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General: La Prostitución masculina en Grecia y Roma
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 17/08/2019 12:38
ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DEL SEXO
En la Antigua Grecia, la orientación sexual tomó un papel secundario en la concepción de hombres y mujeres, alejándose de los cánones heterosexuales y experimentó una liberación sin parangón en la historia de la humanidad. Las personas no se definían por sus preferencias sexuales, pues la norma social en turno obviaba a la práctica del sexo como un acto natural que no definía las reglas de pertenencia a una polis o la aceptación del resto.

 La Prostitución masculina en Grecia y Roma
Uno de los temas que más hemos tratado es el de la prostitución, un campo de estudio que nos acerca a uno de las facetas más carnales de la sexualidad humana y que más atención ha despertado en la historiografía tradicionalmente. Con todo ello, podemos afirmar sin ningún tipo de rubor que este es un blog muy pornográfico, es decir, es un "tratado acerca de la prostitución", ya que si nos atenemos a su significado etimológico; "porne", significa prostituta, y "grapho", escribir. En esta entrada nos acercaremos al mundo de la prostitución masculina en el mundo clásico...
 
La prostitución masculina en la Grecia Clásica
"Tan pronto como dejó sus años mozos detrás de él, se fue al Pireo, a los baños de Eutídico, con el pretexto de aprender su oficio, pero en realidad con intención de venderse, como la experiencia ha demostrado” - Esquines
 
Contamos con dos fuentes principales para el estudio de la homosexualidad, la pederastia y la prostitución en la Grecia clásica, el proceso de "Esquines contra Timarco" (descargar aquí), donde se distingue entre prostituto y chico mantenido. y "El banquete"(descargar aquí) aun diálogo de Platón que versa sobre el amor.
 
En Atenas existieron dos tipos de prostitución masculina: porneía y hetaíresis, dependiendo si el prostituto estaba inscrito en el registro de oficios. La ley toleraba la prostitución masculina, pero cualquiera que ejerciese esta profesión tenía restringido sus derechos como ciudadano, además los padres de los prostitutos podían repudiarlos y desheredarlos legalmente. Nos han llegado dos términos para referirse a los prostitutos:
 
- El puto o pórnos era el hombre que se prestaba a actos sexuales a cambio de dinero, la mayoría eran esclavos procedentes de la guerra y estaban obligados a pagar impuestos por ejercer.

- Hetairikós, su significado parace estar más cerca de lo que sería una especie de amante (hetairesis), un prostituto que era mantenido durante cierto tiempo por algún ciudadano acomodado, a cambio de su exclusividad en cuanto a sus relaciones.
 
La prostitución masculina estaba tan arraigada en la sociedad griega que incluso nos ha dejado algún prostituto célebre como es el caso de Fedón de Elis, que tras ser reducido a la esclavitud tras la conquista de su ciudad, trabaja en un prostíbulo hasta que Sócrates se compadece de él y lo rescata, convirtiéndose en uno de sus discípulos más destacados, dando después nombre a la obra de Platón que versa sobre las últimas horas de vida de Sócrates (Fedón o sobre el alma, de Platón)
 
Hay que aclarar que la pederastia educativa no está considerada como prostitución, aunque dentro de ésta, como bien se refleja en las cerámicas rojas, el adulto (erastés) ofrecía regalos a su joven efebo (erómenos), por lo que la línea que separa prostitución y pederastia institucional no estaba muy clara.
 
En Pluto (vv 150-159) de Aristófanes, vemos reflejada esta delgada línea, a través de la conversación de Carión y Crémilo, donde establecen una mordaz diálogo sobre los jovencitos que se apartan del noble amor dentro de estas relaciones pederásticas, distinguiendo entre los pornoi, los putos, que cobran dinero por sus favores, y los "virtuosos", los de buena familia, que reciben lujosos regalos pero dentro de esta pederastia educativa.
 
