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General: ¿Cuál será el resultado menos malo para Brasil?
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 28/10/2022 14:25
JAIR BOLSONARO, EL TRUMP DE SUDAMÉRICA
¿Cuál será el resultado menos malo en Brasil?
Lula da Silva y Jair Bolsonaro se enfrentarán en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales, este domingo ya que ninguno de los candidatos ha superado el 50 por ciento de los votos en la primera vuelta que se ha celebrado en Brasil.
 
   POR ANDRES OPPENHEIMER
El ex presidente izquierdista brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sigue siendo el favorito para ganar las elecciones del domingo en la democracia más grande de América Latina, a pesar de un repunte de última hora en las encuestas del actual presidente de derecha, Jair Bolsonaro.
 
La gran pregunta es si los encuestadores acertarán esta vez, después de haberse equivocado en la primera vuelta, y si el candidato perdedor aceptará los resultados. Las encuestas más conocidas subestimaron el apoyo de Bolsonaro en la primera vuelta electoral del 2 de octubre.
 
Muchos encuestadores habían pronosticado antes de la votación que Lula podría ganar en la primera vuelta, y no fue así. Lula ganó la primera ronda con un 48 por ciento del voto, mucho menos de lo que se esperaba.
 
La consultora de riesgo político Eurasia dice en un nuevo informe que Lula probablemente ganará, “pero sus probabilidades de victoria han caído del 65% al 60%”. Agrega que la “la carrera se ha apretado un poco” y que “la campaña de Bolsonaro ha sido más efectiva que la de Lula en esta segunda vuelta”.
 
Una de las razones por las que Lula sigue siendo el favorito es que los encuestadores supuestamente han corregido sus errores de la primera vuelta, cuando no detectaron a muchos simpatizantes ocultos de Bolsonaro.
 
 
Aunque el índice de aprobación de Bolsonaro ha aumentado del 40% antes de la primera vuelta al 44% hoy, Lula sigue liderando la mayoría de las encuestas por unos 3 puntos porcentuales. El ascenso de Bolsonaro se debe en gran parte a una mejora de la economía y el aumento del gasto social del gobierno en las últimas semanas.
 
Ambos candidatos dejan mucho que desear. Lula ha pasado 580 días en la cárcel por cargos de corrupción antes de ser liberado por la Corte Suprema por algo que sus críticos consideran un tecnicismo, y tiene posturas blandas con las dictaduras de Venezuela y Cuba. Bolsonaro permite la deforestación masiva del Amazonas, se abstuvo de condenar a Rusia por su invasión a Ucrania en votaciones clave de las Naciones Unidas y a menudo suena como si quisiera convertirse en un autócrata de derecha.
 
Sergio Fausto, un politólogo que dirige la Fundación Fernando Henrique Cardoso en Brasil, me dijo que lo más probable es que Lula ganará por entre dos y cuatro puntos porcentuales.
 
Una victoria de Lula por un pequeño margen podría ser una buena noticia, porque empujaría al ex presidente izquierdista a moverse hacia el centro, me dijo Fausto.
 
“Una victoria por un margen estrecho de Lula sería una especie de bendición disfrazada”, me dijo Fausto. “Reforzaría dentro de Lula la percepción de que su gobierno tendría que ir más allá de su Partido de los Trabajadores, y que tendría que nombrar gente técnicamente sofisticada en puestos claves del equipo económico”.
 
Por el contrario, una victoria de Lula por un amplio margen energizaría a su base de extrema izquierda y podría impulsarlo a adoptar políticas internas y externas más radicales, agregó Fausto.
 
Pero muchos otros analistas argumentan que una victoria apretada de cualquiera de los dos candidatos sería el peor escenario posible, porque el perdedor, especialmente si es Bolsonaro, podría no aceptar los resultados.
 
Bolsonaro, a quien a menudo se hace referencia como “el Trump de los trópicos”, ha afirmado falsamente durante la campaña que el sistema electoral de Brasil se presta al fraude, y que si pierde, será porque las elecciones están amañadas.
 
“Si el resultado es estrecho, habrá mayores tensiones”, me dijo Anthony Pereira, un politólogo brasileño que dirige el Centro para América Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida. “Bolsonaro podría buscar una razón para no aceptar una derrota”.
 
