento. El individuo que se concibe a sí mismo como una simple “alma” y cree que “hay algo más” está tan enredado en la ilusión de una existencia independiente como lo estaba cuando se consideraba a sí mismo simplemente un cuerpo físico. Los juicios que van a integrar las duras pruebas del individuo son el resultado de sus propios trabajos masónicos, que le han llevado a la situación en la que ya no puede funcionar sin esa ilusión; y es ese concepto ilusorio de sí mismo, inadecuado para la clase de vida que debe vivir, el que muere. De igual modo que el candidato en la ceremonia no permanece demasiado tiempo en la tumba simbólica, tampoco dura mucho en el período de desorientación en la experiencia real. El agente de la psique que hemos llamado el Venerable Maestro sube a la consciencia para convertirse en el principio rector primario dentro del cual el individuo, en su nuevo estado, se tiene a sí mismo por un ser espiritual en posesión de un alma/ yo y un cuerpo. El individuo se eleva en su tumba de escombro psicológico para encontrarse a sí mismo en la logia del Maestro Masón, en la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum del templo de su propio ser; y a través de su velo puede vislumbrar la presencia de la divinidad. Tras este proceso interior ha llegado el fin, la situación externa que provocó este acontecimiento psicológico parece fácil de resolver o incluso parece poder resolverse por sí misma, igual que los asesinos del arquitecto, que, en la leyenda, comparecen ante una justicia rápida y segura. El proceso se resume claramente en el Cuadro del Tercer Grado, que señala que el camino hacia este nuevo estado interior pasa por la experiencia de la muerte del yo. Considerando los grados previos, hemos comprendido el trabajo que debe realizarse en cada nivel al examinar una de las Tres Joyas Inmutable. La piedra bruta del aprendiz indicaba la responsabilidad individual ante uno mismo. La piedra perfecta de la cámara central indicaba que dentro del alma humana existía un criterio interno absoluto con el que el miembro debía contrastar su propia moralidad. La Joya Inmutable que se refiere al Maestro Masón es el Cuadro y, a diferencia de las otras joyas, no está relacionada con una única piedra; más bien, como el cuadro sobre el que están dispuestos los dibujos, trata de las relaciones entre las piedras y la totalidad de la escultura superior a la que pertenecen. Esto es como decir que los intereses del Maestro Masón son transpersonales y holísticos. Esta idea se transmite de otra manera. Los ornamentos e la ideología del Maestro Masón son la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum (donde se reúne la logia de los Maestros Masones), el pavimento cuadrado de esa entrada y la pequeña ventana que la ilumina. Esta colección de símbolos, y especialmente su proximidad al lugar del templo donde reside la divinidad, indica que el Maestro Masón, en el sentido en que lo definimos, es una persona consciente a un nivel psicológico relacionado con el mundo del espíritu del mismo modo que nuestro ego habitual es consciente del cuerpo y del mundo físico. Se sitúa en el pavimento cuadrado, que es el mismo símbolo de la dualidad y la separación que vimos en el Primer Grado, pero bajo la luz que procede de la ventana ve que los objetos aparentemente independientes del mundo son sencillamente manifestaciones únicas de la esencia divina tal y como ella misma se proyecta en la existencia. En un sentido muy real, el Maestro Masón no es nada más (ni nada menos) que un individuo cuya responsabilidad consiste en ser consciente de la unidad esencial y en manifestar “los deberes cotidianos del lugar que ocupa en la vida” en esa consciencia. Existe otro modo de entender el nivel de la consciencia que representa el Maestro Masón. Igual que el aprendiz tenía herramientas para la acción, y el compañero herramientas para poner a prueba, así tiene el Maestro Masón herramientas para el diseño y la creatividad: el lápiz, el skirrett y el compás. El lápiz es la herramienta activa. Del mismo modo que cuando escribimos o dibujamos con un lápiz, los pensamientos que residen en la psique “cambian los mundos” por así decirlo, en la punta del lápiz y adquieren forma de palabras o diagramas – la representación de los pensamientos en el mundo físico -, así el lápiz como herramienta activa del Tercer Grado representa ese punto profundo de la consciencia donde el material procede del espíritu entra por primera vez en la psique y toma forma en la mente, un fenómeno que reconocemos como “creatividad” o incluso “revelación. El skirrett es una herramienta que se emplea en el terreno práctico para sujetar el lápiz y limitar su movimiento; y ese es exactamente el papel de la función psicológica que representa: esta función podría llamarse “entendimiento”, una definición que quizá podría depurarse para transmitir la idea de las leyes, tradiciones y principios fundamentales que logramos comprender tras un estudio exhaustivo, paciente y cuidadoso y que pueden delimitar y guiar el entusiasmo de la “creatividad”. Como todas nuestras funciones psicológicas, estas dos necesitan mantenerse en un equilibrio consciente. La herramienta de la consciencia que realiza esta tarea es el compás. Conocido hoy como la bigotera, es un instrumento de proporción, cualidad precisa que se requiere para mantener la tradición y la revelación, principio de creatividad, en equilibrio. Para conocer una última idea de las responsabilidades que recaen sobre el Maestro Masón diremos que sus aspiraciones no se dirigen hacia el Este –su orientación ha cambiado, como indicaban los puntos cardinales del compás del Cuadro del Tercer Grado -. El Maestro Masón mira hacia el Oeste, desde donde ha venido con la actitud de la tercera de las virtudes teologales, la claridad, que representa el estado anónimo apropiado de los pocos que, de hecho, alcanzan ese Grado. En el Cuadro del Primer Grado, la caridad se sitúa en el peldaño más alto de la escalera de Jacob, principalmente en la parte del Cuadro que representa la psique, pero con la cabeza en la zona que representa el espíritu e iluminada por la gloria de la divinidad. La Caridad amamanta a un niño, que simboliza la responsabilidad del Maestro Masón de educar a todo lo que le siga. Esta ideas nos dan una idea de que el Maestro Masón, una persona que puede considerarse madura en el contexto de la psicología en proceso de desarrollo que hemos derivado de los símbolos de la orden de la francmasonería. El Maestro Masón se encuentra a la luz del espíritu, con los pies en el terreno del mundo de lo cotidiano, y reconoce, de hecho, la manifestación única e integrada de la voluntad divina en todos los mundos. El desarrollo de estos individuos es el objetivo de la orden. Encontrar nuestro lugar en esa manifestación única e integrada es una experiencia enriquecedora, satisfactoria y profundamente gratificante. Es como llegar a casa- Es muy difícil interpretar el Grado de Maestro Masón porque el ritual describe un proceso psicológico que sucede muy raras veces en nuestra sociedad, pero cuando ocurre es tan intensamente personal que pocos que lo han experimentado están preparados para hablar de ello fuera de su círculo privado. El Tercer Grado transmite una leyenda basada, de una forma u otra, en casi todas las culturas humanas. La leyenda tiene dos aspectos: el primero es un desastre primordial, un acontecimiento catastrófico que supone una pérdida profunda e impone una gran dificultad a todo el género humano: el segundo alude a los medios por los que la pérdida puede transformarse en algo bueno y así pueda restaurarse el feliz y original estado humano. En toda la civilización occidental el primer aspecto de esta leyenda, el del desastre primordial, esta encarnado en la teoría de la "caída del hombre". En nuestra sociedad materialista el libro del Génesis suele interpretarse como una creación del universo físico, a pesar del hecho de que la posición se ha convertido en algo menos defendible después de tantos descubrimientos en las ciencias físicas. Hemos tocado brevemente una interpretación mística de este texto en el que el Génesis I describe la "creación" del mundo del espíritu y el Génesis II la "formación" del alma y del mundo de la psique. En este contexto, el "caído" y la posterior expulsión de Adán del Edén se refiere al proceso por el que los miembros de la raza humana fueron los primeros a encarnarse por un acto de voluntad divino. Una de las consecuencias de esta encarnación inicial parece ser que los seres humanos, tras haberse encarnado, han perdido la capacidad para "caminar con Dios" y de ser mantenidos directamente por Dios. En su lugar la humanidad encarnada es "cortada", separada; el individuo encarnado debe mantenerse a sí mismo "con el sudor en la frente". Adaptando esta idea a los términos contemporáneos, podríamos decir que en su estado original (esto es, antes de que la raza apareciera en la tierra por primera vez) la especie humana podía tener consciencia y comunicares directamente con la deidad; y que algún acontecimiento relacionado con el proceso de la encarnación rompe con esa conexión. En el tratamiento masónico de este tema los acontecimientos se describen usando el simbolismo de la muerte. La muerte que se describe en el Tercer Grado no es la muerte física que concluye con nuestro período de encarnación, sino un proceso psicológico individual que de alguna manera es análogo a la muerte física. El tema se representa mediante la reconstrucción del asesinato del Arquitecto Principal, el más joven de los Tres Grandes Maestros Masones