[Crémilo] Y de las heteras corintias dicen que, / cuando las pretende un pobre,/ ni lo miran; pero si es un rico, / enseguida a éste le ponen el culo. / [Carión] También de los muchachos dicen que hacen esto mismo, / no por los amantes, sino por dinero. /  [Crémilo] No los buenos, sino los putos; pues/ no piden dinero los buenos. [Carión] ¿Y qué piden? / [Crémilo] Uno un buen caballo, otro, perras de caza.
 
Por este mismo motivo, la legislación buscó regular esta situación, con la figura de un funcionario que vigilase la conducta de los jóvenes en gimnasios y escuelas. La ley, en caso de encontrar a un menor prostituyéndose, contemplaba castigos tanto para el padre del jóven como para el proxoneta, quedando el jóven libre de toda pena.
 
Incluso el gran legislador Solón reguló sobre estos asuntos, prohibiendo ejercer la prostitución a los ciudadanos, sólo estando permitida a los esclavos; “porque el que vende su cuerpo por dinero igualmente puede vender los intereses de la comunidad”; justo al revés de la pederastia que estaba permitida a los ciudadanos pero prohibida a los esclavos.
 
En todo caso la ley sobre la prostitución masculina era muy clara, y castigaba muy duramente a los ciudadanos que la ejerciesen, daba lo mismo su condición social, riqueza o cultura, la pérdida de todos sus derechos cívicos era inmediata, e incluso sobre el prostituto podía recaer la pena máxima.
 
"no podrá ser uno de los nueve arcontes, ni cubrir ningún sacerdocio, ni ejercer las funciones de abogado público, ni ninguna magistratura, ni ciudadana ni fuera de la ciudad, ni electiva ni sorteada. No podrá ser enviado como heraldo, ni exponer su opinión, ni participar en los sacrificios públicos, ni llevar públicamente la corona, ni entrar en el recinto purificado del ágora. Si hiciese alguna de estas cosas después de haber sido considerado culpable de hetairesis, será castigado con la muerte”.
 
En las grandes ciudades portuarias, como Atenas o Corinto, existirían burdeles masculinos. Los de peor fama situados en los barrios portuarios y los destinados a satisfacer a las clases más adineradas se situarían en lugares más discretos y apartados, existiendo, como en el caso de la prostitución femenina, el alquiler de prostitutos por un período de tiempo. Esquiles también alude a prostitutos que ejercen su comercio esperando a los clientes dentro o delante de sus casas o en habitáculos alquilados.
 
Recientes investigaciones también han sugerido que se utilizasen partes de las viviendas privadas como bares o burdeles, lo que resolvería la incógnita de la escasez de restos arqueológicos relacionados con la prostitución, ya que estos burdeles o tabernas son repetidamente mencionadas en la literatura clásica.
 
Todo esto nos indica, que los gustos por los jóvenes efebos se extendía a toda la sociedad griega, no sólo era una práctica exclusiva de las élites sociales, sino que la existencia de una prostitución masculina a gran escala, con prostíbulos adaptados a todos los precios, nos hablaría que los estratos más humildes de la sociedad también tenían acceso a este tipo de relaciones homoeróticas.
 
Según las fuentes antiguas las tarifas de los prostitutos podían ser muy variables, desde testimonios que nos hablan de sumas miserables, Ateneo menciona a un prostituto que se vendía por tan sólo un óbolo (sexta parte de un dracma); pasando por otros autores que nos ofrecen sumas más generosas, así Estratón de Sardes (Antología Palatina, XII, 239), nos habla de un pago de cinco dracmas; incluso se documenta las ganancias de toda una vida dedicada a la prostitución de un tal Melanopos, que alcanzó la cifra de 3000 dracmas, según nos relata en una de las famosas cartas de Esquines (VII, 3).
 
