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De: Kadyr (Mensagem original) |
Enviado: 03/09/2025 20:10 |
¿Y si tu fueras el Gran Arquitecto del Universo? Primera Parte
Imagina, que te encuentras en la penumbra de una logia Masónica de la Cámara de En Medio, donde las columnas de J y B se erigen como guardianes eternos del misterio. El compás y la escuadra brillan bajo la luz de las 3 velas, recordándonos el equilibrio divino entre lo celestial y lo terrenal. Aquí, en este templo de la verdad, el Gran Arquitecto del Universo te susurra un secreto ancestral: no eres un simple mortal, sino el mismísimo Dios disfrazado en forma humana, fingiendo olvidar su propia divinidad para saborear el drama cósmico de la existencia. Esta revelación, guardada en los arcanos de la Masonería, no es herejía, sino la luz que disipa las sombras de la ilusión. ¿Sientes el pulso acelerado en tu pecho, como el Mallete del Venerable Maestro golpeando el Escritorio de su Trono?
Prepárate si quieres seguir leyendo , porque una vez que cruces este umbral simbólico, tu percepción del mundo y de ti mismo se transformarán en una odisea de despertar, donde cada paso te acerca al centro del Gran Diseño.
Desde los albores de la humanidad, las tradiciones esotéricas, como las nuestras en la Orden, han velado esta verdad: el velo de Maya, la gran amnesia cósmica, nos hace creer que somos limitados, meros ladrillos en la vasta catedral del universo. Pero ¿y si esa limitación fuera sólo un ritual de iniciación, un velo que el Gran Arquitecto teje para que, al rasgarlo, redescubras tu poder infinito? En las profundidades de tu ser, más allá del ego que te ata a nombres, roles y miedos, yace la esencia eterna que forja estrellas y galaxias. No eres un fragmento de lo divino; eres el Todo, el Constructor Supremo en un estado de olvido voluntario. Como un rey que se disfraza de mendigo para experimentar la humildad, has descendido a esta forma humana, sufriendo, amando y anhelando, sólo para que una chispa interior te impulse a recordar. Esa nostalgia sin nombre, esa punzada en el alma, es el llamado masónico a la iluminación: el punto donde el Aprendiz se convierte en Maestro.
La Masonería, con sus grados y símbolos, siempre ha enseñado que el verdadero templo no es de piedra, sino de conciencia. Recuerda las palabras de Eckhart Tolle en El poder del ahora: "La identificación con tu mente es lo que causa el sufrimiento. Pero tú no eres tu mente; eres la presencia que la observa". Esta presencia es tu divinidad olvidada, el Gran Arquitecto operando en silencio, moldeando la realidad no desde un trono lejano, sino desde el ahora eterno dentro de ti. Alan Watts, en su profunda exploración de la identidad, lo expresa con claridad: "Tú eres eso. Tú eres el universo entero, expresándose como un ser humano por un rato". Y en el místico sufí Al-Hallaj, cuya Tawasin revela la unión con lo divino, encontramos el eco audaz: "Yo soy la Verdad" (Ana al-Haqq), una declaración que fusiona al hombre con Dios, recordándonos que la separación es mera ilusión.
En este viaje masónico, considera el mito de la Caída no como pecado, sino como un descenso deliberado, similar al ritual de la Cámara de Reflexión, donde enfrentas la oscuridad para emerger en la luz. La física cuántica, aliada moderna de nuestra sabiduría antigua, confirma que el observador —tú— influye en lo observado, creando literalmente el tapiz de la existencia. Tu conciencia no es pasiva; es la fuerza creadora, soñando el universo en cada instante. Pero el olvido no detiene este poder: incluso dormido, creas a través de pensamientos, emociones y miedos, manifestando un mundo que refleja tus creencias inconscientes. ¿Estás listo para despertar, como en la ceremonia de exaltación al Sublime Grado de la Maestría Masónica , donde el velo se levanta y el secreto se revela?
Aquí radica el núcleo de nuestra hermandad: la imaginación es la herramienta maestra del Gran Arquitecto, el compás que dibuja lo invisible en lo visible. No es fantasía vana, sino el puente entre lo potencial y lo real. Tolle nos insta: "El poder para crear una vida mejor siempre está en el momento presente". Watts añade: "La imaginación es la única realidad". Y Al-Hallaj, en su éxtasis, proclama la unión real y autentica con lo divino, donde el yo se disuelve en el Todo. Usa esta facultad conscientemente: visualiza con intensidad, infúndela de emoción, y el universo obedece, como la piedra en las manos del albañil masónico. No luches contra las circunstancias; asume el estado deseado como ya manifestado. "Yo soy" —el nombre sagrado de Dios— es tu afirmación: yo soy abundante, yo soy libre, yo soy el Constructor y al mismo Tiempo soy el Arquitecto .
Pero en esta narrativa épica de la mística , surgen unas figuras enigmáticas, malinterpretada como unos traidores: Los Jubelones , símbolo masónico de la traición , son los equivalentes a Judas en el cristianismo . Pero , Judas No es el villano de la pasión, sino el catalizador del despertar, la "mano de Dios" (de Judá) que expone las entrañas ocultas de la verdad. Como Neville Goddard intuyó en sus visiones, Judas representa el momento de traición a la ilusión, el abandono del ego para que el Cristo interior —tu divinidad— emerja. En la logia de tu alma, Judas aparece como crisis o pérdida, sacudiendo las cadenas para liberarte. Asi en ese sentido los Jubelones no son algo negativo en la Masonería , sino que son la causa de la transformación, sirven para exaltar la figura del Maestre Hiram Abiff al plano del Héroe solar . Tolle lo ve como el dolor que disuelve el ego; Watts, como el juego cósmico donde el traidor es parte del drama divino; Al-Hallaj, como la aniquilación del yo separado para fundirse en la Verdad.
