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General: LA GUERRA FRÍA VUELVE AL CARIBE DE LA MANO DE RUSIA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2018 18:38
EN ANÁLISIS 
LA NO-CRISIS DE LOS MÍSILES DE 2018
Rusia anuncia la creación de una base militar en Venezuela. Venezuela pertenece a otro genero cinematográfico, el de esas películas de ladrones de bancos en las que el robo sale mal y se quedan adentro con rehenes. La policía los rodea, los aísla, les corta la luz y el teléfono, y los vecinos se acercan a la escena indignados, sobre todo cuando se les escapa una bala y matan a alguno de los rehenes.

EL CAUDILLO CASTRO,  JUNTO A KRUSHCHEV 
 LA GRERRA FRÍA -SÍ- VUELVE AL CARIBE    
POR HÉCTOR E. SCHAMIS
Fue del 16 al 29 de octubre de 1962. La inteligencia de Estados Unidos proporcionó evidencia fotográfica de misiles nucleares soviéticos en Cuba. Una crisis con todos los ingredientes de un verdadero thriller cinematográfico, fue lo más cercano que el mundo estuvo jamás a un apocalipsis nuclear. Miles de páginas se escribieron sobre la Crisis de los Misiles y se siguen escribiendo, y más de una docena de películas y documentales se filmaron.
 
Después de Bahía de Cochinos en abril de 1961, los misiles llegaron para proteger a Cuba de otra invasión, aunque también como parte de una ecuación más compleja. La creciente tensión en Berlín—el muro fue erigido en agosto de 1961—y el despliegue de misiles americanos en Turquía—a tiro de pedrada de la Unión Soviética—fueron el contexto. Iniciada en 1949, la Guerra Fría nunca había estado tan caliente.
 
Ni volvería a estarlo. Krushchev sacó un conejo de la galera. Retiró los misiles y a cambio de ello obtuvo el compromiso público de Kennedy de no volver a invadir Cuba. Mejor aún, consiguió que Estados Unidos removiera los misiles de Turquía, lo cual ocurrió en secreto. La hecatombe fue evitada.
 
Todos los protagonistas de aquella historia han muerto excepto Raúl Castro, quien ya entonces era parte de la elite gobernante. Tal vez se haya sentido repentinamente nostálgico de aquella crisis con mayúsculas. No como las de ahora, habrá pensado ese hijo dilecto de la Guerra Fría. Quizás se puso a mirar alguna de esas películas en Netflix y se inspiró, con lo cual seguramente haya sugerido a Maduro una puesta en escena similar, además convenciendo a Putin de ser parte del elenco.
 
Aparentemente con éxito, ya que eso fue lo que sucedió. Salvo por el hecho que fue una remake mediocre, sin producción ni actuaciones convincentes. Es que no fueron siquiera trece días, tan solo cuatro. El lunes aterrizaron en Caracas dos bombarderos Tu-160, aeronaves con autonomía de vuelo superior a 12,000 kilómetros y capacidad de cargar misiles nucleares. Viajaron sin escala desde Rusia, siendo seguidos durante una buena parte del viaje por cazas noruegos.
 
Una nota a pie de página es que la agresividad rusa en el Báltico es seria, tanto que en Suecia reintrodujeron el servicio militar y reactivaron bases navales previamente jubiladas. En el Caribe, sin embargo, dicha agresividad parece enfocarse más en el saqueo —apropiarse de activos controlados por la organización criminal que gobierna Venezuela— que en producir una guerra con Estados Unidos. Al menos no por defender a un paria como Maduro, por cierto.
 
Y así lo leyó el Secretario de Estado Pompeo, quien ni siquiera dignificó la operación como una amenaza creíble no obstante las ostentosas declaraciones de los jerarcas chavistas repletas de términos extraídos del viejo manual del castrismo. De hecho, el tweet de Pompeo se concentró en remarcar que tan solo se trataba de "dos gobiernos corruptos que despilfarran recursos públicos y aniquilan la libertad mientras sus pueblos sufren".
 