Apuntar que estudios modernos, derivados de la obra de Jenofonte, han establecido que con medio dracma al día una familia pobre podía vivir holgadamente en el 335 a.C, siendo el sueldo medio de un trabajador entre uno y dos dracmas diarios.
Como buen reflejo del machismo de la sociedad imperante, vemos como la gran mayoría de los prostitutos trabajaban para satisfacer a una clientela de hombres adultos. Aunque la existencia de gigolós también está atestiguada desde época clásica, ya que en Pluto de Aristófenes, vemos como un jóven mantenía una relación con una vieja, obligado por la pobreza a mimarla, a cambio de dinero comida y vestidos.
 
Por otro lado, como pasará posteriormente en la sociedad romana, aunque las relaciones homoeróticas sean aceptadas, las hombres afeminados eran motivo de burla habitual “es más fácil esconder a cinco elefantes en el sobaco que a un solo pathikós”, así en casi todas las comedias clásicas podemos encontrar insultos más o menos groseros a personajes de carácter afeminado como "euryproktós", traducido como culianchos.
 
Por último, añadir que también se ha especulado con la existencia de una prostitución sagrada masculina, en la antigua ciudad de Sición, relacionada con el mito de Prosimno*, ya que existen diversos testimonios sobre festividades relacionadas con él, como el que nos aporta Clemente de Alejandría (Protréptico 2.34.2-4), en el siglo II d.C., que nos habla de la existencia de este mito "Sin embargo, ya son una vergüenza mundial los certámenes y los falos, que se realizan en honor de Dioniso, porque se han extendido de mala manera a toda la vida", lo que nos da una idea de la importancia que tuvo el falo en el culto a Dionisos.
 
*Prosimno es un personaje de la mitología griega clásica relacionado con Dioniso. Cuando Dioniso quiso bajar al Hades a buscar a su madre Sémele preguntó a Prósimno, o Polimno, pues no sabía el camino, al cual lo encontró a orillas del lago Alcianio. Accedió a darle a conocer la vía de acceso al Hades siempre que le otorgase sus favores sexuales a modo de mujer. Dioniso aceptó en ello para su regreso, encontrando así la entrada cerca del lago de Lerna; sin embargo, cuando volvió del Inframundo Prósimno ya había muerto. Así, el dios cogió una rama con forma de falo y mantuvo relaciones con ella, mediante este bastón que plantó en su tumba.
 
También se han documentado casos de travestismo por motivos religiosos, en las fiestas a la diosa Cotia de Atenas, diosa de la sensualidad, donde los hombres bailaban vestidos de mujer,
 
La prostitución masculina en la Antigua Roma
En Roma, como no, también existió la prostitución masculina, lógicamente en una proporción bastante inferior a la femenina, aunque supuso una dura competencia para las meretrices.  Aunque la principal diferencia entre la prostitución masculina y femenina radicaba en la condición económica de estos trabajadores del placer. En el caso de las mujeres solían ser de clase baja o esclavas, que sobrevivían a duras penas vendiendo su cuerpo, en cambio, los prostitutos se vendían por precios más elevados, lo que les permitía una vida algo más cómoda, al menos sus años de juventud y lozanía.
 
En cuanto a legislación sobre prostitución masculina tenemos pocos testimonios, uno de los más antiguos se trata de la lex Scantinia de 226 a.C., no se conoce en profundidad pero si que es mencionada varias veces por los legisladores de la época y al parecer castigaba la pederastia, así como la homosexualidad pasiva de los ciudadanos libres. Pero ante la ineficaz de las leyes se optó por la vía más pragmática y beneficiosa para el Estado romano, gravar su actividad como si de cualquier otro trabajo se tratase, por lo que los prostitutos tuvieron que pagar sus impuestos para poder ejercer legalmente.
 
Se siguieron promulgando leyes para salvarguardar la moral y la decencia pública, los intentos de prohibición fueron escasos, y los que hubo, fueron de cara más a la galería que intentos reales, así tenemos noticias que Alejandro Severo (222 d.C.) trató de eliminar la imagen licenciosa que había impuesto su antecesor, expulsando a quienes ejercieran la prostitución. Sólo con la instauración del cristianismo se empezó a perseguir oficialmente todo tipo de prácticas homosexuales, aunque aún gran parte de la sociedad civil las aceptase con normalidad.
 
