Masacre en el mar: 20 años de silencio La madrugada del miércoles 13 de julio de 1994, fueron
asesinadas 41 personas, a 7 millas de la bahía de La Habana
Crimen sin castigo y con el silencio del mundo
Por Camilo Ernesto Olivera Peidro | La Habana, Cuba | Cubanet
En 1993 funcionaba, en una casa grande y antigua, ubicada en Calle Versalles esquina a Santa Ana, el club juvenil de la barriada habanera de Guanabacoa. Durante el fin de semana, en el patio de esa casona, las noches eran para la música disco. El operador de audio en esas fiestas era Joel (Joelito) García, un rockero seguidor de la música de la banda estadounidense Van Halen, devenido DJ. Joelito vivía en calle San Sebastián esquina a Aguacate. Allí tenía su espacio donde recibía a cuanto rockero melómano quisiera grabar algo de su amplia colección.
Un día de mediados de 1994, y sin decir nada más, Joel se deshizo de la mayoría de aquel cúmulo de música que incluía casetes originales, discos de acetato y otras rarezas.
El 14 de julio corrió de boca en boca por el pueblo, la estremecedora noticia de que Joel había muerto en la madrugada del día 13. Junto a él sucumbieron más de 10 de sus familiares en una masacre en alta mar, la del hundimiento del remolcador “13 de Marzo”.
La discoteca de Versalles y Santa Ana enmudeció para siempre.
Muertos sin paz
Víctimas del hundimiento del remolcador 13 de marzo
María Victoria (Malli) García Suarez se acomodó con su hijo Juan Mario debajo del toldo que protegía la popa del remolcador “13 de Marzo”. Uno de dos barcos provenientes del muelle de Regla, se acercó al remolcador y lo golpeó con fuerza intentando lanzarlo contra los arrecifes. El barco atacante venia equipado con un cañón contra-incendios que disparó potentes chorros de agua, destrozando la estructura de la cabina y golpeando a las mujeres, hombres y niños que estaban sobre cubierta. Según se supo después, Joel (Joelito) García hermano de María Victoria murió como consecuencia del impacto, en pleno pecho, de uno de estos cañonazos de agua.
“Malli” atinó a proteger a su hijo con su propio cuerpo, para que no fuera golpeado por los chorros. El piloto del remolcador Raúl Muñoz, logró maniobrar y salir por la boca de la bahía, tomando rumbo noreste. A los dos barcos atacantes se sumó otro que esperaba en una zona cercana al Morro, fuera de la rada.
La espiral de violencia fue en aumento. Para protegerse de los chorros de agua, varias mujeres, jóvenes y niños pequeños se refugiaron en el cuarto de máquinas y el de carga. Uno de los remolcadores atacantes, el Polargo 5, tomo impulso y arremetió contra la popa. Esta acción partió en dos la estructura de madera y provoco el hundimiento. En medio de los gritos de horror de los atrapados bajo cubierta, el agua inundó todo en minutos hasta ahogarlos. El remolcador 13 de Marzo fue a parar al fondo del mar.
María Victoria García sobrevivió, pero perdió a su hijo de 10 años Juan Mario Gutiérrez, su hermano Joel (Joelito), su esposo Ernesto Loureiro y otros diez familiares.
Esa madrugada del 13 de julio de 1994, la saña criminal del castrismo asesino a 41 personas, a 7 millas de la bahía de La Habana. De estas, 10 eran menores de edad.
Los asesinos duermen bien
Venciendo el dolor y el miedo, María Victoria García y Janet Hernández dieron a conocer hacia el exterior, a través de Radio Martí, los detalles de la masacre.
Jorge García Mas, padre de los hermanos María Victoria y Joel, y abuelo de Juan Mario, logró reunir y sacar de Cuba la mayor parte de los datos que se conocen sobre este criminal acto.
En su discurso del 26 de julio de 1994, Raúl Castro acusó a las autoridades estadounidenses como responsables de lo ocurrido. Rechazó lo que consideró la intrusión del gobierno de Estados Unidos en un asunto bajo jurisdicción del régimen cubano.
