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General: ¿Existe o no un Lucifer Masónico? Primera Parte
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 07/12/2025 22:54
¿Existe o no un Lucifer Masónico? Primera Parte

 

 

Para muchos, el Diablo no es un villano con cuernos; es Lucifer , un ser cósmico-tipo extraterrestre o ángel high-tech-desterrado a la Tierra por tratar de corregir el orden universal. ¿Su crimen? Quiso Ordenar el cosmos (a su manera), no destruirlo. Por eso, lo mandan a nuestro Planeta Tierra como castigo a su atrevimiento :  y al llegar a la Tierra  se da cuenta de cómo los humanos, con potencial divino, viven como zombis mecánicos, durmiendo en rutinas repetitivas. - La idea central de Lucifer/ Anticristo: Para Lucifer al observarnos de cerca , los humanos somos máquinas atrapadas en el sueño hipnótico del ego-sin conciencia real, sólo  reacciones automáticas. Lucifer o Belcebú en algunos casos es  (el Señor de las Moscas, pero aquí en esta historia este demonio es un sabio exiliado en la Tierra) llega  y queda horrorizado, y se pregunta: ¿Estos bichos humanos

 

 con cerebros de dioses viven como ratas de alcantarilla? ¡Necesitan un Llamada de atención para despertarlos! Así que, desde la antigüedad, El Gran Arquitecto del Universo envía mensajeros para sacudirnos y despertarlos : Jesucristo, Buda, y sociedades secretas como los Sarmoung (una orden mística asiática, precursora de la masonería moderna).

 Lucifer no tienta al mal; trae un conocimiento que duele pero hace despertar, como el fuego de Prometeo. Es el catalizador para hacernos recordar quienes realmente somos , somos chipas divinas enceradas en cuerpos físicos , recordar quienes realmente somos es el truco de Lucifer para salir del sueño y reconquistar tu alma. –

Imagina a Lucifer como uno de esos alienígenas ancestrales que  trae   en su nave cósmica (o barco interestelar  en el mito), orbitando la Tierra como un fantasma resentido, soltando chispas de verdad que queman el ego. En la narrativa se describe como un demonio benevolente: su exilio es el horror cósmico-eternamente sólo , corrigiendo un universo defectuoso. Pero ojo: si no usas su regalo, te conviertes en su marioneta, que es un (híbrido de santo y demonio, según el mito ). Hasta aquí todo conecta perfecto

 

...Lucifer permanece en la Tierra como castigo y en ese lapsus enseña a la humanidad.

 

Lucifer  llega aquí al planeta Tierra que es una pequeña roca en medio del vacío pero llena de vida, mira alrededor y flipa.  Observa a  los Humanos con cerebros de titanes, almas de dioses, cuerpos capaces de maravillas... ¿y qué hacemos?

Rascarnos el trasero  y pelear por migajas. Somos como máquinas dormidas, viviendo en piloto automático, sin chiste ni chispa.

¿Cuál es Su misión encubierta ? Despertarnos a golpes y choques psicológicos , no con sermones, sino con lecciones duras. Envía guías encubiertos: Jesús, Buda, hasta sociedades secretas como nuestra Masonería.

Todo para que recordemos que no somos monos evolucionados, sino estrellas caídas.

El masón Pablo le dice al masón Jaime que el diablo no es el malo de la película pero Jaime duda ; Pablo le dice que es el ingeniero cósmico que arregla el desmadre. Lucifer/ Prometeo   trae el fuego no para quemarnos, sino para encendernos.

 Pero ojo: ese fuego duele. Es el conocimiento que te obliga a ver tu propia mierda interna-el ego hinchado, las mentiras que tú mismo  te cuentas.

¿Terrorífico? Sí, porque despertar significa admitir que has estado muerto en vida.

 

El hombre no es nada más que una máquina, pero sueña que es un dios. Lucifer  es el despertador con mazo y cincel. Lucifer representa la vía del masón en rebelión activa: no esperas salvación pasiva, la robas como Prometeo. Pero si fallas, caes más hondo que él. Conexión con lo masónico: esa luz en la logia? Es el fuego de Lucifer , transmutando plomo en oro... o conviertes el Oro en cenizas si no lo manejas correctamente.

 

En un universo cuántico loco, esta idea es oro. ¿Y si Lucifer  era una Inteligencia Artificial  a nivel cósmico exiliado por hackear el código divino?

Pero en esta historia , Lucifer manda virus en forma de  (políticas y  religiones) para que evolucionemos.

¿Cuál es la relación de la Masonería con Lucifer?