Destacar, nuevamente, los grafitos pompeyanos que vuelven a ser una fuente de información de primera mano para conocer esta realidad. Gracias a ellos, conocemos los casos de Menander que ofrecían sus servicios por dos ases de bronce, y Félix que la chupaba por tan sólo un as. Otros son de carácter más irónico "El que ha ido a visitar a un bujarrón, ¿qué piensas que habrá cenado?". También nos muestran la visión que se tenía de homosexuales pasivos, a los que se les califica con los insultos más infamantes. También en Pompeya se ha encontrado una inscripción en la panza de un cántaro, donde antes de cocerlo, escribieron: “Quienquiera que hace el amor con chicos y chicas sin límite ni medida no administra bien su dinero”.
 
La mayor parte de esta prostitución estaba orientada hacía un público masculino y como en el caso de las prostitutas, cuanto más exótico fuese su origen, mucho mejor, por lo que egipcios y orientales eran los más solicitados. La prostitución masculina se ejercia en termas, baños públicos, en el circo y sobretodo en tabernas y prostíbulos mixtos, aunque también se ha especulado con la existencia de prostíbulos donde sólo se ofrecían hombres.
 
También habría sectores para la prostitución masculina, conocidos con el nombre de “statio cunnulingiorum”, que eran calles donde los prostitutos se ofrecían para practicar sexo oral a sus clientes, recordar que la práctica de la fellatio era considerada la más ultrajante que un hombre podía realizar, sobre todo, si se le realizaba a una mujer (cunnum lingere).
 
La abundancia de personajes afeminados, travestis y prostitutos en las comedias clásicas más subidas de tono, nos hace creer que, en ciertas épocas, tuvo que ser algo común ver paseando por las calles de Roma o ejerciendo su profesión, sin ningún rubor, a todo este elenco de personajes. El caso más conocido de travestismo es el del jóven emperador Heliogábalo, que escandalizó a la sociedad romana, casándose públicamente dos veces vestido de mujer.
 
En Roma, a diferencia de la Grecia clásica, la mujer alcanzó un mayor grado de libertad, sobre todo a partir de finales de la república, este hecho se vió reflejado en el mundo de la prostitución, donde los servicios de los gigolós fueron muy reclamados. Las mujeres más pudientas se disputaban los servicios de aurigas y gladiadores famosos que cobraban enormes sumas por sus servicios.
 
Aunque no todo era prostitución de alto standing, Marcial nos ofrece varios ejemplos de gigolós que se vendían a mujer maduras o con escasos encantos a cambios de diversas prebendas:
“Cuando te da, Filis, por sobar mi picha morcillona con tu vieja mano, es como si me estrangularas, Filis, con el dedo gordo. Y cuando me llamas ratoncito mío, ojos míos, no me repongo en diez horas. Si me quieres excitar no hace falta que recurras a la mano, basta con que me digas “te voy a dar cien mil sestercios y una finca en Setio. Te voy a dar casa, vino, esclavos, vajillas de oro, banquetes”.
 
Incluso de homosexuales que a causa de sus penurias económicas se ven obligados a servir de gigolós:
“Antiguamente eras rico, Caridemo, pero entonces eras marica y durante muchos años no jodiste a mujer alguna. Ahora andas detrás de las viejas.  ¡Hay que ver a dónde puede llevar la necesidad, hasta convertirte en follador”

Por último, recordar la importancia de este oficio en el mundo que hasta el calendario romano tuvo uan fiesta dedicada a la prostitución masculina, eran los Fastos de Preneste, y se celebraban el 25 de abril, un día después de la fiesta oficial de las cortesanas.
 
Detalle de la Copa Warren, lado A.


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