Pompeo tiene que haber tranquilizado a quienes se asustaron, entre los que me incluyo, confirmado por el hecho que el viernes los aviones ya habían partido de regreso a Rusia. Por lo tanto no fue una película de la crisis de 1962.
 
Ni mucho menos. Venezuela pertenece a otro genero cinematográfico, el de esas películas de ladrones de bancos en las que el robo sale mal y se quedan adentro con rehenes. La policía los rodea, los aísla, les corta la luz y el teléfono, y los vecinos se acercan a la escena indignados, sobre todo cuando se les escapa una bala y matan a alguno de los rehenes. La tensión provoca fisuras dentro de la banda, con divisiones y traiciones varias. El final se sabe de antemano pero igual uno se come las uñas.
 
Como en Tarde de Perros, un clásico con Al Pacino. Dos amateurs roban un banco y encuentran solo mil dólares en la caja fuerte, el transporte de caudales ya había pasado. La desesperación se apodera de los buenos y de los malos por igual. Un rehén sufren un ataque de asma, otro un shock diabético. Cada tanto los malhechores gritan consignas anti-bélicas, era la época de Vietnam, pero solo quieren el dinero que ya no está. Todo termina con uno de ellos muerto y el otro arrestado. Intentaban fugarse en un avión.
 
Esa es mejor metáfora del chavismo que la crisis de los misiles, con el colapso sanitario incluido. Los que aparentan ayudar ingresan al banco para llevarse algo, pero a esta altura también saben que solo quedan mil dólares. Es un show, los ladrones no tienen amigos. Son parias, tal cual el régimen de Maduro que convirtió a todo un país en su aguantadero.
 
Sabemos que la historia no terminará bien, pero el desenlace se prolonga. La espera se mide en hambre y enfermedad, en vidas terminadas antes de tiempo.
 
La Guerra Fría vuelve al Caribe: Rusia anuncia la creación de una base militar en Venezuela
El Gobierno de Rusia ha anunciado planes para establecer su primera base militar en el Caribe desde los tiempos de la Guerra Fría y de su predecesora, la URSS, luego de llegar a un acuerdo con Venezuela.
 
La agencia estatal rusa de noticias TASS informó que los expertos rusos habían seleccionado la isla de La Orchila, 125 millas al noreste de Caracas, como una posible base militar desde hace diez años.
 
Según los enviados militares, las autoridades rusas han tomado una decisión (y el presidente venezolano Nicolas Maduro no se opuso) a desplegar aviones estratégicos en una de las islas de Venezuela en el Mar Caribe, que tiene una base naval y un campo de aviación militar.
 
Hace diez años, expertos rusos y comandantes de las Fuerzas Armadas habían visitado la isla de La Orchila, ubicada a 200 kilómetros al noreste de Caracas. Las leyes venezolanas prohíben el establecimiento de bases militares en el país, pero es posible un despliegue temporal de aviones de combate.
 
Según varias fuentes de las agencias de gestión militar rusas, el acuerdo ruso-venezolano sobre el vuelo de dos bombarderos estratégicos Tu-160 la pasada semana fue mutuamente beneficioso, ya que Caracas tuvo la oportunidad de exhibir su política militar independiente y los pilotos rusos realizaron no solo un simple vuelo de entrenamiento, sino además cubrir una distancia de más de 10.000 kilómetros sobre el Océano Atlántico, el Mar de Barents, el de Noruega y el Caribe.
 
"Estamos claramente ayudando al Gobierno venezolano a mantenerse a flote", dijo el Investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias de Rusia, Emil Dabagyan. "Dado que Rusia se beneficia de la exploración petrolera, quiere que el régimen venezolano permanezca en su lugar", agregó.
 
