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General: LOS CUBANOS SON MAL AGRADECIDOS
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Da: cubanet20  (Messaggio originale) Inviato: 22/09/2013 14:57
 
Malagradecidos

Muchos en Cuba ignoran los esfuerzos que tienen que hacer sus familiares en el extranjero
para enviarles el último iPhone o la película más taquillera que  piden
  
Cubanos a la moda
Triste realidad, pero ese es el hombre nuevo
creado por el régimen de la  DINASTIA CASTRO ..
 
Por Dania Ferro
Vivo preguntándome cuándo llegará ese día en el que los cubanos que viven en la isla tengan que pagar sus propios “Bills”. Y escribo la palabra en inglés porque muchos de los que viven allá están a la vanguardia con las novelas, la moda, las películas y con todo lo último y más reciente que sale aquí: desde el último iPhone y los equipos más novedosos, hasta el último libro “bestseller” y la película más taquillera de las salas de cine; así que estoy segura que estarán familiarizados también con la palabra “Bills”.
 
Claro que cuando yo he ido de visita —en mi caso muy particular y ojalá que no sea el suyo — y les he contado de mis Bills y de todo el esfuerzo que tengo que hacer para cumplir con estos compromisos cada mes, a ellos, como es lógico, no les ha interesado mucho el tema o digamos que no le han prestado la debida atención. Y qué les va a preocupar a ellos, si la mayoría de mi familia se ha convertido en ese grupo privilegiado que no trabaja porque “total lo que pagan allá es una miseria” y no les da para nada. Y como las remesas familiares nunca faltan todos los meses, pues no hay necesidad de mover un solo dedo —a menos que sea para marcar “el número del cielo” como ellos le dicen de donde les llueve “todo un río de bendiciones”… (Léase por “bendiciones” ropa, zapatos, televisores, DVDs, sábanas, toallas, y todo, absolutamente todo lo demás).
 
Mis primos comentan que han perdido el ánimo de estudiar: “¿Para qué voy a estudiar Medicina por cinco años si después que termine con las pestañas quemadas y el cerebro derretido voy a ganar 20 CUC al mes y eso no me dará ni para comprarme una bicicleta… Además, yo no quiero que me manden a cumplir misión para esos países pobres”.
 
A mi familia no le hables de trabajo, esfuerzo, ni sacrificio. No, a ellos háblales de lo más nuevo y lo más innovador que haya en el mercado americano, de las mejores discotecas del mundo, de las celebridades de farándula, háblales de una vida semejante a las de todos esos protagonistas rubios, bellos y millonarios de las películas. Cuéntale cómo se vive en Nueva York y Los Ángeles, de los autos más modernos… Si de ropa se trata, que sea “de marca”, de la más flamante, de la que queme los ojos por la curiosidad de contemplar.
Vivo preguntándome cuándo llegará ese día en el que los cubanos que viven en la isla tengan que pagar sus propios “Bills”. Y escribo la palabra en inglés porque muchos de los que viven allá están a la vanguardia con las novelas, la moda, las películas y con todo lo último y más reciente que sale aquí: desde el último iPhone y los equipos más novedosos, hasta el último libro “bestseller” y la película más taquillera de las salas de cine; así que estoy segura que estarán familiarizados también con la palabra “Bills”.
 
Claro que cuando yo he ido de visita —en mi caso muy particular y ojalá que no sea el suyo — y les he contado de mis Bills y de todo el esfuerzo que tengo que hacer para cumplir con estos compromisos cada mes, a ellos, como es lógico, no les ha interesado mucho el tema o digamos que no le han prestado la debida atención. Y qué les va a preocupar a ellos, si la mayoría de mi familia se ha convertido en ese grupo privilegiado que no trabaja porque “total lo que pagan allá es una miseria” y no les da para nada. Y como las remesas familiares nunca faltan todos los meses, pues no hay necesidad de mover un solo dedo —a menos que sea para marcar “el número del cielo” como ellos le dicen de donde les llueve “todo un río de bendiciones”… (Léase por “bendiciones” ropa, zapatos, televisores, DVDs, sábanas, toallas, y todo, absolutamente todo lo demás).
 
Mis primos comentan que han perdido el ánimo de estudiar: “¿Para qué voy a estudiar Medicina por cinco años si después que termine con las pestañas quemadas y el cerebro derretido voy a ganar 20 CUC al mes y eso no me dará ni para comprarme una bicicleta… Además, yo no quiero que me manden a cumplir misión para esos países pobres”.
 
A mi familia no le hables de trabajo, esfuerzo, ni sacrificio. No, a ellos háblales de lo más nuevo y lo más innovador que haya en el mercado americano, de las mejores discotecas del mundo, de las celebridades de farándula, háblales de una vida semejante a las de todos esos protagonistas rubios, bellos y millonarios de las películas. Cuéntale cómo se vive en Nueva York y Los Ángeles, de los autos más modernos… Si de ropa se trata, que sea “de marca”, de la más flamante, de la que queme los ojos por la curiosidad de contemplar.
 
