La Masonería Y Su Relación Con El Mundo Político
Al tratar de la Política , entramos en el terreno de lo temporal, de lo secular o profano , entramos en lo mundano, y allí en este contexto nos quedaremos estudiando la relación entre la masonería y la política, o mejor dicho, la política más mundana . En este ámbito se han expresado con frecuencia falsedades y opiniones tan diversas como erróneas. Por ello, nos gustaría detenernos un momento en esta cuestión y tratar de arrojar algo de luz sobre ella. Para ello partiremos de dos proposiciones, o incluso de dos observaciones.
Lo primero es decir que hoy como ayer, el masón no pertenece a una orden que quiera ser sólo y únicamente contemplativa sino que quiere ser un hombre de acción, un constructor, y en el marco de la Ciudad y de la sociedad en que vive un hombre responsable que se esfuerza por traducir su ideal en sus acciones.
El segundo, que se desprende del primero, nos mostrará que muchos masones participan en la vida política de su país, y esto, a todos los niveles: Gobiernos Municipales, Gobiernos Estatales , Gobiernos Estatales , Cámaras de Diputados, Asambleas Nacionales, Cámara de Senadores, Sindicatos , la Presidencia del País; al menos esto en México , en otras Naciones habrá otras estructuras de Estado.
El fenómeno no es nuevo y ha existido siempre en el Mundo Occidental la menos , pero la diferencia ahora , es que los masones no se presentan como masones ante el mundo , lo ocultan , por diversas razones .
Además, y esto es un hecho, hay muchas personas que participan en la vida política de nuestros países que no son masones. Hay, por ejemplo, en gobiernos que presiden los destinos de naciones , ministros católicos, musulmanes , protestantes, judíos, ateos... ¿Podemos decir que hay masones que también buscan las directrices para su acción ya sea en la Arquidiócesis, ya sea en Consejos Ecuménicos de las diferentes Iglesias, ya sea en el Consistorio israelita, ya sea en otras tantas otras organizaciones religiosas ?. Ellos determinan su acción política en función de los compromisos que han asumido con sus electores y con los partidos a los que pertenecen, en función de su conciencia. La Masonería a nivel mundial no se arroga ni puede arrogarse el derecho de darles marcadas líneas directivas e instrucciones a los masones . Si así lo hiciera, perdería el sentido de su vocación y se desnaturalizaría. Porque la Masonería, por definición, quiere ser un centro de unión y para ello respeta el derecho a la diferencia, la libre conciencia en su determinación de los hombres y mujeres que la componen. Lo mismo ocurre en la esfera política que en la esfera religiosa. La libertad de conciencia es nuestra ley, como también lo es el respeto a la democracia y al sufragio universal cuando se expresa legal y normalmente. Esto es que un Gran Maestro de una Gran Logia Masónica o un Venerable de un Taller , no le dice que hacer a un masón, que hacer o no hacer en su trabajo como político o líder religioso, o en su caso a un líder sindical o empresarial .
Si pasamos de los gobernantes a los gobernados, recordaremos un artículo importante de nuestra constitución que dice: "Los masones respetan las leyes y la autoridad legítima de los países en que viven y se reúnen libremente", y añade: "son ciudadanos ilustrados y disciplinados y conforman su existencia a los dictados de su conciencia". Añadamos que en este dominio político, como en el religioso, sindical o empresarial se busca la reconciliación de los opuestos, «se busca unir a los hombres respetando la personalidad de cada uno».
En este ámbito particular que es el dominio político, encontraremos pues una constante en la filosofía de la masonería: es la defensa de la libertad, de todas las libertades, y la defensa de lo justo y razonable, la búsqueda de la armonía entre los ciudadanos y la unión entre los hombres, el respeto escrupuloso a la persona humana. Así, cuando los derechos humanos nos parecen amenazados, cuando las libertades fundamentales nos parecen en peligro, los masones, más allá de sus diferencias religiosas, políticas y filosóficas, se unen para salvaguardar estos derechos y estas libertades. Vayamos más allá añadiendo que la Masonería, como institución, tiene no sólo el derecho sino el deber de intervenir en la vida pública cuando los fanatismos de todo tipo, los sistemas totalitarios, amenazan su propia existencia, destruyen las columnas de sus Templos, persiguen y asesinan a los mismos masones como lo ha hecho en el pasado, como lo haría todavía contra cualquier sistema totalitario que prohibiera la Masonería y persiguiera a los masones.
