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General: SER GAY EN EL MUNDO ISLÁMICO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanodelmundo  (Mensaje original) Enviado: 15/01/2020 17:49
LGTB MUNDO ISLÁMICO
Todavía existen 13 países que aplican la pena de muerte a personas que manifiestan conductas homosexuales, todos musulmanes, como Irán, Arabia Saudi, Yemen, Nigeria o Somalia. El acto sexual homosexual se practica sin besos ni signos de amor. Es una cópula que, desde nuestra visión podríamos decir que está más cerca del instinto animal que del deseo humano.

 SER GAY EN EL MUNDO ISLÁMICO
          Hablar de la sexualidad en términos generales es hablar de movimiento, energía, vitalidad. Se trata de una necesidad: como dormir, comer, respirar, alimentarse, entre otras. En las culturas orientales, como la japonesa, china e hindú, el sexo es uno de los caminos posibles para la trascendencia y el desarrollo espiritual. En el mundo occidental tenemos alguna idea de cómo funciona la maquinaria sexual como industria, reglamentada por entidades de poder que la moldean de acuerdo a intereses económicos, y sino prendamos la tele y listo. ¿Pero en el mundo islámico cómo se vive la sexualidad, o más precisamente la homosexualidad?, ya que su cultura se encuentra regida por los mantos y tabúes religiosos. Para intentar acercarnos a su conocimiento y descorrer el velo veremos que pasa en Arabia.
 
Pensar a la homosexualidad en Arabia implica echar luz a las dos caras de una misma moneda. Por un lado, dada la influencia de occidente, nos encontramos en Riad (su capital), con una sexualidad europeizada, donde los escritores empiezan a hablar de sexo en sus libros, a pesar de que la religión lo prohíbe, y de alguna manera, se vive un poco más natural, pero ¿hasta qué punto la sexualidad puede verse como algo natural? Ya que siempre se encuentra inserta en una cultura determinada, con sus mitos y creencias: religiosas o científicas.
 
Francoise Gollain en la entrevista que le hizo a Mohamed y que salió publicada en “Segundo paquete informativo sobre bisexualidad en castellano”, nos revela que casi todos los hombres en Arabia son bisexuales. Su estudio no se centra en la bisexualidad femenina porque dice que en ese país es casi inexistente.
 
Es necesario analizar la homosexualidad en Arabia frente a la estratificación de clases sociales. Generalmente tendemos a pensar, atravesados por nuestra cultura occidental, que los empobrecidos tienen menor acceso a la información y por lo tanto menos tolerancia a las diferencias. Esta manera de pensar no es certera en Arabia donde la bisexualidad se practica más en las clases bajas que en las medias y altas. No es un dato menor saber que el 90% de la población es carenciada.
 
¿A qué llamamos bisexualidad en este caso? A personas comunes que no se identifican con ningún rótulo, donde los hombres están abiertos a tener experiencias homosexuales sin compromiso afectivo, como una descarga sexual y, por ende, de placer. Estos actos pertenecen al mundo privado de cada uno y no se comentan. Las esposas no lo saben, es un secreto que se oculta.
 
La división de roles en pasivos y activos, ya casi inexistente en nuestra cultura occidental mutado por el de versatilidad, se mantiene rígido en Arabia. Es muy importante para un hombre saber el rol del otro, esto determinará que el encuentro se produzca o no. El acto sexual se practica sin besos ni signos de amor. Es una cópula que, desde nuestra visión podríamos decir que está más cerca del instinto animal que del deseo humano. Pero sabemos que el deseo al ser algo característico del hombre, y que siempre está atravesado por el lenguaje y sus costumbres sociales, puede tener tantas particularidades como personas hay en el mundo.
 
