|      No podemos conformarnos con leer y sabernos casi de 
memoria el Libro de Urantia, porque el conocimiento si no va acompañado de la 
acción motivada por la experiencia personal, es un conocimiento muerto, pues 
puede ser alimento para nuestro ego, pero no para nuestra alma, la cual no sólo 
necesita evolucionar en forma individual, sino que también ella debe estar 
impregnada del imperativo deseo de ayudar a otros a conocer la verdad, para lo 
cual no necesariamente tenemos que salir a predicar como otrora lo hicieran los 
apostóles, lo que ahora Jesús reclama de cada uno de nosotros, es que demos 
testimonio de El con nuestra propia vida, con nuestra hermandad y la coherencia 
de lo que decimos creer y de lo que hacemos.   Imaginemos en el servicio trascendente que prestaría la 
Quinta Revelación, si a través de ella, el Hijo del Hombre fuera rescatado de la 
tumba de la teología tradicional, y fuera presentado como el Jesús vivo de la 
iglesia que lleva su nombre y a todas las demás 
religiones!   Pero 
esta expansión de la enseñanza del LU no debe caer en los mismos dogmatismos, no 
podemos crecer cortando las cabezas de nadie, ni desacreditando los dogmas que 
otros profesan, podemos y debemos tener una opinión propia, pero éso no quiere 
decir descalificar a nadie, porque la Quinta Revelación se basa en forma 
primordial en la hermandad y el respeto por todos los hombres y de todas las 
tendencias, porque el ignorar o despreciar lo que no provenga del LU es el peor 
de los errores.   Es 
Jesús quien nos dice que: "no debemos atacar las viejas costumbres, sino más 
bien debemos de mezclar hábilmente, la levadura de la nueva verdad, en la masa 
de las antiguas creencias. Si nuestro corazón está limpio de prejuicios, el 
Espíritu de la Verdad realizará su obra a través de nosotros, por eso "a lo 
largo de las vicisitudes de la vida, recordad siempre, que debéis amaros los 
unos a los otros. No luchéis con los hombres, ni siquiera con los 
incrédulos.  Mostrad que sois ciudadanos 
leales, artesanos nobles, vecinos dignos de encomio, parientes devotos, padres 
comprensivos y creyentes sinceros, en la hermandad del reino del Padre. Así mi 
espíritu estará con vosotros hasta el fin del mundo. “1932 
   Recordemos siempre que no puede haber fraternidad, si no hay 
tolerancia y empatía hacia los que nos rodean.   yolada 
silva solano |