En lo que se refiere a la vida interna de una Logia, recordemos aquí lo esencial , según el cual toda controversia, disputa que toque cuestiones políticas o toque las cuestiones confesionales, está prohibida en algunas Logias y en otras esta permitida siempre y cuando no se haga proselitismo político o religioso, entendido así, y que si se proponen presentaciones sobre estas cuestiones, es fuera de todo espíritu partidista o religioso , y que, si hay debates políticos o religiosos , «nunca podrán dar lugar a una votación, ni a la adopción de resoluciones que sean susceptibles de constreñir los sentimientos y las opiniones de ciertos Hermanos» y si se presentan disputas estará una comisión para resolverlas prontamente.
En este ámbito tan difícil, donde las pasiones corren el riesgo a menudo de provocar divisiones, la masonería se esfuerza por aportar un deseo de diálogo constructivo, un espíritu de concordia y de armonía. Al hacerlo, somos los fieles sucesores de aquellos que sentaron las bases de la Orden Masónica hace siglos . "Ninguna disputa o querella cruzará el umbral de la Logia, y menos aún ninguna disputa sobre religión o política" —
No olvidemos que cuando las Logias Masónicas se reconstituyeron hace 300 años en Inglaterra, Escocia, Francia y toda Europa, esas diferentes naciones acababan de conocer terribles guerras civiles, que durante decenios los hombres se habían desgarrado y masacrado mutuamente por cuestiones religiosas y por la conquista del poder político, y que las conciencias habían quedado profundamente marcadas por esas divisiones. Así, la mayoría de los hombres de nuestro tiempo aspiran a la paz civil y buscan una cierta unión en la tolerancia recíproca; ellos esperan una humanidad finalmente reconciliada consigo misma y se esfuerzan por realizar el modelo en la propia Logia Masónica.
Los Old Charges en Masonería
La Masonería se refiere a los “Los Old Charges o Antiguos Deberes” respecto a las Tradiciones de la Masonería y respecto a la práctica del Ritual y del Simbolismo como medio de acceder al contenido iniciático de la orden.
Los Old Charges o Antiguos Deberes en Masonería
Los Old Charges, también conocidos como los Antiguos Deberes, son un conjunto de documentos históricos que contienen las reglas y principios fundamentales de la Masonería. Estos documentos datan de los siglos XVII y XVIII y se consideran fundamentales para entender la filosofía y la práctica de la Masonería.
Origen y propósito
Los Old Charges se originaron en Escocia e Inglaterra en el siglo XVII, cuando la Masonería estaba en su etapa formativa.
El propósito de los Old Charges era establecer las políticas de las reglas y principios que debían guiar a los masones en su práctica y comportamiento.
Los Old Charges enfatizan la importancia de la fe en Dios y la adoración a Él.
Los Old Charges también enfatizan la importancia de la fraternidad, la tolerancia y la justicia hacia todos los seres humanos.
Los Old Charges contienen reglas para la conducta de los masones, incluyendo la honestidad, la integridad y la lealtad.
Los Old Charges se consideran fundamentales para la Masonería, ya que establecen los principios y reglas que han guiado a la orden durante siglos.
Los Old Charges sirven como guía para los masones, recordándoles sus deberes y responsabilidades hacia Dios, la humanidad y la orden.
Los Old Charges conectan a los masones con la tradición y la historia de la orden, y les recuerdan la importancia de preservar y transmitir los principios y valores de la Masonería.
Ejemplos de Old Charges
El Old Charge de Aberdeen
Este documento, fechado en 1670, es uno de los Old Charges más antiguos y conocidos.
Este documento, fechado en 1598, es considerado uno de los más importantes y contiene reglas políticas y principios fundamentales para la Masonería.
Como vemos la masonería es una institución con tradición. La tradición es lo que se transmite de forma viva, ya sea a través del habla o de la escritura. Transmite no sólo ideas expresadas en forma lógica y racional, sino sentimientos, creencias, aspiraciones, formas de actuar y formas de ser. Presupone una comunidad políticamente organizada de personas y, más aún, una especie de comunión de mentes y almas. Esto asegura la transmisión, la continuidad y, al mismo tiempo, la homogeneidad y unidad de este grupo. Cada generación tiene el papel y la función, la misión, de transmitir a la que le sucede un depósito sagrado que asegure la sostenibilidad de este grupo. Y así es la masonería como sociedad tradicional.
La tradición tomando conciencia de sí misma es historia, es decir, la transmisión a las generaciones más jóvenes de la representación que un pueblo tiene de su propio pasado. Cuando esta transmisión ya no está asegurada, podemos temer que este pueblo, esta nación, esta civilización o esta cultura esté en camino a la perdición. «Morir por una cultura», «y por cultura se refiere a la civilización, es perder la memoria cultural. Una cultura muere cuando quienes la sustentaron ya no comprenden los temas formativos de su propia tradición». Además, los masones de todo el mundo son conscientes de la importancia capital de la tradición en general y de la tradición religiosa en particular, de su historia.
