Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: ¡Feliz día de independencia para todos los que vivimos en EEUU!
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: ciudadano del mundo  (Mensaje original) Enviado: 04/07/2018 18:52
  
 ¡Feliz día de la independencia!
A 242 años del nacimiento de los Estados Unidos de América, cuando un grupo de valientes apostó en Filadelfia por la independenciade las 13 colonias.  Con el curso de los años, Estados Unidos de América se convirtió en una poderosa nación, sobre la base de la Revolución Industrial, el sistema económico capitalista y las grandes inmigraciones que persisten en nuestros días. 
 
 Betsy Ross 1777, con George Washington, pintura de Jean Leon Gerome Ferris, c. 1920
Conoce la verdad sobre el símbolo más usado de nuestro país, la banderas
El 4 de Julio celebramos la creación de una nación sólida, fructífera y poderosa
       JESÚS HERNÁNDEZ
Transcurría la segunda mitad del siglo XVIII y los imperios europeos comenzaban a sentir el peso de los movimientos independentistas en el continente americano, cuando un grupo de descendientes de británicos, irlandeses y otras nacionalidades optaron por la Declaración de Independencia de las Trece Colonias estadounidenses el 4 de Julio de 1776.
 
Cuentan los historiadores que aquella proclamación, que tuvo por testigo a la naciente ciudad de Filadelfia, significó el comienzo de la esperanza que condujo a la creación de una nueva nación y las bases de los principios básicos de libertad, que más tarde inspiraron la emancipación de los países del hemisferio occidental.
 
La Revolución
La historia de Estados Unidos también recoge cómo los deseos de libertad, que se fraguaron en el transcurso de los años del conflicto independentista, tuvieron como detonante a las medidas arancelarias impositivas, que obligaban a los colonos productores a pagar sumas extraordinarias para engordar las arcas de la corona británica.
 
De hecho, el 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el precedente de la guerra, el denominado Motín del Té, cuando se lanzó al mar un gran cargamento de la preciada planta utilizada para infusión, en protesta por las imposiciones.
 
No obstante, la confrontación militar estalló más tarde, el 18 de abril de 1775, cuando “soldados británicos, que viajaban de Boston a Concord, en New Hampshire, dispararon contra colonos milicianos que protegían sus plantaciones en Lexington”, lo que, aseguran, hizo saltar la chispa que dio comienzo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, la también llamada Revolución Americana, señaló el historiador David Krueger.
 
De esta manera, representantes de los 13 territorios colonizados por británicos en Norteamérica, que entonces se extendían a lo largo de la costa este de la actual nación estadounidense, desde Georgia hasta la antigua Massachusetts, se reunieron en Filadelfia, bajo la dirección de Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams, para discutir los pormenores de lo que luego llamarían la Declaración de Independencia, que fue llevada a votación el 2 de julio de 1776 y proclamada dos días después, cuando fue finalmente aprobada.
 
Cuentan además que la histórica declaración, que fue adoptada y presentada a los vecinos de Filadelfia, tuvo lugar en la antigua legislatura de Pennsylvania, que hoy conocemos como Independence Hall.
 
“Miles de feligreses de la ciudad acudieron a la plaza del entonces Congreso estatal para escuchar el llamado a la independencia y aclamar la emancipación”, recordó el historiador, mientras señalaba una copia del lienzo del pintor John Trumbull, que recoge la imagen del inigualable suceso y cuyo original cuelga en una de las paredes de la rotonda del Capitolio nacional en Washington D.C.
 
Sin embargo, mientras la Declaración de Independencia era adoptada aquel día de julio, la lucha por la emancipación continuaba en el frente de batalla. La guerra continuó, mientras un gobierno en armas trataba de dirigir las riendas del territorio en disputa desde Filadelfia”, precisó el historiador.
 
El ejército británico tuvo su primer gran revés el 17 de octubre de 1777, cuando fue derrotado en la batalla de Saratoga, en el estado de Nueva York.  Entonces, Francia y España estaban en guerra con Inglaterra y apostaron por ayudar a los colonos estadounidenses independentistas para debilitar al imperio británico.
 
En febrero de 1778, Francia entró formalmente en la guerra por la independencia de las Trece Colonias y España comenzó a colaborar con los independentistas con recursos monetarios, armamento y municiones.
 