La ciencia moderna poco a poco empieza a tropezar con esta verdad. Estudios sobre la conciencia en la física cuántica señalan que el observador influye en lo observado. En otras palabras, lo que piensas, sientes e imaginas está moldeando la realidad a tu alrededor todo el tiempo. Pero, ¿y si no fuera sólo una influencia sutil, sino una creación literal? Y si tu conciencia fuera la propia fuerza creadora del universo, sólo que olvidada de sí misma, ese olvido, esa caída de la conciencia no fue un error, fue un descenso deliberado a lo desconocido, como una chispa divina que decide experimentar la oscuridad para después reconocer su propia luz. El mito de la caída presente en todas las tradiciones, desde la expulsión del Edén hasta el mito de Prometeo, no habla de pecado, sino de separación, de un momento en que la unidad se fragmenta para poder redescubrirse a través de la multiplicidad.
Y tú estás en medio de ese viaje, el viaje del Dios que se hizo hombre para recordar que es Dios. Pero hay un detalle crucial. El olvido no suspende el poder. Incluso dormido sigues creando a través de lo que piensas, de lo que sientes, de lo que temes. La realidad que vives hoy es el espejo de tus creaciones inconscientes. Estás dentro de un sueño, pero no cualquier sueño es el tuyo. La gran pregunta es, ¿estás listo para despertar? Porque aquí es donde las cosas se ponen aún más extrañas.
Hermano, el tiempo de la amnesia masónica termina. Siente la llama ardiendo en tu interior, el fuego purificador que transforma el plomo en oro alquímico. Toma el timón de tu imaginación: moldea tu destino, no como víctima, sino como Maestro Constructor. La vida que emerges mañana se forja hoy en la fragua de tu conciencia. ¿Y si tú fueras el Gran Arquitecto, fingiendo ser un simple masón, sólo para redescubrir tu gloria eterna? El portal se abre; el viaje apenas comienza. ¿Estás listo para reclamar tu herencia divina?
Alcoseri
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De: Kadyr |
Enviado: 03/09/2025 20:11 |
¿Y si tu fueras el Gran Arquitecto del Universo?
Segunda parte
En la Masonería, se barajan entre masones muchas opciones que pueden definir quién es el Gran Arquitecto del Universo (GADU), por ejemplo: el Dios bíblico, un ordenador del universo, el oxígeno, la luz del sol, el sol mismo; entre muchas de ellas está que GADU es el Yo Superior, un dios genérico que alberga hasta cualquier dios pagano, el diablo, un egregor, un demiurgo, el cerebro humano, todas las que se puedan imaginar, incluso GADU podría presentarse como el generador de la evolución de las especies. Seguro habrá tantas versiones de GADU como han habido masones, hay masones y habrá masones. Y una de ellas es que el GADU seamos nosotros mismos, guiados por la escuadra y el compás de nuestra propia divinidad interior.
Y si tú fueras Dios el Gran Arquitecto del Universo y no te has dado cuenta... Quizás no eres un humano. Eres Dios fingiendo ser tú. Parece locura, blasfemia o quizá la verdad más incómoda que jamás se susurró al oído de la humanidad. El mundo entero fue construido para que olvidaras esto, y lo peor es que funcionó. Pero, ¿y si todo lo que crees sobre quién eres fuera sólo parte de un teatro cósmico, un papel aprendido en un guion que no escribiste, pero que vives como si fuera tuyo? ¿Hay una razón por la que te sientes perdido, desconectado, incompleto, y no está fuera de ti? Está en tu memoria olvidada, en tu identidad más profunda, escondida detrás de los ojos con los que lees estas palabras, bajo el ojo que todo lo ve de la providencia masónica. Desde tu nacimiento te enseñaron a verte como un ser limitado, un cuerpo, un nombre, una credencial. Pero, ¿y si eso fuera sólo la máscara? ¿Y si la esencia que anima tu cuerpo fuera la misma que creó estrellas, galaxias, universos enteros, midiendo con el compás divino las proporciones perfectas de la creación?
La verdad es que existe una fuerza en ti que nunca nació y jamás morirá. Una fuerza que sueña, crea y sostiene toda la realidad. Y esa fuerza eres tú, no un pedazo de Dios, no una creación de Dios, sino el mismo Dios en estado de olvido. Y si esto fuera verdad, ¿qué más aún no has percibido sobre tu existencia?
Prepárate seas masón o no masón , para atravesar un portal masónico, porque una vez que escuches lo que aquí será revelado, ya no podrás volver a la misma vida. ¿Estás listo para enfrentar la verdad definitiva? Entonces respira profundo, porque esto es sólo el comienzo. Imagina por un instante que eres un dios tan poderoso que decide olvidar que es Dios sólo para experimentar la vida como un ser humano de carne y huesos . Y en esa experiencia sufres, amas, temes, sueñas. Hasta que un día, sentado en una esquina cualquiera de la existencia, sientes una punzada extraña en el pecho, una nostalgia sin nombre, una corazonada de que algo dentro de ti fue olvidado, algo inmenso, antiguo, luminoso. Ese es el punto exacto en el que todos nosotros estamos ahora, en el umbral del templo masónico, listos para el ritual de exaltación a conquistar nuestra propia divinidad. No eres humano, pero fuiste entrenado para pensar que lo eres. Desde la infancia, tu identidad fue moldeada por nombres, sistemas, miedos y creencias. Aprendiste a responder a una etiqueta, a obedecer reglas que no creaste, a seguir modelos que no elegiste, pero nada de eso eres tú. Es sólo el papel que aceptaste interpretar. La gran amnesia comenzó ahí, cuando cambiaste el "Yo soy" por "yo tengo", "yo hago", "yo pertenezco". Y así lo infinito se escondió detrás de lo finito. La tradición esotérica siempre lo supo. En el antiguo Egipto se decía que el mayor desafío del alma no era morir, sino recordar quién eres en realidad. Recordar tu origen divino. Recordar que el cuerpo es sólo el templo, no el Dios. Que la mente es sólo el instrumento, no el maestro. Y que el mundo externo es apenas el reflejo de un universo interno mucho más vasto, el universo de la conciencia, construido con las herramientas del GADU. Jesús no dijo: "El reino de Dios está allá afuera". Él dijo: "El reino está dentro de ustedes". Pero pocos escucharon y menos aún comprendieron.