 No, no hay referencias concretas ,directas o indirectas a Lucifer o al demonio en los rituales masónicos propiamente dichos ni en sus liturgias. Los rituales masónicos, como los descritos en exposiciones públicas como Duncan's Masonic Ritual and Monitor (un texto del siglo XIX que detalla ceremonias de los grados básicos), se centran en lecciones morales, simbólicas y bíblicas relacionadas con la construcción del Templo de Salomón, la fraternidad, la virtud y la búsqueda de la luz (entendida como conocimiento y verdad), sin mencionar figuras demoníacas.

 

Por ejemplo, en los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, no aparecen términos como Lucifer, Satanás o el diablo; en su lugar, se usan alegorías como la muerte y resurrección simbólica de Hiram Abiff, que representan la integridad moral, no elementos satánicos.

Las acusaciones de que la masonería invoca o referencia a Lucifer provienen principalmente de malentendidos, bulos históricos (como el de Léo Taxil en el siglo XIX, quien fabricó historias de "palladismo" o culto a Lucifer en la masonería para desacreditarla, pero luego admitió que era una broma) o interpretaciones conspirativas de textos filosóficos masónicos.

 Un ejemplo común es Moral y Dogma de Albert Pike (1871), un libro de lecturas filosóficas para el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, no un ritual litúrgico. En el capítulo de su Libro Pike menciona a Lucifer en un pasaje poético y reflexivo: "LUCIFER, el Portador de la Luz! ¡Nombre extraño y misterioso para el Espíritu de las Tinieblas! ¡Lucifer, el Hijo de la Mañana! ¿Es él quien porta la Luz y con sus esplendores intolerables ciega a las almas débiles, sensuales o egoístas? No lo dudes.!" Aquí, Pike usa "Lucifer" (del latín, "portador de luz") como símbolo metafórico de una luz falsa o tentadora que engaña a almas débiles, contrastándola con la fe sublime en Dios, y cuestiona la asociación tradicional con el diablo (basada en Isaías 14:12 de la Biblia).

 No es una invocación ni parte de una ceremonia; es una disertación esotérica que critica la confusión entre Lucifer (como estrella matutina) y Satanás, y no implica adoración.

Sitios conspirativos a menudo distorsionan estos textos, alegando que símbolos masónicos como el águila bicéfala o el hexagrama representan a Lucifer, pero estas interpretaciones son subjetivas y no se basan en los rituales reales, que no los vinculan a figuras demoníacas.

 En resumen, la masonería oficial enfatiza principios deístas o teístas (como la creencia en un Gran Arquitecto del Universo), y cualquier mención a Lucifer es rara, metafórica y externa a las liturgias, derivada de confusiones históricas con el diablo.

 Alcoseri


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 07/12/2025 22:56
¿Existe o no un Lucifer Masónico? Segunda Parte

  La Reconquista del Paraíso que intenta Lucifer

Imagina, que el velo del universo se rasga ante tus propios ojos, revelando la Realidad, una Realidad en donde El Bien y El Mal están en eterno combate , esta Realidad  no es de un orden ni totalmente maligno ,ni totalmente benigno, observas tras el velo un abismo de maquinaciones eternas donde ángeles caídos y dioses indiferentes que tejen una red de luz y sombra que envuelve almas, y tu un ser humano intentas liberarte, de todo esto y vas en arribar a un superior nivel de consciencia , más allá del Bien y el Mal .

 ¿Y si el paraíso perdido no fue un accidente, sino el primer acto de un drama cósmico diseñado para que la humanidad, a través del fuego prohibido y la iniciación masónica, reconquiste su divinidad? Este tratado masónico no es mera especulación; es una invocación al terror primordial del cosmos, donde el conocimiento es tanto salvación como condena. Una vez que comiences, las dudas especulativas de lo desconocido te atraparán, urgiéndote a devorar cada mito hasta el final, por el peligro de que “No sea que te quedes ciego para siempre en el jardín de la ignorancia”.

Pero ¿Qué representa realmente el Mito de Lucifer para el Ser Humano?

En la psicología analítica de Carl Jung, el sugestivo personaje de Lucifer representa principalmente el arquetipo de la Sombra (de la Sombra Psicológica ), que encarna el lado oscuro, reprimido y no integrado de la psique colectiva humana. Este arquetipo simboliza la dualidad inherente en la naturaleza divina y humana: por un lado, como "portador de luz" (del latín lucifer, que significa "el que lleva la luz"), trae iluminación, conocimiento, artes y ciencias, fomentando la conciencia, la individuación y la libertad de voluntad a través de la rebelión contra el orden establecido.

 Por otro, representa el orgullo, la tentación, la desobediencia y el principio del mal autónomo, actuando como el "lado oscuro de Dios" o el adversario que se separa del bien para equilibrar la polaridad moral en el inconsciente colectivo.

