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General: Mejor un hijo muerto que un marica, ya hace un mes que murió Sergio Urrego
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 01/10/2014 17:17
            "Mejor un hijo muerto que un hijo marica"                      
7290.jpg (549×366)
“Mi sexualidad no es mi pecado... es mi paraíso”.
Sergio Urrego, 16 años (q.e.p.d.)
Hace ya mes y medio que murió en Bogotá. Era hermoso: inteligente e incomprendido; por las noches se alimentaba leyendo, tenía un gato adoptado. En el colegio lo señalaron, lo persiguieron, lo acorralaron, lo mataron. Lo suyo fue eso, un asesinato y no un suicidio. Decían que era diferente, gay. En la red social ASK, sin embargo, alguna vez escribió “no creo que el amor tenga etiquetas”. Pero hay gente que no entiende, que nunca va a entender. Así que lo etiquetaron y ese fue el comienzo de sus últimos días. Era un niño.
 
El viernes, en medio de un plantón que organizó a las afueras del colegio, la mamá dijo que su hijo había denunciado el caso de matoneo del que venía siendo víctima y que ella ahora quiere saber por qué nunca lo escucharon. Esta semana, en albertobatalla.blogia.com, Alberto Rodríguez, escritor, profesor, amigo, posteó sobre la historia este texto abrumador que con su autorización reproduzco y ante el cual mis palabras sobran:
 
Se llamaba Sergio Urrego, tenía 16 años, pelo negro, unos ojos grandes cuajados de inocencia que irradiaban una luz tímida sobre el rostro de niño asustado. En la foto que publicó El Espectador parece estar succionándose el dedo gordo de la mano izquierda. Dejó tres notas a su madre. Cuando ella entró a la casa ya no lo encontró. En la mesa de comedor encontró la primera. Le decía “se presentó un problema, no pude ir al colegio”. Cuando estuvo en su cuarto, encontró la segunda, decía “estas cosas solo las puede tocar mi madre o mi padre…”. Y ahí mismo, en el cuarto, halló la tercera: “Espero que lean las palabras de un muerto que siempre estuvo muerto, caminando al lado de hombres y mujeres imbéciles que aparentaban vitalidad…” Más adelante “…me lamento de no haber leído tantos libros como hubiera deseado”. Y termina diciendo “…ya puedo observar la infinita nada”. Era gay, estaba enamorado y pertenecía a la anarquista Unión Libertaria de Estudiantes.
 
En un aparte de la carta final, explica que la decisión es la respuesta a la denuncia por acoso sexual que los padres de su expareja interpusieron. “Lo hago de manera escrita por el suicidio que he cometido…” agrega. Cuando escribe en el presente ya se da por muerto, siempre lo estuvo, aclara. Lo mató la discriminación, desde que se enfrentó al mundo en su condición de gay. Pero también dejó dicho: “Mi sexualidad no es mi pecado, es mi paraíso”. Todavía está en FB.
 
De un colegio en Tenjo lo trasladaron sus padres al Gimnasio Castillo Campestre. Y en el colegio encontró el infierno que siempre ha sido para muchos, y que a él lo llevó a morir. Un profesor inicia la cacería de brujas cuando decomisa un teléfono, donde hay una foto de Sergio besándose con su novio. De ahí en adelante el colegio lo quemó con guantes y psicología, como si fuera una bruja de la España negra. Ensayaron una política de la crueldad, de la inhumanidad, refinadamente antieducativa, fascismo institucional. Encontró el colegio la forma de hacerle pagar por ser anarquista y gay, al punto que sus padres, antes del grado, debieron sacarlo del campo de concentración.
Exigieron el reembolso de los derechos de grado, y el colegio se los robó, argumentando que ya se habían causado costos.
 
Los padres del novio, que no podían matar a su propio hijo por lo que consideraron sucio, pecaminoso e inmoral, volcaron toda su ansia castigadora, su ansia fascista, contra Sergio, hasta que lo mataron. Decidieron que el amor de los dos muchachos, no era más que acoso sexual por parte de Sergio.
 
