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General: Mercedes De Acosta, mucho más que ‘la amante cubana de Garbo’
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De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 19/06/2019 14:49
Mercedes de Acosta, “aquella furiosa lesbiana”
La escritora hispana fue una de las mujeres más indómitas de la sociedad neoyorquina del siglo XX. Un libro recupera su voz poética. “Vivió con gran intensidad ‘su moda’, ya que se disfrazaba a veces con capas y sombreros tricornios, usaba con frecuencia pantalones masculinos y se maquillaba a la manera de las actrices del expresionismo alemán”

Mercedes De Acosta, mucho más que ‘la amante cubana de Garbo’
POR SARAH MORENO | ELSA FERNÁNDEZ
La han llamado “la amante cubana de Greta Garbo”, pero Mercedes de Acosta (1892-1968) merece más reconocimiento que aquel que el tiempo le ha dado por su larga lista de amantes famosas.
 
Esta escritora, que no era cubana sino neoyorquina de ascendencia española, fue una fuerza fundamental en la escena cultural de Nueva York en las primeras décadas del siglo 20.
 
El vínculo con Cuba viene por vía de su padre, Ricardo de Acosta, un criollo que simpatizaba con los independentistas, y que por ello tuvo que salir huyendo de la isla dejando todo atrás. Tenía tanta suerte para los negocios, que a su llegada a Nueva York, Ricardo volvió a triunfar y así los De Costa entraron a formar parte de las familias acomodadas que vivían en los alrededores de la Quinta Avenida y que frecuentaban a millonarios como los Vanderbilt y los Astor.
 
Autora de varios poemarios y una docena de obras de teatro, en algunos casos con éxito porque su Jacob Slovak (1923), una pieza que criticaba el antisemitismo, fue representada en Broadway y en Londres, De Acosta cautivó además por su atuendo masculino, su entretenida conversación y su talento para sostener amistades con celebridades y artistas.
 
“Vivió con gran intensidad ‘su moda’, ya que se disfrazaba a veces con capas y sombreros tricornios, usaba con frecuencia pantalones masculinos y se maquillaba a la manera de las actrices del expresionismo alemán”, señaló la escritora y profesora Carlota Caulfield, quien, junto al poeta, editor y académico Jesús Barquet, se encargó de la selección y traducción de los poemas de De Acosta incluidos en el volumen Imposeída, publicado a finales del 2018 por la editorial madrileña Torremozas.
 
De Acosta creó su propio estilo y, de cierta forma, fue una “street performer” en su exhibición de lo diferente, apuntó Caulfield, coincidiendo con Barquet en que las relaciones amorosas de De Acosta con figuras famosas del cine opacaron su obra literaria.
 
“En su momento y ahora, esas intimidades eróticas y afectivas de Mercedes de Acosta llaman mucho más la atención que su obra literaria. Si ella fuera culpable de esto, su supuesta culpa no iría más allá de querer vivir libre y apasionadamente su vida. El problema es que las figuras femeninas de renombre con quienes se vinculó solían ser blanco de la prensa amarillista”, precisó Barquet.
 
En su autobiografía Here Lies the Heart (1960), repleta de personalidades de la política, las artes y líderes espirituales que admiró, De Acosta cuenta sus encuentros con Eleonora Duse, Isadora Duncan, Joaquín Sorolla, Picasso, Stravinsky y Kahlil Gibran, por citar algunos nombres clave del siglo 20 que le dejaron huella.
 
Pero fue el encuentro con Garbo en 1931, cuando De Acosta se mudó a Hollywood para trabajar como guionista, el que marcó no solo su vida, sino la manera en que la posteridad la recordaría.
 
En los años fundamentales de su romance, De Acosta y Garbo vivían una junto a la otra en el vecindario de Brentwood, en Los Angeles, y solían escaparse a la Sierra Nevada a los parajes solitarios que ambas disfrutaban.
 
La relación intermitente entre la actriz sueca y la escritora neoyorquina, que duró hasta finales de la década del 1940, quedó documentada en la correspondencia que intercambiaron con regularidad.
 
De Acosta, enferma y sin dinero en la última etapa de su vida, vendió las cartas al museo y biblioteca Rosenbach, en Filadelfia, con la condición de que no se abrieran hasta 10 años después de la muerte de Garbo.
 
Las misivas, que se dieron a conocer en el 2000, muestran a Garbo parca en sus afectos, aunque solía llamar a Mercedes “mi querido chico” o “blanco y negro”, porque estos eran los colores que prefería la escritora para vestir.
 
Al publicarse Here Lies the Heart, Garbo se molestó con De Acosta, y desde entonces no tuvieron más contactos. Algunos dicen, sin embargo, haber visto a una mujer que buscaba ocultar su identidad entre los asistentes al entierro de De Acosta en el Trinity Cemetery de Washington Heights, en mayo de 1968.
 