Las denuncias de fraude de Bolsonaro han sido investigadas por numerosos grupos independientes, y no encontraron irregularidades que pudieran afectar los resultados de las elecciones.
 
Mi mayor temor es que un resultado muy ajustado pueda conducir a la violencia, como la toma del Capitolio de Estados Unidos tolerada (si no apoyada) por Donald Trump en 2021, y poner en peligro la democracia de Brasil. En esta elección entre dos malos aspirantes, el resultado menos malo será que el perdedor —sea quien sea— acepte los resultados y se mantenga la democracia.
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  LAS POLÉMICAS QUE MARCARON LA PRESIDENCIA DE JAIR BOLSONARO
Los cuatro años del gobierno de Jair Bolsonaro en el poder han estado plagados de polémicas. Las provocaciones y los escándalos se volvieron una marca registrada del mandatario que este domingo 30 de octubre apostará por renovar su mandato por un nuevo periodo, en unas elecciones que disputará con el expresidente y líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva.
 
Los que han sido considerados por muchos como exabruptos del excapitán del Ejército y siete veces diputado por Río de Janeiro entre 1991 y 2018 parecen ser más que episodios aislados. Varios expertos consultados por consideran que Bolsonaro ha hecho de eso los hitos principales de su presidencia, incluso llegando a forzarlos.
 
“Ese modo incendiario en Bolsonaro es una estrategia política, y debe ser entendido como tal. Está muy pensado. Hay que recordar que así es cómo construyó su carrera. Fue ganando atención, logró interés por medio de esas actitudes”, opina Lorena Barbería, investigadora y profesora titular del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de São Paulo.
 
Según ella, el presidente crea distracciones para enfocarse en las cosas que verdaderamente importan, como las reformas o las privatizaciones. “Él crea ese ambiente de circo para desviar la atención”, añade Barbería.
 
Más que como una estrategia, Federico Finchelstein —experto en populismo y autor del libro “Del fascismo al populismo en la historia”— opina que los exabruptos “forman parte del núcleo de su ideología, que es esencialmente antidemocrática”. Según este historiador, Bolsonaro ya no es un populista clásico, sino que comparte varios de los elementos con el fascismo. “Uno de esos elementos es la mentira. Tanto él como (Donald) Trump son grandes mentirosos. Mienten desaforadamente, no son sólo exabruptos, sino que hacen de la mentira un instrumento de propaganda. Y apelan a las grandes mentiras para demonizar a lo distinto”.
 
Además, el también profesor de la New School for Social Research de Nueva York, afirma que el presidente brasileño no es original, sino que “comparte el estilo con (Viktor) Orban en Hungría, con (Javier) Milei en Argentina, con (Antonio) Kast en Chile, incluso con (Giorgia) Meloni en Italia, quien en el cierre de campaña comparó su apellido con dos melones, acercándolos a su cuerpo, por ejemplo”.
 
“El lenguaje procaz, la retórica violenta, las formas de una masculinidad reaccionaria y exacerbada, incluso referencias a sus genitales en discursos públicos, son todos elementos centrales de la ideología de Bolsonaro”, añade Finchelstein. “Un exabrupto es una excepción, pero en todos estos casos, se trata de formas de hacer política”.
 
Con todo, el presidente de Brasil insiste con que es un defensor de la democracia y de la constitución. Más allá de lo que sucede en su país, Bolsonaro se ha pronunciado en varias oportunidades por lo que sucede en Cuba, en Venezuela y en Nicaragua al respecto de los derechos y libertades de los opositores y los procesos democráticos.
 
Aquí, un listado con los episodios más polémicos de la carrera política del actual presidente y candidato:
 
El comienzo del segundo año de la presidencia de Jair Bolsonaro estuvo marcada por la pandemia global del nuevo coronavirus. Desde un principio Bolsonaro minimizó la gravedad del virus, al que definió como un pequeño resfrío, una “gripezinha”, por la que él mismo, debido su condición de “atleta”, no se preocuparía en caso de resultar contagiado, según sus propios dichos en medios locales.
 
Un mes más tarde, el 19 de abril de 2020, Bolsonaro fue más allá de la retórica y participó de una protesta en Brasilia, la capital del país, en la que los manifestantes pedían el fin de las restricciones por el covid-19. Algunos de los participantes incluso exigían una intervención militar para cerrar el Congreso y la Corte Suprema.
 