Ese mismo día, en la mañana una lancha de transportación pública, que enlazaba al muelle de Regla con el de Luz en La Habana Vieja, había sido secuestrada por un grupo de jóvenes al zarpar del muelle de Regla. Las autoridades cubanas no impidieron su salida mar afuera. El servicio de guardacostas de EEUU rescató y llevó a La Florida a la mayoría de los pasajeros.
El 5 de agosto de ese mismo año, Fidel Castro elogió como “Héroes de la Revolución” a las tripulaciones de los remolcadores que ejecutaron la masacre del 13 de julio.
Dos décadas después, los sobrevivientes y los familiares de los desaparecidos, no han podido llorar a sus muertos. Las autoridades cubanas se negaron desde un principio a devolver los cadáveres y sacar a flote la embarcación siniestrada… Los asesinos continúan impunes. Duermen bien…hasta un día.
Fuentes Consultadas: García, Jorge A. El hundimiento del remolcador 13 de marzo, Fondo de Estudios Cubanos de la Fundación para la Libertad Jorge Mas Canosa, 2001.
García Suárez, María Victoria. “Testimonio de una madre sobreviviente del remolcador ‘13 de Marzo.”Hernández, Janet. “Noche de Espanto – relato de sobreviviente,” El Nuevo Herald, 13 de julio de 1995. Archivo Cuba.
Flotilla "Democracia" conmemorará hundimiento del remolcador 13 de Marzo La flotilla "Democracia Luces de Libertad" se estacionará en aguas internacionales
a 22 km de lacapital cubana, donde los organizadores esperan que se vean los fuegos artificiales.
Una flotilla organizada por exiliados cubanos en Miami llegará el sábado a 12 millas náuticas de La Habana para lanzar fuegos artificiales, en conmemoración del vigésimo aniversario del hundimiento de un remolcador que huía de la isla y que dejó 37 muertos.
La flotilla "Democracia Luces de Libertad", que tiene hasta ahora tres embarcaciones confirmadas, se estacionará en aguas internacionales a 22 km de la capital cubana, donde los organizadores esperan que se vean los fuegos artificiales.
Queremos "recordarle al mundo que todavía permanece impune esta masacre, en la cual fueron asesinados niños, mujeres y hombres a bordo del remolcador '13 de marzo' por meramente querer escapar hacia la libertad desde Cuba", dijo a la AFP Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia, promotor de la flotilla.
El remolcador se fue a pique la madrugada del 13 de julio de 1994 unos 45 minutos después de dejar la isla rumbo a Estados Unidos con casi 70 personas a bordo, cuando otros barcos lo interceptaron, embistieron y atacaron con chorros de agua a presión, según los sobrevivientes.
El gobierno cubano ha mantenido que el hecho, en el que murieron 37 personas, diez de ellas niños, fue un accidente, mientras que los exiliados culpan a La Habana y aseguran que el propósito era hundir al remolcador como escarmiento.
Sánchez, líder del grupo anticastrista de Miami, ciudad de Florida (sureste de Estados Unidos) donde reside la mayor parte de la diáspora cubana, garantizó que la flotilla será pacífica y evitará aguas territoriales de la isla de régimen comunista, que carece de relaciones con Washington desde hace más de medio siglo.
Movimiento Democracia ya ha organizado una veintena de protestas similares, sin mayores incidentes, salvo en la primera en 1995, cuando sí ingresaron en aguas cubanas, recordó Sánchez.
Representantes de la organización en la isla, que están alentando a la gente a que acuda al malecón de La Habana con velas, han sido arrestados y hostigados, denunció.
El gobierno cubano tacha estas flotillas de "provocación" y a Sánchez de "terrorista" con patente de corso de Washington.
El evento tendrá "un gran significado" porque recordará al mundo la tragedia, indicó a la AFP Jorge García, uno de los familiares de los fallecidos que viajará con la flotilla.
