El poeta afirmó haber tomado la decisión después de que las
autoridades cubanas impidieran la entrada al país de libros suyos publicados en el extranjero.
Rafael Alcides
El poeta cubano Rafael Alcides, uno de los miembros de la llamada Generación de los 50, decidió renunciar de forma irrevocable a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en una carta enviada al presidente de esa institución oficialista, Miguel Barnet.
Junto con la misiva, Alcides, de 81 años, devolvió la medalla que había recibido con motivo del aniversario 50 de la Uneac, por ser fundador de esa entidad.
El poeta afirmó haber tomado la decisión después de que las autoridades cubanas impidieran la entrada al país de libros suyos publicados en el extranjero.
Su esposa, la bloguera Regina Coyula, aseguró en Facebook que las autoridades habían interceptado varios libros de Alcides enviados por sus editores en España, incluso uno de ellos merecedor del premio de la Crítica en Cuba.
Coyula mencionó en junio que a su regreso de un viaje a Perú, en la aduana cubana le “retuvieron” cuatro libros escritos por Alcides, a pesar de que ella los llevaba consigo cuando salió de la Isla.
Rafael Alcides, de 81 años, es autor de los poemas Agradecido como un perro, Nadie, La pata de palo, Y se mueren y vuelven y se mueren, Noche en el recuerdo, Memorias del porvenir, Libreta de viaje, Por una mata de Pascuas y El anillo de Ciro Capote.
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Poeta Miguel Barnet.
Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Amigo Miguel:
En vista de que ya a mis libros no los dejan entrar en Cuba ni por la aduana ni por el correo, lo que es igual a prohibirme como autor, renuncio a la UNEAC.
También hallarás en este sobre la Medalla Conmemorativa del 50 aniversario de la UNEAC que como fundador me pertenece. Lo demás de esa casona tan mía en otro tiempo, son mis recuerdos, y estos, por personales, se irán conmigo. Entre esos recuerdos, el de los buenos amigos hallados en la Unión de entonces, tesoros de mi juventud, lo que de aquel gran sueño fracasado me queda, figuras a las que quiero aunque no piensen como yo y que me quieren aunque no se atrevan a visitarme.
Eso es todo, Miguel. Previendo interpretaciones que omitieran el texto de esta renuncia irrevocable, me he adelantado a hacerla pública.
Rafael Alcides