En cuanto a Caracas, los ejercicios militares conjuntos con Rusia y otras actividades de este tipo son muy importantes para ellos en este momento. Según el experto, las autoridades venezolanas "tratan de mostrar su determinación de proteger al país de la posible agresión de Estados Unidos, que ha calificado al régimen de Maduro como ilegítimo".
 
En la cola de la visita de los bombarderos estratégicos
Los cazabombarderos nucleares Tupolev TU-160 regresaron el viernes a Rusia tras realizar una visita de cinco días a Venezuela. Su retorno fue anunciado por la propia Casa Blanca de Donald Trump.
 
"Hemos hablado con representantes de Rusia y se nos ha informado que sus aviones militares que aterrizaron en Venezuela partirán el viernes y regresarán a Rusia", dijo el pasado miércoles la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un correo enviado a Reuters.
 
La impactante flotilla rusa aterrizó con cuatro aviones de guerra en primer lugar en el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, en la capital venezolana. Estaba compuesta por dos bombarderos nucleares Tupolev T-160, de última generación y los más grandes de su tipo, que fueron utilizados en la guerra de Siria, también conocidos como los cisnes blancos, con capacidad de transportar misiles cruceros en un radio de 5.500 kilómetros. Y los acompañaban un avión de carga AN-124 Ruslan y un avión de pasajeros Il-62 con 100 pilotos, ingenieros, mecánicos y técnicos.
 
Una vez cumplido el espectáculo mediático en Caracas como una demostración de fuerza del poderío ruso para amedrentar, un desafío a Washington y de paso un respaldo a Nicolás Maduro por el rechazo internacional que ha generado la toma de posesión de su segundo mandato el próximo 10 de enero, los rusos se dirigieron a la base militar Libertador en Palo Negro a cumplir con otra misión.
 
El analista Walter Martínez dijo en la estatal Venezolana de Televisión (VTV) que los bombarderos rusos, que llevan cuatro tripulantes, habían despegado desde la base Libertador, situada en Maracay, a dos horas de Caracas, recorrieron el mar Caribe, sobrevolando las islas venezolanas Las Aves y la Tortuga, y luego fueron al sur bordeando la costa de Brasil por el Atlántico para regresar finalmente a la base Libertador.
 
En los hangares de la base de Palo Negro, la principal base militar de la Fuerza Aérea Bolivariana, los Tupolev TU-160, descargaron 550 toneladas de armamento y material estratégico, según fuentes chavistas, que pidieron el anonimato. Lo que no se sabe es lo que se llevaron de vuelta a Moscú como parte del pago por su apoyo logístico a Maduro, consideró el diario ABC.
 
Maduro aprovechó la presencia de los aviones de guerra rusos para denunciar un supuesto complot por parte de Colombia, Brasil y Estados Unidos. "Me quieren asesinar", dijo.
 
Esta sería la conspiración número 50 que ha denunciado el mandatario durante su mandato de seis años. Sin embargo, la comunidad internacional ha descartado la posibilidad de una intervención militar contra el régimen y más bien ha decidido enfocarse en las presiones y sanciones contra los altos cargos chavistas.
 
El presidente colombiano, Iván Duque, ha expresado su preocupación por la presencia de los bombarderos rusos. "No es un buen gesto", le recriminó a su vecino. "No podemos dejarnos provocar, no podemos dejar que Venezuela empiece a usar este tipo de herramientas de provocación. El continente debe estar alerta. No es solamente un acto inamistoso contra Colombia, sino también para la región. Ese tipo de maniobras no son prudentes", comentó Duque.
 
Destructores de Irán
Es probable que el mandatario venezolano vuelva a sorprender dentro de poco con la llegada desde Irán de dos o tres naves destructoras furtivas de nueva generación que se esperaban una semana antes de que aterrizaron los aviones rusos.
 
El subcomandante de la Armada iraní, el contralmirante Touraj Hassani Moqaddam, ha indicado que la misión en Venezuela de estas naves —con capacidad de portar helicópteros, lanzar torpedos y derribar aviones— podría durar cinco meses.




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