UN Dialogo entre Masones
El siguiente diálogo entre dos masones el QH Renato Dorano y el QH Jorge Gutiérrez es una exploración profunda de filosofía masónica y espiritualidad . Ambos masones parecen estar en sintonía con las enseñanzas más profundas de la Francmasonería y la búsqueda del despertar de la Consciencia. Señalan la importancia de la iniciación masónica como el inicio del despertar del Alma . Critican a las religiones establecidas y a la educación académica convencional , que son intentos del sistema profano , para mantener a las personas alejadas de la verdad universal .
Renato Dorano: Ah, Jorge, mi hermano, qué noche de Tenida tan propicia para desvelar y entender estos misterios. Bajo el velo de los grandes misterios del Alma Humana y del Universo, en este masónico templo invisible que hemos erigido con nuestras mentes, siento que el Gran Arquitecto del Universo nos susurra secretos antiguos. Dime, ¿has sentido alguna vez esa chispa oculta en lo más profundo de tu ser? Algo tan puro, tan eterno, que el mundo profano parece diseñado para sepultarlo bajo capas de ilusión.
Masón Jorge Gutiérrez: Sí, Renato, lo he sentido en las profundidades de la iniciación. Recuerda cómo, en el primer grado, nos vendan los ojos para simbolizar la ceguera del alma dormida. Esa es la entrada al despertar de la conciencia, el umbral donde el aprendiz masón toca por primera vez la luz divina. Pero, ay, cuántos hermanos se pierden en los rituales externos, en las formas y los símbolos, sin captar que es el comienzo de un viaje interior, no sólo es un club de personas con mandiles. Como decía Gurdjieff, el hombre es una máquina dormida, repitiendo mecánicamente patrones heredados, sin recordar su esencia. La iniciación masónica debería romper esa mecánica, pero muchos se quedan en la superficie, distraídos por el guion del mundo.
Renato Dorano: Exacto, Jorge. No es mera metáfora; es un masónico llamado directo desde un Nivel de Consciencia Superior . Nacemos como extensiones de la Conciencia Divina, pero desde el primer aliento, una red invisible nos envuelve: no con cadenas de hierro, sino con dogmas y frases como "Sé práctico, eso de la espiritualidad es imposible". No apagan nuestra luz masónica; sólo nos convencen de mantenerla velada. Y cuando un masón despierta verdaderamente, todo se transforma. Ya no pide permiso al mundo profano; actúa con la soberanía del Maestro Masón . Pero te advierto, hermano: una vez que ves la verdad en los misterios francmasónicos, no hay retorno. ¿Estás listo para profundizar en este viaje esotérico masónico?
Masón Jorge Gutiérrez: Listo estoy, Renato. En nuestra tradición, incluso antes de los primeros pasos en la Logia, el mundo ya nos moldea con historias de lo supuestamente "normal" y lo "posible". Nos sientan en los pupitres de los salones del Colegio –como en la educación profana– para formatear el espíritu, no para liberarlo. Campanas suenan, obedecemos; profanos maestros académicos dictan, acatamos. Es como el tonal de Carlos Castaneda, esa realidad consensual que nos atrapa en lo cotidiano, ignorando el mundo nagual, el mundo misterioso y fluido donde reside el verdadero poder. La iniciación masónica debería desplazar nuestro punto de encaje , ese centro de percepción que Carlos Castaneda describía, para ver más allá del velo. Pero muchos hermanos masones se conforman con calificaciones simbólicas, rimbombantes puestos en logias, grados masónicos de oropel , comparaciones en la Logia, midiendo su valor por conceptos externos, luciendo caros mandiles masónicos de cientos de dólares , pero no por el fuego interior.
Renato Dorano: Ah, qué misterio tan profundo, Jorge. Los medios profanos refuerzan ese guion, con sueños falsos de consumo y belleza ilusoria. Y la religión externa apunta al cielo, diciendo que lo sagrado está lejos en un paraíso lejano, que somos pecadores. Pero en la francmasonería esotérica, sabemos que lo divino está aquí, en el templo del yo. Como los antiguos egipcios con su Netjer, o los Vedas con Atman es Brahman –el yo es el todo–. No es religión lo que se presenta en Logias; los rituales masónicos son un mapa masónico para recordar. Si un masón lo internaliza, el sistema pierde control: no se domina a un dios que habita en nuestra interioridad . ¿Sientes esa pregunta ardiendo, hermano? ¿Recordarás para qué hemos nacido?