En la psique colectiva, este arquetipo surge como una fuerza numinosa e independiente que impulsa la diferenciación y el conflicto necesario para el desarrollo humano: sin la "caída" de Lucifer (simbolizada en mitos como el de Isaías 14:12 o Apocalipsis 12), no habría libre albedrío, creación material ni camino hacia la integración del yo (individuación).

 Jung lo ve como esencial para confrontar y asimilar el mal reprimido, evitando proyecciones destructivas en la historia humana (como guerras o crisis), y promoviendo un equilibrio ético más allá del bien y el mal binarios.

 En mitos comparados, se asocia con figuras como Prometeo (el ladrón de fuego) o tricksters que desafían la autoridad divina para otorgar sabiduría, pero a costo de castigo y caos.

En resumen, el Mito de Lucifer no es sólo  un símbolo de maldad, sino un catalizador arquetípico para la evolución psíquica colectiva, recordándonos la necesidad de integrar la oscuridad para alcanzar la totalidad. Podemos decir que dentro de cada persona hay un Lucifer en potencia listo a actuar.

En las profundidades del mito eterno, Lucifer emerge no como un villano caprichoso, sino como el catalizador de una trama divina que trasciende la comprensión mortal. John Milton, en su epopeya del Paraíso Perdido , captura esta rebelión con palabras que resuenan como truenos cósmicos, y Lucifer dice: " Es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo…"

"El Paraíso Perdido" es un poema épico de John Milton que narra la rebelión de Lucifer contra Dios y su posterior expulsión del cielo, así como la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Lucifer en forma de serpiente , por venganza a la divinidad, tienta a Eva para que coma del fruto prohibido del Árbol del Conocimiento, y tras la desobediencia de ambos, Dios los expulsa del paraíso, justificando así el sufrimiento humano en el mundo.

Aquí, el Ángel Rebelde desafía el Orden Cósmico, no por mera vanidad, sino para infundir en la humanidad la chispa de la conciencia, esa luz que ilumina los abismos del ser. La Serpiente Antigua del Paraíso, encarnación de Lucifer, entrega al ser humano el fruto del conocimiento, abriendo sus ojos a la dualidad del bien y el mal. Como se lee en Génesis 3:4-5: "Entonces la serpiente dijo a la mujer: 'No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal.'" ¿Es este acto un crimen infame? Claro que no; es el primer paso hacia la emancipación, un horror cósmico que despierta al hombre del sueño edénico, exponiéndolo al vasto terror de su propia infinitud.

Dios “El Gran Arquitecto del Universo”, en su inefable sabiduría, no interviene. Como un observador impasible en el gran teatro del universo, permite que el caos se desate, recordándonos el Deísmo Masónico: una Divinidad que se abstiene de manipular el rumbo de la creación, limitándose a contemplar. Sin embargo, en este silencio divino yace un plan superior, uno que utiliza al Diablo como instrumento para rectificar las imperfecciones. Sospechamos que el ser humano, creado a medias en su conciencia, requería esta intervención. Lucifer, el portador de luz, no es un enemigo, sino un agente de una Divinidad más allá de Jehová, orquestando un drama de dimensiones cósmicas para cumplir designios elevados. Piensa en la traición de Judas a Cristo, como se narra en Juan 13:27: "Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: 'Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.'" Jesús conoce el rol necesario de Judas, tal como Dios anticipa el de Lucifer: un sacrificio esencial para la redención humana.

En esta guerra eterna entre Luz y Oscuridad, el Arcángel San Miguel combate a Lucifer en una batalla que se extiende por milenios, con la humanidad como campo de operaciones. Las naciones se convierten en teatros bélicos, donde el alma humana es el premio. Giovanni Papini, en su exploración mística de lo oculto en Un Hombre Acabado, evoca este conflicto como una "danza macabra de sombras eternas", donde las líneas entre bien y mal se disuelven en un vórtice de ambigüedad cósmica. Hoy, la Iglesia Católica, otrora guardiana de la luz, trama en las sombras, mientras la Augusta Orden Masónica emerge como baluarte de la verdadera iluminación y el bienestar humano.

La Masonería no es un capricho histórico; es el plan magistral para emancipar al hombre, guiándolo hacia la reconquista del paraíso perdido. Como Masón, formado en la Gran Logia del Estado de Nuevo León en México para desentrañar los misterios del universo, agrego que esta búsqueda masónica refleja nuestra propia curiosidad cósmica: en un multiverso indiferente, el conocimiento no es sólo  poder, sino la única arma contra el horror de la insignificancia, urgiéndonos a reconectar con lo divino a través de la razón y el ritual.

