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LUNFARDEANDO: Vamos a "Chamuyar"
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 15/01/2012 08:30

Aclarando la manera Porteña de hablar o "Chamuyar" ... (Chamuyo modernidad del viejo "Lunfardo" o sea la versión actualizada del viejo "lunfardo"),

parece que abrieron una escuela para extranjeros que quieren aprender el "Porteño actual ..."Seguro es lo que nos faltaba ...

 Cómo se hizo el Diccionario actual

La historia de la construcción del Diccionario del Habla de los argentinos comienza con los doce tomos llamados "Acuerdos sobre el idioma", que comprenden al período de 1931 a 1990. El material más preciso para su constitución surge a partir del volumen VI cuando se inicia la serie interna denominada "Notas sobre el habla de los argentinos".

Más tarde, se comenzó a trabajar con los argentinismos contenidos en el Diccionario de la Real Academia Española. En esa ocasión se aprovechó para definir algunos términos y acepciones corrientes en nuestro país. Con todo ello, se editó en 1994 el "Registro del habla de los argentinos", un trabajo que fue considerado como "un primer instrumento en pos de un diccionario de nuestra habla".

A partir de esa obra, la Academia Argentina de Letras pensó que era el momento ideal para proponerse la elaboración de un diccionario, "pues se disponía de un interesante fichero de voces, de medio millar y de una obra que recogía un ponderable conjunto de materiales aprovechables".

Una vez aprobado el proyecto, sólo resto definir el modo de constitución. Se trabajó a partir de una triple fuente: el "Registro", las palabras ya procesadas y las que están en proceso, y las propuestas por los propios integrantes de la Comisión.

Por otro lado, la Academia insiste en aclarar que este "Diccionario del Habla de los argentinos" no se trata del uso del español en la Argentina porque se han excluído todos los vocablos de acepción común con España. Tampoco puede ser considerado como un "Diccionario de argentinismos", en el sentido de una obra que incluya vocablos de uso privativo de nuestro país. El "Diccionario del Habla de los argentinos" busca registrar "locuciones, giros o modos de hablar propios de los argentinos". Sin embargo, no podemos dejar de señalar que muchos de esos vocablos son americanismos de uso común con otros países latinoamericanos. "Bacán" se pasea por la Argentina, pero también por Uruguay, Chile y Costa Rica.

Evolución del idioma: Un diccionario revela cómo era el lenguaje común de los argentinos del siglo XIX. Muchos de los vocablos tienen plena vigencia hoy. Y hay muchas curiosidades, como la que revela que la tan porteña palabra "che" es de origen araucano.

Los sonidos del lunfardo se nutren principalmente de las lenguas de Italia, principalmente septentrionales, debido a que en Buenos Aires, la colonia italiana es muy extensa y ha dejado en la onomasiología y terminología una extensa herencia léxica. Además, el lunfardo ha tomado palabras, giros o modos de hablar propios (préstamos) de diversos idiomas como el francés, el portugués, un poco de inglés y a través de la herencia gaucha del quechua.

Según un estudio sobre el elemento lingüístico en el tango, realizado por el Coloque Internacional Sur de Toulouse (Oración occitana que al español castellano se traduce: Coloquio Internacional Sur de Toulouse),realizado sobre una muestra de 2000 tangos, se han clasificado los préstamos según su origen: en una única lista se encuentran los italianismos y pan-italiamos (es decir las palabras comunes a varias lenguas de Italia) que resultaron ser 38% del total. Los genovesismos y otros septentrionalismos, que han resultado ser 24%, han sido agrupados juntos, ya sea porque la mayor parte de italianismo de este grupo procede del genovés -o zeneize (Liguria, región italiana), o porque varias palabras son, a la vez, genovesas, piamontesas, lombardas y hasta vénetas, siendo difícil a menudo establecer si el vehículo ha sido el genovés u otro dialecto septentrional. Las palabras tomadas de dialectos meridionales, que son el 11%, se agruparon todas en un mismo grupo de meridionalismos, ya que a veces es arduo establecer si proceden del napolitano, del calabrés, del siciliano o de otras hablas locales, dada su afinidad. Por último, las voces de procedencia jergal que representan una porción considerable dentro del conjunto: son 24%.