Masón Jorge Gutiérrez: La siento, Renato, como un fuego en el altar interior. Y hablando del cuerpo como portal –ese templo vivo que la iniciación nos enseña a honrar–, muchos lo ven como mera carne, algo a disciplinar o ignorar. Pero es el umbral divino, no metáfora, sino realidad esotérica. El sistema ataca ahí: con venenos en el agua, alimentos procesados, para calcificar la pineal, ese tercer ojo que los antiguos masones llamaban el asiento del alma. Gurdjieff hablaba de despertar del sueño mecánico mediante el recuerdo de sí, y una pineal limpia facilita eso, permitiendo estados alterados donde la conciencia se expande. El intestino, con sus neurotransmisores, vibra en frecuencias que determinan lucidez o confusión –como el chi o prana que circula en los chakras, mapas antiguos que Occidente ridiculizó, pero que en nuestra Logia sabemos verdaderos.
Renato Dorano: Precisamente, Jorge. La respiración consciente es alquimia masónica: inhalar prana, sostener, soltar –un reinicio del sistema nervioso, despertando memoria celular. Limpia el cuerpo con disciplina, y la energía fluye: los sueños sin sentido cambian a sueños lucidos, la intuición se afila para cortar la ilusión del mundo profano . Es el cuerpo como aliado en el despertar, no enemigo. ¿Estás dispuesto a soltar hábitos profanos para liberar este templo interior?
Masón Jorge Gutiérrez: Lo estoy, hermano. Pero hay una guerra invisible, no de naciones, sino de conciencias –el campo de batalla es el ser. Como los arcontes gnósticos, parásitos sutiles que Gurdjieff podría llamar buffers, amortiguadores que nos mantienen en vibraciones bajas de miedo y culpa. Castaneda los vería como aliados del tonal, interferencias que paralizan el nagual. Los medios, la religión externa, la educación: antenas para capturar energía. Pero la presencia masónica disuelve eso; de receptor a transmisor, vibrando desde el centro. No se gana luchando, sino recordando, creando espacio para la inteligencia divina.
Renato Dorano: Bien dicho, Jorge. Y en la soberanía del ser, el despertar no es místico aislado; es vivir lo recordado en lo cotidiano. La iniciación es el primer paso, pero muchos tropiezan, volviendo al olvido. Ser soberano es acción: elegir con lucidez, posicionarse auténtico. No delegar luz a gurús externos ; es mejor hacer del cuerpo el altar. Como Gurdjieff insistía en el trabajo sobre sí, y Carlos Castaneda en el guerrero impecable, es práctica diaria. No busques más; encarna lo infinito. ¿Estás listo para vivir como libre, hermano?
Masón Jorge Gutiérrez: Sí, Renato. Algo se movió en mí esta noche, un portal. No ignoremos; atravesémoslo. En la Logia, recordamos: no sobrevivimos, encarnamos lo divino con pies en tierra, corazón abierto, conciencia limpia. Gracias por este intercambio esotérico; es como si el Gran Arquitecto hablara a través nuestro.
Renato Dorano: Gracias a ti, Jorge. Sigamos el camino; la luz masónica ilumina, revela, contagia. Nos vemos en la próxima tenida, donde los misterios continuarán.
Este diálogo entre masones es una reflexión profunda sobre la naturaleza de la realidad y la búsqueda de la iluminación espiritual. Los personajes parecen estar comprometidos con la idea de que la iniciación masónica es un proceso de despertar de la conciencia y que la práctica diaria es esencial para alcanzar la soberanía del ser. Todo en conversación rica en simbolismo y referencias esotéricas, lo que sugiere una profunda comprensión de la filosofía y la espiritualidad masónica.
Alcoseri