En cada tradición masónica, encontramos sucesivamente el uso de un ritual para la apertura y el cierre del trabajo de la logia, la práctica del simbolismo y la idea de un camino iniciático. En efecto, una reunión masónica, una Tenida como decimos, aparte de que no tiene lugar en cualquier lugar sino en un Templo, es decir en un lugar consagrado, sagrado, no se celebra de cualquier manera. Está sujeto a la observancia estricta y rigurosa de un ritual, se realiza según un determinado Rito (cualquiera que sea este Rito). Asi, la función de cualquier Rito es eliminar las "impurezas" inherentes a cualquier mundo profano, separarnos de este mundo para encontrar mejor un mundo de pureza o ideal. Su función es prepararnos y facilitar el paso de “este mundo” a “otro mundo”, permitir y facilitar el paso del hombre viejo al hombre nuevo, del hombre presa del caos de las pasiones, y por tanto desordenado, a un hombre mejor ordenado, más en armonía consigo mismo, poniéndolo en comunicación con los demás, consigo mismo, con el cosmos y con aquello que lo trasciende, la Luz, el Gran Arquitecto del Universo. En este sentido, cada Rito es al mismo tiempo un lenguaje y una acción. Visto desde fuera puede parecer vano e inútil, pero todos aquellos que han experimentado la vida masónica saben que es necesaria, indispensable, no sólo para la vida interna de la Logia sino también para el desarrollo del francmasón.
A la práctica escrupulosa de un Rito se añade la práctica del simbolismo. Los masones, particularmente los masones regulares , están muy apegados al pensamiento simbólico. Viven y trabajan en sus Templos entre símbolos, en un universo poblado de alegorías esotéricas : el triángulo, el sol, la luna, la piedra bruta y la piedra cúbica, las columnas, la escuadra, el compás, la regla, la Biblia consideradas como herramientas simbólicas, la cadena hecha de cuerda anudada que rodea los muros del Templo... Uno podría preguntarse si esto es sólo un apego a una tradición anticuada y anacrónica, especialmente en este mundo moderno dominado por el pensamiento científico y orientado hacia la eficiencia y el rendimiento. "¿Cuál es el sentido de esto?" ¡El más racionalista de los seres humanos podría verse tentado a preguntar!
Los masones creen que los símbolos son medios de exploración, herramientas de conocimiento, que permiten al hombre, a través de la reflexión que sugieren, captar ciertas formas de verdad ajenas por definición al método científico que opera mediante la demostración racional y la experimentación científica. Porque, para muchos de nuestros contemporáneos, la idea de conocimiento se reduce a la idea de esta ciencia positiva y técnica, que esencialmente quiere ser conocimiento del objeto y de sus leyes, y propone su uso o manipulación. Reduce toda la realidad al objeto mismo, o si se prefiere, reduce la realidad total a su apariencia y a las traducciones, la mayoría de las veces matemáticas, que la ciencia da a esta apariencia. En particular, cuando las ciencias llamadas «humanas» se acerquen al estudio del hombre, lo reducirán al estado de un objeto, de una cosa, es decir, descuidarán, por principio y por definición, lo que en el hombre, lo reducirán al estado de un objeto, de una cosa, es decir, descuidarán, por principio y por definición, lo que en el hombre, mutilándolo o negando lo que es específico y esencial en él, descuidando la doble dimensión del hombre, al tener en cuenta al hombre sólo en su dimensión natural, aquella por la que es un objeto de la naturaleza, pero descuidando o negando aquella por la que es un sujeto, una libertad, y por la que va más allá del orden de la naturaleza.
Ahora bien, lo que es aceptable en el plano del método ya no lo es en el plano de la ontología, del conocimiento del hombre mismo en la verdad de todo su ser, porque no se puede negar ni ignorar en el hombre lo que lo constituye, es decir su libertad, su conciencia, la idea de superarse a sí mismo por la razón, la dimensión propiamente dicha, la trascendencia de esta conciencia, su razón, «su dimensión metafísica, la idea de un ser que en nuestra conciencia supera la naturaleza».
Creemos los masones que el simbolismo da cuenta más exacta y adecuada de esta verdadera naturaleza del hombre y que el símbolo permite comprender mejor esta doble dimensión del hombre, todo lo que en él es autotrascendencia por sí mismo, podemos decir ahora "que un masón es masón en la proporción en que ha trascendido más allá de las barreras autoimpuestas por el mismo ser humano ".
