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General: LA PRIMAVERA NEGRA EN CUBA, DIECISÉIS AÑOS DESPUÉS
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Réponse  Message 1 de 2 de ce thème 
De: SOY LIBRE  (message original) Envoyé: 20/03/2019 20:14
'HOY ES EL PRIMER DÍA DE LA PRIMAVERA 2019'
Decenas de opositores al régimen castristas fueron detenidos, y 75 de ellos, sometidos a procesos sumarísimos, condenados a privación de libertad con sanciones de entre seis y veintiocho años de cárcel. La existencia del castrismo está supeditada al aplauso y al silencio de los cubanos, y para mantenerlos es de esperar más encarcelamiento y hostigamiento.
 
 LA PRIMAVERA NEGRA DIECISÉIS AÑOS DESPUÉS
ALBERTO MÉNDEZ CASTELLÓ |  CUBANET
Una redada policial que cubrió prácticamente todo el territorio nacional, sólo superada por la ocurrida en abril de 1961 en ocasión del desembarco de la Brigada 2506 por Bahía de Cochinos, comenzó a desplegarse en Cuba a partir de la madrugada del 18 de marzo de 2003 y hasta las postrimerías de ese mes, dando lugar a lo que en el mundo se conoció como la Primavera Negra de Cuba.
 
Decenas de opositores al régimen castristas fueron detenidos, y 75 de ellos, sometidos a procesos sumarísimos, condenados a privación de libertad con sanciones de entre seis y veintiocho años de cárcel, llevando a Amnistía Internacional a declarar que, “los condenados eran presos de conciencia”, visto que las conductas de que se les acusaba eran “pacíficas y se insertaban dentro de los parámetros del ejercicio legítimo de las libertades fundamentales que garantizan las normas internacionales.”
 
Considerando Amnistía Internacional, además, que los cargos que se les imputaron a estas personas “tenían motivación política y eran desproporcionados a los presuntos delitos.”
 
Los condenados fueron 74 hombres y una mujer. A ella Fidel Castro la tildó de “una de las cabecillas contrarrevolucionarias más connotadas”. En su casa, el 24 de febrero de 2003, un grupo de opositores se reunió para conmemorar el 108 aniversario de la Guerra de Independencia.
 
Ese acto patrio, convocado por la oposición, donde también participó James Cason, a la sazón jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Fidel Castro lo tomó como un insulto, ordenando, personalmente, a “proceder contra los principales cabecillas porque estaban muy activos, entre ellos la señora Martha Beatriz Roque”, dijo.
 
Martha Beatriz, una economista, condenada a prisión en la Primavera Negra y más tarde con licencia extrapenal, se negó a salir de Cuba, desterrada, luego del Grupo de los 75 ser excarcelado como consecuencia de la repulsa nacional e internacional a que se vio sometido el castrismo, luego de esos encarcelamientos desproporcionados.
 
Pero ni a Martha Beatriz ni al resto de los opositores del Grupo de los 75 excarcelados que permanecen en Cuba, técnicamente, la licencia extrapenal los exime de la sanción principal impuesta ni de las accesorias, por lo que están privados de sus derechos, entre los que están el derecho al sufragio activo y pasivo. En un proceso eleccionario ellos no pueden elegir ni ser elegidos.
 
Hace dieciséis años, automóviles policiales frenaron, bruscamente y aparatosamente, o con el mayor sigilo, frente a las casas de los opositores de antemano condenados a prisión; en las casas de ellos se vaciaron gavetas, incautaron papeles, libros, viejas máquinas de escribir, y luego las familias vieron partir a sus seres queridos, custodiados por policías, hacia los calabozos.
 
Yo no era ni soy un “cabecilla contrarrevolucionario”, a decir del difunto Fidel Castro, sólo soy capitán de mí mismo, pero amenazándome por haber escrito la novela Bucaneros, el teniente coronel Abel Cervantes Palomino, en ese entonces jefe de procesos penales en Las Tunas, muy ufano me dijo: “Nosotros conseguimos la mayor sanción de los 75”.
 
Se refería a Luis Enrique Ferrer García, detenido en Puerto Padre, condenado a 28 años de prisión, luego de celebrarle algo así como un circo romano en la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas.
 
Y, en días así, no puedo sino llamar a Martha Beatriz para decirle: “Martha, la mujer tiene a su favor la femineidad y a la vez la fortaleza espiritual que le permite apreciar un suceso con la sutileza que muchas veces nos falta a los hombres, luego… ¿Cómo apreció usted los arrestos en 2003 y cómo aprecia las consecuencias de esas detenciones 16 años después?
 
“Mira, fue muy duro, porque además de sancionarnos como lo hicieron, también la emprendieron con la familia; llevaron a los presos de un extremo del país al otro; pero si el régimen pensó doblegar a la oposición el tiro le salió por la culata. En lugar de disminuir la oposición se incrementó, y dio lugar al surgimiento de las Damas de Blanco, que son el rostro visible de la oposición en el exilio, y en muchos lugares del mundo”.
 