Su actitud le valió el enfrentamiento directo con la mayoría de los gobernadores estatales, responsables directos de las restricciones tomadas con el objetivo de contener o evitar la propagación del virus. “Muchos gobernadores han cerrado todo. Han destruido empleos, sobre todo informales. Tenemos alrededor de 38 millones de personas en Brasil que viven al día, que trabajan por la mañana para comer por la noche”, dijo. “Han perdido todo. Si no hubiera ayuda de emergencia por parte del gobierno federal, esta gente estaría condenada al hambre”.
 
De acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins, Brasil acumula hasta el momento más de 34,6 millones de casos y unos 685.000 muertos, lo que lo coloca en el podio de los países con más contagios y fatalidades en el mundo, junto a Estados Unidos y la India.
 
Declaraciones incendiarias contra las mujeres, el colectivo LGTB y las minorías
Desde incluso antes de asumir la presidencia, Bolsonaro se destacó por sus declaraciones incendiarias contra mujeres y la comunidad LGBTQ. En 2003, le dijo a la congresista Maria do Rosário, del Partido de los Trabajadores, que “no merecía” ser violada; dichos que fueron reiterados por él en 2014. En 2019, por orden judicial, el mandatario debió disculparse públicamente.
 
Sus declaraciones homófobas también causaron revuelo. En una entrevista con la revista Playboy, en el  2011, dijo que sería incapaz de amar a un hijo gay, y añadió que preferiría que sus hijos “muriesen en un accidente” a que sean homosexuales. En otra ocasión, reconoció: “No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar”.
 
Jair Bolsonaro saludando a sus seguidores
En 2011, Bolsonaro se pronunció en varias oportunidades contra el programa Escuela sin homofobia, que él llamó “el kit gay”, un conjunto de material didáctico contra la homofobia que era distribuido en las escuelas públicas con el fin educativo de proteger a la comunidad LGBT.
 
Su línea socialmente conservadora también estuvo presente en su campaña semanas atrás, durante su discurso ante la Asamblea de la ONU, cuando expresó: “Valores fundamentales para la sociedad brasileña, reflejados en la agenda de derechos humanos, son la defensa de la familia, el derecho a la vida desde la concepción, la autodefensa y el repudio a la ideología de género”.
 
Mientras era diputado, Bolsonaro tuvo declaraciones consideradas ofensivas y discriminatorias contra comunidades negras, como consignó Agencia Brasil, al afirmar entre otras cosas que esas personas no servían ni para procrear. Además, según la misma fuente, se ha opuesto a acciones afirmativas, como las cuotas para personas negras en la educación superior.
 
En enero del 2020, con motivo del Consejo de la Amazonía, dijo que “el indio cambió” y agregó: “Cada vez más el indio es un ser humano como nosotros. Entonces, hagamos que el indio se integre más y más a la sociedad y realmente sea el dueño de su tierra indígena. Esto es lo que queremos aquí”.
 
Defensa de la tenencia de armas y nostalgia de la dictadura militar
En mayo del 2019 Bolsonaro firmó un decreto que relajaba los controles de armas, facilitaba la importación de armas y aumentaba la cantidad de municiones que se podían comprar por persona anualmente.
 
Recientemente, durante un mitin de campaña en Minas Gerais, el presidente expresó: “Quiero decirles a los policías militares que tenemos un gobierno que cree en ustedes y los valora. El gobierno, con un nuevo parlamento, obtendrá la exclusión de la ilegalidad para que puedan trabajar”. Según la estatal Agencia Brasil, la exclusión de ilegalidad es, en la práctica, una garantía legal para que los policías actúen sin riesgos de ser procesados ​​por eventuales muertes en operativos y enfrentamientos.
 
Además, el excapitán del ejército ha manifestado en varias oportunidades que siente nostalgia por el periodo de la dictadura militar, que se mantuvo en el poder en Brasil entre 1965 y 1985.
 
Política ambiental
Bolsonaro ha sido criticado con frecuencia por hacer poco para proteger la selva amazónica, incluso rechazando durante la cumbre del G7 en Francia 20 millones de dólares en ayuda extranjera para ayudar a combatir los incendios de 2019.
 