De hecho, el símbolo es un “ser doble”. Como indica la etimología, une dos partes, dos aspectos; Es un signo concreto que evoca, por una relación natural, algo ausente o imposible de percibir. Así pues, esta escuadra, o este compás que veo, que puedo tocar y que se me manifiesta por su carácter concreto, o material, lo que algunos llaman "el acto significante". Hasta aquí podemos decir que “un símbolo dice más que mil palabras”.
Pero también lo que no veo inmediatamente, lo que no puedo tocar ni medir, el aspecto invisible, no manifestado, lo que algunos llaman «el significado», es decir el sentido al que puede remitirse esta escuadra o este compás. En este sentido, "el símbolo aparece como la imagen visible de lo invisible". Señala... Se refiere a un significado que sólo se sugiere y que todo masón debe esforzarse por descubrir en su investigación. Probablemente aparece como una especie de enigma, pero un enigma que, en lugar de bloquear la inteligencia, la provoca y la despierta.
De hecho, cada símbolo es interpretado libremente por la persona que lo observa y lo estudia. En el ejercicio del pensamiento simbólico podemos experimentar y experimentamos un pensamiento siempre nuevo, siempre libre, un «pensamiento que crea sentido», porque «en el proceso simbólico, el mediador emana del libre examen y escapa a toda formulación meramente dogmática». Además, el pensamiento simbólico, si se entiende bien, es, por naturaleza y por definición, ajeno a todo espíritu dogmático; Da testimonio de nuestra libertad.
En todo símbolo, decimos, hay una dualidad, un significante y un significado, esto a nivel del lenguaje y del conocimiento. Pero si pasamos del plano del lenguaje y del conocimiento al plano del ser, podemos decir que hay otro encuentro, otra concordancia, la de un fragmento y un complemento, la de un ser fragmentario y un ser complementario, de un ser fragmentario que remite a un ser complementario. Y si consideramos los seres de la naturaleza, y entre estos seres al hombre mismo, sólo podemos notar su carácter fragmentario, su finitud; Somos seres esencialmente finitos, fragmentados y fragmentarios, pero seres que, al mismo tiempo, remitimos a un ser complementario, ya sea este ser la humanidad, y pensemos aquí que «el masón sólo existe por su unión con la Masonería », ya sea este ser la naturaleza, el cosmos, ya sea este ser finalmente aquello que supera a la naturaleza y a la humanidad misma, aquello que llamamos el Gran Arquitecto del Universo.
Somos seres finitos y separados y seres conectados al mismo tiempo, más allá de esta separación, a Aquello que la supera, a esta Realidad Una y Total que no podemos, en sentido propio, comprender, pero cuyo conocimiento simbólico nos significa su presencia y nos sugiere su existencia.
La experiencia del pensamiento simbólico nos devuelve la doble dimensión de nuestro ser y, dentro de ésta, la dimensión metafísica y espiritual del hombre (el sentido de una cierta unidad, de una cierta totalidad). Y podemos decir, que el conocimiento simbólico «revela siempre la unidad fundamental de varias zonas de la realidad». Sin duda, pero si bien no nos restituye en su plenitud la totalidad y la unidad de la realidad, nos permite tomar conciencia de nuestra “separación” y, a través de ella, emprender una búsqueda que nos permita acercarnos a esta verdad única y total, a esta verdad universal, a esta Luz en la que todos los hombres de buena voluntad pueden reconocerse.
Encontramos el significado etimológico de la palabra símbolo “sol bolon”, que se opone a “diabolon”, como lo que quiere reunir y unir se opone a lo que divide y desgarra. La función simbólica es construir puentes, establecer relaciones, favorecer la comunicación, entre el hombre que soy y lo que le rodea, la naturaleza y el cosmos, también con los demás hombres, pero también consigo mismo, a través de una mejor unión de nuestra relación con el mundo y una mejor comprensión de nuestra relación con los demás y con uno mismo; situarnos, finalmente, en relación con aquello que va más allá del mundo y del hombre mismo, lo que llamamos el Gran Arquitecto del Universo, y, con ello, encontrar una cierta forma de equilibrio y construir una cierta armonía.
Podemos decir que, en este sentido, que «este simbolismo... no es de alcance mediocre por este movimiento de meditación al que nos invita». Y , diríamos que el simbolismo es «ese gran medio que nos proporciona el hilo conductor del conocimiento de la realidad sensible, invisiblemente visible en su eterno misterio». Alcoseri