Ejemplos:

Procedentes del italiano y de otras lenguas de Italia

Bacán: persona muy adinerada, elegante y amistosa. Proviene del genovés bacàn que significa patrón.
Engrupir: engañar. Del genovés gróppo: nudo, atado, envoltorio, posiblemente por irradiación semántica de los demás italianismos del lunfardo que, del significado originario de paquete, ha pasado a significar estafa, engaño.
Procedentes del francés.
Según Rendón: «Las voces lunfardas provenientes del francés se usan especialmente para mencionar lo prohibido, el placer que se relacionaba con el comercio sexual. (...) También con el francés se designa la elegancia, la gracia y la cortesía.»
Cana: cárcel. Proviene de canne: Bastón, por el bastón de los policías, era también el término utilizado por los rufianes franceses para nombrar al policía, pasó a luego a ser cana como sinónimo de autoridad y, más tarde, cárcel.
Reculié: ida hacía atrás. De reculé: reculada.
Procedentes del portugués.
El portugués llega inicialmente a través de los comerciantes portugueses que ejercían el contrabando en las riberas de Buenos Aires y la Banda Oriental. Luego, gracias a la influencia brasileña en la zona rioplatense.
Tamango: zapato. Viene de tamanco, que tiene el mismo significado.
Vichar: mirar de soslayo, espiar. De vigilar: Vigilar.
Procedentes del inglés.
Jai, jaife, jalalaife: persona elegante, adinerada. Proviene de high life (alto nivel de vida).
Sharap: cállate. De shut up.
Bichicome: vagabundo. De beach-comber (el que recoge su alimento en la playa).
Procedentes del quechua.
Pucho: resto de algo, colilla de cigarrillo. De puchu: lo que sobra.
De procedencia jergal
Tira: policía encubierto o policía. Probablemente proviene de las cintas de tela (tira = cinta) que representan los grados de cada escalafón de la policía. Al respecto es interesante destacar también un gesto típico que se hace golpeando con el dedo indice y medio en el hombro y que se utiliza para remarcar la autoridad (sea real o imaginaria) de una persona, ilustrando los galones que esta posee.

Connotación

El principal recurso del lunfardo consiste en emplear palabras desplazadas semánticamente de lo que significan en español. La connotación se inspira en una relación, que puede ser física o espiritual, por lo que muchas veces puede ser deducida del contexto, aunque no se observe unanimidad en su utilización por parte de todos los hablantes. Toda connotación produce a la vez una metáfora. La palabra botón significa vigilante, agente de policía, porque agarra. La expresión “¡Hay más botones que ojales!”, era frecuentemente empleada por los lunfas cuando había presencia policial en numero desproporcionado.

 

Los argentinos hablan de la crisis con un chamuyo

 
 
Hector Pavón Y Pilar Ferreyra

Enmarcado tras el lunfardo, el lenguaje de los argentinos se encuentra en perpetua mutación. El contexto sociopolítico sumado a los escenarios de la música popular, son fuentes de inspiración para que nuevas palabras se sumen al vocabulario nacional y ayuden, o compliquen, la comunicación ciudadana.

Aquel porteño que en los años treinta enamoró a su paica con un chamuyo misterioso ¿podría reconocerse en el habla cotidiana de hoy? Sí y no. No, porque el lenguaje es móvil, bebe e incorpora palabras del clima de época. Sí, porque el lenguaje ciudadano reflejó, siempre, los tiempos de crisis: es el cambalache discepoliano y es, también, la pesada del rock and roll.

El lunfardo, entonces, resiste su olvido en pleno siglo XXI. Se renueva. Al lenguaje orillero de entresiglos se sumó el del fútbol, el de la política y el de la marginalidad del presente; a los tangos de principios de siglo XX, el rock y la cumbia villera del 2001. Y fue alimentado por palabras diversas venidas del psicoanálisis, la política, los narcotizados del presente, y fue masificado por la radio y la TV.