UN MERECIDO RESCATE
Además de la relación con Garbo, los amores de De Acosta con otras famosas como Alla Nazimova, Eva Le Gallienne y Marlene Dietrich, y sobre todo, la libertad al manifestar su sexualidad en tiempos en que era tabú hacerlo, interesaron a la academia estadounidense, que comenzó a incluir a la escritora en los estudios de género y sobre la moda.
 
La recuperación de su figura literaria se afianzó con los libros del crítico Robert Schanke, Women in Turmoil. Six Plays (2008) y That Furious Lesbian. The Story of Mercedes de Acosta (2003), que habla también de su vida, e incluye su papelería inédita, especificó Barquet.
 
Pero estos libros se circunscriben al ámbito anglo de la cultura estadounidense, mientras que los estudios sobre literatura hispana en Estados Unidos usualmente no incluían a De Acosta ni daban cuenta de su existencia, señaló Barquet.
 
De Acosta, la menor de ocho hijos de una familia española, fue criada dentro de la religión católica y las tradiciones hispanas, lo que marcó de manera significativa su personalidad.
 
“Desde el inicio nuestro proyecto se limitaba a compilar y traducir su poesía, pero nos sentimos tentados a incluir una traducción del primer capítulo de sus memorias Here Lies the Heart, pues no esperábamos hallar en estas evocaciones de su infancia y adolescencia, la presencia de tópicos que serían después relevantes en la producción literaria hispana de Estados Unidos, tales como la tensión entre dos mundos [el hispano y el anglo], la pertenencia o no a estos, la diferencia creada por la etnicidad y el cuestionamiento del binario tradicional [masculino y femenino] de género”, contó Barquet.
 
Aunque este capítulo no llegó a incluirse en Imposeída, es fundamental para entender la identidad de la escritora, que divide su lealtad entre la crianza y el legado que recibe de sus padres y su país de nacimiento, por lo que Barquet lo deja como una cuenta pendiente para futuros estudiosos de su obra.
 
Cuenta también De Acosta que hasta los 7 años pensaba que era un varón, y que sus padres le permitían vestir como tal. Posteriormente, las expectativas de la madre de Mercedes, que esperaba de ella que se convirtiera en una esposa convencional, entraron en contradicción con los deseos de la escritora.
 
De Acosta, como era usual en muchos casos de la época, estuvo casada durante varios años con el artista Abram Poole, sin abandonar sus relaciones homoeróticas paralelas.
 
Para Caulfield es importante la visión de la gran ciudad que De Acosta ofrece en su poemario Streets and Shadows (Calles y sombras), de 1922, fundamental en la bibliografía poética sobre Nueva York
 
“De Acosta no sólo observa y describe con gran atención el dinamismo y modernidad de la urbe neoyorquina, sino que en ellos cuestiona con gran acierto temas tan relevantes como la inmigración de la época y la soledad del individuo”, dice.
 
Sin embargo, son esos poemas más intimistas que describen su fortaleza y su negativa a dejarse someter, como Imposeída, que da título al libro, los que mantienen el misterio sobre una mujer que vivió y amó a su aire, y que también, como señala Caulfield, abandonó su obra por sus relaciones homoafectivas.
 
Con excepción de su autobiografía, que vio la luz en 1960, De Acosta no publicó más poemas después de 1929, porque “el mundo ya tenía suficientes poetas menores”.
 
Es ahí cuando su visibilidad literaria desaparece y se convierte en la amante ‘cubana’ de la Garbo, la mujer que tantas veces había pedido que la dejaran sola.
 
Como justicia poética, Garbo y De Acosta están más unidas que nunca en la internet. Un click en el nombre de la actriz de Grand Hotel y Ninotchka y acto seguido aparece el rostro de la Garbo junto al de la escritora avant-garde del tricornio y la capa.
 
Nacida en Nueva York en la última década del siglo XIX y fallecida a los 75 años en 1968, Mercedes de Acosta se hizo célebre en vida por su excéntrico ropero masculino (le gustaba llevar capa, pantalones y zapatos de punta y hebilla al estilo de los padres peregrinos), y por su estelar vida amorosa. Isadora Duncan, Marlene Dietrich, Pola Negri, Tallulah Bankhead y, sobre todo, Greta Garbo —con quien estableció una sonada y tóxica relación— figuraron en su nómina afectiva. Pero De Acosta fue algo más que una socialité sexualmente voraz y transgresora, también fue dramaturga, guionista de cine, ensayista, novelista y poetisa. Bajo el título Imposeída, la editorial Torremozas reúne una antología en edición bilingüe de sus tres poemarios, Moods (Mudanzas, 1919), Archways of Life (Arcos de la vida, 1921) y Streets and Shadows (Calles y sombras, 1922). La compilación de 55 poemas pretende restituir, más allá de su ruidosa biografía, la obra de esta hispana de Estados Unidos que "abrazó la modernidad urbana".
 