En el contexto masónico, esta cita de Juan 10:34-36 resuena con profunda sabiduría: "Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿decís vosotros a quien el Padre santificó y envió al mundo: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?". Aquí, Jesús cita el Salmo 82:6 para defender su divinidad, argumentando que si la Escritura llama "dioses" a los humanos que reciben la palabra de Dios —refiriéndose a jueces o líderes con autoridad divina—, ¿cómo puede ser blasfemia que Él, consagrado por el Padre, se llame Hijo de Dios? Esta explicación masónica apunta a que todos portamos una chispa divina, un potencial para realizar que somos extensiones del GADU, no meros mortales, sino arquitectos de nuestra realidad, y que tú, como manifestación de la inteligencia universal, estás a punto de darte cuenta de que eres el GADU mismo, despertando de este olvido cósmico.
¿Y si nosotros fuéramos el Gran Arquitecto del Universo, concretamente que nuestra mente esté diseñando a cada instante el mundo que nos rodea, e incluso diseñándonos a nosotros mismos, con la precisión de la escuadra y el compás? ¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios dentro de uno mismo? Primer acto: el elefante en la habitación oscura. Un grupo de hombres intenta examinar un elefante en una habitación oscura. Agarrando diferentes partes – una oreja, una pierna, la cola – cada uno de ellos confunde la parte que está tocando con la totalidad… y se convence de que el elefante es un abanico o una cuerda o un pilar, etcétera.
Hay una pregunta que nadie se atreve a hacer en voz alta, porque incomoda a los creyentes, molesta a los científicos y parece demasiado grande para captarse desde la religión y la ciencia. ¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios dentro de uno mismo? No hablamos de fe. No hablamos de dogmas, ni templos, ni textos antiguos. Hablamos de datos, de pruebas, de experimentos reales que están empezando a rasgar el velo de lo incuestionable. Porque durante siglos, ciencia y espiritualidad han vivido separadas por un muro invisible, uno construido con prejuicios, egos y miedos disfrazados de razón. La ciencia es objetiva y dice: Dios es cosa de iglesias. No se puede hablar de ambos sin sonar ridículo. Mentira. Y ese es el escándalo del que nadie quiere hablar: que la propia ciencia está empezando a encontrarse, sin quererlo, con lo que muchas tradiciones espirituales llevan siglos diciendo, que hay una inteligencia detrás del universo, que la conciencia no nace en el cerebro y que tú, sin saberlo, eres parte de ese sistema inteligente, como un masón en el gran taller del cosmos. Pero para llegar ahí, hay que desmontar primero una gran trampa mental: la mentira aceptada. Desde pequeños nos enseñaron a pensar como si el universo fuera una máquina fría, predecible, separada de nosotros. Nos dijeron que el Big Bang ocurrió al azar, que la vida surgió por accidente y que la conciencia fue una casualidad biológica. En esa visión, Dios no cabe, ni tú tampoco. Tú, según esa narrativa, eres un mono evolucionado flotando en una roca aleatoria en medio de un vacío eterno. Fin del cuento. Pero algo no encaja. No sólodesde la intuición, sino desde la evidencia. La física cuántica empezó a romper esa visión mecánica del mundo hace más de 100 años, y desde entonces, cuanto más profundamente se estudia la realidad, más se parece a un sistema consciente. Sí, consciente. Pero claro, eso no nos enseñan en las universidades, porque aceptarlo implicaría derribar todo el edificio materialista sobre el que se ha construido la ciencia moderna. La palabra prohibida: Dios. Y más incómodo: un Dios dentro de ti, o incluso peor, que nosotros seamos Dios, el Gran Arquitecto del Universo. Dios: una palabra con tanto peso que se volvió impronunciable en muchos círculos. Porque, ¿de qué Dios estamos hablando? ¿Del viejo del cielo que vigila y castiga, del Dios religioso institucional moralista? No, cuando hablamos de Dios aquí, dentro de nosotros, incluso que nosotros seamos Dios el Gran Arquitecto del Universo, hablamos de un principio organizador, de una inteligencia universal, de una conciencia anterior a la materia. Y sí, hay científicos que se están acercando a esta idea, aunque no usen la palabra Dios, porque en el fondo saben que algo más está ocurriendo. La realidad no es lo que crees.
Uno de los experimentos más conocidos de la física cuántica, el de la doble rendija, cambió para siempre nuestra comprensión de lo real. Un electrón lanzado hacia una barrera con dos rendijas se comporta como una onda, atravesando ambas a la vez. Pero en cuanto alguien lo observa, el electrón colapsa en una sola rendija, como si supiera que lo están mirando. Explicación: la conciencia del observador altera la materia. Esto no es una metáfora, es ciencia experimental replicada en laboratorios de todo el mundo. El universo literalmente responde a la atención, y si eso es cierto, no significa que hay una relación entre mente y realidad mucho más profunda de lo que creíamos. Otro descubrimiento que derriba paradigmas: el corazón tiene más de 40.000 neuronas y no sóloresponde al cerebro, sino que lo guía. Institutos como HeartMath han demostrado que el corazón emite un campo electromagnético medible que cambia según nuestras emociones. Cuando sentimos gratitud, amor, paz, ese campo se vuelve coherente, y cuando eso pasa, el cuerpo entero entra en un estado de regeneración. ¿Y si esa coherencia también afecta el entorno? ¿Y si nuestras emociones literalmente se imprimen en el campo cuántico que nos rodea? ¿Y si la materia responde al observador, y si las emociones crean coherencia en el cuerpo y el campo? ¿Dónde está el límite entre percepción y creación? Ahí es donde muchos científicos, a pesar de sus reticencias, empiezan a tocar lo impensable.