Martha Beatriz, el mismo Fidel Castro admitió que en febrero y marzo de 2003 “ya estábamos peor que en los días anteriores a aquel 5 de agosto de 1994”, cuando cientos de cubanos protestaron en el malecón de La Habana, imputándole a ustedes la “idea de desatar una emigración masiva, que sería el argumento de una agresión al país” por parte de Estados Unidos.
 
“Emigraciones masivas en Cuba ha habido unas cuantas, pero los opositores nunca hemos tenido nada que ver con ellas.”
 
Según Roque Cabello, la única mujer del Grupo de los 75, los arrestos de la Primavera Negra de 2003 ocurrieron en un momento de “debilidad” del régimen, como el que vive “ahora”.
 
No es secreto, y menos para el régimen castrista, el creciente descontento de la población como resultado del progresivo desabastecimiento que hoy vive Cuba, insatisfacciones acrecentadas por el burocratismo desbordado de un régimen autoritario que, con tal de mantenerse en el poder, decreta hasta cómo deben ser las actuaciones teatrales y las exposiciones de pintura.
 
Cabe preguntarse: ¿Para acallar a los cubanos optará el castrismo en 2019 por encarcelamientos masivos como los de la Primavera Negra de 2003?
 
Por la repulsa internacional de aquella vez y la determinación de no pocos opositores de morir en huelga de hambre antes de cumplir sanciones injustas, grandes cosechas de presos no son de esperar.
 
Pero la existencia del castrismo está supeditada al aplauso, o, cuando menos, al silencio de los cubanos, y para mantener ese aplauso o ese silencio, habida cuenta que la experticia castrista no es la producción de alimentos ni de otros bienes sino la construcción de cárceles, sí es de esperar que no cese, como a lo largo de estos 60 años, el encarcelamiento y hostigamiento de cuantas personas los sabuesos castristas huelan oposición.
 
“En la vida de un pueblo, el momento crucial es aquel en que el pueblo deja que el poder vaya a parar a manos de criminales”, dijo Willy Brad. Y, mientras en Cuba exista castrismo, nadie que se oponga al régimen está seguro. La historia viene demostrándolo desde 1959 hasta el día de hoy.
ALBERTO MÉNDEZ CASTELLÓ, LAS TUNAS, CUBA, MARZO DE 2019
ACERCA DEL AUTOR
Alberto Méndez Castelló (Puerto Padre, Oriente, Cuba 1956) Licenciado en Derecho y en Ciencias penales, graduado de nivel superior en Dirección Operativa. Aunque oficial del Ministerio del Interior desde muy joven, incongruencias profesionales con su pensamiento ético le hicieron abandonar por decisión propia esa institución en 1989 para dedicarse a la agricultura, la literatura y el periodismo. Nominado al Premio de Novela “Plaza Mayor 2003” en San Juan Puerto Rico, y al Internacional de Cuentos “ Max Aub 2006” en Valencia, España. Su novela "Bucaneros" puede encontrarse en Amazon.

FELIZ PRIMAVERA PARA TODOS LOS QUE NOS VISITAN


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De: cubanet20 Envoyé: 22/03/2019 15:39
CASOS Y COSAS DE CASA CUBA
La Primavera Negra quedó en la historia y los resultados de todo ese largo período son mínimos, el operativo concluyó el 21 de marzo de 2003 con 79 personas arrestadas. Para el 2 abril se noticiaban las peticiones fiscales, que incluían hasta cadena perpetua por delitos contra la Seguridad del Estado.

PROPAGANDA DEL RÉGIMEN DE CUBA
Historia y estilo: Primavera Negra
Arnaldo M. Fernández | Cubaencuentro
El 18 de marzo de 2003, la Seguridad del Estado emprendió el operativo contra opositores pacíficos y periodistas independientes que daría pie a la llamada Causa de los 75 y otros procesos penales. Según Fidel Castro, la gota que colmó la copa fue “un taller de ética sobre supuestos periodistas cubanos. Ese día, 14 de marzo, me reúno yo como a las once de la noche preguntando por los detalles: ¿Qué pasó?, ¿Qué ocurrió ese día? Porque no se podía tolerar más”.
 
Medida activa
Sólo que ese taller había sido organizado por el agente MIGUEL del G-2, Manuel David Orrio, quien tupió a James Cason, jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana, para que prestara su residencia diplomática como sede del evento.
 
Hacia 2002, Orrio había cobijado ya varios grupos de periodistas independientes bajo el paraguas de la Comisión de Prensa de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil (APSC). Esta comisión orrienda borró la raya entre periodismo y activismo político, amén de servir a Castro en bandeja el pretexto definitivo para desatar la oleada represiva que pasó a la historia como Primavera Negra.
 
El operativo concluyó el 21 de marzo de 2003 con 79 personas arrestadas. Para el 2 abril se noticiaban las peticiones fiscales, que incluían hasta cadena perpetua por delitos contra la Seguridad del Estado. Estos delitos suponen una respuesta tan enérgica como inmediata, pero los acusados venían realizando los mismos actos desde mucho antes y nadie se había preocupado por enjuiciarlos.
 
