“Hermosa eres tú, tierra de cristiandad, conocida en el pasado como “El campo de la batalla europea.”, pero bien vista por los extranjeros como la bella nación de placeres visuales. País extravagante que en prematura vida viste sinfín de combates, alianzas y fiestas, enriqueciste tu idioma y tu gente es culta. Ay de ti hermosa tierra de luz y esplendor, pues en la capital de tu seno, tu ciudad más maravillosa que es la resplandeciente Bruselas, la misma encarnación del mal se ha posado y poco a poco te consumirá. Tu luz será tragada por las tinieblas, tu pueblo será sometido y tu cultura de bienestar será olvidada. Ay de ti Bruselas, ay de ti Bélgica, pues el dedo de la muerte que señala tu destino, dice que eres piedra… Piedra del bastión infernal.“

* Y así es, el cielo que antes fue azul se tiñe de rojo por las luces del atardecer, bañando tétricamente las extensiones de la Basílica del Sagrado Corazón y sus calles, fortificación de importancia histórica y reconocida por el Vaticano como una de las 6 iglesias católicas más influyentes. Lo que parece ser una tarde normal decae drásticamente ante la llegada de un maligno ser, que como un ángel negro se posa con alas abiertas y embravecidas sobre la más alta de las cúpulas de aquel establecimiento, observando con imponencia desde las alturas, como un rey coronado que comanda a los lacayos. Su manto es tan negro como la noche, metal de perdición, joya del inframundo, este hombre lleva la marca de los espectros, los siervos de Hades. – Te recuerdo bien… - Exclama casi poético el hombre de voz jovial. – Te recuerdo mi tierra de Bélgica, no has cambiado, tu gente es igual de atareada y despreocupada que en un principio, tus calles resplandecen y tu armoniosa catedral aun de pie, aclama la venida de un dios pagano. Me gustaría sentir nostalgia, pero yo a diferencia tuya cambie. He dejado de ser tu hijo y ahora soy hijo de la muerte… - Dice agitando los brazos como si diera un discurso a aquellos que no podían oírlo ni verlo, a aquellos que dentro de poco y sin saberlo formarían parte de un nuevo desierto, generado por las alas del Basilisco. La bella ciudad será azotada por los vientos de toxinas imparables y su población transitara un desolado camino a la puerta del abismo sin darse cuenta de ello. Sylphid quien fue hijo de Bruselas es ahora el que trae desastres, el que crea desiertos, criatura de la noche que sirve al único dios del infierno. – Esta Basílica honra a un dios bíblico, por lo que yo como siervo de Hades, soy su enemigo. Me pregunto si esta deidad permitirá que un ser hostil corrompa los ideales que en sus mandamientos explica o mandara a sus ángeles a frenar mi avance. – Pronuncia finalmente agitando sus alas al viento y lanzándose al vacío, cayendo a estrepitosa velocidad hasta aterrizar con una explosión en el suelo, justo frente a la entrada inmensa de la catedral. El miedo se ríe de todos y se frota las manos,  el caos y el terror se adueñan del lugar y toda la población corre en pánico entre sollozos y lamentos. Sylphid de Basilisco, Estrella Celestial del Triunfo, está dispuesto a invadir la tierra que lo vio nacer, y entregársela a Hades su señor en bandeja de plata, para saciar su propia sed de muerte y destrucción. *

Con este mensaje advierto que Sylphid de Basilisco, Estrella Celestial del Triunfo, invado la capital de Bruselas, Bélgica, con el fin de entregársela a Hades y ganar el terreno en nombre de los espectros. Comenzando desde hoy Martes 26/4, mi estadía en este punto estratégico del Globo se prolongara hasta el día Viernes 4/5 (Opte por dar hasta este día, por el fin de semana en medio), dándoles la posibilidad de que cualquier miembro del Santuario intente frenar mi avance. Caso contrario, la ciudad de Bruselas pertenecerá al Inframundo y será sede de los espectros en nombre de Hades.

    Sin más que decir, me despido, empieza a correr el tiempo.