La historia también recoge cómo la batalla final por la Independencia tuvo lugar el 19 de octubre de 1781 en Yorktown, en el estado de Virginia, donde las tropas independentistas fueron apoyadas por las francesas, en su afán por combatir a los ingleses.
 
Tras el sitio de Yorktown, la corona británica propuso la paz pero el ejército independentista, bajo las órdenes del general George Washington, continuó su ruta hacia Nueva York.
 
Luego de la captura de cerca de 8.000 soldados británicos y el debilitamiento moral del ejército colonial, Gran Bretaña y los fundadores de la Unión Americana llegaron a un acuerdo estratégico que condujo a la independencia y la fundación de los Estados Unidos de América.
 
El nacimiento de la nación
La autonomía definitiva no fue reconocida por Londres hasta el 3 de septiembre de 1783, cuando el Imperio británico aceptó la emancipación de las Trece Colonias y firmó el Tratado de París.
 
Por otra parte, la estructura de Gobierno y la ruta a seguir para establecer la nueva nación dieron pie a la creación de la ley fundamental, que hoy es la Constitución nacional vigente más antigua en el mundo, el 17 de septiembre de 1787, que fue finalmente adoptada el 4 de marzo de 1789 tras ser ratificada por el pueblo a través de convenciones realizadas en cada uno de los 13 estados.
 
Entretanto, el territorio de la nación estadounidense creció con la compra de Louisiana a Francia en 1803; la cesión de la Florida por parte de España en 1821 y la rebelión de los colonos estadounidenses en Texas, que conllevó a la intervención militar en el norte del antiguo México en 1848 y la adjudicación de aquellos territorios, incluyendo a California.
 
A diferencia de otras naciones, Estados Unidos de América no celebra el acto de independencia el día que culminó la dominación colonial y festeja “la fecha cuando declaró su derecho a ser libre”, subrayó el académico.
 
Con el curso de los años, Estados Unidos de América se convirtió en una poderosa nación, sobre la base de la Revolución Industrial, el sistema económico capitalista y las grandes inmigraciones que persisten en nuestros días.
 
“Han transcurrido 242 años, solamente 242 años, y nos admiramos de todo lo que hemos logrado: una nación sólida, fructífera y poderosa, a la que aún le queda mucho por hacer para mejorar y mantener la fuerza de la democracia, a pesar de los peligros que puedan aflorar”, declaró el académico Krueger.
 
¿Cómo Filadelfia celebra el Día de la Independencia?
Cada 4 de Julio, cuando todo el país festeja la Independencia, la ciudad protagonista celebra el gran día del mes de julio como ninguna otra.
 
La gente en Filadelfia sale a las calles, colma las plazas y avenidas y celebra la fecha como el día más importante de la historia de la ciudad. Hay grandes desfiles, conciertos de música al aire libre y un despliegue de fuegos artificiales al atardecer que queda en la memoria de todos.
 
Philly, como le llaman sus casi dos millones de habitantes, descansa en la margen del río Delaware, donde está el viejo muelle y resalta la calle Chestnut con el Independence Hall, donde el Congreso en armas aprobó la esperada Declaración de Independencia el 4 de Julio de 1776.
 
La histórica edificación, que fue construida de ladrillo rojo hacia 1732 y todos llaman Independence Hall, ostenta el llamado estilo arquitectónico georgiano, proveniente de Inglaterra, donde radica el museo que recoge el salón que fue testigo del llamado a la separación de la corona británica.
 
La campana que anunció el histórico suceso descansó en el campanario por 100 años y fue trasladada a un salón expositor, especialmente construido para ella durante el bicentenario de la independencia, en 1976, que está situado frente a la antigua morada.
 
La celebración
Cuando el Sol apenas comienza a calentar, empieza el gran desfile festivo en la plaza que preside el Independence Hall.
 
Los habitantes de la ciudad visten a la antigua usanza de la época colonial para rememorar la gran fiesta patria; los niños se agolpan en las aceras para ver pasar a las bandas de música y viejos carruajes tirados por caballos que hace más de 100 años dejaron de transitar.
 
A unos pasos de allí, camino a la explanada que distingue el Museo de Bellas Artes, está el Benjamin Franklin Parkway, adonde acuden miles de familias a celebrar el gran día con un concierto de música al aire libre.
 
Más tarde, cuando la noche cae, el cielo se ilumina con las luces de los fuegos artificiales que llevan al rojo, el azul y el blanco por los colores de nuestra bandera.
 