Según Mohamed, el concepto de bisexualidad en Arabia es masivo. Ven al gay pasivo como una proyección de la mujer, como un hombre que no termina de serlo. Así el sentimiento de masculinidad queda reafirmado con la consumación de “cogerse un pasivo”, y la práctica homosexual no se lleva a cabo en términos horizontales, sino de rivalidad y sometimiento.
 
No prosperan las relaciones a largo plazo, sino las casuales y sexuales. El compromiso y la pasión amorosa están puestos al servicio de las mujeres. La escisión queda clara: se ama a una mujer y sexualmente se goza al poseer a un puto. Así la relación no tiene nombre (no se dice que se es bisexual), tampoco se desarrolla el compromiso entre dos personas del mismo sexo. Estas relaciones comienzan a morir desde el mismo momento en que nacen.
 
¿Qué pasa si a un hombre musculoso y de bigotes se lo descubre chupándole la pija a otro? Es una catástrofe. El activo es apreciado frente a los ojos de la sociedad, mientras que el pasivo pierde su virilidad y reconocimiento. El que queda expuesto desciende de clase social hasta lo más bajo, que es llamarlo gay (ya veremos en nuestra próxima entrega las penas que se les otorgan y hasta dónde pueden llegar las condenas con las locas).
 
Queda claro que después de correr el telón de lo que pasa en bambalinas, lo que se aplaude y acepta en la cultura arábiga es la heterosexualidad. Sin embargo, de manera implícita, se aceptan a los hombres bisexuales activos. ¿Qué pasa con las mujeres? Sabemos que se tapan la cara con el “niqab” para poder ver a través de unos agujeritos al hombre que no es su marido, hermano o hijo. No pueden salir solas de la casa sin autorización. Tampoco pueden ir al teatro o al cine si no son acompañadas por sus maridos. En Arabia se siguen las costumbres islámicas de forma estricta. “El hecho de que las mujeres no estén disponibles contribuye a la existencia de prácticas bisexuales pero no lo explica todo. La causa es cultural y el Islam no va a cambiar”, concluye Mohamed.
 
Hablar de la sexualidad en términos generales es hablar de movimiento, energía, vitalidad. Se trata de una necesidad: como dormir, comer, respirar, alimentarse, entre otras. En las culturas orientales, como la japonesa, china e hindú, el sexo es uno de los caminos posibles para la trascendencia y el desarrollo espiritual. En el mundo occidental tenemos alguna idea de cómo funciona la maquinaria sexual como industria, reglamentada por entidades de poder que la moldean de acuerdo a intereses económicos, y sino prendamos la tele y listo. ¿Pero en el mundo islámico cómo se vive la sexualidad, o más precisamente la homosexualidad?, ya que su cultura se encuentra regida por los mantos y tabúes religiosos. Para intentar acercarnos a su conocimiento y descorrer el velo veremos que pasa en Arabia.
 
Pensar en la homosexualidad en Arabia implica echar luz a las dos caras de una misma moneda. Por un lado, dada la influencia de occidente, nos encontramos en Riad (su capital), con una sexualidad europeizada, donde los escritores empiezan a hablar de sexo en sus libros, a pesar de que la religión lo prohíbe, y de alguna manera, se vive un poco más natural, pero ¿hasta qué punto la sexualidad puede verse como algo natural? Ya que siempre se encuentra inserta en una cultura determinada, con sus mitos y creencias: religiosas o científicas.
 
Francoise Gollain en la entrevista que le hizo a Mohamed y que salió publicada en “Segundo paquete informativo sobre bisexualidad en castellano”, nos revela que casi todos los hombres en Arabia son bisexuales. Su estudio no se centra en la bisexualidad femenina porque dice que en ese país es casi inexistente.
 
Es necesario analizar la homosexualidad en Arabia frente a la estratificación de clases sociales. Generalmente tendemos a pensar, atravesados por nuestra cultura occidental, que los empobrecidos tienen menor acceso a la información y por lo tanto menos tolerancia a las diferencias. Esta manera de pensar no es certera en Arabia donde la bisexualidad se practica más en las clases bajas que en las medias y altas. No es un dato menor saber que el 90% de la población es carenciada.
 