García, quien perdió a catorce familiares en el hundimiento del "13 de marzo", está convencido de la culpabilidad del Gobierno castrista. "Detrás de esto estaban los militares. (...) En Cuba no se puede hacer nada sin autorización del régimen", subrayó el cubano de 69 años.
No viajó en el remolcador ese día, recuerda García, para ceder el puesto a familiares jóvenes. Uno de sus hijos, un nieto, cinco sobrinos y varios de sus primos fallecieron. Años más tarde, logró llegar a Estados Unidos.
La flotilla zarpará de Cayo Hueso (extremo sur de Florida) la mañana del sábado, para cruzar los 150 km del estrecho de la Florida hasta Cuba en unas ocho horas, según el estado del tiempo, indicó Sánchez.
Los fuegos artificiales serán disparados al caer la noche del sábado, para que puedan ser vistos en La Habana, desde donde se han observado en protestas anteriores.
Patrulleros de la guardia costera estadounidense vigilarán a la flotilla para garantizar que no ingrese a aguas cubanas, explicó Sánchez, quien mantuvo reuniones previas con representantes de los departamentos norteamericanos de Estado y Justicia.
"Ellos no auspician por supuesto un acto como este, ni mucho menos, pero han expresado que respetan nuestro derecho a la libre manifestación", dijo.
Otros grupos que abogan por la democracia en Cuba han convocado para este jueves actos para conmemorar la tragedia frente a la sección de intereses cubana en Washington y la sede de la misión permanente en la ONU, donde guardarán 20 minutos de silencio.
La flotilla tiene como objetivo también rechazar los "precios inflados" que cobra Cuba por viajar, llamar y enviar remesas de Estados Unidos a la isla, que le reportan entre 1.500 y 2.500 millones de dólares anuales a La Habana, según el Movimiento Democracia.
En Washington D.C un grupo de activistas cubanos protestaron frente a la Oficina de Intereses de Cuba, con pancartas recordando la tragedia.
¿Dónde están los asesinos? ¿Qué vamos a hacer con esos trabajadores que no querían que les robaran su barco
–sentenció Fidel Castro– que hicieron un esfuerzo verdaderamente patriótico? ¿Qué les vamos a decir?”
¿Dónde están “los obreros” que hundieron el remolcador?
Por Julio Cesar Álvarez y Augusto Cesar San Martín |Cubanet | Prensa Independiente desde 1994 Han pasado 20 años del hundimiento del remolcador 13 de marzo. En la bahía de La Habana ningún monumento recuerda la tragedia. Tampoco nadie sabe dónde se esconden los asesinos de las 41 personas que perdieron la vida en el naufragio, entre ellas mujeres y niños.
¿Dónde están los asesinos? Cuando en ambas orillas de la bahía de La Habana uno pregunta por el hundimiento del remolcador 13 de marzo obtiene muy pocas respuestas. Pero cuando pregunta por los tripulante de las embarcaciones que lo hundieron nadie sabe nada. Pareciera que se los ha tragado la tierra.
“¿La tripulación? Imagínate tú. Si los familiares de los muertos los atrapan los linchan”, respondió una anciana negra, que se dedica a tirar las cartas a los turistas al lado de la iglesia de la Virgen de regla.“A los remolcadores del problema se los llevaron para el puerto de Santiago. La tripulación sí que no sé”, afirmó otro anciano próximo a ella.Ningún funcionario del puerto está disponible para contestar una pregunta tan sensible, de la que quizás no sepa nada.
La certeza de que el paradero de los asesinos sería un secreto bien guardado vino con las palabras de Fidel Castro al justificar el crimen: “El comportamiento de los obreros fue ejemplar, no se puede decir que no, porque trataron que no les robaran su barco. ¿Qué le vamos a decir ahora, dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo? ¿Qué vamos a hacer con esos trabajadores que no querían que les robaran su barco, que hicieron un esfuerzo verdaderamente patriótico, pudiéramos decir, para que no les robaran el barco? ¿Qué les vamos a decir?”