Conoce la verdad sobre el símbolo más usado de nuestro país
En 1898, durante la Guerra entre España y Estados Unidos, Nueva York se convirtió en el primer estado en establecer que los alumnos de las escuelas públicas debían recitar el Juramento de lealtad al inicio de cada día de clase. Muchos estados hicieron lo mismo y el Juramento de lealtad se mantuvo como una rutina diaria en muchas escuelas hasta 1988.
 
Mitos sobre la bandera de Estados Unidos 
Los estadounidenses amamos a nuestra bandera. La exhibimos en conciertos y en estadios para celebrar y en situaciones de tragedia nacional para demostrar nuestra capacidad de decisión . Los niños que asisten a la escuela prometen lealtad a la bandera; la hemos consagrado en nuestro himno nacional; tenemos un feriado, Día de la bandera, para honrarla cada 14 de junio y la exhibimos en un lugar destacado para celebrar el 4 de julio.
 
No obstante, la iconografía e historia de la bandera estadounidense, especialmente los albores de su historia, están llenos de mitos y tergiversaciones. A continuación se mencionan cinco de los mitos más conocidos.
 
1. Betsy Ross creó la primera bandera estadounidense
La historia de Betsy Ross es la fábula más persistente en relación con la bandera. Simplemente no existe ninguna prueba histórica fehaciente, como cartas, diarios, noticias en periódicos, contratos de venta, de que Ross (entonces conocida como Elizabeth Claypoole) haya confeccionado o participado en el diseño de la bandera estadounidense antes de su presentación en 1777.
 
La historia surgió en 1870, casi 100 años después de la confección de la primera bandera, cuando William Canby, el nieto de Ross, le dijo a la Historical Society of Pennsylvania (en inglés) en Filadelfia que su abuela había confeccionado la bandera a petición de George Washington.
 
La única prueba de Canby: las declaraciones de sus parientes. La pintura representativa de 1893 de Ross sentada en su salón de Filadelfia con los rayos de sol iluminando la bandera sobre su falda es una escena inventada por Charles H. Weisgerber (en inglés), el artista y empresario que se aprovechó de la leyenda de Betsy Ross.

A pesar de que Ross confeccionó banderas en Filadelfia a fines de la década de 1770, no cabe duda de que esta historia sobre la creación de la bandera estadounidense es un mito.
 
Se dice que el Presidente Woodrow Wilson, quien presidió el primer acto oficial por el Día de la bandera el 14 de junio de 1916 respondió cuando le preguntaron sobre esta historia: "Ojala fuera verdad".
 
2. Los colores rojo, blanco y azul simbolizan el sacrificio estadounidense
No existe ninguna ley federal, resolución o decreto que justifique los colores de la bandera o su significado. Lo más cercano a una explicación son las palabras de Charles Thomson, el secretario del Congreso Continental, quien contribuyó en el diseño del Gran Sello de Estados Unidos.
 
El informe de Thompson al Congreso el 20 de junio de 1782, el día en que se aprobó el sello, contenía una descripción de los colores, los mismos que los de la bandera: "El blanco significa pureza e inocencia. El rojo fortaleza y coraje y el azul... significa vigilancia, perseverancia y justicia".
 
Varios documentos y declaraciones oficiales, incluso una del presidente Ronald Reagan en la que señaló a 1986 como el "Año de la bandera" se hizo eco de este razonamiento.
 
Pero los colores no tienen, ni jamás han tenido ningún permiso oficial de impresión. Los historiadores creen que el uso del rojo, blanco y azul en la bandera se debe al simple hecho de que eran los colores de la primera bandera de las colonias estadounidenses, los Colores Continentales. Y no caben dudas respecto del origen de los colores rojo, blanco y azul de los Colores Continentales: la bandera del Reino Unido.
 
3. El Juramento de lealtad se ha recitado en el Congreso y en otros organismos gubernamentales por mucho tiempo
El editor de revistas Francis Bellamy redactó el Juramento de lealtad en 1892 para una celebración de las escuelas públicas del país por el 400.º aniversario del desembarco de Cristóbal Colón. En 1898, durante la Guerra entre España y Estados Unidos, Nueva York se convirtió en el primer estado en establecer que los alumnos de las escuelas públicas debían recitar el Juramento de lealtad al inicio de cada día de clase. Muchos estados hicieron lo mismo y el Juramento de lealtad se mantuvo como una rutina diaria en muchas escuelas hasta 1988, cuando se convirtió en un tema de la campaña presidencial.
 