El lunfardo hoy toma distintos sentidos e interpreta, con una dosis de picardía y a veces de pesimismo, la forma en que los argentinos ven el mundo, cómo piensan, quiénes son, ajuste y mercado mediante. Es un lenguaje de las emergencias y del desconcierto, es el lenguaje de la crisis.

Como con bronca y junando

Las creaciones lunfardas de las últimas dos décadas son el resultado fiel de los cambios culturales y sociales que vivió la Argentina, generalmente en clave de corrosión aunque las expresiones masa o joya se refieran a lo máximo, a lo que es, sin duda alguna, positivo.

Desde lo psicológico se incluyeron expresiones como estar de la nuca, del tomate, chapita, similares a decir que a alguien le falta un jugador o un caramelo del frasco, todas popularizadas rápidamente.

Hablar de descontrol es sinónimo de una situación de diversión exacerbada por el consumo de alcohol o drogas que en algunos casos se presenta con fiesta de fondo. En el léxico marginal, descartar, es deshacerse de un arma.

«Aunque nacido como idioma 'de la furca y la ganzúa', al decir de Borges, el lunfardo lentamente se introdujo en el habla cotidiana de los sectores que habitaban los conventillos, luego se hizo lenguaje usual para hablar entre hombres, se enriqueció en el uso diario y llegó a transformarse en seña de identidad de lo argentino», señala Horacio Salas en El Tango, un texto clarificador sobre la historia del género más popular de la primera mitad del siglo XX.

El lunfardo nació a fines del siglo XIX como un recurso para nombrar lo que debía quedar en secreto en alcobas, bares y cárceles.

La política propicia la creación de la jerga

«Los vocablos propiamente delictivos que componen el lunfardo son escasos. La mayoría de sus términos derivan de los dialectos de los inmigrantes. En el pasado se aprendía en el café, en la esquina, en la barra y escuchando hablar a los mayores. Hoy se aprende con la radio o mirando TV y en los circuitos del rock, la bailanta, el fútbol y las carreras», afirma José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo y autor de varios libros sobre este vocabulario.

Los escenarios han cambiado pero el circuito de retroalimenación continúa. Para Oscar Conde, autor del Diccionario Etimológico del Lunfardo, «El lunfardo se amplificó en vocablos e incorporó nuevos campos léxicos».

La política es un campo que propicia la creación y la reutilización de términos de jerga, entre cuyos lunfardismos están presentes temáticas como la corrupción o algunas propias de la militancia. En el campo de los derechos humanos, escrache adquirió un fuerte sentido cuando los hijos de desaparecidos la empezaron a utilizar como título de la denuncia de los domicilios de los ex represores de la dictadura.

Se habla de piantavotos (ahuyentar votantes). Renovadamente, de perejiles para referirse a los que no deciden en los partidos.

De los que chapean para definir a quienes aprietan para conseguir algo o de chicanear cuando se hostiga a un adversario. O de pizza con champú (champán) cuando se habla del menú que saltó a la fama en tiempos del menemismo.

La corrupción es un condimento frecuente en la política nacional, según se demostró en las numerosas investigaciones y denuncias que se ventilaron en las últimas décadas. Conceptos como malversación de fondos, violación a los deberes públicos, cohecho, nepotismo y asociación ilícita, se hicieron familiares en el lenguaje cotidiano.

Si la versión legal es retorno, la voz popular es coima, esa definición que se basa en el diego, sinónimo de quedarse con el 10 por ciento de un negocio a cambio de traficar influencia.

El lunfardo se cuela por la puerta del tango

Algunos testimonios de la literatura tanguera de los años 20 señalan al consumo de cocaína como una práctica conocida, aunque no tan extendida como ahora.

El consumo de drogas y de alcohol aparece en canciones populares como una cumbia villera de Damas Gratis: «Nos pinta el indio fumanchero/ estamos hechos unos pistoleros./ Fumancheando de la cabeza/ empinando una cerveza».