¿A qué llamamos bisexualidad en este caso? A personas comunes que no se identifican con ningún rótulo, donde los hombres están abiertos a tener experiencias homosexuales sin compromiso afectivo, como una descarga sexual y, por ende, de placer. Estos actos pertenecen al mundo privado de cada uno y no se comentan. Las esposas no lo saben, es un secreto que se oculta.
 
La división de roles en pasivos y activos, ya casi inexistente en nuestra cultura occidental mutado por el de versatilidad, se mantiene rígido en Arabia. Es muy importante para un hombre saber el rol del otro, esto determinará que el encuentro se produzca o no. El acto sexual se practica sin besos ni signos de amor. Es una cópula que, desde nuestra visión podríamos decir que está más cerca del instinto animal que del deseo humano. Pero sabemos que el deseo al ser algo característico del hombre, y que siempre está atravesado por el lenguaje y sus costumbres sociales, puede tener tantas particularidades como personas hay en el mundo.
 
Según Mohamed, el concepto de bisexualidad en Arabia es masivo. Ven al gay pasivo como una proyección de la mujer, como un hombre que no termina de serlo. Así el sentimiento de masculinidad queda reafirmado con la consumación de “cogerse un pasivo”, y la práctica homosexual no se lleva a cabo en términos horizontales, sino de rivalidad y sometimiento.
 
No prosperan las relaciones a largo plazo, sino las casuales y sexuales. El compromiso y la pasión amorosa están puestos al servicio de las mujeres. La escisión queda clara: se ama a una mujer y sexualmente se goza al poseer a un puto. Así la relación no tiene nombre (no se dice que se es bisexual), tampoco se desarrolla el compromiso entre dos personas del mismo sexo. Estas relaciones comienzan a morir desde el mismo momento en que nacen.
 
¿Qué pasa si a un hombre musculoso y de bigotes se lo descubre chupándole la pija a otro? Es una catástrofe. El activo es apreciado frente a los ojos de la sociedad, mientras que el pasivo pierde su virilidad y reconocimiento. El que queda expuesto desciende de clase social hasta lo más bajo, que es llamarlo gay (ya veremos en nuestra próxima entrega las penas que se les otorgan y hasta dónde pueden llegar las condenas con las locas).
 
Queda claro que después de correr el telón de lo que pasa en bambalinas, lo que se aplaude y acepta en la cultura arábiga es la heterosexualidad. Sin embargo, de manera implícita, se aceptan a los hombres bisexuales activos. ¿Qué pasa con las mujeres? Sabemos que se tapan la cara con el “niqab” para poder ver a través de unos agujeritos al hombre que no es su marido, hermano o hijo. No pueden salir solas de la casa sin autorización. Tampoco pueden ir al teatro o al cine si no son acompañadas por sus maridos. En Arabia se siguen las costumbres islámicas de forma estricta. “El hecho de que las mujeres no estén disponibles contribuye a la existencia de prácticas bisexuales pero no lo explica todo. La causa es cultural y el Islam no va a cambiar”, concluye Mohamed.
 
Delante del velo
El artículo 489 del Código Penal Marroquí, regido por la mirada del Islam, condena con multa y/o una pena entre seis meses y tres años de cárcel a las relaciones sexuales entre hombres, que ellos consideran “actos lascivos y antinaturales”. Los gays se ven marcados por la hshuma (“vergüenza”) y el haram (“pecado”) en una sociedad en la que la distinción entre gays activos y pasivos, como ya dijimos, es tajante. Según los activistas de derechos humanos, alrededor de 5.000 locas en Irán han cumplido penas de prisión desde la independencia de Marruecos en 1956, año en el que se promulgó la ley; incluso algunos de ellos fueron ejecutados en estos los últimos 35 años de gobierno religioso. En casi todos los estados árabes se los castiga con distintos tipos de penas, que van desde el encarcelamiento hasta la pena de muerte en Arabia Saudita, Yemen y Sudán. Jordania, Irak y Egipto carecen de legislación al respecto, pero tampoco toleran la diversidad sexual: los tribunales de El Cairo condenan a los gays de “depravación moral”.
 