El Vicepresidente George H.W. Bush criticó a su oponente, el demócrata Michael Dukakis, por vetar un proyecto de ley como gobernador de Massachusetts que establecía que el Juramento de lealtad debía recitarse en las escuelas públicas. Dukakis dijo que lo hizo después de que le advirtieran que la ley era inconstitucional.
 
En el punto más álgido de la campaña el 13 de septiembre de 1988, se recitó el Juramento de lealtad en la Cámara de Representantes por primera vez. Los integrantes republicanos de la Cámara, que eran minoría, ofrecieron una resolución en ese sentido y fue aceptada por el presidente de la Cámara de Representantes, Jim Wright, un demócrata. Wright resolvió que a partir de entonces, el Juramento de lealtad se recitaría al inicio de cada sesión de la Cámara.
 
El Senado no incorporó el recitado diario del Juramento de lealtad hasta el 24 de junio de 1999. Desde entonces, el Juramento de lealtad ha sido parte de los rituales de apertura de casi todos los organismos gubernamentales locales y estatales.
 
4. Quemar la bandera de Estados Unidos es un delito
Fue un delito hasta 1989, cuando la Corte Suprema resolvió por 5 votos a 4 en Texas contra Johnson que quemar la bandera es una forma de discurso simbólico protegido por la Primera Enmienda.
 
El caso involucraba a Gregory Lee Johnson, miembro de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria que quemó la bandera en una protesta en la Convención Nacional Republicana de 1984. Fue condenado por violar la ley de profanación de la bandera de Texas, tuvo que pagar $2.000 y lo condenaron a un año de prisión. El Tribunal de Apelaciones de Texas revocó la condena y resolvió que Johnson estaba ejerciendo su derecho a la libertad de expresión consagrado en la Primera Enmienda.
 
La decisión de la Corte Suprema derogó una ley nacional de profanación de la bandera de 1968, como así también otras leyes similares en 48 estados (con excepción de Wyoming y Alaska). En respuesta a esta situación, el Congreso sancionó la Ley de Protección a la Bandera, pero la Corte Suprema impugnó y anuló esta ley. En 1990 la Corte confirmó el fallo anterior y declaró que cualquier ley que prohíba quemar la bandera violaba la libertad de expresión.
 
Estas decisiones impulsaron un movimiento nacional para enmendar la Constitución y hacer que la profanación de la bandera constituya un delito. La voz destacada que lideraba este esfuerzo fue la de la Citizens Flag Alliance (En inglés), fundada en 1994 por la American Legion (Legión Estadounidense). Desde entonces se han presentado diversas propuestas de enmienda en la Cámara de Representantes y en el Senado pero aún no cuentan con el apoyo necesario.
 
5. ¿Está bien exhibir la bandera en la ropa?
El Código de la bandera de EE. UU. desaprueba el uso de la bandera "con fines publicitarios". Tiene como fin prevenir la venta o exhibición de cualquier "artículo... sobre el que se haya impreso, pintado o colocado de cualquier otro modo una representación" de la bandera para "promocionar, llamar la atención, decorar, marcar o distinguir el artículo o sustancia sobre el que se la colocó".
 
En otras palabras, cuand te pones una camiseta o sombrero con la bandera mientras te recuestas en una toalla de playa con la bandera de EE. UU. junto a su silla de campamento con la bandera de EE. UU., tú estás infringiendo el Código de la bandera. El código, que fue redactado en la primera Conferencia Nacional de la Bandera en Washington en 1923, es parte de las leyes del país. Pero no se implementa ni se exige su cumplimiento. Es meramente un conjunto de lineamientos que les permite a los estadounidenses saber qué pueden hacer y qué no con nuestro emblema nacional rojo, blanco y azul.
 
No existe una fuerza de seguridad que controle estas cuestiones. No podrán arrestarte por vestir una camiseta con la bandera estampada el Día de la Independencia ni en cualquier otro día del año.
 
Marc Leepson es el autor de Flag: An American Biography (La bandera: una biografía estadounidense) y, más recientemente, Lafayette: Lessons in Leadership From the Idealist General (Lafayette: lecciones sobre liderazgo del general idealista).
 