Con el aumento de la exclusión social en el habla de los jóvenes de hoy comenzaron a hacerse corrientes acepciones ligadas al empleo de estupefacientes. Palabras como limado o quemado remplazaron a volado o fumado.

Si el lunfardo se cuela en el habla popular por la puerta del tango —su primer uso estuvo a cargo de Angel Villoldo e inmediatamente después caló en la poesía tanguera de Pascual Contursi y Celedonio Flores— «cuando irrumpe el rock argentino, en 1965, el tango que con Homero Expósito ha alcanzado en la década de 1940 su más alambicada poesía, parece haberse desprendido por completo de todo resabio lunfardesco», se lee en Tangueses y lunfardismos del rock argentino, libro de José Gobello y del periodista de rock Marcelo Oliveri.

Éste sostiene que el rock nacional incorporó lunfardismos del tango y de personajes de la TV como Minguito Tinguitella, (personaje de Juan Carlos Altavista). Cuando Minguito rezaba a la Virgen María, decía cosas como: «por nuestros gobernantes también te mangamo (pedir), pa'' que les des claridá de sabiola (cabeza)».

En "Mi querido amigo Pipo" escrita en 1968, Moris, uno de los pioneros del rock nacional, dice: «detrás de la vitróla (gramófono) con tu traje azul de seda y tu pinta (aspecto) de varón». «Es una canción que de rock no tiene nada.

«Los primeros rockeros eran jóvenes que se habían criado con los tangos que escuchaban sus padres», explica Oliveri. Allá por los 30, entre los compadritos y arrabaleros que visitaban los burdeles, la palabra transa implicaba una relación sentimental sin compromiso.

En 1983 Charly García cantaba el tema «2 a 0 (transás)». En los últimos años el término amplió sus significados y puede entenderse como tener una historia de amor, negociar en la política y también con drogas.

El rock chabón de los 90 tiene más de punto com punto ar

En los 90 nació un subgénero rockero que se expandió en bandas muy populares: el rock chabón (persona innominada). En sus letras se «cantan los problemas que aquejan a los jóvenes carentes de trabajo y futuro», analiza Oliveri.

«Vamos a punguearle a esta vida amarreta/ un ramo de sueños», dice Iván Noble, el líder de Los Caballeros de la quema (exponente de este estilo) en el tema Avanti Morocha. Noble cree que el lunfardo de hoy es «un habla mucho más globalizada, más punto com punto ar. La palabra windows se escucha más que escruchante (ladrón).

El rock chabón se caracteriza por «el bardo (desorden) y su similitud con las hinchadas de los clubes de fútbol», dice Oliveri.

Quienes también hacen culto del lunfardo reciclado son algunos intérpretes del nuevo tango. Un caso es La Chicana. No sólo interpretan tangos que hacen gala de ser lunfardescos como En un feca o El ciruja, sino que también en sus creaciones recrean el viejo lunfardo y le suman más de lo nuevo.

En Ella se fue, dicen: «Labios de lady surera, un sólo beso en el cuore,/ ángel de la cabecera, ella se fue./ Un chicotazo en la raca, corte de rostro violento,/ mugre de viorsi en el alma, ella se fue». Acho Estol, el letrista, sostiene: «La gracia del lunfardo es que sea un continuo. No algo que se divide en histórico académico y en otro actual callejero. Conviven en la realidad de nuestro lenguaje; lunfardo hay uno solo».

Algún chabón chamuya al cuete

En la cumbia villera, el modo de contar las historias de marginalidad, policiales y eróticas tienen un lenguaje propio, una marca personal del relato. El grupo Yerba Brava en La canción de la yuta, dice: «Hoy es un día especial,/ porque el monito a la villa llegó/ dos años guardado estuvo/ y al fin la yuta hoy lo largó». La yuta (la policía), siempre aparece en los relatos de rockeros y cumbieros como sus eternos perseguidores; guardado, es preso.