Surrealismo acusatorio
Para pescar a disidentes pacíficos, activistas de derechos humanos y periodistas independientes, el Código Penal disponía y dispone de la tarraya de “Actos en detrimento de la independencia del Estado cubano o la integridad de su territorio [y] en interés de un Estado extranjero” (Artículo 91). Otra tarraya disponible es la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía (1999), que intriga por su principio de oportunidad (Disposición Final Primera): queda al arbitrio de la fiscalía usarla o no contra quienes incurren en conductas calificadas como delictivas por la ley misma.
 
Así, el surrealismo político del castrismo corriente aguantó que, en mayo de 2002, ciertos opositores gozaran de la protección de la Seguridad del Estado para reunirse con el expresidente americano visitante Jimmy Carter [en doble tanda de aquellos a favor y en contra del Proyecto Varela] y al año siguiente cayeran —salvo raras excepciones, como Oswaldo Payá y Elizardo Sánchez— en el jamo de la propia Seguridad del Estado.
 
Los acusados serían condenados por dar “informaciones manipuladas y falseadas con relación a la situación política, social y económica de Cuba, las que son de interés del Gobierno de los Estados Unidos para utilizarlas en actos hostiles”. Si en vez de información veraz estaban pasando mentiras a la Casa Blanca, lo mejor hubiera sido desmentirlos y poner en ridículo a Washington, pero Castro prefirió llevarlos a los tribunales, que repartieron penas de entre 28 y 6 años de cárcel.
 
El juicio de la Monada
Ante los tribunales se destaparon 12 agentes del G-2 infiltrados entre disidentes que venía expresando sin tapujos sus opiniones contra el Gobierno. Estos últimos distaron de convertirse de acusados en acusadores para sembrar liderazgo. Al contrario, quedó sembrada para siempre la sospecha de que otros muchos de la monada seguían y siguen andando por ahí. No en balde la dedicatoria del libro Los disidentes (Editora Política, 2003) reza: “A los héroes anónimos que, dentro y fuera de Cuba, vigilan (sic) en la sombra para que no nos falte nunca la luz”.
 
Los juicios de la Causa de los 75 confirmaron por enésima vez algo bien sabido: la represión política como rasgo esencial de la dictadura de partido único. Quizás la condena más ejemplar fueron los 27 años de prisión a Omar Rodríguez-Saludes por “las intenciones malsanas de [sus] tomas fotográficas [del] estado deprimente del lugar y de las personas tendentes a dar una imagen de la situación existente en Cuba”. Así, la realidad contrarrevolucionaria del país [ver la foto que ilustra este artículo] se retorció como delito contrarrevolucionario cometido por quien apenas atinó a mostrarla.
 
Casos y cosas de casa Cuba
En la rueda de prensa del 9 de abril, el canciller de la indignidad Felipe Pérez Roque declaró que “las actividades de Cason, jefe de la Sección de Intereses norteamericanos en Cuba, nos han obligado a aplicar nuestras leyes”. El 25 de abril, Castro remachó por televisión con que todo había sido “una conspiración urdida por el Gobierno [de EEUU] y la mafia terrorista de Miami”. Si hubo conspiración, se caía de la mata que Cason iba a ser expulsado.
 
Castro anunció que tomaría “toda la calma necesaria para decidir la conducta a seguir con este extraño funcionario”. Al parecer se engolfó en ejercicios de paciencia tibetana. Cason no fue declarado persona non grata, algo que pudo hacerse nada más que por oírlo cantar en guaraní, pero que ni siquiera se hizo como represalia de cajón contra la expulsión de 14 diplomáticos cubanos en USA a mediados de mayo de 2003.
 
En el ínterin, tres autores del secuestro incruento de la lancha Baraguá en la bahía habanera fueron fusilados en contra de la propia ley cubana. Y esposas, madres o hermanas de los reos de la Causa de los 75, vestidas de blanco, caminaban ya en silencio por Quinta Avenida luego de asistir a misa en la iglesia de Santa Rita.
 
Epitafios
La única mujer que cayó en aquella redada escribió el año pasado este epitafio interno: “La ‘Primavera Negra’ quedó en la historia [y] los resultados de todo este largo período son mínimos, en particular con respecto a la incorporación del pueblo a la lucha por la libertad”.
 
La Unión Europea (UE) había plasmado antes el epitafio externo de abandonar definitivamente la Posición Común (1996) y adoptar, el 12 de diciembre de 2016, la Re-Posición Común denominada Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación. Este último contradice la cláusula del Tratado de Lisboa (2007) sobre la acción de la UE en la escena internacional: “Se basará en los principios que han inspirado su creación, desarrollo y ampliación y que pretende fomentar en el resto del mundo: la democracia, el Estado de Derecho, la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales… (Artículo 21).
 
Coda
Aquella primavera negra no dio paso a un verano caliente, sino al otoño de los embullos y al frío invierno del desespero, quizás porque ni el pueblo de Cuba parece inclinado a la libertad ni la UE se traga que veinte años no son nada. Al parecer, como anotó Martí, toda tensión prolongada es falsa.
 
FUENTE: CUBAENCUENTRO
 


 
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