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General: Mientras los cubanos huyen, viajan más estadounidenses a Cuba
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 17/01/2023 14:59
 Mientras los cubanos huyen, 
los operadores de viajes de EE. UU venden una vista pastel sorda
 
     POR FABIOLA SANTIAGO
Creo en el derecho de los estadounidenses a viajar a cualquier parte del mundo que deseemos.
 
Pero, en un momento en que cientos de cubanos están en la cárcel por expresar su disidencia y cientos más huyen de la isla en cifras récord y algunos mueren en el mar y durante viajes de varios países a la frontera entre Estados Unidos y México, los resplandecientes folletos turísticos estadounidenses que venden viajes a Cuba me enferman.
 
¿Cómo conciliar las imágenes de balsas destartaladas llegando a las orillas del mar en en el sur de Florida con las imágenes y descripciones tipo Instagram de un paraíso cubano que no existe?
 
Lo peor que he visto en los folletos de viajes de 2023 es la página doble dedicada a Cuba en el catálogo de viajes de lujo para grupos pequeños en Classic Journeys.
 
Promociona una extravagancia de turismo ignorante, camuflado como empresa cultural.
 
Escenas de La Habana en tonos pastel muestran edificios coloniales inmaculados, coches antiguos relucientes y estadounidenses felices, paseando como si estuvieran en las Islas Vírgenes y no en un estado totalitario despiadado donde se han muerto niños en derrumbes.
 
ESNÓRQUEL EN LA BAHÍA DE COCHINOS
Classic Journeys ofrece una parada a la hora de comer para hacer snorkel de camino a una clase de salsa en Trinidad en la histórica Bahía de Cochinos, donde 114 jóvenes cubanos fueron asesinados y 1,100 fueron tomados como prisioneros durante la invasión organizada por Estados Unidos.
 
“Camine por la infame Bahía de Cochinos, luego mírela desde un punto de vista totalmente diferente mientras bucea en su prístino arrecife de coral”, invita el texto.
 
Esta frivolidad, tras la reciente muerte en el exilio de Santiago Morales, un heroico veterano de la Brigada 2506, uno de los primeros cubanos reclutados por la CIA para unirse a la fallida invasión de 1961, es un golpe bajo.
 
Charlábamos a menudo y aprendí mucho de él. Fue capturado y pasó 18 años en prisión. Más recientemente, en Miami, donde era un exitoso hombre de negocios, defendió los valores democráticos, enfrentándose valientemente a Donald Trump y a los excesos del partido republicano, a pesar de que sus queridos compañeros brigadistas los apoyaban.
 
Fue un hombre extraordinario, pero los turistas estadounidenses nunca oirán eso en Cuba.
 
“Cocine con un chef cubano, luego charle con un reportero gráfico que documentó la vida de [Fidel] Castro”, se les promete a los viajeros en La Habana.
 
Permítanme reescribir el texto: “Diviértanse disfrutando del resplandor del tirano favorito de los estadounidenses mientras los cubanos hacen cola durante horas para comprar escasas raciones de alimentos, mientras el régimen solo invierte recursos en construir más hoteles para turistas como nosotros; y la clase dominante, y más de dos generaciones de su descendencia, a menudo es fotografiada revolcándose en riquezas, en casa y en el extranjero” .
 
Proyectar una “Cuba pos revolucionaria” como si fuera un destino turístico normal, ignora hechos cruciales y se convierte en un ejercicio de limpiar la imagen de una dictadura de 64 años.
 
El cofundador de la reconocida compañía de turismo, Edward Piegza, quien escribió el texto y tomó las fotos, me dijo en una extensa conversación el viernes que ello está lejos de su intención, la cual es brindar una experiencia de inmersión para “un Estados Unidos comprometido e interesado”.
 
“No tengo una solución para todo lo que ha pasado en Cuba, pero lo que sí creo que puedo hacer es marcar la diferencia para quienes están más directamente afectados por la dictadura: los pequeños empresarios”, dijo Piegza. “Si puedo contratarlos durante dos a cuatro horas y poner el dinero directamente en sus manos, dando una propina que vale más de varios meses del salario público de alguien, eso me hace sentir bien”.
 
Ralph de la Portilla, un guía de viajes cubano-estadounidense radicado en Miami bajo contrato con Classic Journeys, me dijo que la compañía trabajó fuertemente para operar “de manera responsable” saltándose los establecimientos gubernamentales, alojándose en casas de alquiler y comiendo en paladares.
 