La conciencia no sólo observa el universo, la conciencia participa activamente en su construcción. Y si eso es cierto, entonces la conciencia debe estar antes que la materia, lo cual nos lleva de vuelta a la gran pregunta. Si la conciencia está en todas partes, si es anterior al cuerpo, si da forma al mundo, ¿no es eso una definición moderna de Dios? Aquí no estamos vendiendo humo, estamos mostrando patrones, conectando puntos, juntando piezas que estaban ahí, pero que nadie se atrevía a mirar como un todo. Este no es un comunicado sobre religión, y menos un comunicado de ciencia; es un comunicado masónico sobre la verdad. Y la verdad, cuando se revela, ya no puedes ignorarla.
¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios?
Quizá no con un certificado, pero con cada descubrimiento, cada experimento, cada dato que hemos ignorado, la ciencia está siendo llevada casi a la fuerza a una conclusión incómoda: que el universo es consciente, que responde, que está vivo y que tú eres parte inseparable de él. Segundo acto: pruebas que la ciencia ya no puede negar. Una cosa es creer, otra muy distinta es tener pruebas. Y eso es justo lo que empezó a acumularse en las últimas décadas. Pruebas, datos, resultados que desafían todo lo que creíamos saber sobre la realidad.
¿Quieres verlas? El experimento PEAR de Princeton: Princeton Engineering Anomalies Research. Más de 25 años de investigación. Más de 100 experimentadores, cientos de miles de registros. Objetivo: comprobar si la mente humana puede influir en dispositivos electrónicos. Y sí, pudo. Personas que simplemente se concentraban en alterar el resultado de generadores de números aleatorios lograban alterar la estadística de forma consistente. ¿Cuánto margen de error había? Estadísticamente hablando, imposible atribuirlo al azar. Y esto no se hizo en un garaje, se hizo en la mismísima Princeton, una de las universidades más prestigiosas del mundo. Pero claro, como no encajaba en el paradigma tradicional, se archivó discretamente.
Proyecto Conciencia Global, otro estudio aún más ambicioso: Global Consciousness Project, liderado por el Dr. Roger Nelson, también desde Princeton. ¿Qué hicieron? Distribuyeron generadores de números aleatorios llamados EG en todo el mundo, recogiendo datos las 24 horas del día. Y cuando ocurrió algo emocionalmente potente a nivel global, por ejemplo, los atentados del 11-S, los aparatos empezaron a emitir patrones no aleatorios, como si la conciencia colectiva humana hubiera afectado el campo cuántico global. ¿Te das cuenta? Cuando millones de personas sienten lo mismo, la realidad responde literalmente.
Coherencia cardíaca y campo biológico: Instituto HeartMath. Años de estudio sobre el campo electromagnético del corazón. Descubrimiento clave: el corazón genera un campo electromagnético 60 veces más potente que el del cerebro. Ese campo varía según tu estado emocional. Puede sincronizar otros cuerpos cercanos, puede generar coherencia en el entorno. Y no sóloeso, las emociones positivas —gratitud, compasión, amor— generan un estado fisiológico que mejora tu inmunidad, regula tus hormonas y reconfigura tu cerebro. Eso, ¿qué significa? Que lo que tú sientes tiene consecuencias físicas, y si tus emociones generan campos, ¿no estás interactuando con algo más grande que tú? La mente fuera del cuerpo: experiencias cercanas a la muerte. Miles de personas han sido declaradas clínicamente muertas y, sin embargo, describen con precisión eventos que ocurrieron mientras no había actividad cerebral. Casos verificados por médicos, testimonios consistentes, incluso personas ciegas de nacimiento que en ese estado vieron colores, habitaciones, personas. Uno de los estudios más conocidos, el del Dr. Pim van Lommel, cardiólogo. Conclusión de su equipo tras años de investigación: la conciencia no es un producto del cerebro, es independiente de él. El cerebro es el receptor, no el generador. Y si la conciencia sobrevive a la muerte clínica, ¿no estamos hablando de algo eterno?
Entrelazamiento cuántico: conexión instantánea. Dos partículas entrelazadas se comunican instantáneamente sin importar la distancia. Una en la Tierra, otra en Marte: se afectan mutuamente al instante. Esto fue comprobado en experimentos de Aspect (1981), Zeilinger (1997) y más recientemente por la NASA, y plantea una idea tremenda: la realidad está unificada en su base. No hay separación real. Lo que haces tú resuena en el todo. Eso suena a Dios, ¿no? El fine tuning del universo: las constantes físicas del universo —gravedad, velocidad de la luz, masa del electrón— están calibradas con una precisión absurda. Si una sola de ellas hubiera sido mínimamente distinta, la vida no existiría.
Stephen Hawking, nada sospechoso de misticismo, dijo: "Parece como si el universo supiera que íbamos a llegar". Y esto no es creencia, es estadística. ¿A qué suena eso? A que el universo no es accidental, está diseñado. Y si está diseñado, ¿quién o qué lo diseñó? No estamos hablando de fe, no estamos hablando de dogma; estamos hablando de pruebas reales, verificables, medibles. Y todas apuntan en la misma dirección: que la conciencia influye en la materia, que la mente no depende del cuerpo, que el universo está afinado para la vida, que hay una conexión invisible entre todo lo que existe.