¿Accidental o premeditado?
El nombre de Jesús Martínez González, capitán del remolcador Polargo5 y responsable de embestir por la popa al remolcador 13 de marzo, no le dice nada a Reginaldo Sarría, un médico de 48 años. Cree que el hundimiento del remolcador no fue intencional, como afirmó el gobierno días después del naufragio.
Él nunca ha leído las declaraciones de los supervivientes, como María Victoria García Suárez, quien perdió a su esposo, a su hijo de 10 años, a su hermano, a tres tíos y a dos primos. En su momento María declaró: “…en eso vemos que vienen dos remolcadores de bombero atrás de nosotros. Se pegan a los lados y entonces empiezan a tirarnos agua -agua a presión-. Entonces seguimos y les decíamos que no nos hicieran daño, que llevábamos niños allí y les enseñamos los niños y ellos seguían tirando agua…”.
Otra sobreviviente, Jeanette Hernández Gutiérrez, relataba: “…Ellos nos dejaron salir, pero después empiezan los chorros de las mangueras de agua, eran constantes, los chorros no nos los quitaban sabiendo que iban niños se nos pone un remolcador por detrás, el más grande se nos sube en popa y nos parte la mitad del barco…”.
Tampoco Reginaldo ha oído hablar de Jorge A. García, un hombre que no abordó el 13 de marzo, pero perdió ese día a 14 miembros de su familia. Si Reginaldo tuviera conexión a Internet hubiera podido leer la historia de Jorge:
“Jorge perdió a su hijo de 20 años, Joel García Suárez, a su nieto de 10 años, Juan Mario Gutiérrez García, a su yerno, a cinco sobrinos, a tres cuñados y a tres primos. Su hija sobrevivió el hundimiento, pero perdió a su hijo y a su esposo”.
“Todos los años mientras Jorge, su esposa y su hija residieron en Cuba conmemoraron la fecha del 13 de Julio, día de esta horrenda masacre. Su hija y familiares caminaban tres millas desde su casa rodeados por agentes de Seguridad del Estado. La hija de Jorge entraba al mar en el lugar de donde había partido el remolcador 13 de Marzo. Su hija lloraba mientras recordaba el asesinato de su marido y pequeño hijo y entonces echaba caramelos al mar”.
Las víctimas yacen siete millas mar afuera, sus familias partieron al exilio, y los asesinos todavía se esconden como ratas en la sombra protectora del gobierno.
Remolcador 13 de marzo: Veinte años y ningún culpable
Víctimas del hundimiento del remolcador 13 de marzo
NORA GÁMEZ TORRES / El Nuevo Herald En su libro sobre el totalitarismo, Hannah Arendt insistió en la necesidad de recuperar la memoria histórica como vía para construir un futuro diferente.
A veinte años del hundimiento del remolcador 13 de marzo en aguas cubanas, Jorge A. García, quién perdió 14 familiares en la tragedia, entre ellos un hijo y un nieto, insiste en recordar estos hechos, guiado por un propósito similar: “que se conozcan para que no se repitan”, dijo a el Nuevo Herald.
Muchos cubanos en la isla nunca escucharon de estos acontecimientos—en el que fallecieron al menos 37 personas identificadas, entre ellas 10 niños—o solo conocen la versión oficial publicada en Cuba, en la que el gobierno calificó el hundimiento del remolcador en la madrugada del 13 de julio de 1994, durante la llamada crisis de los balseros, como un “accidente”, provocado por trabajadores del puerto que habrían estado protegiendo sus “medios de trabajo”.
Inicialmente las autoridades cubanas culparon al mal estado de la embarcación por el naufragio, pero el 5 de agosto de 1994, el día de los disturbios conocidos como “El Maleconazo”, Fidel Castro se refirió a los acontecimientos del 13 de julio y declaró que las investigaciones realizadas por el Ministerio del Interior concluyeron que los trabajadores del puerto que se lanzaron a perseguir el remolcador en tres embarcaciones intentaron “retenerlo” y en condiciones de oscuridad y “mar fuerte”, el barco que iba detrás golpeó “accidentalmente” al 13 de marzo.