"Siempre estamos a la búsqueda de autoras interesantes que no son conocidas en España, nos parece fundamental acercar sus voces y conseguir que se las lea", asegura Marta Porpetta, editora de Torremozas. "Cuando conocimos a Mercedes de Acosta nos pareció una mujer fascinante y creímos imprescindible dar a conocer sus poemas, que habían quedado a la sombra de su célebre biografía", añade.
 
Jesús J. Barquet y Carlota Caulfield, encargados de la edición y de la traducción junto a Joaquín Badajoz, admiten que la propia Mercedes de Acosta contribuyó a alimentar su leyenda amorosa en detrimento de su obra. En los años sesenta, impelida por sus apuros económicos, publicó sus memorias, Here Lies the Heart (Aquí yace el corazón) que, según Barquet, "complican" aún más el relato de su vida. "Su relación con Greta Garbo catapultó su perfil público y el interés del periodismo farandulero", explica. El historiador del teatro Robert A. Schanke publicó en 2003 una biografía titulada Aquella furiosa lesbiana —en alusión a cómo la llamaba Cecil Beaton, fotógrafo, escenógrafo y rival por el corazón la Garbo—. En ella desentrañaba con material inédito la verdad detrás de la mujer que Tallulah Bankhead apodó "la condesa Drácula" y a la que Truman Capote se refería como "la mejor carta" en su juego de mesa de camas y famosos The International Daisy Chain. De Acosta era todo un personaje de Broadway y de la noche neoyorquina, ciudad cuyas contradicciones están presentes en sus poemarios. Su obra de teatro más destacada, Jacob Slovak (1923), abordaba el antisemitismo de una pequeña localidad de Nueva Inglaterra. En otros poemas, refleja su lucha por la aceptación personal: bajo la arrogancia que le daba su posición social y su fuerte personalidad se escondía la melancolía de saberse un bicho raro. De origen cubano, su abuelo paterno fue un español que se estableció en la provincia de Matanzas, y su familia materna estaba entroncada con la nobleza española. "A mi tierra / Tierra de España. Tierra triste y trágica. / Lugar de corazones cálidos, cabellos y ojos oscuros", escribe.
 
Mercedes era la hija menor de ocho hermanos. Su madre, Micaela Hernández de Alba y de Alba, quería un varón y no solo trató a la pequeña como a un chico sino que la llamó durante sus primeros años Mercedes Rafael, quien hasta los 7 años se creyó niño. La fascinación por su excéntrica y aristocrática madre marcó toda su vida. Como recuerda el prólogo del libro, su prematuro "alejamiento de las convenciones femeninas" le hizo proclamar desde muy joven la ambigüedad de su identidad sexual: "¿Quién de nosotros pertenece a un solo sexo? Yo, a veces, me siento andrógina", afirmaba.
 
"Se atrevió a vivir su vida poniendo en solfa innumerables convenciones sociales", cuenta Barquet. Latina y feminista —"en 1919 era ya una inquieta activista en los movimientos por los derechos de la mujer y, entre ellos, el derecho al voto", se lee en el libro— pese a la seguridad que exhibía en público, fue una mujer acosada por la desazón. A pesar de ser abiertamente lesbiana, entre 1920 y 1935 estuvo casada con el pintor Abram Poole, también homosexual. El temor a ser "insaciable" surge en algunos de sus poemas más existenciales. "Creo que todo estado de insaciabilidad por cualquier motivo —y ella confiesa tenerlo— puede ser, en sí mismo, una forma de autotortura", sostiene Barquet, que achaca a su relación con Garbo los altibajos emocionales de la poetisa. "Mercedes pierde el control de su vida y se hace extremadamente dependiente de una Garbo caprichosa y con, al parecer, otra agenda de vida en la que Mercedes no era la prioridad. En mi opinión su relación con la Garbo puso al descubierto otra forma de flagelación en ella que tal vez ya existía antes sin que le fuera entonces tan perjudicial, y que podríamos calificar de obsesión por figurar, lo cual es también un tema contemporáneo a ser analizado".
 
Cuando la escritora falleció, Cecil Beaton, otro personaje fascinante pero acosado por sus complejos de clase y viperino sin remedio, escribió: "No siento pena por la muerte de Mercedes de Acosta. Mi única pena es que haya vivido insatisfecha. En su juventud hacía gala de gusto y originalidad. Era una de las más rebeldes y descaradas lesbianas que conocí. Es un alivio que su largo hundimiento en la infelicidad haya llegado al fin".
 
SARAH MORENO & ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS - 2019     
FUENTE:


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