 
Marc Leepson es el autor de Flag: An American Biography (La bandera: una biografía estadounidense) y, más recientemente, Lafayette: Lessons in Leadership From the Idealist General (Lafayette: lecciones sobre liderazgo del general idealista).
Fuente: Diario Las Américas &  AARP
 


Primer  Anterior  2 a 5 de 5  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 04/07/2019 13:37

Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: CAMPESINO2 Enviado: 04/07/2019 21:11
 
 

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 03/07/2020 15:00

Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 04/07/2020 14:00
El crucial aporte de
"Las Damas de Cuba" a la independencia de EEUU
José Antonio Evora
         Cuba fue protagonista de un episodio poco recordado en las batallas que cristalizaron la independencia de Estados Unidos. Los historiadores lo conocen como “Las Damas de La Habana”.
 
En las guerras modernas, lo más probable es que gane quien tenga más dinero, dijo en 1780 George Washington al lamentar que, mientras las fuerzas bajo su mando no disponían aún de un sistema tributario que aportara fondos a la causa, el ejército británico se nutría de los impuestos recaudados en todo el Reino Unido.
 
Cuatro años antes, el 4 de julio de 1776, Estados Unidos había declarado su independencia de Gran Bretaña. En la guerra que seguiría a la proclamación, último esfuerzo de la corona inglesa para recuperar el control de sus Trece Colonias en Norteamérica, Washington fue declarado comandante del Ejército Continental que, con la ayuda de Francia y España, logró finalmente la capitulación británica.
 
El episodio que involucra a Cuba forma parte de la Campaña de Yorktown, realizada entre junio y octubre de 1781 y que se conoce también como la Campaña de Virginia, decisiva para la rendición de los ingleses.
 
El plan era acorralar a los británicos en Yorktown y dejarlos sin refuerzos. De un lado, la ayuda de los franceses en el mar impediría que la flota inglesa pudiera llegar a la costa para socorrer a las tropas comandadas por el general Charles Cornwallis, que aventajaban a las del general Lafayette. Del otro, Washington y su ejército evitarían por tierra que los británicos pudieran replegarse y escapar.
 
Pero los estadounidenses al mando de Washington estaban diezmados y hambrientos, y existía un serio peligro de que la mitad abandonara las filas si no recibían pagos y avituallamiento. Y si podía contar con solo la mitad de sus hombres, el plan estaba condenado al fracaso.
 
Por eso la intervención de “Las Damas de La Habana” fue tan decisiva: porque en una recaudación de fondos que demoró poco más de seis horas, acumularon diamantes y joyas por valor de casi un millón de libras esterlinas que, sumadas a otras donaciones, serían suficientes para cubrir las necesidades inmediatas de las tropas de Washington y de sus aliados franceses en un momento crucial.
 
Lo cierto es que no fueron solo mujeres las que aportaron en La Habana dinero y joyas destinadas a la causa de la independencia de las antiguas Trece Colonias. Hicieron donaciones muchos hombres, la mayoría empresarios deseosos de que una victoria de los rebeldes estadounidenses cambiara el futuro de Cuba y su dependencia de España para, al fin, comerciar libremente con Estados Unidos.
 
"Ya casi sin recursos"
“Debo rogarte que, si es posible, consigas el pago de un mes para el destacamento bajo mi mando”, le escribió entonces Washington a Robert Morris, apodado el “Financista de la Revolución” y precursor del actual Departamento del Tesoro de Estados Unidos. “A una parte de las tropas no se les ha pagado nada desde hace mucho tiempo, y varias veces han mostrado signos de gran descontento”.
 
Washington se refería a los cada vez más frecuentes motines de soldados insatisfechos con las promesas de pago y de unas provisiones que nunca aparecían. El cargamento de oro que los aliados franceses enviaban a Boston no iba a llegar a tiempo para la Campaña de Yorktown, y era necesario conseguir el dinero a toda costa.
 
El 11 de junio de 1781, el jefe de la fuerza expedicionaria francesa que ayudaba a los estadounidenses, el general Jean-Baptiste Donatien de Vimeur, Conde de Rochambeau, le envió una sombría carta a su compatriota, el almirante François Joseph Paul, Conde De Grasse, quien poco después comandaría la flota francesa contra los británicos en la decisiva Batalla de Chesapeake el 5 de septiembre de aquel mismo año.
 