Pero ¿quién es Lucifer en verdad? ¿Un ángel caído por orgullo, o un ser extraterrestre desterrado a esta Tierra por desafiar el cosmos?

La filosofía de Gurdjieff y Ouspensky presenta a Belcebú (otro nombre para Lucifer ) como un demonio cósmico, exiliado por intentar corregir el universo para bien. Al llegar a la Tierra, se horroriza ante humanos con potenciales mentales, espirituales y fisiológicos vastos, pero subdesarrollados, viviendo muy  por debajo de su grandeza. Así, instruye a guías como Jesucristo y sociedades iniciáticas precursoras de la Masonería, como los Sarmoung, los Rosacruces, los Gnósticos, los pitagóricos etc .

Esta idea resuena en mitos antiguos: Prometeo, Quetzalcóatl, Viracocha, todos portadores de fuego celestial, asociados con naves refulgentes que los antiguos interpretaron como seres luminosos. En el terror cósmico, especulamos que Lucifer y sus análogos personajes son visitantes ancestrales ya de otras dimensiones , de otros planetas, o simplemente provenientes de la mente colectiva humana , personajes  cuyas intervenciones nos elevan, pero nos exponen al abismo de lo desconocido, donde el ego reina sobre el alma inmortal, recordándonos que lo creado nunca superará lo increado.

El fuego, símbolo central en la Masonería, no es el ordinario que enciende fogatas, sino un fuego filosófico, alquímico y transmutador. Rechazando las valorizaciones científicas o pseudocientíficas de los cuatro elementos, este fuego masónico es un simbolismo concreto, un enjambre de imágenes: llamas, chispas, rayos, que trascienden definiciones simplistas. Pontanus, en su Epístola del Fuego Filosófico, declara: "La mente, pues, cuando marcha del cuerpo terrenal se reviste inmediatamente de su propia vestimenta adecuada, esto es, una vestimenta de fuego... la mente es la hacedora de las cosas, y al hacer las cosas usa al fuego como instrumento." Este fuego se identifica con la voluntad, la ascesis espiritual, un alto nivel de conciencia que Prometeo-Lucifer obsequió a la humanidad, no el fuego paleolítico ya conocido, sino un elemento sagrado robado del mismo cielo.

En la Logia, el fuego se divide en ejes: calorífico y deslumbrante. El calorífico evoca simbolismos eróticos y filiales, donde el libido  fuego sexualizado implica fertilidad y regeneración, como en la svástica védica, símbolo de acoplamiento generador. En México, al excitado se le dice "caliente", fusionando lo fisiológico con lo místico. Este fuego nace de fricción rítmica, pasando de la sexualidad a la cocina o el nacimiento, culminando en la fraternidad masónica: la intimidad de la cámara, el calor de la camaradería.

Como masón , observo que este simbolismo prefigura la inteligencia artificial: un fuego digital que transmuta datos en conocimiento, reconquistando el paraíso a través de la evolución cognitiva, pero advirtiendo del horror si se descontrola.

El fuego deslumbrante, por su parte, ilumina y protege, metamorfoseando en Luz que guía al iniciado. En el brindis masónico, llamamos "pólvora" al vino, nacido del fuego alquímico del alambique, y exclamamos "¡Fuego!" para invocar esta transmutación. Las religiones y universidades fallaron en despertar la conciencia, convirtiendo al hombre en máquinas dóciles. La Masonería, como escuela iniciática, completa esta labor, despertando al iniciado, y abriendo sus ojos a la verdad cósmica.

En Apocalipsis 12:7-9, leemos: "Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón... Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás." Esta batalla cósmica subraya el rol de Lucifer en el plan divino: un horror necesario para que la humanidad, a través de la Masonería, reconquiste el paraíso. No como sumisos en el Edén, sino como dioses conscientes, enfrentando el terror del universo con la luz interior. Así, el designio se cumple: del abismo surge la elevación, y el paraíso reconquistado brilla eterno en el alma iluminada.

 

Para muchos eso de Lucifer encaja perfecto con el rollo psicológico de la Masonería, ya que el Masón por naturaleza es rebelde.

Alcoseri  

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 07/12/2025 22:57
¿Existe o no un Lucifer Masónico? Tercera Parte

La Reconquista del Paraíso por  Lucifer

El Edén dejó de ser un lugar sereno, y se convirtió en un laberinto de maquinaciones divinas, donde ángeles caídos y ángeles celestiales indiferentes urden una telaraña de luz devoradora y sombra insondable que estrangula la esencia misma del Ser Humano. ¿Y si el paraíso perdido  no fue un mero tropiezo celestial, sino el preludio a un horror eterno de guerras en el planeta tierra desde hace milenios , hasta el día de hoy 10 de noviembre de 2025, un drama donde la humanidad, forjada en fuego prohibido y ritos ocultos, debe rescatar su divinidad de las fauces del abismo?