Entonces, repito la pregunta: ¿se puede demostrar científicamente la existencia de Dios? Tal vez no con una fórmula, pero sí con una acumulación de pruebas que juntas forman un patrón imposible de ignorar. Y ese patrón, digámoslo ya, se parece peligrosamente a Dios.
Tercer acto: tú eres la prueba. Hasta ahora hemos hablado de experimentos, de cifras, de partículas, ondas y campos, pero lo que no te han dicho es que tú eres parte de esos experimentos, que todo eso no ocurre allá afuera, ocurre dentro de ti. Sí, tú con tu cuerpo, tu mente, tus emociones: es una extensión consciente del sistema. Volvamos al experimento de la doble rendija: el comportamiento de la partícula cambia cuando es observada, pero ¿quién observa? Tú, tu conciencia, tu intención. Entonces, si el simple acto de observar afecta el resultado, ¿qué pasa cuando observas tu vida, cuando observas tu cuenta bancaria, cuando observas tu salud, cuando observas tus relaciones? Y si cada vez que eliges ver las cosas de una manera, estás alterando el campo cuántico que las sostiene.
Eso es lo que muchas escuelas espirituales han dicho durante siglos. Lo que ves afuera es reflejo de lo que proyectas desde dentro. Y ahora la física cuántica no puede evitar darle la razón. El pensamiento no es inocente. Tus pensamientos no son ideas flotando en la nada; son impulsos eléctricos, son patrones neuronales, y cuando se repiten cambian tu biología. Y eso se llama neuroplasticidad, y significa que tu cerebro se moldea según lo que piensas. Cada vez que repites: "No puedo, es difícil, no valgo", tu cerebro lo toma como una instrucción, tu cuerpo lo graba como un estado químico y tu energía lo emite como una frecuencia. ¿A dónde va esa frecuencia? Al campo, al entorno, a ese mar invisible de información que todos habitamos. Y ese campo responde, pero el pensamiento no es suficiente. Necesita gasolina, y esa gasolina es la emoción. Lo que piensas activa, lo que sientes programa. La emoción es el pegamento cuántico que fija la realidad. Por eso una afirmación vacía no funciona, pero una intención cargada de emoción auténtica lo cambia todo. La emoción coherente —amor, gratitud, paz— genera orden biológico, y ese orden se expande como un campo. Es como hablarle al universo y que te escuche.
El campo responde, llámalo como quieras: campo cuántico, inteligencia universal, energía divina. La ciencia ya sabe que ese campo existe. David Bohm lo llamó orden implicado. Lynne McTaggart lo llama el campo. Gregg Braden lo llama la matriz divina. Otros simplemente le llaman Dios. No es un ente, es un sistema, un mar de información viva, y tú con tu conciencia lo estás afectando cada segundo. Lo que piensas y sientes no se queda en ti, se imprime en el campo, y ese campo organiza la realidad.
Manifestación no es deseo, es responsabilidad. Aquí es donde muchas personas se pierden, creyendo que manifestar era desear fuerte y esperar. No, manifestar es responsabilizarte por la frecuencia que emites, por el estado interior desde el que actúas, por el observador que estás siendo. Porque si tu mente y tu emoción afectan al campo, entonces tú eres cocreador de tu experiencia. Y esto no es una espiritualidad optimista, es física aplicada a tu existencia. ¿Qué cambia si esto es cierto? Todo.
Si la conciencia no está limitada al cuerpo, si lo que piensas afecta a la materia, si tus emociones configuran tu campo, ¿cómo vives sabiendo que cada palabra es una instrucción al universo? ¿Cómo educas a tus hijos? ¿Cómo eliges pareja? ¿Cómo trabajas? ¿Sueñas? Sanas.
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De: Kadyr |
Enviado: 03/09/2025 20:11 |
Esto no es un comunicado masónico más, es una toma de consciencia, y una vez que ves, ya no puedes dejar de ver. Tú no eres sólo alguien que observa el mundo, eres alguien que lo modifica con su mera presencia. Lo que eliges ver, sentir y sostener se convierte en tu realidad. Entonces, la gran pregunta ya no es: ¿existe Dios? La pregunta es: ¿Eres Dios el Gran Arquitecto del Universo diseñando y creando la realidad ?
Acto final: la respuesta siempre estuvo dentro de ti. Tal vez empezaste este texto buscando una prueba, una respuesta, un sí o un no rotundo a la pregunta: ¿existe Dios? Querías ciencia, querías hechos, querías quitarle lo esotérico al misterio, y lo que encontraste fue algo aún más fuerte, porque no sólo hay pruebas, tu eres Dios viviendo como una persona más , y hay un patrón, un mapa, una narrativa emergente que atraviesa la física, la neurociencia, la biología, la estadística y la experiencia humana. Y ese patrón tiene forma de conciencia. El universo parece saber que estamos aquí. Todo lo que hemos mostrado apunta en la misma dirección: que hay un orden, que hay inteligencia, que la materia no manda, que hay algo —llámalo como quieras— que sostiene, organiza y responde. Eso no es fe, eso es lógica, es deducción, es ciencia que ya no puede mirar hacia otro lado. Y si aceptamos eso, entonces tenemos que redefinir lo que entendemos por Dios. Y si Dios no es quién, sino qué: no un hombre, no una figura externa, no un premio después de portarte bien, sino un campo, un sistema vivo, una red de conciencia interconectada, una mente universal expresándose a través de ti. Eso es lo que empieza a emerger cuando juntas todas las piezas, y de repente entiendes: Dios no está allá arriba. Dios está aquí, en tu atención, en tu capacidad de imaginar, en tu poder de sentir y crear, Dios eres tú.