“No queremos dar un solo centavo a ese régimen represivo”, dijo. “La idea es ayudar al pueblo cubano”. Pero no ha regresado desde el cierre por la pandemia.
 
“Dudo en volver”, dijo después de la violenta represión de los manifestantes durante las históricas protestas en toda la isla el 11 de julio de 2021. Además, los expertos locales son difíciles de encontrar en Cuba por ahora.
 
“¿Quién queda?”, dijo. “Parece que están todos aquí”!
 
ARGUMENTOS DE VENTAS 
Otro operador turístico que lleva turistas estadounidenses a la isla a pesar de la crisis humanitaria, el operador de viajes educativos sin ánimo de lucro Road Scholar, tiene las fechas agotadas hasta la primavera para su viaje de siete noches a La Habana y Cienfuegos, a un precio de $3,339 dólares.
 
Su argumento de venta parece una parrafada reciclada de la era Obama. “Descubra los singulares cambios sociales y culturales que se están produciendo en la Cuba actual mientras disfruta de una actuación musical, conversa con los lugareños y se embarca en una aventura a pie por la Habana histórica”, coquetean.
 
El cambio y las pequeñas reformas fueron el tema cuando el Presidente Obama restableció oficialmente las relaciones con Cuba el 20 de julio de 2015.
 
Pero no tiene nada que ver con la realidad de la isla en 2023.
 
Algunos de los “singulares” cambios sociales que los turistas estadounidenses no verán:
 
El dictador del momento, Miguel Díaz-Canel, escogido por la cúpula para sustituir a Raúl Castro en la presidencia, convirtió la censura política en ley de un modo que los estadounidenses apenas pueden imaginar.
 
Comenzó con las artes, tipificando como delito la creación de obras con críticas al gobierno. Los artistas formaron el Movimiento de San Isidro en oposición.
 
LÍDERES ENCARCELADOS
Durante las protestas del 11 de julio, Díaz-Canel ordenó la golpiza y detención de cientos de manifestantes que fueron condenados a penas de prisión de hasta 20 años. Entre los encarcelados figuran Luis Manuel Otero Alcántara, artista galardonado por la revista Time, y Maykel Osborbo, que compartió un Grammy por la popularísima canción “Patria y Vida”.
 
Apuesto a que los itinerarios de viaje no incluyen visitas a las cárceles.
 
Tras las protestas, Díaz-Canel criminalizó, las críticas al régimen en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo las redes sociales, llamándole “ciberterrorismo” a lo que es normal en democracias. Y amplió a la diáspora el alcance de lo que constituye un ciudadano cubano que puede ser procesado por sus críticas.
 
En otras palabras, si yo —ciudadana estadounidense nacida en Cuba que ha vivido toda su vida menos 10 años en Estados Unidos— viajara a Cuba, podría ser procesada por lo que estoy escribiendo aquí. O —oigan esto— si llegara en un país con acuerdos de extradición con Cuba.
 
No es una amenaza en vano. Recientemente, un activista de derechos humanos exiliado, cuyas publicaciones diarias en Twitter revelan actos de represión y mala gestión en Cuba, acusó al régimen de emitir una repentina orden de expulsión de Bolivia, país izquierdista, contra él. Se encontraba allí legalmente con documentos de residencia.
 
¿Es ese un gobierno al que los estadounidenses quieren apoyar con dólares del turismo?
 
NO ES PROHIBICIÓN DE VIAJAR 
No estoy abogando, sin embargo, de prohibirle a los americanos viajar a Cuba, como seguramente opinarán tantos que dicen apoyar la democracia, pero no han aprendido a practicarla.
 
El aislamiento no sirve para nada. Creo en el compromiso con el pueblo cubano que sufre y en aperturas que le beneficien. Pero eso no es lo que permite el régimen cubano, como vimos con frecuencia durante los años de Obama.
 
Sí, el Presidente Biden flexibilizó la normativa sobre viajes a Cuba, abriendo la categoría de apoyo entre personas que legaliza los viajes turísticos.
 
Pero los estadounidenses deberían reflexionar sobre los asuntos éticos. Por muy bienintencionados que sean, todos los viajes implican inevitablemente dejar dinero contante y sonante en manos de un régimen inflexible y despiadado.
 
La liberación de los presos debería ser lo primero, luego el regreso de los dólares de los turistas estadounidenses a Cuba, no al revés.
 
La lección debería ser que la represión es mala el negocio del turismo. Por ahora, no hay encanto pintoresco para explorar en la tragedia cubana.
 


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