“No debo ocultarle, señor”, escribió Rochambeau a De Grasse, “que los estadounidenses están ya casi sin recursos y que Washington no tendrá la mitad de las tropas de que ahora dispone para defender a Virginia”.
 
La respuesta de De Grasse, quien había reclutado en Santo Domingo y lo que ahora es Haití a cerca de tres mil hombres para su flota de 23 fragatas, llegaría poco más de un mes después, el 28 de julio, recordaba en 1992 la periodista Myriam Márquez en The Orlando Sentinel: “La colonia de Santo Domingo no tiene dinero, pero voy a enviar una fragata a La Habana para recaudarlo, y podría usted contar con esta cantidad: un millón doscientas mil libras esterlinas”, decía De Grasse.
 
La proximidad geográfica no era entonces la única cercanía entre Cuba y Estados Unidos.
 
Cuando España no había reconocido aún a la naciente república como nación independiente, muchos comerciantes cubanos tenían socios en Filadelfia. Era la época en que algunos barcos estadounidenses llevaban nombres como “La Habana” y “Doña María Elegio de la Puente”, este último por la viuda de Juan de Miralles, el español radicado en Cuba y establecido luego en Norteamérica como mensajero y diplomático informal.
 
Miralles llegó a ser amigo de Washington y murió en su casa de Nueva Jersey cuando fue a visitarlo en abril de 1780. Fue José de Gálvez, el ministro de Indias del Rey Carlos III, quien le encomendó la misión de irse a Norteamérica como “observador” de lo que estaba pasando en las antiguas Trece Colonias. Un sobrino del ministro, Bernardo de Gálvez, era entonces gobernador de Luisiana y jugó un importante papel en el lado español del apoyo al Ejército Continental.
 
La idea fue de Francisco de Saavedra
Pero fue otro español enviado a Cuba como Comisionado del rey Carlos III, Francisco Saavedra de Sangronis, quien estuvo más cerca de los franceses en la alianza para ayudar a los estadounidenses a derrotar a los británicos y el autor de la iniciativa de la recaudación en La Habana.
 
En julio de 1781, cuando se conocieron en Santo Domingo, Saavedra y De Grasse comenzaron a trazar a bordo del buque Villa de París la estrategia de lo que luego sería la Batalla de Chesapeake, escribe la historiadora estadounidense Barbara A. Mitchell. De acuerdo con ella, fue Saavedra quien le dijo a De Grasse que España se encargaría de cuidar los buques mercantes franceses en Santo Domingo para que él pudiera llevarse todas las fragatas a Chesapeake, una decisión que aseguró la victoria francesa contra la flota británica en aquel importante combate.
 
Cuando De Grasse no pudo recaudar en Santo Domingo el millón de libras esterlinas que se había propuesto, ni siquiera ofreciendo bonos al extraordinario interés de 25 por ciento, pensó que la solución estaría en Cuba y el 3 de agosto de 1780 le escribió a las autoridades españolas en La Habana pidiendo un préstamo de medio millón de pesos.
 
Saavedra le aseguró entonces que en Cuba esperaban un cargamento de plata de México y que de allí saldrían los fondos para Washington, pero pronto supo que ese cargamento no llegaría a tiempo. Los cien mil pesos aportados por los españoles de Puerto Rico y Santo Domingo a la causa estadounidense no eran suficientes, y a Saavedra se le ocurrió entonces apelar directamente a los cubanos.
 
“Actuó rápidamente, pidiendo ayuda a los residentes españoles y cubanos en La Habana”, escribe la historiadora. “El 16 de agosto [de 1781] se proclamó que cualquiera que quisiera contribuir a ayudar a la flota francesa [que llevaría lo recaudado a Yorktown] debería enviar el dinero inmediatamente a Hacienda. Dos oficiales franceses fueron a recoger los fondos, y en seis horas se reunió la cantidad requerida”.
 
Que el episodio haya trascendido como “Las Damas de La Habana” se debe a que fueron mujeres, en su mayoría vinculadas a asociaciones culturales patrióticas comunes en la época, las que más activamente se movilizaron para la recaudación.
 
“El millón proporcionado por las Damas de La Habana puede considerarse con certeza el último cimiento sobre el cual se erigió la independencia de Estados Unidos de América”, dijo el historiador estadounidense Stephen Bonsal.
 


Primer  Anterior  2 a 5 de 5  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados