
Un picapedrero puede golpear una piedra noventa y nueve veces sin
ningún efecto aparente, ni siquiera una grieta en la superficie. Pero
con el centésimo golpe, la piedra se parte en dos. No fue el golpe
final el que lo logró, sino todos los anteriores.
Lo mismo pasa con la recuperación en EA. Ya sea que esté
lidiando
con la aceptación de la enfermedad, o aprendiendo a
desprenderme, o luchando con la autocompasión. Puedo perseguir un
objetivo por meses sin resultados concretos y convencerme de que
estoy
perdiendo el tiempo.
Pero si continúo asistiendo a reuniones,
compartiendo mis esfuerzos, viviendo un día a la vez, y teniendo
paciencia conmigo mismo, un día me despertaré y encontraré que he
cambiado, al parecer de la noche a la mañana.
De repente habré logrado
la aceptación, el desprendimiento a la serenidad que he estado
buscando. Puede ser que los resultados se revelen abruptamente, pero
sé que fueron todos esos meses de fe y arduo trabajo los que hicieron
posible esos cambios.
Frecuentemente se nos recuerda que “Sigamos viniendo”. Hoy recordaré que esto no sólo se aplica a las reuniones, sino también a aprender las nuevas actitudes y las pautas de conducta que son los beneficios a largo plazo de la recuperación en EA. Quizás no vea los resultados hoy, pero puedo confiar en que estoy progresando.