 
 



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Da: cubanet20 Inviato: 02/10/2013 14:15
 
LAS REMESAS BAJO LA MIRA
Cuba: El hábito de ordeñar a los parientes en el extranjero
Un compatriota en el exterior "es como un dólar con piernas"
 
Piensan que el visitante debe hacer obra de caridad con ellos
 
Por IVÁN GARCÍA | LA HABANA |  América Latina
La penuria se vende sola. Son mayoría las familias en Cuba que con urgencia necesitan cosas materiales. Pero hay quienes han convertido la necesidad en insolencia y obligación.
 
Hace una semana, en leí un soberbio artículo de la columnista Dania Ferro sobre el tema. Esa sensación que percibe la reportera sobre el comportamiento de sus parientes y su desfachatez para vivir a costa del sudor del exiliado cubano, lamentablemente, no es la excepción de la regla.
 
Es la regla. Muchos cubanos de acá, ven a un extranjero o un compatriota residente en el exterior como un dólar con piernas. Y lo ordeñan cual si fuese una vaca. Es una conducta extendida.
 
Por vivir en un régimen autocrático con libertades limitadas, pobreza socializada y carencias de todo tipo, piensan que el visitante debe hacer siempre una obra caridad hacia ellos.
 
Existe un manual no escrito sobre el comportamiento del emigrado con sus familiares y amigos. La regla número uno: traer una maleta repleta de ropa y calzado nuevos, de marcas famosas.
 
No puede ser de uso, pues eso ofendería a los parientes, quienes cuando menos lo tildarían de ridículo y tacaño. Antes de salir de la Florida, debe verificar la lista de las necesidades.
 
Algunas, como medicinas de última generación, alimentos enlatados o pañales desechables son importantes. Otras peticiones son desmesuradas. Y sin sonrojo encargan la ultima tableta de Apple; un televisor de pantalla plana 3D, "ah, que sea de 60 pulgadas, tu sabes, para montar un negocio"; tenis deportivos, "por favor, el último modelo de Nike", o un teléfono inteligente Samsung Galaxy.
 
Después viene la repartición del dinero. Si a los familiares más cercanos les dejas menos de 400 dólares, prepárate a recibir un sermón. “Mi hermano, esa plata se evapora sólo en comida, mira cómo está la cocina, tengo que repararla y ya tengo que empezar a guardar para los 15 de tu sobrina". Y los socios del barrio te empiezan a merodear para que los "salves".
 
"Salvar" en Cuba es sinónimo de regalarle 20 dólares, invitarlo a tomar una docena de cervezas (si la cantidad es menor, hablarán pestes de ti cuando te marches), no en cualquier bar, si no en un Pain de París, El Floridita o Sloppy Joe´s. O comprar un cerdo asado y media caja de ron Santiago y compartirlo con las amistades.
 
La vacuidad se ha convertido en Cuba en una pasarela de vanidades. Les aseguro que no pocos, gracias a las remesas y paquetes, viven mejor que sus parientes al otro lado del charco.
 
Son como sanguijuelas. Parásitos sin sentido común. Ingenuos que a pie juntillas creen que cualquiera es rico sólo por residir fuera de Cuba. Cuando el familiar o amigo inmigrante les cuenta sobre lo difícil del exilio, la crisis económica, los impuestos y que tienen hasta dos trabajos para sostener el loco tren de vida de los suyos en la isla, se lo toman como un chiste. Lo peor de esta nueva ralea de pedigüeños es su mojigatería política.
 
Puertas adentro de sus casas, son más capitalistas que los Rockefeller y más consumistas que un jeque árabe. No apoyan la locura ideológica de los hermanos Castro y ven toneladas de culebrones mexicanos y programas de Miami, captados desde una ilegal antena que esconden dentro de un tanque de agua en la azotea de su casa. Muchos ni siquiera trabajan o estudian.
 
Lo de ellos es pedir. Hasta 2.000 o 3.000 dólares para montar un negocio. Conozco una persona que casi como un ultimátum, a su hijo en Estados Unidos le exigió que le girara 10.000 dólares para comprarse un Chevrolet de los años 50.
 
Pero cuando el régimen convoca una pachanga política a ritmo de timba y reguetón, suelen ser los primeros en asistir con su modernos móviles de 400 dólares comprados en la Pequeña Habana, jeans a la cadera y zapatillas de marca, todo acabado de recibir a través de una "mula".
 
También disciplinadamente van a votar en el remedo de elecciones parlamentarias instauradas por el Gobierno. Y no pocos le niegan el saludo a un disidente, para no "marcarse" (señalarse), con el jefe de sector de la Policía.
 
Con los dólares que fluyen desde la Florida, los parientes en Cuba se pueden dar ciertos lujos, como pagar 20 pesos convertibles para asistir a un recital de La Charanga Habanera o gastar 600 cuc por una estancia de cuatro noches en un hotel todo incluido de Varadero.
 
Se puede culpar a los hermanos Castro por haber destruido la nación y convertido a infinidad de cubanos en pedigüeños consuetudinarios, vía correo electrónico o llamadas de cobro revertido. Pero el culpable mayor es el propio emigrado, por no frenar a tiempo el reclamo desmedido de los suyos en Cuba.


 
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