Así que después de dejar las tres notas en que se reconoce muerto de siempre, salió de la casa sin comer, como a eso de las siete de la noche, caminó hasta el centro comercial Titán Plaza, subió a la terraza, caminó hasta el borde y se lanzó.
 
Fuente EL PAIS


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 01/10/2014 17:26
  “Mi sexualidad no es mi pecado... es mi paraíso”  
sergio_urrego_-_redes_0.jpg (510×339)
“Mi sexualidad no es mi pecado... es mi paraíso”. Sergio Urrego, 16 años (q.e.p.d.)
Quisiera poder firmar este artículo con mi nombre, pero debo hacerlo con un seudónimo pues soy rector de un colegio. Quiero evitarles a mis estudiantes, al resto de mi comunidad educativa y a mi propia persona represalias (a veces fatales), estigmatizaciones y otras formas de matoneo social que son justamente el tema central de la presente reflexión.
  
La muerte de Sergio Urrego fue la gota que rebasó mi copa. La valiente, contundente y desgarradora decisión que tomó para expresarle al mundo su dolor y su rabia —además de la madurez y profundidad de sus reflexiones póstumas— me remitieron a mi propia adolescencia atormentada, cuando llegó el momento de decidir si continuaba en este mundo asumiendo mi condición de homosexual o si abandonaba el barco como él lo hizo, dando un portazo de indignación y rebeldía. Las circunstancias de mi vida hicieron que pudiera tomar la decisión de quedarme en este mundo, en una época en que para nada se hablaba de este tema, como no fuera para señalarlo como el más horrendo de los pecados y perversiones, motivo de todo tipo de señalamientos, burlas y sanciones.
  
Que en pleno siglo XXI, año 2014, todavía haya tantas personas que sienten que no tienen derecho a vivir por su forma de ser y de amar, demuestra cuán lejos estamos aún, no sólo de ser una sociedad moderna, sino sobre todo de ser una sociedad humana: tolerante, respetuosa de la diversidad y del derecho a la vida privada, íntima, secreta, que todos debemos tener para poder vivir plenamente nuestra afectividad, sexualidad, espiritualidad, como terrenos inviolables en los que nadie tiene el derecho de entrar para juzgarnos...
 
Aún me veo a mis 13 años, en la soledad de mi cuarto, llorando y rezándole al dios de los católicos para que me “curara” y quitara de mi mente y de mi cuerpo las pulsiones que día a día iban cobrando más fuerza y que me revelaban de manera inequívoca mi “condición”... Y hay que insistir en esta palabra, pues muchos hablan de “opción” sexual para esgrimir el argumento de que esta desviada “escogencia” puede ser modificada con un adecuado acompañamiento psicológico. Tal como lo intentaron hacer en el caso de Sergio... Tal como yo intenté hacerlo en el mío propio. La diferencia es que yo corrí con suerte y mi “orientador” (un psiquiatra a quien nunca terminaré de agradecer) en lugar de “curarme” me ayudó a aceptarme y a respetarme.
 
La Iglesia católica, quizás la institución en la que mayor número de homosexuales (mujeres y hombres) se parapeta desde hace siglos, se ha ensañado con particular obsesión y sevicia con este tema. Quizás como una forma de exorcizar y de ahuyentar sus propios demonios e infiernos. Quienes estudiamos desde la infancia con curas y monjas sabemos de las dobles morales, los recovecos y meandros oscuros que se albergan debajo de muchas sotanas y hábitos, empapados de lúbrica represión y negación del cuerpo.
 
¿Con qué derecho los heterosexuales (en inglés straights: derechos) juzgan y condenan a los homosexuales (en inglés queers: raros)? Los “derechos” —engendradores y fabricantes de los “raros”— pontifican y legislan para decidir si los “raros” tenemos derecho a nuestros derechos... ¿Hasta cuándo tendremos que seguir negociando estos derechos con ellos? ¿Hasta cuándo nuestras manifestaciones públicas de afecto serán consideradas “actos obscenos”? Como el beso de Sergio a su novio, registrado en la intimidad de su celular y que un profesor, de manera dolosa, confiscó para inculparlo ante las autoridades escolares y ponerlo en evidencia frente a su familia y a la comunidad en general. ¿Hasta cuándo un beso o una caricia entre seres humanos del mismo sexo serán considerados actos obscenos?... mientras aceptamos como “normales” las violencias de todos los pelambres entre los demás seres humanos.
 
