Un salto a la libertad, bailarines cubanos que desertaron ya ensayan en Miami
Ruiz (izqda) junto a su compañera Arianni Martin.
Arturo Arias-Polo -
Con la certeza de que realizarán sus sueños en Estados Unidos, el grupo de seis bailarines del Ballet Nacional de Cuba (BNC) que arribó hace unos días a Miami atravesando la frontera de México ya entró en acción.
La mañana del jueves, día del encuentro con El Nuevo Herald, el grupo llegó al Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, más conocido como “la casa del ballet”, para tomar su primera clase en el exilio con el profesor colombiano Eriberto Jiménez.
“Miami es una ciudad que podría tragárselo a uno”, expresó Luis Víctor Santana, de 23 años, quien llegó el domingo junto con Ariadni Martín, Annie Ruiz Díaz y Randy Crespo, tres días después que Josué Justiz y Edward González arribaran a Miami.
Santana, que llevaba seis años haciendo giras internacionales con el BNC, decidió a dar el salto porque creía que era su “momento y quería crecer artística y monetariamente”.
Sobre sus perspectivas en un país tan competitivo como Estados Unidos dijo que “uno nunca puede leer el futuro”.
Por su parte, su novia, Annia Ruiz Díaz, agregó que su sueño es “bailar en cualquier compañía donde la acepten”.
“En Cuba no me daban todas las oportunidades que necesitaba para desarrollarme. Pensé que aquí las tendría aunque tenga que luchar duro”, dijo la bailarina de 24 años.
Josué Justiz, de 20 años, dio “gracias a Dios por nacer en un país que tiene una de las mejores escuelas de bailarines”. De ahí que no sienta temor de afrontar la competencia “en cualquier compañía del mundo”.
Su padrastro, Eduardo Sánchez, confesó que la llegada del muchacho no lo sorprendió porque desde mucho antes de que éste viajara a México lo ayudó a “prepararlo todo desde aquí”.
“Josué está muy feliz. El paso fue muy acertado. El está luchando desde que tenía ocho años y ya era hora de que diera el salto. Ahora está donde debía”, dijo Sánchez, un trabajador de UPS que durante los tres años que lleva en Miami no ha dejado de proveer a su hijastro “de todo lo que necesitaba para desarrollar su carrera”.
Según contó Edward González el grupo planeó la fuga desde La Habana.
“Temíamos que nos descubrieran. Sin embargo, acordamos hacer todas las funciones de Giselle para cumplir con la compañía”, relató el joven de 20 años, que antes de volar hacia México, organizó una cena de despedida con su familia.
Tras su llegada a Miami González supo que su madre, una trabajadora del departamento de vestuario del BNC, pidió la baja de la compañía por temor a las represalias.
Adriana Martín, también de 20 años, piensa que aquí puede llegar a ser “una gran bailarina”.
“Hay muchas oportunidades. Sé qué tendré que luchar y hacer varias cosas que no tienen que ver nada con lo que estoy acostumbrada, pero sé que lo lograré porque tengo mucha fe”, expresó la muchacha, cuyo novio, Randy Crespo, también vino en el grupo.
Crespo tiene 22 años y llevaba cinco en la compañía. Para él, su decisión representa “un gran desafío”.
“Llegamos a un país en el que se vive completamente diferente a como se vive en Cuba, y tal vez no podremos ejercer como bailarines. Pero estamos dispuestos a todo”.
Crespo aclaró que entre sus colegas del BNC que regresaron a Cuba “existen opiniones diferentes” acerca de los bailarines que desertan.
“Sé que hay muchos que nos apoyan, algunos no y otros sienten nostalgia de nosotros”, dijo el bailarín, tras recordar que el grupo vendió todas sus pertenencias antes de salir de Cuba para tener algún dinero antes de emprender la aventura.
“Nuestros familiares lo sabían y hasta nosotros llegó la información de que la Seguridad del Estado sabía que había un grupo que pensaba no regresar. Por eso nos advirtieron que [al desertar] no saliéramos para Laredo por el Aeropuerto de Cancún porque estarían vigilándonos”.
Según un reporte de la Associated Press publicado el miércoles, el bailarín Alejandro Méndez, de 20 años, que participaba en la gira y no regresó a Cuba aún permanece en México.
El éxodo de bailarines del Ballet Nacional de Cuba no es nada nuevo. Desde las primeras giras que realizó la compañía al comienzo de la revolución en el grupo comandado por la legendaria bailarina Alicia Alonso se han producido deserciones en varios países del mundo. Una de las primeras ocurrió en París, durante la celebración de un festival de la danza, en 1966, donde 10 bailarines pidieron asilo político burlando la vigilancia de los agentes de la Seguridad del Estado cubana que acompañaba al grupo.
“Con esta nueva deserción cualquiera se da cuenta de la necesidad que tienen los bailarines cubanos de buscar un espacio diferente donde puedan expresarse con libertad. Es un talento joven que necesita vibrar y ampliar sus horizontes artísticos”, dijo Pedro Pablo Peña, director del Cuban Classical Ballet of Miami, el Festival Internacional de Ballet de Miami y del Centro Cultural Hispano para las Artes. “Todos son muy buenos bailarines porque provienen de una escuela que promueve la excelencia”.
Peña anunció que en mayo presentará a los bailarines en The Filmore Miami Beach at Jackie Gleason Theater en varios pas de deux del repertorio clásico.
La compañía se creó hace seis años con el propósito de presentar los nuevos valores del ballet cubano que se exiliaban en Estados Unidos.