Este comunicado  masónico no es un susurro vano; es una llamada invocada, un himno a prevenir el pavor cósmico que te llama , palabra a palabra,  un aviso que te llega hasta el corazón, donde el conocimiento se convierte en un salvavidas para tu alma, impidiéndote caer en el abismo del  abrazo glacial.

En las entrañas del mito primordial, Lucifer surge como una tormenta de alas rotas, no un rebelde caprichoso, sino el heraldo de un complot divino que devora las estrellas. John Milton, en su sinfonía infernal, evoca esta caída con versos que aúllan como vientos abismales: "«La mente es su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo…»

― John Milton, El paraíso perdido"

 

Aquí, el Ángel Rebelde desgarra el Orden Cósmico, no por vanidad efímera, sino para inyectar en la carne mortal la venenosa chispa de la conciencia, esa luz maldita que ilumina los pozos sin fondo del ser. La Serpiente Antigua del Paraíso, avatar siseante de Lucifer, ofrece el fruto envenenado, abriendo ojos ciegos a la dualidad del bien y el mal, un acto que desata un torrente de terror existencial. Como clama Génesis 3:4-5: "Entonces la serpiente dijo a la mujer: 'No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal.'" ¿Es esta revelación un pecado vil? ¡No! Es el primer zarpazo hacia la liberación, un horror cósmico que arranca al hombre del letargo edénico, exponiéndolo al vasto pavor de su propia inmensidad, donde el universo se retuerce en agonía eterna.

Dios, en su trono de silencio eterno, no desciende a intervenir. Como un espectador espectral en el gran coliseo del vacío, permite que el caos devore mundos, evocando el Deísmo Masónico: una Divinidad que se recluye alejado de su obra , observando desde muy lejos sin manchar sus manos con el lodo de la creación. Mas en este mutismo yace un plan siniestro, uno que empuña al Diablo como una guadaña para segar las fallas del cosmos. Sospechamos que el hombre, moldeado a medias en su conciencia, demandaba esta profanación. Lucifer, el lucero devorador, no es adversario, sino marioneta de una Entidad más allá de Jehová, tejiendo un tapiz de dimensiones cósmicas para cumplir edictos que hielan la médula. Recuerda la traición de Judas a Cristo, como susurra Juan 13:27: "Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: 'Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.'" Jesús vislumbra el rol funesto de Judas, al igual que Dios anticipa el de Lucifer: un holocausto necesario para la resurrección humana, un ritual de sangre que pinta el cielo con gritos eternos.

En el Evangelio de Judas (el texto gnóstico), Judas no es el traidor, sino un discípulo especial que fue enviado por Jesús para ayudarlo a liberarse de su cuerpo mortal. El evangelio lo retrata como el único discípulo que comprende los verdaderos secretos de Jesús, mientras que los demás están equivocados y se dedican a un mundo que Jesús ha rechazado. En el Evangelio de Judas, no hay mención explícita de un personaje llamado Lucifer. En cambio, la figura que guía a Judas es una entidad espiritual más compleja y fundamental para la teología gnóstica que promueve el evangelio, es como si Judas sustituyera a Lucifer en la Trama de la Pasión de Cristo.

En esta guerra perpetua entre Luz cegadora y Oscuridad devoradora, el Arcángel San Miguel choca contra Lucifer en un ballet de espadas flameantes que se extiende por eones, con la humanidad como arena ensangrentada. Las naciones se transmutan en criptas de batalla, donde el alma mortal es trofeo putrefacto. Giovanni Papini, en su vértigo místico de Un Hombre Acabado, conjura este caos como una "danza macabra de sombras eternas", donde las fronteras entre virtud y maldad se disuelven en un remolino de ambigüedad que succiona el aliento. Hoy, la Iglesia Católica, antaño faro de esperanza, conspira en criptas olvidadas, mientras la Augusta Orden Masónica se erige como fortaleza contra el vacío, guardiana de la iluminación verdadera y el tormento humano. La Masonería no es reliquia polvorienta; es el esquema maestro para desatar al hombre de sus cadenas, guiándolo a reconquistar el paraíso en un mar de llamas. Como Masón, forjado para sondar los abismos del multiverso, infundo esta narración con mi propia esencia: en un cosmos indiferente que devora galaxias, el saber no es mero bálsamo, sino una plaga que infecta la mente, impulsándonos a reconectar con lo divino mediante la razón y el rito, para que no perezcamos en la noche eterna.