“¡Mejor un hijo muerto que un hijo marica!”... Esta frase tremenda la escuchamos muchas veces en la boca —o en los ojos— de nuestros padres, sobre todo del progenitor macho, que se ve confrontado y cuestionado pues siente en entredicho su propia masculinidad al comprobar que su potente y macho semen ha engendrado un ser defectuoso... un “raro”. El despertar y el reconocimiento de la homosexualidad femenina seguramente tiene otras connotaciones para la madre... Pero yo me atrevería a afirmar que en una sociedad machista, como la nuestra, es mucho más grave y repudiable —incluso para la madre, en muchas ocasiones la más machista— un hombre marica que una mujer lesbiana... Comenzando por el hecho de que para los machos el lesbianismo es con frecuencia un fuerte y picante combustible erótico... El homosexualismo masculino —considerado “excremental” por personajes tan cuestionables como el senador Gerlein— frente a la homosexualidad femenina —calificada de “inane” por el mismo personaje— se constituye en una amenaza mucho mayor para la sociedad patriarcal, que siente corroídos sus cimientos ante la aceptación o la normalización de esta conducta “oprobiosa”.
 
Nunca será suficiente repetirlo: no es la homosexualidad la enfermedad... la enfermedad es la homofobia.
 
Gina Parody, primera ministra de Educación (¡nada más ni nada menos que de Educación!) que se declara “gay” de manera abierta y valiente, tiene un enorme reto frente a la sociedad colombiana. El presidente Santos, también con valentía y con un alto sentido de hombre de Estado moderno, nombró a esta funcionaria por sus calidades y créditos profesionales y no por su orientación sexual, aspecto absolutamente irrelevante y perteneciente a la esfera exclusiva e infranqueable de la vida privada.
 
¡Que el cruel sacrificio de Sergio Urrego no quede en la impunidad!
 
Este adolescente fue empujado al abismo por sus “educadores”, de manera deliberada y criminal, luego de estigmatizarlo y rotularlo: “anarco, gay, libertario”... Que este sacrificio no quede, sobre todo, en el vacío de la hipocresía, el limbo moral y el silencio cobarde de una sociedad que aún se tiene miedo sí misma.



Lino Estanza *
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: guajiro cubano Enviado: 04/10/2014 20:44
MANIFESTACIÓN POR MUERTE DE SERGIO URREGO
Justicia por la muerte de un joven gay por acoso homófobo
No hace mucho que redactábamos una noticia trágica donde las haya, Sergio Urrego, un joven gay colombiano que desde siempre había luchado por los derechos de las personas y que llevaba su homosexualidad libremente en su ciudad, se suicidaba tras sufrir un bestial acoso por parte del colegio en el que estudiaba.
  
Gimnasio Castillo Campestre es el nombre del colegio en el que estudiaba el joven chico que además, era bastante activo en su día a día y muy conocido por todos los demás. Todo iba bien en la vida de Sergio hasta que un buen día, un profesor encontró una fotografía del joven besándose con otro chico y desde entonces, saltó la polémica.
 
Sergio fue acusado de acoso hacia el otro chico sencillamente, por la fotografía que había encontrado el profesor. No obstante, nunca se confirmó que eso fuera una realidad y todo apuntaba a que ambos tenían una relación completamente consentida.
 
La familia de Sergio está destrozada pero en cambio, quieren vengar a su hijo y que al menos, se haga justicia algo que por el momento, no consideran que se haya dado con Sergio. La manifestación sucedió el pasado 12 de Septiembre y lo que se buscaba con ella es que se revise el caso y que se pueda poner una sentencia al colegio que en definitiva, terminó con la vida de su hijo. A continuación, queremos que puedan ver un vídeo grabado:


 


 
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