“Para que se den una idea, dice Rouba Morcos, fundadora de la Asociación árabe Aswat (LGBT), hoy sigue siendo fuerte en estos países usar las palabras: “lesbiana”,”gay, “transexual” que lingüísticamente connotan una serie de juicios de valor, con raíces en esta cultura y que se perpetúan en ella”. Como ya no suelen haber muchos juicios por el artículo 489, posiblemente debido a las presiones internacionales que provoca esta ley, en los últimos 5 años la policía hace la vista gorda, claro, mientras los gays sean discretos y no locas. ¿Y qué hacen los plumafóbicos al verlos loquear en la calle? Los demandan acusándolos por “escándalo en la vía pública”.
 
Las últimas ejecuciones que se hicieron (aunque parezca un hecho de la Edad Media) fueron en julio del 2005. Dos chicos de 16 y 18 años al admitir que tuvieron relaciones sexuales recibieron como castigo la pena de muerte. Antes de la ejecución, los chicos estuvieron 14 meses en prisión, donde también fueron azotados. Como si fuera poco los colgaron en la Plaza Edalat (Plaza de la justicia).
 
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, fue tajante cuando un estudiante de la Universidad de Columbia le preguntó por el asesinato de los jóvenes gays en Teherán: “No hay homosexuales en Irán”. La Internet se puso caliente y los cibernautas estuvieron a punto de hacer explotar la red con mensajes y blogs de repudio. Ya que la Net es uno de los pocos aliados para los gays árabes por la identificación, el refugio, y la comunicación que genera entre sus pares. En los cafés, bares y discotecas de ambiente en Casablanca, Argel, Ammán, y aún en El Cairo, se aconseja discreción.
 
Sin embargo, es común que dos hombres marroquíes caminen tomados de la mano, que uno se siente en la falda del otro y se acaricien en lugares públicos. En los baños turcos son frecuentes las masturbaciones en grupo. En occidente, a estos comportamientos se los llaman homoeróticos, pero para los marroquíes no son considerados actos sexuales, sino culturales.
 
Georges Azzi, coordinador de la asociación libanesa Helem agrega información al tema: En el año 2000 un árabe travestido terminó en los tribunales por homosexual. Dos años más tarde, en Arabia Saudita, 44 putos fueron condenados a penas salvajes y cuatro de ellos terminaron ejecutados. “Hoy sigue habiendo dificultades, pero esto disminuye cuando el trabajo de la visibilidad pública aumenta”, concluye Georges Azzi. Desde la primavera del 2005, la organización Helem publica una revista, en árabe, dedicada a los derechos del colectivo gay, que solo se vende en 6 librerías del país. En abril del año pasado, con el apoyo de la Asociación LGBT Kifkif, apareció la segunda revista gay, árabe. Se llama Mithey, y la tirada es en forma de fanzine, de unos 200 ejemplares que respaldan al sitio web del mismo nombre. Samir Bargachi, editor de la revista declaró: “Ha sido imposible obtener un número de depósito legal y la autorización de publicación”.
 