Bajo el mandato de Bolsonaro, la destrucción de la selva tropical más grande del mundo se ha profundizado, alcanzando una deforestación histórica de la selva amazónica brasileña en los primeros tres meses del 2022, la más alta jamás registrada: un área casi del tamaño de Dallas, Texas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE).
 
Mientras tanto, unos 700 funcionarios públicos que trabajan en el sector ambiental han sido despedidos o destituidos de sus cargos desde 2018, según datos del Ministerio de Economía. En junio de este año, el experto indigenista Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips  fueron asesinados mientras realizaban una investigación en el Amazonas. El año pasado, la deforestación en la Amazonía brasileña alcanzó un récord de 15 años, según el INPE.
 
Sin embargo, a principios de julio, Bolsonaro firmó un nuevo decreto que establece multas más altas por deforestación, tala ilegal, quema, pesca y caza, que el gobierno presentó como “un paso importante en la legislación ambiental”.
 
Expertos vieron la medida con escepticismo, y apuntaron sobre la conveniencia de su anuncio justo antes de su campaña en busca de la reelección como presidente.
 
Sembrando desconfianza en el sistema electoral
Similar a lo que ha hecho Donald Trump en EE.UU., Bolsonaro ha sembrado dudas sobre el sistema electoral de Brasil a lo largo de la campaña por su reelección. En particular, el mandatario ha cuestionado sin fundamento la transparencia de las máquinas de votación electrónica utilizadas en el país que, paradójicamente, son el mismo sistema por el cual él mismo llegó al poder.
 
Así, el presidente insistió en el uso de boletas de papel afirmando repetidamente, sin presentar pruebas, que las elecciones anteriores fueron manipuladas con la votación electrónica. “Queremos confianza y transparencia en el sistema electoral brasileño”, dijo Bolsonaro en un evento con jefes de misiones diplomáticas en Brasil en julio de este año.
 
Además, añadió que su gobierno está trabajando para presentar una “salida” para las elecciones de este año.
 
En respuesta, de más de un centenar de organizaciones firmaron un manifiesto en defensa de la democracia, en la que se asegura que la misma “ha mostrado sucesivas muestras de solidez”.
 
“(La democracia) se fortalece con la unión, reformando lo que necesita reparación, no destruyendo; sumando esperanzas de un Brasil orgulloso y pacífico, no restándolas con consignas y divisiones que atenten contra la anhelada paz y desarrollo”, dice el documento, citado por Agencia Brasil y firmado por entidades empresariales, no gubernamentales, sindicales, profesionales y educativas.
 
Tres de los candidatos presidenciales de Brasil (de izquierda a derecha) Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores), Simone Tebet (Movimiento Democrático Brasileño), Jair Bolsonaro (Partido Liberal) participan en el debate presidencial antes de las elecciones generales del 2 de octubre en la cadena de televisión Bandeirantes en Sao Paulo, el 28 de agosto.
 
Efectividad electoral
Aunque las encuestas otorgan una ventaja a su rival, Lula da Silva, a Bolsonaro todavía le quedará una oportunidad si consigue llegar al balotaje, el 30 de octubre. Quedará por ver en el desempeño electoral cuán útil resultará entonces su retórica encendida y su lista de polémicas entre los votantes.
 
Para Lorena Barbería podrían ser útiles: “Los exabruptos son, en general, producto de un cálculo político. Y claro que hay un grupo de sus seguidores a los que esos discursos pueden chocarles. Pero hay otro grupo que se identifica y disfruta con el hecho de que él sea políticamente incorrecto, que haga cosas que muchos están pensando pero que no se atreven a decir o hacer. Con esto, busca transmitir una imagen de persona común, el que te encuentras en un bar y con quien puedes conversar; un brasilero común”.
 
Además, destaca el problema de la abstención electoral, que viene rondando el 20% en las últimas elecciones, incluso siendo en Brasil obligatorio el voto. “¿Quiénes son las personas más propensas a no votar? Probablemente aquellas que se sienten intimidadas por el clima de virulencia creado por Bolsonaro. En un ambiente más violento, más polémico o virulento, probablemente haya más abstención de personas que son opositoras a Bolsonaro”.
 
No se pierdan el programa sobre las elecciones de Brasil este domingo a las 7 p.m. hora del este de EEUU en “Oppenheimer Presenta”, por CNN en Español.
 


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