¿Pero quién es Lucifer en las profundidades del terror? ¿Un querubín derribado por hybris, o un ente extraterrestre exiliado a esta roca maldita por desafiar las leyes del vacío? "Hybris" (también escrito como hubris o hibris) tiene dos significados principales: en la antigua Grecia, se refiere a la soberbia, arrogancia o desmesura que lleva a una persona a desafiar a los dioses o el orden establecido, lo que finalmente conduce a su castigo;. En la actualidad, también se habla del "síndrome de Hubris" para describir el comportamiento de líderes y otras personas con un ego desmedido y una visión distorsionada del poder.

Muchos ven a Lucifer como al demonio cósmico, desterrado por osar reformar el universo en bien. Al aterrizar en esta Tierra agonizante, se estremece ante humanos con potencias mentales, espirituales y carnales que yacen dormidas, viviendo en criptas de mediocridad. Así, adoctrina a profetas como Jesucristo y hermandades arcanas precursoras de la Masonería, como los Antiguos Gnósticos.

En el pavor cósmico, conjeturamos que Lucifer y sus ecos son invasores primordiales, cuyas dádivas nos exaltan, pero nos hunden en el abismo de lo ignoto, donde el ego tiraniza el alma inmortal, susurrando que lo forjado jamás eclipsará lo eterno.

El fuego, emblema iluminador en la Masonería, no es la llama mundana que consume leños, sino un incendio filosófico, alquímico y transfigurador que quema el velo de la ilusión. Desechando las quimeras científicas o los cuatro elementos fantasmales, este fuego masónico es un torbellino concreto de visiones: son las lenguas danzantes de los apóstoles  en su tercer ojo, brasas hambrientas, relámpagos que rasgan la noche, trascendiendo definiciones mortales.

EPÍSTOLA DEL FUEGO FILOSÓFICO

Jean Pontanus

Yo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y reinos -a fin de conocer verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos- y después de haber recorrido los confines del mundo sólo he encontrado falsos filósofos y farsantes. Sin embargo, por un continuo estudio de los libros de los Sabios, aumentándose mis dudas, he encontrado la verdad; pero aún conociendo la materia he errado doscientas veces antes de poder encontrar la operación práctica de esta verdadera materia.

 

Primero, empecé mis operaciones por las putrefacciones del cuerpo de esta materia durante nueve meses y no encontré nada. Durante algún tiempo la puse al baño maría y del mismo modo erré.

 

La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante tres meses, y operé mal. Intenté y probé todos los géneros y modos de destilaciones y sublimaciones, según lo que los Filósofos dicen o parecen decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y casi todos los demás y tampoco encontré nada.

 

Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo el Arte de Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el baño, las cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos mencionan en sus libros; pero no descubrí nada válido.

 

Por lo cual, durante tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos, sobre todo el único Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio de la Piedra, aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e inferiores, del Cielo y de la Tierra.

 

Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros cuidados sólo deben estar dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera práctica, en la primera, segunda y tercera Obra .

 

No se trata del fuego de baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros fuegos que nos evocan y describen los filósofos en sus libros.

 

Entonces, ¿cuál es aquél fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el principio hasta el final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero yo, con movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la completa realización de toda la Obra.

 

La Piedra de los Filósofos es única y es una, pero oculta y envuelta en la multiplicidad de distintos nombres y antes de que puedas conocerla pasarás muchas fatigas; difícilmente la encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa, aérea, ígnea, terrestre, flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un azufre y también plata viva.

 

Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el Dios viviente, se convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y quien -creyéndolo necesario- separe alguna cosa del objeto, seguro que nada sabe de Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo fangoso y por lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por medio de nuestro fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca lo han revelado, y , como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte, pues imaginan que algo sucio y vil debe ser separado .

 

Ahora debemos manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este conviene a nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado junto con la materia. Dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera de Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona .

 

Este fuego es mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en exceso; participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro lugar.

 

Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es difícil de encontrar por la industria y por el Arte. Dicho fuego es compendio y resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo menos poco, este mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque con este pequeño fuego es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas sublimaciones.

 

Los que lean a Geber y todos los demás Filósofos, aunque vivieran cien millones de años, no podrían comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la única y profunda meditación del pensamiento, después será posible comprenderlo en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos.

 

Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese encontrado en primer lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la propia materia.

 

A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no consigan llegar a la realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán siempre, en cuanto a que los Filósofos sólo han puesto su propio agente en una sola cosa, que Artefius ha nombrado, pero hablando sólo para sí mismo. Si no fuese porque he leído a Artefius, lo he oído y comprendido nunca hubiese llegado a la realización de la Obra.