El mantenimiento de un código es el que crea la hermandad, la complicidad, el decir «hablamos en el mismo idioma porque somos iguales». Es una puesta en escena que suele perdurar más allá del escenario.

Muchas rimas futboleras respiran la posición ideológica de sus voceros. No se limitan a lo deportivo. Mezclan un lunfardo básico para hablar de política, sexo y ridiculizar al rival: «No se escucha, no se escucha/ sos amargo, quemero hijo de p...» suelen gritar algunos fanáticos contra los hinchas de Huracán. El odio y el amor se exaltan en la tribuna de Racing: «Aunque sean los campeones/ el rojo ya lo demostró/ el sentimiento no cambia/ vos sos amargo (pusilánime) y cagón».

«Dicen que los de Boca tienen aguante/ pero son todos p... y vigilantes», cantan los de River tratando de herir donde más duele. Subestimar el aguante es una forma de pegar. Aguante es la única palabra que dieron a luz las canchas de fútbol, dice el investigador del Conicet, Pablo Alabarces. Luego fue propagada hacia otros circuitos sociales, especialmente en el rock.

En el estadio, aguante no significa sólo alentar. «Para los hinchas es 'pararse y no correr'. No retroceder. Siempre refiere al enfrentamiento entre dos hinchadas. En un mapa social en donde nadie cuenta, 'aguantar' es como decir 'a pesar de todo sigo estando'. Es una forma de afirmar una identidad precaria y pequeña», explica Alabarces.

Una palabra clásica en el fútbol es orsai. «Off side (posición adelantada) es un término del reglamento del fútbol. Luego fue deformado y repetido como orsai por la gente que no habla inglés», dice Eduardo R. Bernal, miembro de la Academia Porteña del lunfardo y autor de El fútbol y su lenguaje.

La extensión del uso llegó hasta la política al punto que cuando un funcionario emite un comunicado sin consultar con su superior, se dice que quedó en orsai, es decir desautorizado y con posibilidades de perder su cargo.

Los orígenes se cambian por un sentimiento racista

La labilidad de las fronteras del Mercosur y la llegada de inmigrantes de Europa del este, provocó que el ver caras extranjeras en la calle sea algo casi cotidiano. Por simpatía o por sentimientos intolerantes se empezó a llamar polacos a todos los europeos rubios. Da lo mismo taiwanés que vietnamita, todos son chinos. Tal vez se pueda distinguir a un japonés y se lo nombre como ponja.

Perucas son los peruanos, paraguas los paraguayos y bolitas los bolivianos, especialmente llamados así en fábricas, obras en construcción y también desde algún escritorio.

Todos los orígenes son cambiados en su denominación y demuestran, según el lingüista holandés Teun Van Dijk, un sentimiento racista cuando se menciona la nacionalidad de una persona, como dato importante, cuando no hace a la esencia humana. Mucho más cuando se tergiversa la pertenencia a otro país para el chiste fácil, el que hiere sin imaginación y sin sentido.

En 1943 el régimen de facto del general Pedro Ramírez intentó prohibir el lunfardo en procura de mantener la pureza del idioma. Entonces se proponía, irónicamente, cambiar el nombre de Yira yira por Dad vueltas, dad vueltas. No fue necesario recurrir a semejante artilugio, la norma fue derogada y el lunfardo, como parte del idioma de los argentinos se impuso.

No todo argentinismo es necesariamente un lunfardo. Pero, definitivamente, toda palabra lunfarda es un argentinismo. En cada nuevo registro aparecieron las marcas de reconocimiento de la identidad propia.

Esas que hablan de un país y una cultura tamizada por fuertes contextos políticos y sociales que moldearon el idioma de los argentinos. Sólo conociendo el devenir histórico se puede entender cómo generaciones tan diversas pueden, aunque con dificultades, seguir entendiéndose entre sí. (Buenos Aires/Clarín)

 

El lunfardo porteño, ¿Solamente lenguaje de tango?



Guillermo Alves de Oliveyra - HISPANIA Revista Cultural - N° 2

Conocido fundamentalmente a través de las letras de tango, el lenguaje popular que llamamos lunfardo y que aún hoy, en diversas expresiones, mantiene su vigencia en la porteña Buenos Aires, no es el mismo que aquel verdadero lunfardo que tuvo su origen como habla de delincuentes. Al respecto, Castillo (1955) hace el siguiente comentario: “Es que las palabras del argot - de la lunfardía - son de vida limitada porque su origen es delictivo. En cuanto el hombre honesto las entiende, están condenadas a muerte...”

El lunfardo actual se ha formado en los últimos cuarenta años. Es una depuración y renovación del anterior. Se construyó sobre la base de los diversos grados de lenguaje popular, amalgama de español con lunfardo, al que contribuyeron en gran proporción los dialectos italianos, de otros idiomas de los inmigrantes, préstamos de la germanía, voces indígenas y matizado con inversión de las palabras (hablar al vesre).

Para un español no es fácil comprenderlo, tampoco lo resulta para el ciudadano de nivel cultural elevado. Es un idioma popular lleno de deformaciones, convencional y para uso de todos; hecho por el pueblo y producto de sus propias creaciones. En realidad no es un idioma ni un dialecto, es un rico vocabulario, ya no, como era antes, una jerga estrictamente ladronil o de cárcel. El lunfardo puede decirse que es un vocabulario de términos referidos a la personalidad y al uso de elementos físicos en relación con las características afectivas, volitivas y pasionales del porteño, que está inserto en el habla española y en el alma de un pueblo.

“Recordaba aquellas horas de garufa
cuando minga de laburo se pasaba,
meta punguia, al codillo escolaseaba
y en los burros se ligaba un metejón;
cuando no era tan junao por los tiras,
lo lanceaba sin temer el manyamiento,
una mina le solfeaba todo el vento
y jugó con su pasión.”

Del tango El Ciruja, de Alfredo Marino.

 

El cocoliche


[Del libro La fascinante historia de las palabras, de Ricardo Soca]

Antonio Cuccoliccio fue uno de los tres millones de inmigrantes italianos que desembarcaron en el puerto de Buenos Aires entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX en busca de una vida mejor. La Argentina era el granero del mundo y uno de los países más ricos del Planeta, rebosante de promesas que alentaban los sueños de jóvenes pobres en varios países de la vieja Europa.

A poco de su llegada, Cuccoliccio consiguió un empleo como peón en el circo de los hermanos uruguayos José y Jerónimo Podestá, en el cual se dedicaba a menesteres de limpieza, cuidado de los animales y servicios menores. Su forma de hablar, en la que se mezclaban palabras del italiano y del castellano, no llamaba la atención. En el Buenos Aires de entonces, era común oír a los tanos (de napolitano, se aplicaba a todos los inmigrantes italianos) que intentaban comunicarse con las mismas dificultades que Cuccoliccio.

Un día, el cómico Celestino Petray se presentó en escena hablando como había oído que lo hacía aquel peón: Mi quiamo Franchisque Cocoliche e sono creolio hasta lo güese da la taba e la canilla de lo caracuse, amico. En sus memorias publicadas bajo el título Medio siglo de Farándula, José Podestá contaría años más tarde que en aquel momento nació un personaje cómico, Cocoliche, que durante algunos años hizo las delicias del público en ambas márgenes del Río de la Plata.

Y también había nacido algo que Podestá no previó y que Cuccoliccio, con su jerga de idiomas mezclados, no habría podido siquiera soñar: una palabra del idioma español que figura en el Diccionario de la Real Academia desde su edición de 1927, cocoliche, definida como la 'jerga híbrida que hablan ciertos inmigrantes italianos, mezclando su habla con el español'.

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: karmyna Enviado: 16/01/2012 03:50

 

  

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Es un placer leer tan interesante
informacion linguistica
es lindo volver a esas formas tradicionales
del lenguaje pueblerino
tratar de rescatar integrandolas
otra vez a nuestro cotidiano lenguaje
ya q son parte de la tradicion de un pueblo
  
Feliz inicio de semana 

Karmyna

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