Según los informes de Amnistía Internacional y la Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA): Las prácticas homosexuales son perseguidas en casi todo el mundo islámico, incluyendo a los 24 países árabes. La no tan nueva arma de castigo, pero ahora más explotada, es la intolerancia y la persecución instaurada en el rechazo social, ya que a la homosexualidad se la considera una práctica innoble e inmoral por las autoridades religiosas. Muchos gays árabes buscan refugio en los países europeos para escapar de esta situación. El primer marroquí escritor que salió del closet fue Abdellah Taïa. Lo hizo en junio del 2007 para la revista “Tel Quel”. Apareció una foto suya en la portada donde le escribieron arriba “Homosexual”, como si dijera “Wanted”. Un para de años después, en una entrevista para el diario virtual de España “Público.es” titulada: “Mi país vive en la negación de la homosexualidad” Taïa contó que, sigue sin hablan del tema con su familia, por más que esté radicado en Paris, porque “el árabe es una lengua que se usa para callar”. Los marroquíes en privado son gente muy libre; el problema es el control de la sociedad, y yo no quiero renunciar a esa cultura popular. Hay mucha hipocresía en Marruecos. Hay una tensión homosexual evidente que quizás viene de ese deseo de controlar a la gente. Incluso los del partido islamista te dicen: ‘Tú puedes ser homosexual, pero que no se vea’. No hay problema si lo haces a escondidas, sin embargo, llega un momento en el que la sociedad te atrapa e intentan obligarte a que te calles”, concluye Taïa en la entrevista.
 
La asociación Helem dice que el sueño y derecho de los gays libaneses es que se establezca el respeto y el amor entre personas del mismo sexo, y sin riesgos’’, la situación en el Líbano se la considera mejor que en el resto del mundo árabe, pero ¿cuánto mejor? Lo curioso de esta cultura – la sexualidad es y será una curiosidad y un misterio para todas las culturas- es que lo prohibido se lleva a cabo de forma natural en su mundo privado, mientras que en la cara pública se reprime. Madonna dice que las reglas fueron hechas para ser violarlas. El problema pareciera estar en correr el velo, en decirlo, paradójicamente es lo que da paz y libera. Sigue la guerra…
 
El tabú religioso de la homosexualidad
“En las religiones monoteístas aún existe el tabú de la homosexualidad, que es considerada un pecado mortal, contra natura y pecaminosa”, explica el teólogo y filósofo Antonio Fornés. “En el islam el aspecto formal tiene mucha más importancia, hay más presión familiar para casarse, tener hijos y mostrar la virilidad del hombre”, detalla.
 
Hablar de la sexualidad en términos generales es hablar de movimiento, energía, vitalidad. Se trata de una necesidad: como dormir, comer, respirar, alimentarse, entre otras. En las culturas orientales, como la japonesa, china e hindú, el sexo es uno de los caminos posibles para la trascendencia y el desarrollo espiritual. En el mundo occidental tenemos alguna idea de cómo funciona la maquinaria sexual como industria, reglamentada por entidades de poder que la moldean de acuerdo a intereses económicos, y sino prendamos la tele y listo. ¿Pero en el mundo islámico cómo se vive la sexualidad, o más precisamente la homosexualidad?, ya que su cultura se encuentra regida por los mantos y tabúes religiosos. Para intentar acercarnos a su conocimiento y descorrer el velo veremos que pasa en Arabia.
 
Pensar a la homosexualidad en Arabia implica echar luz a las dos caras de una misma moneda. Por un lado, dada la influencia de occidente, nos encontramos en Riad (su capital), con una sexualidad europeizada, donde los escritores empiezan a hablar de sexo en sus libros, a pesar de que la religión lo prohíbe, y de alguna manera, se vive un poco más natural, pero ¿hasta qué punto la sexualidad puede verse como algo natural? Ya que siempre se encuentra inserta en una cultura determinada, con sus mitos y creencias: religiosas o científicas.
 
Francoise Gollain en la entrevista que le hizo a Mohamed y que salió publicada en “Segundo paquete informativo sobre bisexualidad en castellano”, nos revela que casi todos los hombres en Arabia son bisexuales. Su estudio no se centra en la bisexualidad femenina porque dice que en ese país es casi inexistente.
 