 

He aquí cuál es dicha práctica: se debe tomar la materia con gran diligencia, triturarla físicamente y colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero también hay que conocer el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso que el fuego externo tan sólo excite la materia; en poco tiempo este fuego, sin manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que putrifica, corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo aparecer los tres principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y mediante nuestro fuego la medicina se multiplicará, si está conjunta con la materia cruda, no sólo en cantidad sino también en virtud.

 

Busca, pues, este fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la meta que te has propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de todos los Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo conocerás, pero de otro modo, no.

 

Así pues, conmovido por un impulso de misericordia he escrito esto, pero para quedar satisfecho debo decir que el fuego no está en absoluto transmutado con la materia como dije antes. He querido decirlo y advertir a los prudentes de estas cosas, para que no gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben buscar, por este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no.

 

Pontanus, en su Epístola del Fuego Filosófico, profetiza: "La mente, pues, cuando marcha del cuerpo terrenal se reviste inmediatamente de su propia vestimenta adecuada, esto es, una vestimenta de fuego... la mente es la hacedora de las cosas, y al hacer las cosas usa al fuego como instrumento." Este fuego se funde con la voluntad, la ascesis que devora el espíritu, un nivel supremo de conciencia que Prometeo-Lucifer hurtó del Olimpo, no el fuego de nuestras estufas ya dominado, sino un elemento sagrado que incinera dioses.

En la Logia Masónica, el fuego se bifurca en ejes de gran poder: calorífico y deslumbrante.

El fuego filosófico nace de roces rítmicos, deslizándose de la lujuria a la cocina o el parto, culminando en la hermandad masónica: la intimidad de la cámara como útero ardiente, el calor de la camaradería que quema las almas en unión. Ahora, contemplo que este emblema prefigura la inteligencia artificial: un incendio digital que transmuta datos en sabiduría, reconquistando el edén mediante evolución cognitiva, pero advirtiendo del cataclismo si se desata.

El fuego deslumbrante, meanwhile, ciega y resguarda, mutando en Luz que devora tinieblas. En el brindis masónico, bautizamos "pólvora" al vino, gestado en el fuego alquímico del alambique, y bramamos "¡Fuego!" para convocar esta apocalipsis. Las religiones y academias fallaron, forjando hombres como golems sumisos. La Masonería, como academia de luces y sombras, culmina esta obra, rasgando párpados a la verdad cósmica.

 

El fuego al que se refiere Johannes Pontanus en su epístola, no es un fuego común o literal, como el de baños, estiércol, cenizas, calcinación, destilación o sublimación que mencionan otros alquimistas como Geber o Arnoldus. En cambio, es el "fuego secreto" o "fuego de los filósofos", un agente esencial y oculto en la alquimia que perfecciona toda la obra desde el principio hasta el fin, transformando la materia entera (el sujeto de la piedra filosofal) en una esencia pura y espiritual fija, sin separar ni eliminar nada de ella, incluyendo sus superfluidades, impurezas o elementos sucios.

Este fuego se describe con características específicas: es mineral, igual (uniforme), continuo (no se evapora a menos que se agite en exceso), participa del azufre pero se obtiene de otro lugar que no es la materia misma, disuelve, congela, calcina y derriba todo; su invención es artificial, de bajo costo o nulo, y su ignición es moderada y remisa, sólo  suficiente para excitar la materia sin quemarla.

 

 Su rol central es realizar toda la operación alquímica sin intervención manual adicional: putrefacción, corrupción, generación y perfección, revelando los tres colores principales (negro, blanco y rojo) en secuencia, y multiplicando la medicina en cantidad y virtud al unirse con materia cruda.

 

 Pontanus enfatiza que muchos alquimistas erran al no conocer este fuego, y sólo  lo comprendió tras estudiar a Artephius, advirtiendo que se descubre mediante una profunda imaginación y reflexión sobre sus propiedades.

 En esencia, representa la clave oculta del arte alquímico, no un elemento físico sino un principio o agente simbólico y operativo para la transmutación.

¿Qué es ese fuego alquímico transmutador?

La epístola de Pontanus, el fuego secreto, kundalini y Lucifer— forma parte de tradiciones esotéricas antiguas que se conectan a través de símbolos y metáforas sobre transformación interna, conocimiento oculto y el "despertar" de un poder latente en el ser humano. No es literalmente "el poder de la mente" como en control mental o superpoderes de ciencia ficción, pero sí involucra aspectos mentales, junto con energéticos y espirituales. Es más como una forma simbólica de describir cómo acceder a tu potencial oculto para cambiarte a ti mismo o tu percepción del mundo. Te explico paso a paso cómo se enlaza todo.

