El guagüero  contra el Imperio
Maduro sigue copiando a sus mentores. 
 
Yo diria la pelea entre un gato y un león

 
                  René Gómez Manzano |   La Habana,  Cuba | 
 
Si por algo se ha  caracterizado el régimen que durante decenio y medio ha hecho su voluntad en  Venezuela, ha sido por imitar al de Cuba. Partiendo de la tendenciosa  interpretación que dan a los hechos los “socialistas del siglo XXI”, esa copia  se explica. Si el teniente coronel Hugo Chávez consideraba que la isla caribeña  es “un océano de felicidad”, entonces parece bastante natural que él y sus  seguidores hayan procurado calcar la labor de los  castristas.
  
Los cubanos, que hemos  sufrido las duras realidades por más de medio siglo, sabemos que toda esa  concepción se basa en una tergiversación descomunal. En realidad, las recetas de  los triunfadores de 1959 constituyen una guía segura hacia la involución y la  ruina. Así lo demuestran los hechos, pero al multitudinario ejército de asesores  provenientes de la Isla que ha invadido Venezuela, no le basta con haber hundido  a la Patria de Martí en el desastre actual. Ahora están empeñados en hacer lo  mismo con la de Bolívar.
 
Y a juzgar por las  noticias más recientes que nos llegan desde Caracas, el éxito está coronando los  esfuerzos que el ex guagüero Maduro y su equipo, mal aconsejados por los  cubanos, realizan en ese sentido. Las penurias y escaseces de todo tipo —¡hasta  de divisas!— se enseñorean de un país cuyo principal rubro exportable gozó  durante más de un decenio de precios fabulosos que le aportaron ¡sobre un billón  de dólares!
 
Siguiendo el ejemplo  sentado en su momento por Fidel Castro, el sucesor de Chávez intenta combatir la  irritación popular y el descenso de su popularidad utilizando medios nada  idóneos para ello. Huye hacia adelante y lanza todo género de acusaciones contra  los demócratas que se le oponen, a quienes tilda de “agentes del imperialismo  yanqui”.
 
Al igual que hacía el  teniente coronel de Barinas, Maduro no desaprovecha ocasión para denostar al  gobierno de Washington con el fin de fomentar el enemigo externo que necesita.  Con tal de agitar en ese sentido, el actual inquilino de Miraflores no vacila en  morder la mano que alimenta a su país. (No hay que olvidar que Estados Unidos es  —con mucho— el principal comprador del petróleo  venezolano.)
 
El más reciente capítulo  en esta desaforada ofensiva antiyanqui es el ultimátum que el régimen chavista  le ha dado al gran país del Norte para que éste, en un plazo de quince días,  reduzca el personal de su embajada en Caracas: ¡De 100 a 17!, que es el número  de los funcionarios que laboran en la representación diplomática del país  sudamericano en Washington. Esto fue comunicado al Encargado de Negocios  estadounidense durante un encuentro que la actual canciller venezolana tuvo la  desfachatez de calificar como “cordial y ameno”.
 
Este episodio constituye  una nueva imitación —con ribetes simiescos— del actuar de los mentores cubanos  de Maduro: No debemos olvidar que, al comenzar enero de 1961, Fidel Castro  también exigió la drástica reducción del número de los diplomáticos  norteamericanos acreditados en Cuba. La demanda constituyó el prólogo a la  ruptura de las relaciones entre ambos países, que dura hasta hoy, aunque ahora  se negocie el restablecimiento de éstas.
 
Delcy Rodriguez,  canciller venezolana
 
En aquella ocasión, el  reclamo del “Máximo Líder”, formulado el 2 de enero de 1961, recibió una  enérgica y rapidísima respuesta de la Casa Blanca: Al día siguiente se anunció  la decisión estadounidense de romper las relaciones con la Isla caribeña. Ya  sabemos que entonces corrían los últimos días de la Administración del general  Eisenhower; hoy es Barack Obama quien despacha en la famosa Oficina Oval  washingtoniana.
 
Por el momento, las  autoridades norteamericanas sólo han expresado, con gran comedimiento, que darán  su respuesta al gobierno venezolano “por vía diplomática después de la debida  consideración de su petición”. La portavoz del Departamento de Estado, Marie  Harf, no olvidó recalcar que disponen de una quincena para  hacerlo.
 
¿Qué debemos esperar  cuando se acerque el vencimiento del plazo? ¿Cabe suponer una respuesta  fulminante como la dada por Eisenhower? No parece probable. ¿Debemos esperar una  retaliación de los estadounidenses? ¿Que a su vez exijan que el límite de 17  funcionarios se aplique no sólo al personal de la Embajada en Washington, sino  al de todas las oficinas diplomáticas que Venezuela tiene en Estados Unidos  (incluyendo los ocho consulados)?
 
No será menester esperar  mucho tiempo para conocer el desenlace de este nuevo capítulo de la serie “El  guagüero contra el Imperio”.