“Qué vamos a hacer con esos trabajadores que no querían que les robaran su barco, que hicieron un esfuerzo verdaderamente patriótico, pudiéramos decir, para que no les robaran el barco”, se preguntó Castro, quien se refirió luego al “comportamiento de los obreros” como “ejemplar”.
Pero García, con gran constancia, se ha dedicado a reconstruir detalladamente los eventos a partir de testimonios de sobrevivientes en su libro El Hundimiento del Remolcador 13 de Marzo (2001) y a recordarle al mundo que los cuerpos de las víctimas no han sido recuperados. Nadie fue enjuiciado en Cuba, a pesar de declaraciones y recursos presentados ante organismos internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA).
García, actualmente de 70 años, iba a ser uno de los 72 pasajeros, pero decidió “ceder su puesto a los más jóvenes”, decisión de la que no se arrepiente pues insiste en que este era “un viaje seguro” y que la embarcación contaba con “1000 galones de petróleo”, combustible suficiente para llegar a Estados Unidos.
Su cuñado, Fidencio Ramel Prieto, jefe de operaciones del puerto de La Habana, fue uno de los organizadores de la infortunada salida ilegal en el remolcador 13 de marzo, una nave de 17 pies de eslora, de madera, que Ramel había reparado para el viaje y a la que había comprado un motor nuevo.
Según el testimonio de Sergio Perodín, publicado a raíz del 10 aniversario de los hechos en la revista Contacto, hubo dos intentos anteriores de salida, por lo que es muy probable que las autoridades del puerto supieran de los planes de desviar el remolcador hacia los Estados Unidos. Ello explicaría la reacción inmediata de otras tres embarcaciones que muy rápidamente se acercaron a este y comenzaron a lanzar chorros de agua con mangueras de alta presión, pues contaban con equipamiento contra incendios, según narra Perodín.
En testimonio ofrecido a la Comisión Interamericana de Derechos, otra de las sobrevivientes, Jeanette Hernández Gutiérrez, narró así lo sucedido: “Cuando estábamos a siete millas, nosotros vemos que ellos aceleran y se nos ponen al lado y empiezan a darnos bandazos, nosotros levantamos los niños y ellos los ven y empezamos a gritarles que por favor...no hagan eso y ellos no hacen caso…Ellos nos hundieron de la siguiente forma: el remolcador que nos parte la popa se pone por delante y se sube en proa y la parte”.
Los sobrevivientes han narrado que varios niños y mujeres quedaron atrapados en la bodega, adonde fueron a buscar refugio de los chorros de agua. Luego de que el barco se hundiera, según estos testigos, los agresores rehusaron ayudarles y la guardia costera cubana no comenzó las labores de rescate hasta que avizoraron un barco griego en las cercanías. De las 72 personas que se cree estaban a bordo, se salvaron 31.
El gobierno cubano ha insistido en la irresponsabilidad de involucrar a menores de edad en intentos de salida ilegal, pero García afirma que nunca se imaginaron que los riesgos eran tan grandes. “Temíamos que los apresaran, pero nunca pensamos que fueran a matarlos”, dijo.
En una resolución de 1996, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA recomendó al Estado cubano realizar una “exhaustiva” investigación para sancionar a los responsables, recuperar y entregar los restos de las víctimas a sus familiares, así como pagar una indemnización compensatoria a los sobrevivientes y los familiares de los fallecidos. El gobierno cubano nunca respondió a este informe y el hundimiento del remolcador fue borrado de la memoria colectiva.
Por eso, varias organizaciones dentro y fuera de Cuba han conmemorado esta fecha con vigilias, minutos de silencio y hasta una flotilla que llevó fuegos artificiales hasta aguas cercanas a la isla, todos gestos simbólicos que desafían el olvido de estos hechos, que marcaron la vida de 72 cubanos.