en la construcción del Templo del Rey Salomón. Se dice que el acontecimiento tuvo lugar cuando el "trabajo (en el Templo) estaba a punto de finalizar", y como resultado se perdieron los "secretos del Maestro Masón", ya que solo podían transmitirse cuando los tres Grandes Maestros estuvieran presentes en y oficiando. El modo más sencillo y obvio de entender la leyenda es como una advertencia de que siempre se debe ser fiel a las obligaciones; y ésta es sin duda una interpretación válida. Pero cuando nos reflejamos en la experiencia del Grado, la grandeza de la amplitud de la ceremonia perece superar esa simple explicación e invitar a nuestra atención a la descripción simbólica de la condición de aislamiento del ser humano a la que alude la historia. Está claro que el Arquitecto asesinado no es completamente desconocido. La simbología de la escalera caracol ha presentado a estos grandes maestros y ya ha asociado al Arquitecto principal con el primer Vigilante/yo. Por estos medios podemos relacionar los principios que aparecen en la leyenda con el ser humano individual heredero de los procesos de la "caída". Si consideramos al ser humano como el "templo de Dios", entonces en un sentido la construcción de ese templo esta por finalizarse cuando el individuo va a nacer. La persona que está destinada a ocupar el joven cuerpo tiene espíritu, alma y yo, y reside en el Edén (la residencia de almas inocentes que todavía no se han encarnada) y el feliz contacto con la divinidad hasta que llegue el momento de su nacimiento y su cuerpo (su "abrigo de piel") esté preparado para recibirle. En este contexto, la muerte del Arquitecto representa el acontecimiento en el momento del nacimiento cuando el yo (el Primer Vigilante) se siente agobiado por el impacto del confinamiento en su cuerpo físico y pierde la consciencia, concretamente el contacto consciente con su alma y su espíritu y con la divinidad. Esta "muerte" o restricción de la consciencia refleja en el nivel individual la separación consciente de la deidad que la historia de la "caída" describe para el ser humano. La leyenda masónica cuenta que el Arquitecto es enterrado en una tumba de "tres pies hacia el Este y tres pies hacia el Oeste" (limitada por la dimensión de la consciencia), y tres pies entre el Norte y el Sur (limitada en la capacidad para la acción y la restricción) y de cinco o más pies (la altura de un hombre) de profundidad". Además la leyenda da a entender que el feliz estado edénico que precedió a la encarnación sólo es posible cuando los Tres Oficiales Principales - yo, alma, espíritu- están en buen estado; y en ese sentido esta claro por que los "secretos del Maestro Masón" (la consciencia de los "mundos superiores") se ha perdido. Los párrafos anteriores consideran el primer aspecto de la leyenda masónica, la del desastre primordial; y ofrecen una explicación de cómo podemos llegar a ser en nuestra situación presente y aparentemente aislada. La segunda perspectiva de la leyenda habla de reparar la situación, y cuando examinamos esa segunda perspectiva se hace claro por qué la lectura del Tercer Grado dice que "para un completo conocimiento de este Grado basta poco alcance". Hay un segundo contexto en el que el ser humano puede considerarse el Templo de Dios, y es reconociendo que la estructura psicológica que hemos visto construir (o quizá explorar) al masón con tanto esmero es ese "Templo". En este caso el Compañero maduro cuya condición hemos descrito más arriba es el templo que esta a punto de acabarse; y la "muerte" que se mencionaba en la leyenda es el proceso psicológico por el cual se concluirá la construcción. Es un proceso de "muerte del yo", y no resulta algo totalmente nuevo al candidato al Tercer Grado. Cuando se inició como aprendiz, el candidato se consideraba un ser físico, aunque ya entonces tuvo conocimiento de que "había algo más". En el curso de su desarrollo habrá "muerto" esa idea y llegará a considerarse fundamentalmente un ser psicológico, un alma y yo humanos, que ocupan un cuerpo. La "muerte" a la que se enfrenta un candidato en el Tercer Grado le obligará a reconocer que no es más un ser psicológico que físico, sino más bien un ser espiritual que tiene cuerpo y alma. "Reconocer" el mundo es importante. La mayoría de las personas religiosas creen que tienen una esencia espiritual. La "muerte" psicológica mencionada en el Tercer Grado está relacionada con la experiencia de esa ciencia espiritual. Puesto que requiere la muerte del yo del candidato (su esencia psicológica), y puesto que su yo es el concepto de su existencia, esa "muerte" puede ser un proceso muy doloroso y terrible.
 
 


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De: Alcoseri Enviado: 03/05/2012 23:04


 
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