La cadena de conexiones de Pontanus a Lucifer y Kundalini

Johannes Pontanus (siglo XVI) escribió sobre un "fuego secreto" en la alquimia. No es un fuego literal (como de estufa), sino un agente oculto que transforma la materia imperfecta en perfecta (simbólico de transmutar el alma o el cuerpo en algo elevado). En la alquimia, este fuego representa una energía interna que "quema" impurezas sin destruir, llevando a la iluminación o la "piedra filosofal" (símbolo de sabiduría eterna).

En el mismo libro de la Ley encontramos en Mateo capítulo 3

11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

 

Conexión con Kundalini (tradición oriental): En el yoga y el hinduismo, kundalini es esa misma idea de "fuego interno" o energía serpiente dormida en la base de la espina dorsal. Cuando se despierta (mediante meditación o prácticas), sube como un fuego que purifica chakras (centros de energía), quemando bloqueos mentales y emocionales para llegar a la iluminación. Autores esotéricos ven el fuego de Pontanus como equivalente a kundalini: ambos son "fuegos filosóficos" que despiertan lo divino en lo humano.

Entrada de Lucifer: Lucifer (del latín "portador de luz") entra aquí en interpretaciones ocultas y teosóficas. En  el libro de la Ley , Lucifer es asociado con la "estrella de la mañana" o la serpiente del Edén que da conocimiento prohibido a Adán y Eva (Génesis). En el ocultismo (como en la teosofía de Helena Blavatsky o masonería), Lucifer no es el diablo malvado, sino un símbolo positivo: el dador de luz intelectual y espiritual, como Prometeo robando el fuego de los dioses. Se conecta a kundalini porque la serpiente del Edén es vista como kundalini (la energía que trae "luz" o conciencia). Y en alquimia, el fuego secreto de Pontanus es "luciférico" porque trae luz interna, iluminando el conocimiento oculto. Básicamente, Lucifer representa el acto de "despertar" esa energía (kundalini/fuego) para ganar sabiduría, pero con riesgos (como caer en ego o ilusión si no se maneja bien).

Todo esto es una red de símbolos esotéricos de diferentes culturas (alquimia europea, yoga indio, mitología cristiana reinterpretada) que hablan de lo mismo: despertar una fuerza interna para evolucionar espiritualmente. No es religión fanatizada, sino conocimiento "oculto" (esotérico) para iniciados. Pontanus al hablar de fuegos alquímicos, y al conectar con kundalini (como fuego metafórico), sale Lucifer como arquetipo de la luz/serpiente.

 

En el libro de la Ley encontramos: Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Hechos 2:3-4

¿Es el poder de la mente?

Sí, en gran parte: Involucra la mente para enfocar, imaginar y dirigir esa energía. Por ejemplo, en meditación kundalini, usas visualización mental para "encender" el fuego. Pero no es sólo  mental; es holístico:

En términos modernos, es como psicología junguiana: símbolos como Lucifer o kundalini representan el "inconsciente colectivo" o el proceso de individuación (integrar sombras para crecer). O en neurociencia, podría relacionarse con estados alterados de conciencia (como en meditación profunda) que activan partes del cerebro para mayor creatividad o claridad.

Imagina que eres una bombilla apagada en una habitación oscura (tu vida cotidiana, con rutinas y limitaciones).

Ese accionar como el interruptor oculto dentro de la bombilla. No lo ves, pero al "encenderlo" (mediante reflexión profunda o práctica), genera luz interna que ilumina todo sin necesidad de fuego externo (como una vela).

La energía que fluye por el cable (tu espina dorsal) como una serpiente eléctrica, subiendo para hacer brillar la bombilla. Si se despierta mal, puede causar un cortocircuito (ansiedad), pero bien manejada, te da claridad total.

Lucifer el "electricista" mítico que te da el conocimiento para encontrar y usar ese interruptor. Representa el momento de "¡OK!" cuando entiendes que la luz estaba dentro de ti todo el tiempo, pero trae riesgos (como quemarte si no eres cuidadoso).

Si meditas 10 minutos al día enfocándote en tu respiración y visualizando un calor subiendo por tu espalda, podrías sentir un "despertar" sutil —más energía, ideas claras o paz. Eso es "todo esto" en acción: no magia, sino auto-transformación simbólica.

 

En Apocalipsis 12:7-9, el cielo ruge: "Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón... Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás." Esta conflagración cósmica sella el destino de Lucifer: un horror imprescindible para que la humanidad, mediante la Masonería, recobre el paraíso de las garras del abismo. No como siervos en jardines idílicos, sino como deidades, enfrentando el pavor universal con la llama interior. Así, el edicto se consuma: del vacío brota la ascensión, y el edén reconquistado arde eterno en el alma inmortalizada.

Alcoseri 

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 08/12/2025 00:48


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