Conversaciones de un asesino en serie con la hermana de una de sus víctimas
Miembros de la Policía buscan restos humanos en una playa de Long Island.
Gonzalo Aguirregomezcorta | Nueva York
Hace tiempo que el caso del asesino de Long Island tomó tintes de thriller cinematográfico. Entre las cábalas y los cuerpos encontrados, nueve o diez a la espera de las conclusiones que se desprendan de las arduas labores de identificación, hay una historia que resalta en esta trama macabra. Amanda Barthelemy tiene 16 años de edad y recibió la llamada del hombre que acabó con la vida de su hermana. Utilizó el teléfono de la víctima y en su primera llamada preguntó si se trataba de la hermana pequeña de Melissa. Tras la respuesta afirmativa de la adolescente, éste apuntó, "¿sabes a qué se dedica? Es puta".
Amanda era la única de la familia que conocía la profesión de Melissa, el resto pensaba que era bailarina erótica. "Me habló de forma violenta y con palabras hirientes", afirmó la joven en el programa de la ABC, Good Morning America. "No entiendo por qué de entre todos los familiares de las víctimas me tuvo que elegir a mí". Las conversaciones siempre duraban menos de tres minutos para que la Policía no descubriera desde dónde las realizaba.
Las llamadas se efectuaron poco después de la desaparición de Melissa el 10 de julio de 2009. "Pasé mucho miedo. Me asusta mi propia seguridad. No sé si lo que le sucedió a mi hermana me podrá suceder a mí algún día", comentó Amanda en compañía de su madre. El asesino le permitió hacer algunas preguntas y él mismo confesó que asesinó a su hermana a pesar de que durante un tiempo hizo creer a la familia Barthelemy que la víctima llegaría sana y salva a su casa.
En total se realizaron siete llamadas y todas solían ser por la noche. Hablaba en voz baja y pausadamente y no dudaba en insultar y acusar a la joven. La única persona con la que mantenía comunicación era con la propia Amanda. "Una vez fui yo quien descolgó el teléfono y colgó rapidamente", apuntó Lynn, madre de ambas. Cuando un canal de televisión local informó sobre la existencia de las llamadas, estas cesaron de manera repentina. Era agosto de 2009 y según publican medios locales, la Policía creía que Melissa ya había fallecido.
Amanda no escondió su frustración durante la entrevista en Good Morning America. "Estaba desesperada, me rompió el corazón", agregó la joven. "Si ha cometido todos estos asesinatos, no va a parar. Obviamente está mal de la cabeza y disfruta con ello".
No es la primera vez que un asesino llama a los familiares de sus víctimas. 'Zodiac Killer', como se hacía llamar el nunca capturado responsable de las muertes de siete personas a finales de los años sesenta, también utilizó esta técnica de sadismo psicológico. Se dedicaba a llamar y aterrorizar a sus víctimas guardando silencio y respirando profundamente. Sus concisas conversaciones estaban medidas al milímetro y no permitía al interlocutor tomar la iniciativa. "Las llamadas del asesino de mi hija parecían planeadas, no dejaba que Amanda dijera ni una sola palabra que él no quisiera oir", comentó Lynn.
Joel Rifkin cumple cadena perpétua en el correccional de Clinton, Nueva York. Mató a nueve prostitutas (aunque se sospecha que fueron 17) entre 1989 y 1993 y su experiencia puede ayudar a las autoridades a conocer la psicología del responsable de los cuerpos aparecidos en Long Island. Aunque la actuación de ambos asesinos son similares, Rifkin prefiere guardar las distancias. El veterano critica al aprendiz y le cataloga de "inocente" por haber dejado todos los cuerpos en la misma zona. "Yo me deshice de ellos y los desperdigué a cientos de kilómetros de distancia", comentó en una entrevista concedida al 'Daily News' hace unos meses.
A pesar de ello, las autoridades piensan que el asesino de Long Island conoce a la perfección ls técnicas de la Policía. Las conversaciones no pasaban de los tres minutos para que no fueran localizadas y solía realizar las llamadas en lugares muy frecuentados como Times Square o Madison Square Garden. De esa forma se escondía entre las multitudes. Según un artículo publicado hace unos días en The New York Times, el autor de estos crímenes podría haber formado parte del cuerpo de Policía.
Durante los últimos cuatros meses han aparecido ocho cadáveres en las costas de Long Island. Muchos de ellos pertenecen a prostitutas y otros no han sido identificado todavía. Tres de los cuerpos fueron hallados hace apenas una semana, cuando la nieve terminó de derretirse y las autoridades tuvieron más facilidades para rastrear la zona.