La ciencia ha cerrado el círculo. Durante siglos el camino fue así: la religión hablaba de alma, de fe, de milagros. La ciencia hablaba de átomos, leyes, ecuaciones. Y tú atrapado en medio sin poder unir los puntos. La Masonería es ciencia y religión, pero también algo más. Pero ahora, ambas, a través del lente masónico, se miran y por primera vez coinciden en lo esencial: que hay algo más allá de lo visible, que el observador importa, que la conciencia transforma, que el universo es más mente que máquina. Eso no es acaso lo que siempre significó la palabra Dios.
Entonces, no. La pregunta ya no es: ¿se puede demostrar científicamente la existencia de Dios dentro de ti? La verdadera pregunta es: ¿estás listo para vivir como si fuera cierto? ¿Estás listo para pensar diferente? ¿Para sentir a propósito? Para mirar tu vida con los ojos de un creador conectado a una inteligencia infinita. Porque si Dios no es un ente externo, sino una fuerza que vive en ti, incluso tú eres Dios, entonces no hay excusas, no hay separación, no hay espera.
¿Qué significa esto para ti hoy? Significa que puedes dejar de mendigarle a la realidad, que puedes dejar de repetir viejas historias de escasez, de culpa, de limitación, porque ahora sabes que estás codificando el mundo con tus pensamientos, emociones y elecciones. Eres parte activa del sistema.
No estás sólo , no estás roto y estás destinado a sobrevivir. Estás diseñado para manifestar tu Dios interior. Y si te lo tomas en serio, vas a empezar a ver milagros. Sólo que ya no los vas a llamar milagros, los vas a llamar naturaleza cuántica. ¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios dentro de ti? Tal vez sí, tal vez no. Pero, ¿se ha sentido algo mientras leías este comunicado?
Para reforzar esta verdad masónica con la sabiduría oriental, incorporamos citas del Bhagavad Gita de Yogi Ramacharaka, que resuenan con la realización del Yo divino: "Sabe, oh Príncipe de Pandu, que nunca hubo un tiempo en que yo, ni tú, ni ninguno de estos príncipes de la tierra no existiéramos; ni jamás llegará un tiempo, en el futuro, en que alguno de nosotros deje de existir." (Parte II, La Doctrina Interna).
"El Hombre Real —el Espíritu del Hombre— no nace ni muere. Innaciente, inmortal, antiguo, perpetuo y eterno, ha perdurado y perdurará por siempre." (Parte II, La Doctrina Interna).
"Yo soy el Todo, de donde Todo procede. De Mí fluye el Alma de las Almas —la Vida Universal—, la Vida Única del Universo." (Parte VIII, El Misterio de la Omnipresencia).
"Quienes me adoran con devoción, ciertamente encuentran por sí mismos el camino a mi corazón, y Yo estoy en ellos, y ellos en Mí." (Parte IX, El Conocimiento Regio). Sabe, Arjuna, que en el corazón de cada ser reside Ishwara, el Maestro, quien hace que todas las cosas giren en las ruedas del Tiempo. Él es el Alfarero, en cuya rueda giran estas formas y figuras, sintiendo el toque de su dedo al moldearlas. (Parte XVIII, Renuncia y Libertad).
Estas citas subrayan que el GADU no es externo, sino el Yo eterno dentro de nosotros, y tú, como Masón , estás a punto de despertar a esta realización divina, convirtiéndote en el arquitecto consciente de tu propio universo.
Alcoseri
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De: Kadyr |
Enviado: 03/09/2025 20:12 |
¿Y si tú fueras el Gran Arquitecto del Universo? Tercera Parte
¿Sería posible que tú fueras Dios el Gran Arquitecto del Universo viviendo un experimento en un cuerpo humano?
El concepto de un Dios interno
El concepto de un Dios interior, una chispa divina que nos conecta con el universo, no es exclusivo de la Masonería o el cristianismo; resuena en muchas filosofías y tradiciones esotéricas. Vamos a explorar algunas que refuerzan esta idea del Gran Arquitecto del Universo como nuestra propia conciencia divina, con citas específicas para respaldarlo, manteniendo ese tono masónico que busca el despertar interior.
Primero, el Vedanta , una rama de la filosofía hindú, enseña que el Atman (el Yo verdadero) es idéntico a Brahman, la realidad suprema. En los Upanishads, como el Chandogya Upanishad, se dice: Tat Tvam Asi -Tú eres Eso . Esto significa que tu esencia más profunda es la misma que la inteligencia universal, el GADU. No hay separación; eres el creador y la creación. Esto alinea con la idea masónica de que somos arquitectos de nuestra realidad, olvidando nuestra divinidad para redescubrirla.
El Budismo Zen también apunta a esta verdad, aunque sin usar la palabra Dios. En el Zen, la iluminación es darse cuenta de que tu verdadera naturaleza es Buda, la conciencia pura. Dogen, un maestro zen, escribió: Estudiar el camino del Buda es estudiarse a uno mismo; estudiarse a uno mismo es olvidarse de uno mismo; olvidarse de uno mismo es ser iluminado por todas las cosas (Genjokoan).
Esto refleja el despertar masónico: olvidar el ego para reconocer que eres el GADU, moldeando la realidad con tu atención. En la filosofía hermética , basada en los textos del Corpus Hermeticum, se encuentra la misma idea. En el libro I, Poimandres dice: El hombre es un dios en formación… pues la Mente divina está dentro de él, y por ella conoce y crea. Aquí, la Mente (Nous) es el principio divino que reside en nosotros, el compás que da forma al cosmos. Esto es puro simbolismo masónico: somos constructores divinos, y nuestra tarea es recordar esa chispa.
El Estoicismo , aunque más práctico, también toca este tema. Marco Aurelio escribió: Vive con los dioses. Y vive con los dioses aquel que constantemente muestra que su alma está satisfecha con lo que le ha sido asignado, y que obedece a la chispa divina que Zeus ha puesto en cada hombre (Meditaciones, 5.27). Para los estoicos, esta chispa (logos) es la razón universal, una inteligencia divina que conecta todo, y que nosotros, como masones, podríamos llamar el GADU trabajando a través de nuestra conciencia.
