Mientras tanto, en el Palacio de Cnosos...
Una figura quieta, estática, en el centro de la escena, acompañado de dos cadáveres de Santos, como si fuera el responsable de una auténtica matanza...
- Maldito Perseo, esa técnica, mis piernas, no puedo moverme... Cómo puede ser posible que yo, Kyoto de Caína, haya sido inmovilizado por un estúpido Santo de Plata...-
Es la molestia del Rey dragón Basilisco, quien con sus extremidades inferiores convertidas en piedra, poco a poco va perdiendo sus signos de vitalidad, como si el cansancio, las horas sin consumir alimento o bebida, lo vayan envolviendo en una triste agonía...
Pero de repente, una serie de pasos son oídos desde el lateral del Basilisco, en el momento que una voz grave, severa, con una dureza casi marcial se escucha...
- Veo que has dejado todo de ti, derrotando a un Santo de Oro y a un Santo de Plata, haciendo honor al puesto que te precede...-
- Tu...tu eres Radamanthys...Radamanthys de Wyvern, la Estrella Divina de la Furia...-
- Así es...-
- ¿Qué vienes a hacer aquí? ¿Vienes a mofarte de mi estado, maldito niño irreverente?...-
Pregunta con cólera el solitario Juez, demostrando su desprecio hacia sus otros compañeros...
- No, tan sólo vine a ayudarte...-
- ¿Ayudarme? -
- Si, es la orden de Hades darte el premio que mereces por tu labor, el galardón por la tarea que has realizado en este lugar...-
- ¡Imposible!... No me interesa lo que piense Hades, así como tampoco los deseos que tenga para conmigo, yo me muevo sólo por esta vida, sin ninguna entidad superior a la cual servir...-
- Hades es un Dios misericordioso, aún con aquellos que demuestran insolencia, pero que de todas formas han servido con utilidad a nuestra causa. Sufre y se lamenta por las pérdidas en esta Guerra Santa pero en lo profundo de su corazón encuentra un alivio: saber que al final de todo esto seremos bendecidos con la Eterna Salvación. La tristeza de sus ojos, su preocupación por todos los seres del universo, es la razón de mi lucha. En sus plegarias, también estabas tú...-
- ¿Yo?... ¿Destinatario de sus plegarias?...-
- Así es. Mientras tu estas aquí debatiendo acerca de tu fidelidad plena al Emperador, él se encuentra arriesgando su vida por los Espectros en el Santuario...-
En ese momento, los ojos del Basilisco se humedecen, ante lo cual los cierra intentando contener esas sensaciones tan extrañas que suscitan en su corazón...
- Sylphid de Basilisco, Kyoto de Caína, es hora de que tu nombre se convierta en leyenda, siendo tu vida consumida por quien te sucederá en el puesto de aquí a la eternidad, quien a través de su puño, en nombre del Señor de la Oscuridad, te otorgará el Sagrado Destino...-
Y así, una tenue aura púrpura aparece en torno a la impactante figura del Wyvern, provocando el comienzo de una intensa combustión en el Basilisco, quien con ciertas reacciones de dolor pero con un semblante inmutable, acepta el destino orgulloso...
- Está bien, que así sea...Radamanthys de Wyvern, te hago entrega de mi título, esperando que con este cumplas con los mandatos del Más Allá y con la voluntad del Verdadero Emperador... Radamanthys, protege a Hades con tu vida...-
Culmina por mencionar, demostrando por primera vez un lazo intenso que lo conecta con el ejército, siendo la imagen de aquella terrible bestia consumida paulatinamente por el fuego, aquel fuego fatuo que se lleva consigo la vida de uno de los guerreros más poderosos entre los Guerreros de las Sombras...
- Que así sea...-
Responde con frialdad Radamanthys, apagando su mirada con respeto, para acto seguido dar media vuelta y retirarse poco a poco mientras las llamas hacen su trabajo, siendo interumpida su caminata por un mal presentimiento...
- El cosmos del Emperador ha dejado de sentirse...no puede ser...acaso él...-
...CONTINUARÁ...