Es necesario analizar la homosexualidad en Arabia frente a la estratificación de clases sociales. Generalmente tendemos a pensar, atravesados por nuestra cultura occidental, que los empobrecidos tienen menor acceso a la información y por lo tanto menos tolerancia a las diferencias. Esta manera de pensar no es certera en Arabia donde la bisexualidad se practica más en las clases bajas que en las medias y altas. No es un dato menor saber que el 90% de la población es carenciada.
 
¿A qué llamamos bisexualidad en este caso? A personas comunes que no se identifican con ningún rótulo, donde los hombres están abiertos a tener experiencias homosexuales sin compromiso afectivo, como una descarga sexual y, por ende, de placer. Estos actos pertenecen al mundo privado de cada uno y no se comentan. Las esposas no lo saben, es un secreto que se oculta.
 
La división de roles en pasivos y activos, ya casi inexistente en nuestra cultura occidental mutado por el de versatilidad, se mantiene rígido en Arabia. Es muy importante para un hombre saber el rol del otro, esto determinará que el encuentro se produzca o no. El acto sexual se practica sin besos ni signos de amor. Es una cópula que, desde nuestra visión podríamos decir que está más cerca del instinto animal que del deseo humano. Pero sabemos que el deseo al ser algo característico del hombre, y que siempre está atravesado por el lenguaje y sus costumbres sociales, puede tener tantas particularidades como personas hay en el mundo.
 
Según Mohamed, el concepto de bisexualidad en Arabia es masivo. Ven al gay pasivo como una proyección de la mujer, como un hombre que no termina de serlo. Así el sentimiento de masculinidad queda reafirmado con la consumación de “cogerse un pasivo”, y la práctica homosexual no se lleva a cabo en términos horizontales, sino de rivalidad y sometimiento.
 
No prosperan las relaciones a largo plazo, sino las casuales y sexuales. El compromiso y la pasión amorosa están puestos al servicio de las mujeres. La escisión queda clara: se ama a una mujer y sexualmente se goza al poseer a un puto. Así la relación no tiene nombre (no se dice que se es bisexual), tampoco se desarrolla el compromiso entre dos personas del mismo sexo. Estas relaciones comienzan a morir desde el mismo momento en que nacen.
 
¿Qué pasa si a un hombre musculoso y de bigotes se lo descubre chupándole la pija a otro? Es una catástrofe. El activo es apreciado frente a los ojos de la sociedad, mientras que el pasivo pierde su virilidad y reconocimiento. El que queda expuesto desciende de clase social hasta lo más bajo, que es llamarlo gay (ya veremos en nuestra próxima entrega las penas que se les otorgan y hasta dónde pueden llegar las condenas con las locas).
 
Queda claro que después de correr el telón de lo que pasa en bambalinas, lo que se aplaude y acepta en la cultura arábiga es la heterosexualidad. Sin embargo, de manera implícita, se aceptan a los hombres bisexuales activos. ¿Qué pasa con las mujeres? Sabemos que se tapan la cara con el “niqab” para poder ver a través de unos agujeritos al hombre que no es su marido, hermano o hijo. No pueden salir solas de la casa sin autorización. Tampoco pueden ir al teatro o al cine si no son acompañadas por sus maridos. En Arabia se siguen las costumbres islámicas de forma estricta. “El hecho de que las mujeres no estén disponibles contribuye a la existencia de prácticas bisexuales pero no lo explica todo. La causa es cultural y el Islam no va a cambiar”, concluye Mohamed.
 
La homosexualidad, penada con la muerte en 13 países
Todavía existen 13 países que aplican la pena de muerte a personas que manifiestan conductas homosexuales, todos musulmanes, como Irán, Arabia Saudi, Yemen, Nigeria o Somalia. Todos ellos están bajo el dictado de la sharia. “El Islam no distingue entre la ley civil y la religiosas por eso la situación de una persona homosexual es muy dura, haciendo imposible la aceptación y considerándola criminal o depravada”.
 


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