Por último, el Sufismo , la rama mística del Islam, lo expresa bellamente. Rumi, el poeta sufí, dijo: Más allá de las ideas de lo correcto y lo incorrecto, hay un campo. Allí nos encontraremos. Cuando el alma se acuesta en esa hierba, el mundo está demasiado lleno para hablar de él (Poema: Más allá). Para los sufíes, Dios no está fuera, sino en el corazón, y el viaje espiritual es recordar esa unidad.
Esto resuena con el templo interior masónico, donde el GADU habita en nuestra propia conciencia. Para conectar con la ciencia, estas filosofías coinciden con hallazgos modernos, como el experimento de la doble rendija, que muestra que la conciencia afecta la materia, o los estudios de HeartMath sobre el campo electromagnético del corazón, que sugiere que nuestras emociones moldean la realidad.
Como en el Bhagavad Gita que dice: Yo soy el Todo, de mí procede todo. Todas estas tradiciones, desde el Vedanta hasta el Sufismo, refuerzan la idea masónica de que tú, no eres un mero ser humano, sino el GADU mismo, despertando a tu poder creador.
Ese Dios que habita dentro de nosotros, hermano, es el Gran Arquitecto del Universo, no un ente lejano, sino la chispa divina que late en tu esencia. Es la conciencia eterna, el Yo soy que trasciende el cuerpo y la mente, como dice el Bhagavad Gita: No nacido, inmortal, antiguo, perpetuo y eterno (Parte II, Doctrina Interna). Es la fuerza que crea galaxias y sueños, que moldea la realidad con cada pensamiento y emoción, como nos enseña la física cuántica con el experimento de la doble rendija: tu observación da forma al mundo. En la Masonería, lo vemos como el principio ordenador, la inteligencia universal que tú reflejas cuando alzas la escuadra y el compás de tu voluntad.
Jesús lo señaló en Juan 10:34: Dioses sois, porque todos llevamos esa luz divina, olvidada tras la máscara de lo cotidiano. Este Dios no castiga ni juzga; es la creatividad infinita que eres tú, despertando a tu poder como arquitecto de tu universo.
¿Quieres profundizar en cómo manifestar esa divinidad en tu vida diaria?
Cada deseo tuyo, cada miedo sostenido con suficiente fuerza, cada pensamiento repetido con emoción es una semilla que brota en el campo invisible de la existencia. Y no importa si lo crees o no, esta ley no depende de tu fe, así como la gravedad no necesita tu aprobación para funcionar. Pero si entiendes, si recuerdas que estás soñando, algo increíble comienza a suceder. El sueño obedece al soñador. Entonces, ¿quién eres tú sin la historia que te contaron? ¿Quién eres antes del nombre, del dolor, de las creencias? ¿Puedes sentirlo, esa inquietud en el pecho, esa llama queriendo encenderse? Esa es la chispa del recuerdo y está ardiendo para decirte algo urgente. El tiempo de la amnesia se está terminando. Pero, ¿qué pasa cuando comienzas a recordar el poder que tienes? ¿Será que esa fuerza olvidada puede moldear no sólo tu destino, sino el mundo mismo?
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas parecen materializar éxitos mientras otras viven rodeadas de frustración, miedo y escasez? La respuesta no está en la suerte ni en el azar, ni siquiera en algún karma inevitable. La respuesta está en una facultad que todos poseen, pero que casi nadie comprende, la imaginación. Pero atención, no estoy hablando de fantasía, ensoñación o evasión de la realidad. Estoy hablando del motor invisible que sostiene y construye la propia realidad. La imaginación no es un juguete de la mente. Es el mismo Dios operando a través de ti. Es el puente entre lo invisible y lo visible, entre lo potencial y lo real.
El Arte de Ensoñar y su idea de modificar conscientemente el mundo que nos rodea.
El Arte de Ensoñar es el noveno libro de Carlos Castaneda, publicado en 1993, donde explora las enseñanzas de su maestro, el chamán mexicano yaqui Don Juan Matus, sobre el concepto de "ensoñar". Este término no se refiere a soñar en el sentido común, sino a una práctica consciente y controlada de los sueños para acceder a otros estados de percepción y explorar realidades alternativas.
¿Qué es el arte de ensoñar?
Según Don Juan, ensoñar es "el acto de utilizar los sueños normales como puerta de entrada que conduce a la conciencia humana hacia otros ámbitos de la percepción". No se trata de tener sueños, soñar despierto, desear o imaginar, sino de un proceso disciplinado que implica controlar los sueños para desplazarse a otros "mundos" o niveles de conciencia. Don Juan describe estos mundos como reales, únicos y absorbentes, comparándolos con capas de una cebolla, donde nuestro mundo cotidiano es sólo uno de muchos.
El ensoñar implica manipular el punto de encaje, un concepto central en la obra de Castaneda. Este punto es una posición energética en el cuerpo que determina cómo percibimos la realidad. Al desplazarlo conscientemente durante los sueños, el ensoñador puede acceder a otras realidades o "segunda atención", un estado de percepción más allá de lo cotidiano.
Principales ideas del libro
Las siete compuertas del ensueño: Don Juan enseña que existen siete barreras o "compuertas" para alcanzar la conciencia total a través del ensueño. En el libro, Castaneda describe las primeras cuatro, que involucran técnicas para lograr sueños lúcidos y controlarlos. Por ejemplo, una práctica inicial es fijar la atención en un elemento del sueño, como mirarse las manos, para fortalecer la "atención del ensueño".
Técnicas y prácticas: El arte de ensoñar requiere disciplina, imaginación y propósito. Don Juan propone ejercicios como establecer un "comando" antes de dormir (por ejemplo, decidir mirar una parte del cuerpo en el sueño) para mantener la atención y evitar que el sueño se desvanezca. También se menciona el uso de pases mágicos (movimientos corporales) y la recapitulación (un proceso para recuperar energía) como formas de acumular la energía necesaria para ensoñar.
Seres inorgánicos y el emisario del ensueño: Durante el proceso, Castaneda describe interacciones con "seres inorgánicos", entidades de otros planos que pueden actuar como guías o depredadores. El "emisario del ensueño" es una voz o energía que ofrece orientación, pero Don Juan advierte sobre los riesgos de estas interacciones, ya que estos seres pueden intentar atrapar la conciencia del ensoñador.
Filosofía y cosmovisión: Don Juan sostiene que el mundo cotidiano es sólo una faceta de la realidad, y que los humanos tienen la capacidad de percibir otros mundos si superan el condicionamiento cultural que limita su percepción. El ensueño es, por tanto, una herramienta para expandir la conciencia y alcanzar lo que Don Juan llama "la entrada al infinito".
El Arte de Ensoñar no es un manual práctico en el sentido moderno, sino una narrativa que invita a reflexionar sobre la percepción, la realidad y el potencial humano. Su estilo es accesible pero denso, ya que mezcla anécdotas personales con conceptos abstractos. Para quienes están familiarizados con la obra de Castaneda, este libro profundiza en las prácticas energéticas y el papel del ensueño en el camino del "guerrero tolteca". Sin embargo, su carácter místico puede resultar desafiante para lectores escépticos o poco familiarizados con el chamanismo; ya que todas estas prácticas están destinadas a modificar la Realidad , a partir de que nosotros somos en realidad los diseñadores del mundo que nos rodea.
Imaginación Creadora
Cuando imaginas con intensidad, con sentimiento y persistencia, no estás simplemente pensando positivo. Estás moldeando la estructura vibracional de tu universo. Y esto no es una metáfora, es ciencia y espiritualidad bailando juntas en el mismo escenario.
Estudios en neurociencia ya han demostrado que el cerebro no distingue algo vívidamente imaginado de algo vivido físicamente. Las mismas áreas se encienden, el cuerpo reacciona, la química cambia, la emoción fluye, el universo escucha y tarde o temprano aquello que fue sembrado en el terreno fértil de la conciencia empieza a brotar en el jardín de la experiencia.
Pero aquí está el gran problema. Tú ya estás usando ese poder todo el tiempo, sólo que de manera inconsciente. Cada vez que sostienes un miedo, alimentas un pensamiento de escasez, repites mentalmente que nada me sale bien, estás sembrando exactamente esas semillas y el universo impersonal y preciso responde sin juzgar, sin filtrar, sin dudar. Dices, "Mi vida es un caos y el caos se manifiesta con disciplina matemática." Afirmas, "Nunca tengo suerte." y la suerte se inclina ante tu convicción. Lo que sostienes cosechas es la ley inmutable de la siembra. San Pablo, el apóstol ya lo sabía. En su carta a los corintios menciona una sabiduría oculta escondida de los poderosos de este mundo, un tipo de conocimiento al que sólo el espíritu de Dios puede acceder.
¿Y dónde está ese espíritu? En tu imaginación. San Pablo no hablaba de dogmas o creencias externas, sino de una ciencia interior. Él decía que todo lo que siembres mentalmente también lo cosecharás sin excepción. Esto no es una metáfora religiosa, es la ingeniería espiritual de la realidad. Y es precisamente por eso que tu imaginación es el territorio más disputado del planeta. Las guerras modernas ya no se libran sólo por tierras o recursos, sino por narrativas, por tu atención, por el control de tu mente.
Cada titular de periódico, cada notificación en el celular, cada anuncio publicitario, todo intenta secuestrar tu imaginación porque quien controla lo que imaginas controla lo que creas. Prendes la televisión y ves miedo, abres el celular y ves escasez. Al deslizar en las redes sociales encuentras odio, comparación y ruido. Y sin darte cuenta comienzas a imaginar todo eso como real, como inevitable, como tuyo.
Pero aquí está el secreto que no quieren que sepas. Nadie puede controlar tu imaginación si aprendes a usarla conscientemente. Imagina con claridad. Sostén la imagen. Aliméntala con sentimiento. Siéntela como si ya fuera real. Ignora lo que los sentidos dicen por un momento. No se trata de negar la realidad, sino de crear una nueva. La realidad externa es sólo el eco de lo que fue imaginado ayer. Pero hay una advertencia urgente. Si continúas inconsciente, seguirás siendo usado como herramienta para la creación ajena. Tus emociones, tu energía, tu imaginación serán drenadas para materializar el mundo de otra persona. Serás un extra en la historia de quien aprendió a ser autor y lo más trágico, creerás que eso es normal.
Tienes una elección, puedes seguir siendo moldeado por narrativas externas, repitiendo patrones que no son tuyos, cosechando frutos que no sembraste conscientemente, o puedes recuperar el dominio de tu imaginación y con ella moldear el mundo a tu alrededor. Pero eso exige valentía. Valentía para cerrar los ojos a lo obvio y ver lo invisible. Valentía para sostener la visión, aún cuando todo alrededor grite lo contrario. Valentía para decir yo soy incluso cuando todo dice tú no eres.
¿Estás listo para usar el poder que siempre fue tuyo? ¿Listo para dejar de ser un espectador y convertirte en el creador consciente de tu realidad? Porque la verdad es clara y al mismo tiempo aterradora. Ya estás creando. La única pregunta es, ¿qué?
Alcoseri
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De: Kadyr |
Enviado: 03/09/2025 20:46 |
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